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(culación de sus fondos. La experiencia acredita esta verdad. El Reyno de Aragon se hallaba tan pobre antes de la ereccion de su Real compañía, que no se encontraba la moneda por la falta del Comercio de sus frutos. Asi lo expresa la Real Cédula expedida sobre la institucion de la citada Real compañía en el año 1746. Establecióse: se erigieron fábricas por cuenta de ella, se aprovecharon las precisas materias primeras, sedas y lanas, y se vigorizaron todos los ramos del público.

Las utilidades verdaderas (ó en aprehension, que no quiero dexar reparo alguno) excitaron la emula'cion de otros fabricantes, multiplicandose los telares, y aunque se aumentaron los maestros y oficiales, llegó el caso (lo he visto en el Archivo, ό Contaduría de dicha Real compañía) de faltarle operarios para sus fábricas. Es hecho incontrovertible: la fundacion de la Real compañía de Comercio y Fábricas en el Reyno de Aragon, es la época de su actual adelantado tráfico, mayor poblacion, fomentada Agricultura, fábricas y artes. Ya se encuentran con abundancia en Zaragoza el oro y plata, que escaseaban en el año 1746. Ya se hallan sus naturales orientados sobre lo que es Comercio; y fi'nalmente, el todo de la España mira uno de sus Reyños transformado de la pobreza, á alguna mas que regular prosperidad. No hay que recurrir á otros motivos. El terreno ha sido y es el mismo. Ha ha-bido repeticion de malas cosechas. No ha entrado en su riqueza natural y circulante otro fondo, que el de la Real compañía, y su actividad: á ella, pués, es deudor el Reyno, de Aragon de su fortuna. Los lamentos de los accionistas es menéster escucharlos con reflexion. Es verdad, que se hallan en quiebra sus

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acciones. Supongamos que no hay remedió, (le hay) y que las han perdido absolutamente.

Valanceen este quebranto con la utilidad que han reportado en la venta de sus frutos, arrendamientos de tierras y casas, (son muchos los accionistas hacendados) y estoy seguro que han lucrado, y asi lexos de quejarse desgraciados, deben reputarse felices, y agradecer un establecimiento que ha mejorado sus haciendas y grangerias. Supongamos un hacendado, dueño de ganado (hay varios de esta clase) que se interesó en cinco acciones, , que siendo cada una de doscientos cincuenta pesos por ordenanza, entrega mil doscientos cincuenta pesos, Con esta partida concurrió á aumentar los consumidores de sus frutos, viendose precisado á laborear mas tierras, y consiguientemente ha disfrutado mayores utilidades. La casa desalquilada muchos meses, y arrendada al fin en infimo precio, como que los vecinos por medio de la Real compañía tuvieron en que ganar con su respectiva ocupacion, á emulacion, pretendian y buscaban casas. A la sombra de dicho establecimiento se han fomentado en Aragon el Comercio, Fábricas, Artes y demás ramos. Concedamos y confesemos por un momento arruinada la Real compañia; pero contestemos (es evidente) mejorado solidamente, y sobre un pie firme el Reyno de Aragon en su circulacion. Perdió aquel accionista mil doscientos cincuenta pesos, pero ba lucrado con exceso desde el año 1746 en sus frutos, ganados, tierras y casas, y lo que es mas, continuará su ganancia en lo succesivo.

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to Si los interesados lo son,por mas acciones, ¿como los Cabildos Eclesiásticos, Cartuja, Mayo-. razgos y otros acaudalados tambien habran utili

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zado mas, á proporcion de su mayor copia de ganados y frutos que hayan vendido, tierras ó casas arrendado. Aun quando todos los particulares accionistas hayan perdido sin haber tenido renglon de compensacion, el estado y el público, han ganado, que es el casa entre otros) que los políticos proponen para graduar un Comercio ó establecimiento por ventajosa. Si segun se encontraba el Reyno de Aragon en el año 1746, y se expresa en la Real Cédula, no se hubiese establecido la Real compañía, habria precisamente caminado á paso rapido á su ruina, se hubiera despoblado abandonandose la agricultura y artes, é imposibilitadose el pago de las Reales contribuciones. ¿Adónde, á quién, y como los ૐ hacendados venderian sus frutos y ganados, arrendarian sus tierras y casas? Si en tan deplorable hipótesi se hubiesen convocado á discurrir los medios de garantir su ruina, perpetuar con seguridad sus ganancias, se hubiese arbitrado un repartimiento á prorrata, haciendo de ello pronto desembolso ¿quién ha bria sido el que inmediatamente por su propia utilidad no hubiera condescendido?

Verdad es (conferenciarian) que tenemos frutos en abundancia (son cláusulas literales de la Real Cédula) pero tambien lo es el desconsuelo de no poterlos vender por falta de Comercio, hallandose dificilmente moneda de oro y plata: igualmente es cierto que se deben recelar mayores inconvenientes, continuando los vecinos en la infelicidad en que se hallan, y con poca esperanza de remedio , pues cada dia se aumenta la pobreza y despoblacion. En tan fatal constitucion ¿qué arbitrio adoptaremos? acumular quinientos mil pesos de fondo, para que comerciandose los frutos, y fomentandose las fábricas (son tambien cláusulas de la Real Tom. XXVII.

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Cédula) se restablezca el Reyno. Este fué el establecimiento de la Real compañía, en la qual interesó S. M. cincuenta mil pesos efectivos, y se acumularon caudales de otros individuos de las demás Provincias. Convenzamonos, pues, que aun en el caso de arruinada la referida sociedad, ha producido considerables utilidades. Los accionista forasteros de Aragon, que no han tenido frutos, ganados, ni haciendas en que compensar su declamada pérdida (han quedado ya pocos de esta clase, pues han beneficiado sus acciones) deberán resignarse por el beneficio comun que ha resultado al todo de la nacion.

Todo lo expuesto es concediendo por complacer á los censores de semejantes establecimientos, porque en la realidad la compañía de Zaragoza no debe considerarse irreparablemente arruinada. Tiene muchos arbitrios á repararse. Nunca los accionistas pueden perder la totalidad de sus acciones. El mismo concepto debe formarse de las otras Reales compañías efectivamente decaidas. Siempre han sido utiles á la causa pública, por los motivos expresados arriba sobre la de Zaragoza. No necesitamos mas exemplar, de que á estas sociedades, por muchos quebrantos que sufran, nunca les faltan recursos á su reparacion, que la Real compañía de Sevilla. Es indudable ha padecido extraordinarias pérdidas; pero tambien lo es, el que el zelo, el zelo, actividad y aplicacion de su actual direccion, las ha reparado hallandose dicho cuerpo, no solo restablecido, sino con correspondientes ganancias. Todos son claros convencimientos contra los que opinan no ser las Reales compañías acomodables á la nacion. Reflexionando ya algunos de los motivos que han ocasionado,

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ó la ruina, ó la decadència de las erigidas, pueden reducirse á los siguientes.

Primero, la falta de competente instruccion de lo que es Comercio en los directores, y empleados en su manejo. No fué el concepto preciso las fábricas, sino en quanto estas produxesen géneros comerciables. Sin noticia de los que serian mas o menos gastables, podian á no hacer competencia los extrangeros, dexar utilidad, ó causar perjuicio; fue casi general el anhelo de levantar telares de las ropas mas exquisitas de oro y plata. Los costos, como fábricas nuevamente establecidas, fueron grandes, se cargaban precisamente sobre la factura de su venta, y resultando el precio muy alto, no pudieron tener consumo, porque los extrangeros á mas del capricho de los Españoles en preferir sus ropas, tienen la ventaja de ser mas varatos. De este principio derivó el estancarse en las factorías y almacenes tanto caudal en texidos, que solo pueden tener despacho con perdida notable sobre su principalidad.

Segundo, la misma falta de instruccion en el Comercio hizo. que no se emprendiesen los correspondientes embios de géneros á las Indias, en cuyo destino habrian adquirido grandes utilidades. Por los papeles de la Real compañía de Zaragoza, é informes fidedignos, me cercioré de aquel errado, método é innacion, y de la repugnancia á semejantes empresas.

Tercero, fabricabanse texidos sin consideracion á los tiempos oportunos de su consumo. No habia' cuidado en manufacturar en invierno ropas gasta-i bles en la primavera, y que estuviesen con anticipacion en las fábricas, á fin de excitar, y proveer á los compradores, sucediendo lo propio, por lo respecD 2

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