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una Jegua de Montevideo (20 de octubre). Los patriotas sostuvieron entonces constantes escaramusas contra los defenso. res de la plaza; pero el 31 de diciembre, las fuerzas españolas, mandadas personalmente por el brigadier Vigodei, em- . peñaron un resuelto ataque contra la division de Rondeau. El combate se sostuvo con grande ardor, i hubo un momento en que los realistas pudieron cantar victoria; pero los soldados arjentinos, rehechos de su primer contraste i municionados de nuevo, cargaron por el flanco del enemigo i lo pusie. ron en completa derrota, tomándole algunos prisioneros i causándole muchos muertos. Desde entonces, la preponderancia de las armas revolucionarias en la Banda Oriental quedó perfectamente asentada. Los españoles no fueron due. ños mas que del recinto de Montevideo i de las naves que lenian fondeadas en el rio.

Imposibilitado Vigodet para emprender operaciones milita. res por el lado de tierra, dispuso que su escuadra penetrara en el rio Paraná para efectuar algunos desembarcos i asolar las poblaciones riberanas. Vigodet creia fundadamente que este jénero de operaciones habia de distraer i confundir a sus enemigos. El 3 de febrero de 1813, 250 marinos con dos piezas de artillería desembarcaron en frente del convento de San Lorenzo, en la provincia de Santa-Fé, a seis leguas al norte del Rosario. Allí los esperaba el comandante don José de San-Martin, situado en emboscada con un rejimiento de caballería. Los españoles sufrieron ese dia un gran descalabro: los soldados de San-Martin les mataron 50 hombres, les quitaron 14 prisioneros i dos cañones, i los obligaron a reembarcarse en completa dispersion. Desde entonces Vigodet no volvió a pensar en empresas de esta especie.

Victoria de Salta; DERROTAS DE BELGRANO EN EL ALTo-Perú.-En medio de las operaciones militares, las discordias civiles no habian cesado de manifestarse en Buenos. Aires. El elemento provincial, lantas veces vencido, parecia renacer de nuevo en el seno mismo del triunvirato. Los miembros de éste, como ya hemos dicho, se renovaban por turno cada tres ineses, mediante la eleccion de la asamblea. De esta manera, el partido provincial fué ganando influjo en el gobierno mismo, i despertó al fin una violenta oposicion de parte de los radicales. Instigados estos por el doctor don Bernardo Monteagudo, tribuno tan audaz como caviloso, ejecu. taron el 8 de octubre un movimiento revolucionario, con el apoyo de la tropa que guarnecia a Buenos Aires, i formaron otro triunviralo compuesto de hombres conocidamente adicios

al bando radical o unitario (8). El primer acto del nuevo gobierno fue convocar una asamblea jeneral constituyente, culyos miembros debian ser elejidos, rio por los cabildos, como se babia liecho basta entonces en circunstancias análogas, sino por el pueblo i mediante el voto universal.

La asamblea constinyente abrió sus sesiones el 31 de ene. ro de 1813, declarando que en sus manos residia la soberanía nacional, i recibiendo en este carácter el juramento de fidelidad de todos los funcionarios públicos. La primera lei que dictó la asamblea, sancionó que eran libres los hijos de es. clavos que naciesen en el tertitorio arjeniino (2 de febrero). Mas tarile, abolió el tribunal de la inquisicion, el tormento como medio de prueba judicial, i los títulos de nobleza, que en realidad no existian sino en las provincias del Alio-Perú, La asamblea, ademas, deseando poner térınivo a los gobiernos provisorios que se habian sucedido desde principios de la revolucion, elijió las personas que debian componer el triun. virato, dejando a éste como gobierno estable (9).

En esos momentos la atencion pública estaba fija en las operaciones del ejército del Belgrano. El gobierno lo habia socorrido cuanto le era dable, de modo que alcanzó a contar 3,000 hombres. Los realistas por su parte, arrincherados en la ciudad de Salta, bajo el mando del jeneral Tristan, habian recibido tambien algunos ausilios i contaban con fuerzas un poco superiores. Sin embargo, Belgrario se adelantó con su ejército hasta Salla, colocándose al norte de la ciudad con el objeto de cortar la retirada a 'Tristan. Los realistas formaron su linea afuera de la poblacion; pero despues de las primeras cargas de las tropas arjentinas, se replegaron a las calles, i allí sostuvieron el combate durante tres horas. Al fiu Tristan se creyó perdido: contaba 480 soldados muertos i mas de 300 prisioneros arrancados de sus propias trincheras. Entonces levantó la bandera de parlamenio i ofreció rendirse mediante una capitulacion (20 de febrero de 1813). Belgrano, demasiado jeneroso con un enemigo que durante toda la campaiña habia dado muchas pruebas de perfidia, acepro lil capitulacion de los vencidos i les permitió su retirada al Perú bajo el juramento de no tomar las armas contra el gobierno

(8) Compuesto de don Nicolas Rodriguez Peña, don Juan José Passos i don Jose Antonio Alvarez Joate.

(9) Fueron elejidos don Nicolxs R. Peña, doctor Alvarez Jonte i don Jose Julian Perez. El 19 : agosto fue clejido vocal del triu:virato don Gervasio A. Posadas, cu reemplazo de Alvar z Joate.

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revolucionario dentro de los límites del antiguo vireinato de la Plata. El jeneral vencedor creia que los capitulados de Salla, atraidos por su jenerosidad a la causa de la revolucion, habian de convertirse en ausiliares suyos tan pronto como volviesen a sus hogares. El arzobispo de Chárcas i el obispo de la Paz, sin embargo, absolvieron del juramento a los capi. tulados de Salia, declarando que Dios no consideraba válidos los tratados hechos con los insurjentes.

Belgrano no perdió inucho tiempo en celebrar el triunfo, pero no anduvo lan activo como convenia para adelantar la campaña aprovechándose de sus recientes ventajas. En el Allo-Perú, la revolucion volvió a asomar mas vigorosa que ántes, aunque el jeneral arjentino no solo se manifestaba tardío en las operaciones militares, sino que habia negociado un armisticio de cuarenta dias con el jeneral Goyeneche. Solo el 17 de mayo, esto es, dos meses despues de la victoria de Salta, el primer cuerpo de tropas insurjentes ocupó la ciudad de Potosí, que pasó a ser el centro de las operaciones militares del ejercito arjentino. Cansado de una guerra a que no se le veia término, i creyendo con razon que la pacificacion de. finitiva de aquellas provincias era una empresn superior a sus fuerzas, Goyeneche se retiró con su cuartel jeneral a Oruro, i desde allí pidió al virei su separacion del mando del ejército para retirarse a España. Goyeneche, en efecto, volvió a la península en posesion de una fortuna colosal, i alli fué agra. ciado por Fernando VII con el título de conde de Huaqui, en premio de la victoria de este nombre que habia alcanzado sobre los patriotas mediante una injustificable perfidia.

En reemplazo de aquel jeneral, el virei del Perú nombró jese del ejército acantonado en Oruro al brigadier de arrillería don Joaquin de la Pezuela, que estaba destinado a des. empeñar un papel mui importante en la historia de la revolucion hispano-americana. Pezuela pasó cerca de tres meses reconcentrando sus tropas hasta reunir mas de 4,000 hom. bres, i entonces emprendió su marcha sobre el ejército arjentino. Belgrano se habia adelantado tambien por entre las montañas del Alto Perú hasta la pampa de Vilcapujio, a 30 Jeguas al norte de Potosí. La batalla tuvo lugar el 1.° de oc. (ubre de 1813. Pezuela, que habia ocultado mañosamente sus movimientos a las tropas enemigas, cayó sobre ellas de inproviso aprovechándose del desórden que debia causar la sorpresa. Hubo sin embargo un instante en que los patriotas pudieron cantar victoria; pero los soldados de Pezuela, reanimados en los momentos en que emprendian la fuga, volvieron cara sobre los patriotas i los pusieron en completa dispersion, obligándolos a retirarse precipitadamente bácia Po. tosí.

Pezuela continuó su marcha bácia el sur. El 14 de no. viembre encontró de nuevo las derrotadas tropas de Belgrano i les presentó la batalla en A youma. El ejército arjentino se batió con valor estraordinario durante tres horas, pero al fin el mayor número i la disciplina de los realistas alcanzaron la vicioria, no sin grandes pérdidas de su parte. Belgrano alcanzó a reunir cerca de 1,000 hombres de su destruido ejéri con ellos se retiró precipitadamente hacia Jujui. Su crédito como jeneral, tan bien sentado despues de las victorias de Tucuman i de Salta, desa pareció casi completamente des. pues de estas dos grandes derrotas. Los realistas por su parte reconquistaron el prestijio de sus armas; e incapaces de atraerse a los revolucionarios por las medidas de la suavidad i de la política, cometieron las mayores atrocidades sobre los ven. cidos con la esperanza de restablecer por medio del terror su dominacion tau minada ya en las colonias del nuevo mundo.

CAMPAÑA DE LA BANDA ORIENTAL; RENDICION DE MONTEVIDEO. -En esa misma época la revolucion arjentina sostenia tambien otra campaña contra los realistas que se hallaban encerrados en Montevideo. Don Manuel de Sarraten mandaba las fuerzas que sitiaban aquella plaza; pero en enero de 1813 sus propias tropas lo depusieron, i confiaron el man. do al coronel Rondeau, que poco antes se habia ilustrado con la victoria del Cerrito. El nuevo jefe estrechó el sitio de la plaza con toda actividad, obteniendo al efecto algunos ausilios de Buenos Aires; pero no le fué posible llevar las cosas a un desenlace final por falta de los elementos necesarios para batir una ciudad fortificada. El gobierno provisorio de España, algo desembarazado de las atenciones que le imponia la guerra contra los franceses, mandó a Montevideo mas de 2,000 soldados para ayudar a la defensa de aquella plaza (agosto i setiembre de 1813).

El gobierno arjentino daba por entonces más importancia a las operaciones del ejército de Belgrano i a los trabajos de organizacion interior, sobre todo a los que se referian a la hacienda pública a fin de nivelar las entradas fiscales con los gastos que exijia la revolucion. Cuando llegaron a Buenos. Aires las noticias sucesivas de las derrotas sufridas por el ejército del norte en Vilcapujio i en Ayouma, el gobierno, en vez de desalentarse, creyó llegado el caso de hacer el último

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esfuerzo, i en efecto dió principio al rescate de esclavos por medio de compras para organizar con ellos nuevos cuerpos de tropas. El coronel don José de San Martin, ilustrado ya por el combate de San Lorenzo, i que debia desempeñar un papel mui distinguido en la revolucion americana, fué nombrado jeneral en jefe del ejército del Alto Perú (16 de diciembre). El triunvirato creyó que los peligros de la situacion exijian inas actividad i mas vigor en la accion gubernativa; i que esto no se conseguiria mientras el gobierno no se reconcentrase en manos de un solo hombre. La asamblea apro. bó este pensamiento; i por unanimidad elijió director supreino del estado a don Jervasio Antonio Posadas, que desempeñaba desde cinco meses atras el cargo de vocal del triunviralo (26 de enero de 1814). Cinco dias despues quedó esta blacido el nuevo gobierno.

Este importante cambio en el orden administrativo era indispensable en los momentos en que se llevó a cabo. La revolucion arjentina iba a entrar en una época de prueba de que solo podria sacarla airusa la concentracion de todas sus fuerzas i recursos bajo un gobierno vigoroso i enerjico. En España, los triunfos de Wellington sobre los ejércitos franceses estaban a punto de consumar la independencia de la metiópoli i la restauracion de los Borbones: en América, la revo ucion perdia terreno en todas partes. En el Alto Perú, Peziela vencedor amenazaba marchar sobre las provincias que se conservaban reveladas: en la Banda Oriental no solo los epañoles se habian fortalecido i engrosado en Monterideo, sino que en el campo mismo de los revolucionarios habia nicido i desarrolladose rápidamente la anarquía. Artigas, aquel oficial oriental que en 1811 figuraba entre los iniciadores le la revolucion, se habia pronunciado en abierta rebelion contra Rondeau proclamando en ese territorio los principios de federacion. El gobierno de Buenos Aires, justamene alarmado por esos movimientos, i deseando castigar en tiempo las atrocidades con que comenzaba a señalarse el fero: Artigas, lo destituyó del cargo militar que ejercia i puso precio a su cabeza (11 de febrero de 1814).

Entonces tambien el gobierno arjentino quiso concluir definitivanente con la dominacion española en las orillas del Plata. Para soineter a Montevideo se necesitaba de una es. cuadrila capaz de batir a las naves españolas; i el director sui preins, sin arredrase por las dificultades que ofrecia esta empresi, compró cuatro buques mercantes de diversas nacio. nalidades, los armó del mejor modo que le fué posible, los

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