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che, este era el nombre del comisionado por la junta de Se. villa, hombre igualmente atrabiliario, oyó estas acusaciones, i aun aceptó el pensamiento de Elio de formar en Montevideo una junta de gobierno independiente de la autoridad del virei. La junta fué instalada el 24 de setiembre.

Aquel movimiento efectuado con el propósito de servir a la causa real, sirvió de estímulo a la revolucion de la independencia. Elis manifestaba un gran desprecio por los americanos a quienes no l'econocia el derecho de intervenir en los negocios de gobierno; i Goyeneche, aunque americano, puesto que habia nacido en la ciudad de Arequipa, volvia de España inbuido en las misma ideas. Mientras tanto, los patriotas de Buenos Aires, que en la reconquista i en la defensa de esta ciudad habian adquirido la conciencia de su propio valer, estaban dispuestos a intervenir en la administracion del vireinato'a lo menos mientras durara el estado anómalo de la monarquía española. Existian, pues, dos partidos, el español que estaba apoyado por Elio i la junta de Montevi. deo; i el americano que capitaneaban algunos hombres no. tables por su intelijencia i su resolucion, los cuales buscaban su apoyo en el virei Liniers.

A estos elementos de division'se agregó en breve otro. La familia reinante en el Portugal habia emigrado al Brasil a consecuencia de la invasion francesa. (1807); i la infanta doña Carlota Joaquina, esposa del príncipe rejente i hermana de Fernando VII, vió en los conflictos de la monarquía española un arbitrio para posesionarse de algunas provincias de América. La infanta despachó al efecto emisarios a las diversas colonias españolas para hacer valer sus derechos con communicaciones insinuantes dirijidas a los principales funcionarios de cada colonia. Los patriotas de Buenos Aires hallaron en la ainbicion de la infanta un medio para disimular sus verdaderos propósitos i preparar la revolucion bajo su amparo. Liniers, sin embargo, rechazó las proposiciones de la infanta Carlota.

Los dos partidos estaban a la espectativa de los sucesos que pudieran favorecer sus proyectos respectivos. Los espapoles a cuya cabeza estaba don Martin de Alzaga, aquel alcalde que tanto se habia distinguido en la defensa de Buenos Aires en 1807, quisieron aprovecharse de la eleccion de miembros del cabildo que debia hacerse en esta corporacion el diá primero de cada año. Su plan se reducia nada ménos que a deponer al virei' i a formar una junta de gobierno que representase dicididamente sus intereses. En

efecto, el 1.° de enero de 1809, mientras se hacia la eleccion en el cabildo, se presentaron algunos cuerpos de tropas en la plaza mayor de Buenos-Aries pidiendo a gritos la deposicion de Liniers. El cabildo, en donde los españoles tenian mayoría, pasó al palacio a intimar a Liniers que dejara el

રી mando. El obispo Lue i Alzaga dirijian el movimienio. El virei, creyéndose impotente para resistir, ofreció su dimision a condicion de que no se formase junta de gobierno, sinó que el mando pasase al oficial de mas alto rango. Pero los patriotas habian salido de su sorpresa i estaban resueltos a impedir que se consumase aquella revolucion. Los jefes de las inili. cias nacionales habian reunido sus cuerpos i acudido tambien con ellos a la plaza mayor; i uno de los comandantes, don Cornelio Saavedra, penetró en el palacio i anunció al virei en nombre de sus compañeros que las tropas estaban dicidi. das a sostenerlo. La revolucion quedó desconcertada: Liniers cobró ánimo i mandó disolver la reunion de los facciosos. En seguida apresó a Alzayı i a cuatro de los miembros del cabildo i los desterró al puerto de Paragones.

Los planes de los españoles, en que Elio i la junta de Montevideo habian tomado una parte principal, quedaron así desbaratados. Elio, sin embargo, mandó un buque de gue. rra a Patagones para sacar los presos i esperó confiado la resolucion del.gobierno de la península. En efecto, la junta central, que acababa de instalarse en España, predispuesia contra Liniers por los informes de Elio i deseando impedir Todo movimiento revolucionario en el vireinato de la Plata, confió el mando de este al teniente jeneral de marina don Baltasar Hidalgo de Cisneros, que se habia destinguido en el combate de Trafalgar. El nuevo virei llegó a Montevideo a principios de julio de 1809. Temiendo que Liniers se negara a entregarle el mando, Cisneros reunió las fuerzas que halló en aquella plaza, i desde allí despachó a Buenos Aires con el tulo de gobernador político i militar, al jeneral don Vicente Nieto, i dispuso que Liniers i las principales autori

i dades pasaran a recibirlo a la Banda Oriental. Contra las esperanzas i los consejos de los patriotas, Liniers no opuso resistencia alguna a esta órden, i entregó dócilmente el mando a su sucesor. Cisneros hizo su entrada solemne en Bue. nos Aires el 30 de julio de 1809.

SUBLEVACION DE CHÁRCAS I DE LA Paz.- En esa época, la revolucion habia estallado en las provincias mas apartadas del vireinato de la Plaia. La presidencia de Chárcas se hallaba gobernada en 1809 por el teniente jeneral don

Ramon Garcia Leon de Pizarro, cuando pasó por aquella provincia el comisionado español, jeneral Goyeneche, en viaje para el Perú. Goyeneche no tenia hasta entonces inas que una idea fija, i ésta era de que sus compatriotas, los. americanos, debian vivir sometidos a la servidumbre. Al partir de España, habia recibido en Madrid del mariscal frances Murat el encargo de roadyurar al reconocimiento de la dominacion francesa. En Sevilla, la junta instalada alli para sostener la independencia española, le confió la comision de sostener en América los derechos de Fernando VII. Finalmente, al pasar por Rio Janeiro, Goyeneche recibió de la in. fania doña Carloia Joaquina, nuevas instrucciones para sos. Tener sus derechos al gobierno de la América. El comisario español carecia del discernimiento indispensable para trazarse una linea fija de conducta. En Montevideo fué partidario de la junta de Sevilla, i autorizó la rebelion de Elio contra Liniers, fomentando así el desprestijio de las autoridades en una época en que tanto les convenia conservarlo. En Chárcos se manifes:ó inclinado por la infanta doña Carlota, i despues de una corta permanencia, siguió su viaje a Lima.

El presidente Pizarro se inclinó igualmente por la princesa del Brasil; pero deseando salvar su responsabilidad, pidió informe a la universidad de Cliárcas sobre lo que debia hacer. Aquella corporacion se pronunció abiertamente en contra de las pretensiones de la infanta, empleando al efecto palabras duras contra los que pretendieran desconocer los derechos de Fernando VII. Este fue el orijen de una imprevista ajitacion política en aquella ciudad. El presidente, temiendo que de allí pudieran resultar mayores enrbarazos, ordenó el 25 de mayo de 1809, la prision de los doctores don Manuel i don Jaiine Zudiañez, el primero de los cuales era sindico procurador de la universidad i el segundo redactor del acta de aquella corporacion que habia estimulado el descontento. Solo el último fué llevado a la cárcel.

El pueblo de Chárcas, mal dispuesto de antemano contra ei presidente Pizarro, no quiso tolerar este golpe de autoridaii. Ei mismo dia 25 de mayo tocó a rebalo con las campa. nas de las iglesias, i armado de cualquier modo, atacó el palacio del presidente arrollando la guardia despues de una liora de lucha. El jeneral Pizarro fué reducido a prision: en su reemplazo, se confió el gobierno civil al oidor decano de la real audiencia, i el miliar al coronel dou Juan Antonio Alvarez de Arenales, español de nacimiento establecido en América desde icuchos alīgs atras i que presto importantes

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servicios a la causa de la revolucion de la independencia, Los revolucionarios habian consumado aquel movimiento en nombre de Fernando VII; pero a la sombra de aquella aparente lealtad, abrigaban el pensamiento de la emancipacion. Con el objeto de propagar esta doctrina, despacharon diversos ajentes a varias provincias. Uno de ellos fué el doctor don Bernardo Monteagudo, tan célebre mas tarde en los fas. tos de la revolucion americana.

La revolucion de Chárcas no fué segundada en todas las provincias. El intendente de Porosí, don Francisco de Paula Sanz se preparó para combatiria; pero el vecindario de la ciudad de la Paz, apoyándose en un batallon de milicias, atacó a las tropas de línea, depuso las autoridades españolas i formó una junta de gobierno compuesta de revolucionarios audaces, cuyas opiniones estaban de manifiesto en sus pro. pias proclamas. “Hasta aquí, decian, hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiserencia por mas de tres siglos, sometidit nuestra primitiva libertad al despotismo i tiranía de un usurpador injusto, que degradándonos de la especie humana, nos ha reputado por salvajes i mirado como esclavos, etc. Ya es tiempo de sacudir tan funesto yugo.......... Ya es tiempo de organizar un sistema nuevo de gobierno, fundado en los intereses de nuestra patria...... Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título, i conservadas con la mayor injusticia i tiranía." La junta organizó una columna de tropas para sostener los principios que proclamaba, pero solo pudo disponer de 800 fusiles i de l'1 piezas de artilleria.

La noticia de la revolucion ocurrida en la presidencia de Chárcas, o en el Alto Perú, como entonces se denominaba aquel territorio, voló con gran rapidez. En Buenos-Aires, el virei Cisneros equipó apresuradamente una columna de 1,000 hombres que hizo marchar sobre Chuquisaca a las órdenes del jeneral Nieto (2). El virei del Perú, don José Fernando de Abascal no desplegó inenor celo para reprimir la insurreccion. Habia nombrado al jeneral Goyeneche presidente interino del Cuzco (3); i a ésie le dió encargo de que

; (2) Como hemos dicho en otra parte, la capital de la provincia de Chárcas era conocida tambien con el nombre de Chárcas, de Chuquisaca i de la Plata, i hoi tiene el nombre de Sucre.

(3) Con motivo de la creacion de la real audiencia del Cuzco en 1787, el territorio sometido a su autoridad fué elevado a presidencia dependiente del virei del Perú, así como la presidencia de Quito dependia del virci de Vueva-Granada, i la de Chárcas del virei de Buenos Aires.

reuniera toda las milicias de las provincias del sur del Perú i marchase sobre los rebeldes de la Paz. Goyeneche formó un ejército de 5,000 hombres con que se puso en marcha para el sur; pero antes de principiar las operaciones militares, comenzó por estimular la desercion entre los sublevados, en. viando frecuentes emisarios con el prelesto de entablar ne: gociaciones pacíficas.

En efecto, luego se hicieron sentir los primeros síntomas de reaccion en la ciudad de la Paz. Ja junta se disolvió, i en su lugar tomó el mando político i militar don Pedro Domingo Murillo, osado revolucionario que desplegó un carácter no. table en aquellos momentos. Pero, todo hacia prever que la revolucion seria sofocada en breve, pues la reaccion se habia manifestado de una manera alarmante. ' Murillo, sin embargo, esperó resueltamente a Goyeneche en la inmediaciones de la Paz. La batalla tuvo lugar el 25 de octubre de 1809; i en ella alcanzó la victoria el mayor número. Una division del ejército peruano, mandada por el coronel don Domingo Tristan, derrotó igualmente otras fuerzas revolucionarias. A los triunfos de Goyeneche se siguieron los castigos i venganzas. Hasta marzo de 1810, fueron sucesivamente condena. dos ochenta i seis individuos, unos a la horca, otros a garrole i loş mas a presidio o a destierro, pero todos sufrieron la confiscacion de bienes. La insurreccion de la Paz fué sofo. cada con horrible ferocidad.

Mientras tanto, la insurreccion de Chárcas habia sido dominada igualmente por las tropas de Buenos Aires. El jeneral Nielo penetró hasta el Alio Perú sin resistencia alguna, i el 21 de diciembre de 1809 ocupó la ciudad de Chuquisaca. Los revolucionarios, aterrorizados con el trajico fin de los rebeldes de la Paz, se rindieron a Nieto, i fueron reducidos a prision i sometidos a juicio, junto con los oidores de la nudiencia, a quienes se atribuia gran participacion en el movi. miento. Como en aquella ciudad los revolucionarios no ha. bian dejado entrever propósito alguno de independencia, los vencedores se manifestaron mucho mas induljentes, contenlándose con mantener en prision o deportar a diversos lugares a los autores de la revolucion del 25 de mayo de 1809 (4).

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(4) La sublevacion de Chárcas, que constituye el primer acto de la revolucion hispano-americana, ha sido mui imperfectamente narrada por los bistoriadores españoles García Camba i Torrente, i hasta por el virei Abascal en una esposicion de su conducta mientras rijió el Perú. Sin embargo, he consuliario esas autoridades comparándolas con algue

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