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concedió el patronato, esto es, el derecho de proponer para ia provision de todos los destinos eclesiásticos de América (1508). A causa de estas dos concesiones, los reyes de España vinieron a ser los jefes de la iglesia americana, los administradores de sus rentas, i autorizados ademas para llenar los destinos vacantes, puesto que los papas confirmaron siempre las elecciones hechas por los soberanos. Desde entónces, las bulas pontificias no tuvieron vigor en América sino en virtud de la sancion concedida por el consejo

de Indias.

Los reyes establecieron en América la jerarquía eclesiástica bajo el mismo pié que existia en España, i rentaron a los prelados con una parte de la contribucion decimal, reservándose el resto para los trabajos consiguientes para la propagacion de la fé i la construccion de las iglesias. El primer deber del obispo elejido era prestar el juramento de respetar el patronato i de abstenerse de poner obstáculos a la autoridad real. De aquí resultó la paz entre los dos poderes, el temporal i el espiritual; i cuando los prelados americanos tuvieron alguna competencia con los vireyes o gobernadores, bastó la decision del rei para ponerle término.

Los prelados tenian bajo su dependencia los tribunales eclesiásticos, encargados de juzgar las causas espirituales i todas aquellas que tenian relacion con los bienes de la iglesia. Cada catedral tenia tambien un cabildo compuesto de sacerdotes casi siempre ancianos i respetables, rentados por la corona. Dependian tambien de los obispos los curas rectores, que servian las parroquias en que estaban establecidos los españoles; los curas doctrineros, predicadores en el territorio poblado por los indios sometidos; i los misioneros encargados de predicar la relijion entre las tribus salvajes.

Fuera de estos, habia un número considerable de sacerdotes que constituian el clero secular i el regular. En los primeros tiempos de la colonia, la falta de otras ocupaciones hizo que se buscara la carrera eclesiástica como un medio de tener asegurada la subsistencia; pero desde que el rei mandó crear cuerpos de tropas permanentes, i desde que el comercio i la industria tomaron algun desarrollo, el número de eclesiásticos disminuyó considerablemente. Sin embargo, el estado de los sacerdotes de ambos cleros que habia a fines del siglo pasado ha sorprendido a los historiadores. Se calcula que las provincias que despues formaron las repúblicas de Venezuela, de Colombia i del Ecuador, en donde eran ménos numerosos, contaban mas de tres mil qui

nientos sacerdotes. En la Nueva España habia cerca de quince mil.

De aquí resultaba la fundacion de infinitos conventos, construidos, muchas veces con gran costo i de una manera monumental. El cronista de Indias Jil Gonzales Dávila, que escribia en 1649, dice que en aquella época existian en América 840 conventos. Para su sostenimiento, poscian estensas propiedades rurales i urbanas adquiridas por herencia, que les aseguraban una renta considerable. "Un testamento que no contenia algun legado en favor de los conventos, dice un viajero juicioso i observador, pasaba por un acto de irrelijiosidad que ponia en duda la salvacion del que lo habia hecho" (6). Pero poseian ademas otra gran fuente de entradas en las capellanías e imposiciones que gravaban las propiedades. El viajero Depons se pregunta cual era la propiedad de la provincia de Venezuela que no estaba gravada con imposiciones de esta naturaleza. En las demas colonias, i particularmente en Méjico i en el Perú, como hemos dicho en otra parte, se repetia esto mismo.

El clero gozaba en las colonias españolas de grande influjo basado en el respeto a la relijion, en el recuerdo de grandes beneficios i en sus cuantiosas riquezas. El sencillo pueblo hacia consistir la relijion casi completamente en la pompa del culto i en las funciones relijiosas que le proporcionaban las únicas diversiones de la vida monótona de la colonia. Las fiestas de la iglesia iban acompañadas de fuegos artificiales, de danzas, de loas, de toros i de riñas de gallos. «En este pais, decia un virei de Nueva España, todo es esterioridad, i viviendo poseido de los vicios, les parece a los mas que en trayendo el rosario al cuello i besando la mano a un sacerdote, son católicos, i no sé si conmutan en ceremonia los diez mandamientos." Esta seguriridad que tenia el clero en su prestijio, fué causa de que muchos de sus miembros olvidaran sus deberes. Los comisionados españoles ántes citados, que informaron secretamente al rei acerca del estado en que hallaron sus posesiones de América a mediados del siglo último, han trasmitido mui tristes noticias acerca de la corrupcion i de la ignorancia de una gran parte del clero.

Los conventos de frailes no eran los únicos establecimientos relijiosos que poseyeran cuantiosos bienes. Habia ademas numerosos monasterios de monjas en que buscaban

(6) Depons, Voyage a la Terre Ferme, tom. II, páj. 149.

asilo las mujeres que querian dedicarse a la vida contemplativa. En muchos de ellos no eran admitidas mas que las señoras de oríjen español, fomentando así el espíritu aristocrático hasta en el seno de la relijion.

En algunos templos americanos existia una institucion conocida con el nombre de derecho de asilo. En virtud de este derecho, los reos de ciertos delitos podian asilarse en las iglesias para sustraerse al castigo a que se habian hecho acreedores. Diversas disposiciones pontificias habian reducido considerablemente el número de delitos que daban derecho al goce de este beneficio, i aun habian limitado el número de iglesias en que era permitido asilarse.

LAS MISIONES; LOS JESUITAS.-Los misioneros, cómo hemos dicho, se ocupaban en la predicacion del cristianismo entre las tribus salvajes i feroces de América; i desplegaron en el ejercicio de este ministerio gran celo evanjélico i las mas relevantes virtudes. Se internaban en las selvas vírjenes del nuevo mundo, estudiaban el idioma i las costumbres de sus salvajes pobladores i soportaban contentos las mayores penalidades. Muchos de ellos sufrieron resignados el martirio para cumplir sus fervientes votos de dilatar los dominios de la fé cristiana. A ellos se debió no solo el haber suavizado un tanto las costumbres de algunos indios feroces i el haber sometido a otros, sino tambien el haber suministrado importantísimas noticias acerca de la historia, de las costumbres i de las lenguas de las tribus salvajes. Son ellos los autores de las gramáticas i vocabularios de las lenguas americanas i de una multitud de libros históricos del mas alto interes.

Entre estos misioneros descollaron particularmente los padres de la compañía de Jesus. Establecidos estos en América a fines del siglo diez i seis, se estendieron rápidamente en todas las colonias, construyeron templos i conventos en casi todas las ciudades, i por medio de un sistema tan hábil, como bien sostenido, se hicieron dueños de inmensas propiedades territoriales i dilataron su influencia. No solo fueron misioneros sino que se contrajeron a propagar la instruccion en una época de oscuridad i de ignorancia. Su poder i su influjo alarmaron al fin al monarca español; i en 1767 decretó su espulsion de todos sus dominios. Esta órden, impartida con el mayor sijilo, fué ejecutada de improviso para impedir todo conato de resistencia.

La acusacion principal que se habia hecho a los jesuitas consistia en atribuirseles pretensiones de invadir las atri

buciones del poder civil, i en injerirse demasiado en los negocios del gobierno para imprimirle su direccion. En apoyo de esta acusacion, se citaban los establecimientos de misiones planteados en el nuevo mundo, muchos de los cuales corrian a su cargo. La órden de padres franciscanos habia; reducido algunas tribus de indios obligándolos a vivir en sociedad civil i a someterse a cierto réjimen invariable; pero fueron los jesuitas los que llevaron mas adelante este sistema de reduccion pacífica de los salvajes.

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LAS MISIONES DEL PARAGUAY.-Las misiones llamada sdel Paraguay fueron el modelo mas acabado de este sistema de reduccion. Estaban establecidas al sur de la república actual del Paraguay, en la rejion bañada por los rios Paraná i Uruguay. Los jesuitas llegaron allí en 1639, cuando ya se habian fundado las primeras poblaciones españolas, i recibieron el encargo de someter a los indios guaranies que habitaban aquel pais. Pusieron en ejercicio un sistema análogo al que habia empleado Las Casas en la colonizacion de Guatemala, atrayendo a los indios por medio de regalos i de halagos. Al mismo tiempo, los portugueses que ocupaban las rejiones vecinas, perseguian a los indios guaranies, de modo que sin pensarlo eran los ausiliares de los jesuitas. Una vez atraidos, los indios eran sometidos de grado o por fuerza a vivir en los pueblos ya fundados o en otros de nueva creacion, sujetos al réjimen de la mas severa disciplina.

En el pueblo de Candelaria residia un padre llamado superior de las misiones que era el jefe de todos los curas de pueblos; i en cada uno de estos habia dos jesuitas, uno encargado del gobierno temporal i el otro del espiritual. Cada pueblo ademas tenia un correjidor, o jefe político, alcaldes i rejidores indios, que formaban un cabildo como en los pueblos españoles; pero estos funcionarios eran solo los ejecutores de las disposiciones del padre jesuita encargado del gobierno. Este resolvia todas las cuestiones asi civiles como criininales, con gran blandura es verdad, pero sin permitirles apelacion ante los tribunales españoles.

Los jesuitas reglamentaron el trabajo de los indios. 'Estaban estos obligados a cultivar los campos; i para no hacerles pesada esta tarea, los padres habian convertido las faenas agrícolas en una verdadera fiesta. Los indios salian al trabajo en procesion, llevando en andas una imájen de la vírjen que marchaba al son de música, i que era colocada en una enramada donde se hacia oir la música mientras

duraba el trabajo. Recojidas las cosechas, eran llevadas al almacen de la comunidad que estaba bajo la direccion de los padres. Estos se encargaban de alimentar i vestir igualmente a todos los indios; i el sobrante de las cosechas, compuestas de algodon, telas ordinarias, tabaco, cueros, yerba mate i maderas, era conducido en embarcaciones propias para ser negociado en Buenos-Aires o en otras colonias, i para obtener de retorno las herramientas que eran necesarias en las misiones. Los padres eran los únicos directores de esta negociacion, porque los indios no podian comprar ni vender nada, sino solo permutar un alimento por otro.

Toda la organizacion civil de las misiones estaba establecida de un modo análogo. Los trabajos de las mujeres estaban tambien sometidos a las mismas reglas; i las diversiones que eran mui frecuentes para tener contentos a los indios, i que consistian en bailes i representaciones, tenian la misma regularidad que los trabajos. Hasta el traje que debian usar estaba rejimentado, como tambien lo estaban las ceremonias de la iglesia i la manera como debian presentarse en ella.

Los padres cuidaban particularmente de la enseñanza relijiosa de los indios; pero estos aprendian las oraciones i la doctrina cristiana en lengua guarani, para lo cual los jesuitas establecieron imprentas en que publicaban, muchas veces con tipos trabajados en las mismas misiones, algunos libros de piedad en idioma guarani. Muchos indios aprendian a leer, pero sus conocimientos no pasaban mas allá. La lengua castellana era casi completamente desconocida.

Este sistema de regulari lad en todas las acciones de la vida era practicado hasta en la construccion de las casas i la distribucion de las ciudades. El viajero que visita los pueblos que formaron las misiones del Paraguay queda sorprendido al notar la semejanza que hai en todos ellos, hasta el punto de creer que es víctima de una ilusion i que habiendo recorrido todas las misiones no ha visto mas que un solo pueblo. Las iglesias eran suntuosas; pero las casas de los padres i las habitaciones de los indios eran mui modestas.

Los jesuitas habian establecido esta disciplina sin usar de medidas rigorosas, tratando a los indios con mucha blandura al mismo tiempo que coartaban absolutamente su libertad. Este sistema de gobierno, que ha encontrado ardientes admiradores, i que los jesuitas quisieron plantear en otras colonias del nuevo mundo, no produjo, sin embargo, los resultados que se esperaban de él. Aunque los pa

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