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industria artes. Este es el caudal de todos los vey cindarios, y que ha de servir al pago de las contribuciones, y á su manutencion. Padece muchas quiebras unas se derivan de los muchos años, otras, no de la contribucion, sino del tiempo y modo con que se exige. Confieso sencillamente, que siento no detenerme sobre este punto, pues por experiencia conozco, que gran parte de la ruina de los Pueblos pende de las circunstancias en que se hacen las exâcciones. No obstante, sirviéndome de la declamacion de varios AA. políticos y de su dictamen, opino no hay deudores mas dignos de las esperas, y merecedores. de los indultos, que los de Pueblos de labor. Son unos esclavos amarrados á las incesantes tareas, expuestos á contingencias, que la prudencia humana no puede preveer, sin mas fondo ni caudal, que los frutos que recogen de su pequeño terreno. En otra obra á que me remito, me he dilatado sobre la materia. Reasumiendo la principal de este discurso, qualesquier quiebra sobrevenida al caudal de cada Pueblo, altera su circulacion. Las malas cosechas encarecieron el poco trigo que se recogió, y el que habia entrojado ú almacenado, y ya al vecindario le es mas costosa la mantencion de sus familias. Las malas cosechas arruinaron (este es el mayor daño) á muchos labradores: ya resulta menos caudal circulante, y el terreno (riqueza natural) sembrado el año anterior, queda al siguiente erial: ya es un fondo muerto. Los vecinos arruinados, ó se expa trian, ó se acobardan de tal suerte, que se aplican á jornaleros, sin aplicacion ni alientos á contraer matrimonios, si son solteros, ni á destinar á sus hijos si son casados. Quantos se hallan en tan deplorables circunstancias, son otros tantos menos vecinos y poF 2

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bladores, cuya ruina transciende al todo de la sociedad, interesada por lo mismo en su remedio. Es verdad que los positos son refugio que les franquea el grano para la sementera

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pero su executiva paga á la cosecha con el gravamen de las creces, y la satisfaccion del arrendamiento de las tierras, si no son propias, son cargas que no pueden superarlas, y en vez de repararse, quedan mas destruidos.

Insensiblemente hemos llegado al otro motivo, ó á las quiebras que impiden ó retardan la circulacion interior y mutua correspondencia de los Pueblos. Nadie puede negar la justicia sobre el reintegro del Posito, pago del arrendamiento de las tierras de Propios, reales contribuciones y repartimientos de paja, utensilios, y demás de esta clase. Tampoco es negable la diferencia de estas acciones. Unas pertenecen directamente al Soberano, otras á los mis mos pueblos. La exâccion de aquellas es preferible, y es un inmediato cumplimiento á la obligacion que tiene el vasallo en recompensa de la proteccion que se les dispensa, y en desempeño de su lealtad. Sin embargo de titulo tan circunstanciado, siempre que no sea la contribucion exêquible, 'sino con ruina del deudor, interesa mas al Real Erario en la espera ό indulto, que en la recaudacion, porque si ha de ser á costa de perder un vasallo contribuyente, se deberá reputar comprado un beneficio pasagero, al caro precio de una pérdida perpetua. La abundancia de Pueblos ó multitud de vasallos, es la que constituye la grandeza y poder de los Estados. Cuesta mucho tiempo la formacion de un vecino contribuyente. Debemos tributar rendidas gracias á la piedad de nuestro Soberano, y providencias del Ministerio y respectivos Tribunales. Son muchos los exemplares

de

de esperas y aun de perdon. No se debe abusar de la real clemencia, ni descuidarse con su esperanza sobre las recaudaciones. Son y han de ser las primeras. No pocas veces se atrasan porque el tiempo anticipa el cobro de otros debitos, y este es uno de los puntos que deben remediarse con concepto al reflexîonado sistema. El reintegro del Posito, y pago de arrendamiento de tierras de Propios, son debitos del Pueblo á favor de su mismo público. De suerte, que el vecindario es deudor y acreedor. No ignoro la recomendacion de aquel fondo, cuya conservacion (á mas de servir para las precisas cargas) interesa á toda la sociedad del Pueblo ; pero no nos debemos desentender, de que ha de nivelarse por las fuerzas del mismo vecindario, y con preciso concepto á sus necesidades. Un Posito abundantísimo, y una Caxa de propios acaudalada, y unos vecinos pobres miserables es un monstruo politico. Aquel caudal sin circulacion, es como si no existiese, Mil reales vellon y cien fanegas de trigo en poder del pequeño labrador, mantienen una familia, dan que trabajar al menestral , y lo que es mas, pagan los reales derechos sobre los consumos.

No me son forasteros los AA. políticos que en todos tiempos han aconsejado los establecimientos de Montes-pios, si bien con la prevencion de limitarlos quando sean perjudiciales. Tal suele ser el caso de los fondos públicos. Adeudóse un pequeño labrador en cien fanegas de trigo del Posito, y en mil reales de vellon el arrendamiento de las tierras pertenecientes al público. Se le executa, apremia, venden sus reses y pobres aperos. Pagó, es verdad: pero ya es un vecino muerto civilmente. No perdamos de vista el sistema. Ni el Posito, ni los caudales de Pro

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Propios deben superar las fuerzas del vecindario, y las proporciones de su circulacion. Quantos vecinos son los deteriorados ó arruinados por los cobros de las tales acciones ó derechos, son otras tantas fuerzas que se le quitan al Pueblo, son menos manos y proporciones á la circulacion é industria, y por consiguiente van superando las fuerzas de los caudales públicos, que es el escollo que debe precaver la buena política. El daño crece á proporcion que sean mas los deudores arruinados. Nunca sobran labradores ni comerciantes, por mas excesivo que nos parezca su número. Asi exclaman los clasicos políticos, y por tanto, todo el empeño ha de ser aumentarlos y conservarlos. Pierda el Posito mil fanegas de trigo el caudal de Propios quince ó veinte mil reales vellon. Conservense en sus labores los pequeños labradores que lo adeudan, y calculese su utilidad por la continuacion de su labranza, al público mismo y al Real Erario , y se habrá de confesar, que unos y otros lucran considerablemente. Supongamos que los tales deudores fueron diez (la calculacion puede formarse sobre mas o menos) que cada uno adeudó cien fanegas de trigo, y mil y quinientos ó dos mil reales. Todos ó los mas tienen su par de yuntas de bueyes, algunos su punta de ganado de lana, y muchos de cerda ó pelo (cabrio).

Continúen las labores, siembren (no quiero las cien fanegas) cincuenta fanegas de trigo, que á una y media sobre fanega de tierra (es lo regular) rindiendole en un año muy mediano á cinco, (se calcula sobre la fanega de tierra, y esta es la práctica) recogió cada uno ciento y setenta y dos fanegas, que computadas las de los nueve deudores restantes, suman mil setecientas fanegas. De suerte, que por

mil fanegas de trigo, que se habrian estancado en el posito (pues mientras menos vecinos sembradores, menos repartimiento) y perdido, digamoslo asi, adquirió la masa comun mas de un cincuenta por ciento de aumento á la circulacion, lo qual indisputablemente cede en beneficio del mismo público, dueño del Posito, y acreedor contra los sacadores del grano. Si suponemos sembradas las mil fanegas, baxo la misma calculacion, sube extraordinariamente la utilidad. Las otras cincuenta fanegas que no sembró, vendió vendió parte de ellas para pagar los jornaleros, compra de especies necesarias á la vida, y que causan reales derechos, y parte la reservó para manutencion de su familia. Estas son utilidades al Real Erario y al público, por lo que ambos respec-1 tos se interesan en la comoda subsistencia de los vasallos. Los mil y quinientos, ó dos mil reales vellon, que cada uno adeudó, y perdió el fondo de la conmu nidad, lo subsanó ó se le recompensó al público mismo por varios renglones.

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El primero, el aumento de los frutos, esto es, el grano que hizo crecer la riqueza de aquella sociedad.

El segundo, los tales deudores vendiendo su trigo, pagaron sus particulares deudas, circuló el dinero en otros que quizá debian á Propios, y satisfacieron, ó sirvió á fines, que directamente ó por medios indirectos aprovecharon al público.

El tercero, consiste en que los mas de los Pueblos estan encabezados, causandose la contribucion sobre la carne, vinos, y otras especies, tierras, ramos arrendables, y lo que falta se exige por repartimiento,

Los consumos de carne y vino causan una gran

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