Imágenes de páginas
PDF
EPUB

a

lugar denominado las Norias de Bajan, el coronel don Ignacio Elizondo, que habia militado en las filas de la insurreccion, llevó a cabo el complot apresando a los jefes insurrectos i dando muerte a todos los que quisieron oponer alguna resistencia. De allí fueron conducidos al pueblo de Chihuahua para ser sometidos a juicio. El resultado de aquel proceso no podia ser dudoso. Despues de muchos interrogatorios i dilijencias para obtener sus declaraciones, los principales autores del movimiento de 1810 fueron condenados a muerte. Allende i algunos de sus compañeros fueron fusilados el 20 de junio. Cuarenta dias despues, el 1.° de agosto de 1811, despues de haber pasado por la degradacion de su carácter sacerdotal, sufrió igual pena el cura Hidalgo. Las cabezas de todos ellos fueron cortadas i colocadas en escarpias en la ciudad de Guanajuato para escarmiento de los que en adelante intentaran sublevarse.

LA JUNTA DE ZITACUARO.- Las derrotas sufridas por los rebeldes no habian estinguido la revolucion mejicana. Calleja habia entrado a Guadalajara, donde ejerció severas venganzas; i otros jefes realistas habian ocupado fácilmente una

gran porcion del pais de que se enseñoreaban los insurjentes; pero ni estos triunfos, ni los castigos terribles de que iban acompañados, habian disminuido el entusiasmo por la causa de la revolucion. Es cierto que ésta no gozaba de gran prestijio entre las clases acomodadas de la sociedad mejicana, i que los horrores i depredaciones de que iban acompañadas las correrías de los insurrectos, si bien les atraian el apoyo de la jente perdida i desalmada, los privaban de la cooperacion de hombres mas importantes. A pesar de todo, los rebeldes "encontraron siempre elementos para prolongar la lucha por mucho tiempo mas, i quedaron dominando una vasta estension de territorio en que listas solo eran dueños de los pueblos que ocupaban.

Cuando los fujitivos de la batalla de Calderon se retiraban hácia el norte, Hidalgo dejó el mando de algunas fuerzas a cargo de uno de sus secretarios de gobierno, el licenciado don Ignacio Rayon, quien alcanzó a reunir cerca de 40,000 hombres, i mantuvo la guerra con resultado vario, o mas bien, desfavorable a su causa en las provincias del norte. Los españoles habian tratado de militarizar el pais para encontrar recursos con que hacer frente a la guerra que se les hacia, de modo que la resistencia llegó a hacerse jeneral tomando la lucha un carácter mucho mas cruel todavía.

1

los rea

Mientras tanto, en el sur del territorio mejicano comenzaba a aparecer otro caudillo independiente que debia ilustrarse notablemente en aquella guerra. Era éste don José Maria Morelos, cura tambien, como Hidalgo, pero dotado de un carácter mas elevado i distinguido. Morelos contaba entonces cuarenta i cinco años de edad: habia nacido en Valladolid de padres mui pobres, i despues de haber hecho al. gunos estudios en un colejio de que era rector el mismo cura Hidalgo, abrazó la carrera eclesiástica i obtuvo un curato que producia una escasísima renta en la provincia de Valladolid. En los primeros dias de la insurreccion mejicana se presentó a Hidalgo a ofrecerle sus servicios i éste le encargó que propagara el movimiento en las provincias meridionales.

Morélos, ménos ilustrado que su jefe, pero mucho mas hábil i sagaz, no tenia como él una confianza ciega en las masas indisciplinadas. Creia que un número reducido de soldados, bien ejercitados en el manejo de las armas, valia mas que una turba de indios inespertos en el servicio militar i dispuestos a desbandarse en el primer encuentro. Morélos comenzó su campaña con unos pocos hombres, aumentólos lentamente, disciplinándolos con particular cuidado i atacando las divisiones enemigas solo cuando podia hacerlo con ventaja, de sorpresa ordinariamente, i siempre con tan buen resultado que, despues de batir a los españoles, se proveyó de buen armamento para sus tropas. En estas campañas empleó Morélos todo el año de 1811: su nombre tan oscuro poco antes, llegó a hacerse célebre por el temor que inspiraba a los españoles i por sus constantes triunfos. Morélos, ademas, era mucho mas humano que Hidalgo, i en sus operaciones militares respetaba las propiedades de los enemigos, no haciendo uso de ellas sino para satisfacer las mas premiosas necesidades de su ejército.

Este espíritu de insurreccion cundió hasta la misma capital. Un abogado, don Antonio Ferrer, tramó una conspiracion para apoderarse del virei, sacarlo de Méjico i aprovechar el desórden jeneral en favor de su causa. Este complot, descubierto el mismo dia en que debia ejecutarse (3 de agosto de 1811), fué castigado con estraordinaria severidad. Ferrer i sus principales cómplices fueron condenados a muerte por los tribunales de Méjico, i a peticion de las corporaciones de la capital.

A pesar de las ventajas alcanzadas, la revolucion mejicana carecia de órden i concierto, i los jefes de sus tropas proce

a

[ocr errors]

dian en todo aisladamente, sin poder imprimir a sus trabajos la unidad necesaria para asegurar su triunfo. Rayon, que se habia establecido en la ciudad de Zitácuaro, en la provincia de Valladolid i que habia rechazado un ataque de

i los realistas, creyó poder dar direccion al movimiento formando una junta de gobierno que asumiera el mando político i que dirijiera las operaciones militares. El 19 de agosto de 1811 se instaló esta junta, cuyo presidente fué el mismo Rayon, i sux vocales don José María Liciaga, i el cura don José Sixto Verdusco. Esta junta, queriendo tener grato a Morelos, lo declaró su cuarto miembro. La junta manifestó que gobernaria en el nombre de Fernando VII, superchería que reprobó desde luego el cura Morélos.

La creacion de la junta de Zitácuaro era sin duda un paso hábilmente meditado; pero no bastó para poner término a la desorganizacion de los revolucionarios. Muchos jefes rebeldes desconocieron su autoridad; i otros, como Morélos, manifestaron por ella una deferencia puramente nominal. Despues de su instalacion, la guerra se mantuvo con gran constancia i tenacidad, pero las operaciones no recibieron todo el impulso que necesitaban.

NUEVAS VICTORIAS DE CALLEJA.- En ese estado se pasó todo el año de 1811. La guerra se hacia con grande encarnizamiento, pero sin resultado definitivo. Ei virei creyó que debia obrar enerjicamente contra la junta de Zitácuaro, que si no mandaba, en efecto, en todo el pais, se daba a lo ménos el aire de dirijir la operaciones militares. Comisionó para esta empresa al jeneral Calleja, que gozaba de la reputacion de grande habilidad, i que era mui temido de los insurjentes por sus crueldades. Rayon habia rechazado los diversos ataques que se dirijian contra Zitáciaro; pero Calleja reunió sus mejores tropas, i despues de una marcha sumamente penosa, cayó sobre la ciudad por unas alturas inmediatas, desde donde hacia imposible toda resistencia. Los rebeldes se vieron precisados a abandonar la ciudad, i aunque fueron perseguidos por los realistas que les tomaron muchos prisioneros, lograron salvarse, reunir los dispersos i reorganizarse en Sultepec (2 de enero de 1812).

Calleja quiso vengar en Zitácuaro las derrotas que ántes habian sufrido las armas reales, i al efecto mando fusilar inmediatamente diez i nueve prisioneros, i tres dias despues, el 5 de enero, publicó un bando por el cual mandaba que evacuasen la ciudad todos sus pobladores para reducirla a cenizas. Despues del saqueo de sus casas por el ejército rea

a

a

a

lista, fueron incendiadas con horrenda ferocidad, así como varios pueblos de indios de las inmediaciones, confiscadas las tierras i privados los indios de los privilejios concedidos anteriormente.

Aquel triunfo fué mui aplaudido por los realistas. Creyóse jeneralmente que la toma de Zitácuaro importaba la ruina de la revolucion mejicana; i Calleja mismo, mui envanecido con sus victorias, se persuadió fácilmente de que habia vencido la rebelion; i haciendo renuncia del mando del ejército, marchó a Méjico en donde fue recibido triunfalmente. Pero quedaba todavía Morelos en el sur a la cabeza de algunas tropas regulares i resuelto como ántes a llevar a cabo la empresa en que con tanto vigor i decision se habia empeñado.

Despues de repetidas victorias sobre los realistas, Morélos ocupó el pueblo de Cuautla al sur de Méjico; i allí tuvo que resistir a las tropas españolas que el virei sacó de la capital. Calleja mandaba estas fuerzas: al prìncipio creyó que bastaria presentarse al enemigo para batirlo; pero Morelos desplegó en aquellas circunstancias tanta tenacidad como audacia. Aunque desprovisto de fortifica,

.. ciones, sostuvo el sitio durante sesenta i cinco dias, batiéndose con frecuencia i rechazando los ataques del enemigo. Por fin, el hambre i las enfermedades hicieron lo que Çalleja no habia podido conseguir. El 2 de mayo de 1812, aprovechándose de la oscuridad de la noche, Morélos evacuó la ciudad llevando consigo todos sus pobladores; i ejecutó este movimiento con tanta prudencia, que los españoles no pudieron impedirlo i se limitaron solo a perseguir a los rebeldes matándole un gran número de jente inerme que seguia las tropas.

CONTINUACION DE LAS OPERACIONES MILITARES; CaLLEJA NOMBRADO VIREI DE LA NUEVA ESPAÑA.-El término del sitio de Cuautla no tuvo grandes consecuencias en la suerte de la guerra. Morelos se retiró al sur derrotando diversas partidas realistas i ocupando sucesivamente muchas plazas mas o menos importantes. La toma de Acapulco, el puerto mas bien defendido que poseia el vireinato en el mar Pacífico, ejecutada en abril de 1813, señala la época del mas alto poder militar del cura Morelos.

Al mismo tiempo, otros jefes insurjentes recorrian diversas partes del territorio mejicano inquietando a los españoles, i atacándolos cuando podian hacerlo con ventaja, de manera que el virei solo contaban con seguridad con las ciudades de Méjico, Veracruz i Puebla i aquellos lugares que ocupaban sus tropas. Un jefe rebelde, don Guadalupe Victoria, inteceptaba las comunicaciones con Veracruz paralizando el comercio. Otro, don Manuel de Mier i Teran, mantenia una division en la intendencia de Puebla, mientras otro jefe, apellidado Osorno, recorria la de Méjico, i Rayon con sus compañeros molestaba a los realistas en las provincias de Guanajuato, Guadalajara, Zacatécas, Valladolid i otras. El virei se veia obligado a mantener sobre las armas 84,000 hombres de tropas i de milicias, para hacer frente a las necesidades de la guerra.

La guerra se hacia con el mismo o mayor encarnizamiento que ántes. Rara vez se perdonaba la vida de los prisioneros; i en medio de estas sangrientas represalias, los realistas se manifestaron todavía mucho mas feroces que sus adversarios. Creian que los insurrtctos no estaban amparados por los principios de moderacion i de humanidad que siempre reglan las, relaciones de los belijerantes, i se juzgaban autorizados para esterminarlos como malhechores i bandidos. Merece particular mencion un rasgo de noble heroicidad de uno de los jefes insurjentes. Don Leonardo Bravo, rico i respetado propietario del sur, se habia abanderizado en la insurreccion coa toda su familia, i cayó prisionero en poder de Calleja despues de la toma de Cuautla. Morélos ofreció muchos prisioneros para obtener su rescate; pero, a pesar de esto, el virei i sus consejeros fueron inflexibles, i el 13 de setiembre de 1812 lo hicieron morir en el cadalso con dos compañeros suyos. Un hijo de don Leonardo, el jeneral don Nicolas Bravo, se hallaba entonces en las inmediaciones de Veracruz a la cabeza de una columna insurjente i tenia consigo cerca de trescientos prisioneros. Morelos, al comunicarle la noticia de la ejecucion de su padre, le encargó que en represalias hiciera fusilar los prisioneros españoles; pero Bravo, cediendo mas a los llamados del honor i de la humanidad que a los justos resentimientos de su corazon, no solo los indultó de esta pena sino que los mandó poner en libertad. i La prolongacion de la guerra dió por resultado un desconcierto jeneral en los negocios de la Nueva España. La industria i el comercio, como es fácil suponer, sufrian grandemente con este estado de cosas; i los españoles que se encontraban perjudicados en sus intereses, creyeron que el - virei Venegas era la 'causa de sus desgracias. La rejencia fespañola oyó estas quejas; i creyendo que debia remover

« AnteriorContinuar »