Imágenes de páginas
PDF
EPUB

tuvo con éste una entrevista en el pueblo de Tarapaya (9 de marzo de 1824), i ahí celebró un convenio por

el
que

Olañeta conservó el mando de las provincias del Alto-Perú, sin otras condiciones que las de suministrar a La-Serna un ausilio mensual de 10,000 pesos i de enviarle algunas tropas para reforzar el ejército del norte. La paz ajustada por este conve. nio, sin embargo, no fué de larga duracion: Olañela persistió en desconocer la autoridad del virei, estimulado, como hemos dicho, por los patriotas que veian en estos sucesos un acontecimiento favorable para la causa de la revolucion; i Valdes, por su parte, se empeñó en reducirlo por la fuerza, envolviéndose, en consecuencia, en una guerra obstinada i desastrosa.

BATALLA DE JUNIx. -- Estas desavenencias, como debe suponerse, produjeron para los realistas las mas desastrosas consecuencias. El virei, mui a su pesar, se vió en la necesi. dad de disponer que sus tropas evacuaran la ciudad de Lima i que se retiraran hácia Jauja, para reconcentrarse con el ejército que allí tenia Canterac. Los realistas acantonados en este valle llegaron a contar cerca de 9,000 hombres perfectamente disciplinados, pero no les fué posible emprender nuevas espediciones hacia el norte temerosos de que las revueltas del Alto.Perú tomaran mayor desarrollo i pudieran llegar hasta poner en peligro la autoridad del virei, que permanecia establecido en el Cuzco.

Bolivar, mientras tanto, eficazınente ayudado por Sucre, por La-Mar i por otros jefes, engrosaba su ejército con toda actividad i con una grande intelijencia. Recibió refuerzos de tropas de Colombia, que fueron colocadas en las inmediaciones de la cordillera para aclimatarlas al frio de las alturas. Para proveer a las necesidades pecuniarias, impuso contribuciones, exijió empréstitos i donativos, tomó el dinero de las iglesias i pagó a sus soldados alguna parte de su sueldo. Completó el arinamento de sus tropas, las disciplinó con gran celo; i antes de mediados de 1821, contó un ejército de 10,000 hombres. En él, figuraban colombianos, peruanos, chileno; i arjentinos, i muchos oficiales europeos de bastante distin. cion. Terminados estos apreslos, el Libertador abrió resueltamente la campaña que iba a decidir al fin de la suerte del Perú.

El jeneral don Guillermo Miller, comandante en jefe de la caballería patriota, se puso en inarcha a principios de junio, pasó los Andes i tomó el mando de las montoneras peruanas que hostilizaban al ejército español acantonado en Jauja. Miller desplegó en esas correrías su arrojo acostumbrado i ese tino que lo habia hecho famoso en las anteriores campañas de la independencia. No solo hostilizó con mucha habilidad al enemigo, sino que preparó la marcha del ejército de Bolívar distribuyendo en varios puntos del camino los víveres i pertrechos que habian de necesitar los patriotas. Por fin, il principios de julio, el Libertador levantó su campumento de Huarás, i einprendió sin marcha al traves de las cordilleras para caer sobre el ejército realista que ocupaba a Jauja.

El paso de los Andes ofrecia las mayores dificultades, cortaduras profundas, senderos impracticables, laderas e-carpadas i peligrosas, i alturas en que faltaba el ane putin upracion; pero los patriotas lo sobrellevaron todo con aquel noble entusiasino que los hacia superiores a los mayores sufrimien108. El ejército marchaba escalonado en divisiones con intervalos de una o dos jornadas; i era socorrido en la travesía por los montoneros de Miller, que guardaban los repuestos de víveres i forrajes. Los jenerales independientes, i particularmente Sucre, manisestaron en esa marcha una grande inteli. jencia militar. Venciendo todos los obstáculos puestos por la naturaleza, pero sin encontrar ninguna resistencia de parle de los enemigos, el ejército patriota llegó a Pasco, donde Bolívar le pasó una revisia jeneral, anunciándole que en breve iba a empeñar una gran batalla en que se habia de decidir la suerte del nuevo mundo.

Canterac no tuvo noticia de la aproximacion de los patriotas sino cuando éstos ocupaban a Pasco. Los monioneros de Miller le habian interceptado todas las comunicaciones i ocultado hábilmente los movimientos de Bolívar. Eniónces (1.° de agosto) el jeneral realista se adelantó lácia Pasco; pero luego supo que los patriotas se habian puesto en movimiento precipitado hacia la orilla occidental de la laguna de Junin para colocarse a su relaguardia i conarle toda retirada al sur. Canterac se vió obligado a retroceder a toda prisa i frié a coJocarse en la pampa de Junin. La caballería putriola, cumpuesta de 900 jingies que marchaba dos leguas adelante de la infantería, llegó a aquel lugar en la tarde del 6 de agosto. Canterac que contaba con 1,300 caballos, cargó sobre ella con la arrogancia que infunde la seguridad de la victoria. El choque fué verdaderamente terrible: por ambas partes se hicieron verdaderos prodijios de valor; pero los escuadrones colombianos, agobiados por el mayor número fueron arrollados. La caballería española victoriosa por un momento, se dispersó imprudentemente; i entonces el oportuno ataque de dos escuadrones de la reserva peruana restableció la lucha, operó la reconcentracion de los jinetes colombianos, i obligó al fin al enemigo a buscar su salvacion refujianduse en las filas de su infantería que no habia interrumpido la retirada, Los españoles dejaron en el campo de Juniu 350 inuertos i 30 prisioneros junto con el prestijio de invencibles con que se enorgullecian (6 de agosto de 1824).

Este combaie, casi insignificante por el número de los combatientes, luvo sin embargo una influencia inmensa en la suerte de la guerra. Canterac se retiró al sur con la mayor presteza, i en medio de tal desórden que ánies de llegar al Cuzco habia perdido casi la mitad de su ejército por la desercion constante de sus soluados. En su fuga el jeneral realisia inutilizaba los puentes para evitar la persecucion de los patriotas, i perdiendo su antigna segiridad, parecia exajerar la importancia de la derrota que acababa de sufrir. Bulívar, sin embargo, no pudo sacar de aquelia victoria todas las ventajas que deseaba. Los soldados colombianos, poco acostumbrados a hacer marchas penosas por las escabrosidades de la sierra, no podian seguir con la rapidez conveniente al ejército espasiol.

BATALLA DE AYACUCHO. -Los patriotas llegaron en la persecución hasta la orilla norte del rio Apurimac. Como se acercaba la estacion de las lluvias en aquellas rejiones, Bolivar creyó terminada por entonces la campañña, entregó a Sucre el mando del ejército, encomendándole que tomara los cuarteles de invierno, i él dió la vuella a Lima para reunir nuevos continjentes de iropas con que esperaba recomenzar la guerra el año próximo.

Mientras tanto, los realistas hacian esfuerzos sobrehumanos para reponerse de la derrota i reparar su afrenta. Por órden ilel virei La-Serna, el jeneral Valdes, que entonces sostenia la guerra en el Alto Perú contra los soldados de Olañeta, abandonó este pais, i ejecutando una de esas marchas prodijiosas que lo hicieron célebre, atravesó en un mes una distancia de 270 leguas, recojiendo en su tránsito todos los desiacamentos que guarnecian diversos pueblos i recojiendo nume. rosos recluas. A fines de octubre, el virei tenia en el Cuzco un ejército de mas de 10,000 hombres, con 14 cañones i 1,600 caballos. A la cabeza de estas tropas, lia-Serna abrió la campañía, pasando el rio Apurimac con el pensamiento de colocarse a la retaguardia de Sucre para cortarle la retirada a Lima.

Desde que Bolivar se habia retirado del campamento pa

[ocr errors]

triota, Sucre temia ser atacado antes de recibir los refuerzos que esperaba. Las tropas de su mando no alcanzaban a 6,000 hombres, número mui reducido si se le compara al efectivo del ejército realista; i apesar de su buena voluntad, el jene. ral independiente no habia polido tomar con ellas la ofensiva sobre el enemigo antes que Canterac i Valdes hubiesen efecFuado su reunion. Los parriolas se vieron forzados a retirarse; pero La Serna les ganó la delantera, dando un rodeo, i ocupó la ciudad de Huamanga (16 de noviembre). Durante algunos dias los dos ejércitos inaniobraron con gran maestría en un terreno montañoso que ofrece las mayores dificultades para el movimiento de las tropas, asechándose mutuamente i empeñando algunos ataques de vanguardia, en que los independientes tuvieron la peor parte i perdieron casi toda su artilllería. Esas operaciones tenian por teatro el centro mismo de los majestuosos Andes, por senderos que tan pronto se elevan sobre la cima de montañas escabrosas i elevadas, como bajan a la profundidad de los valles. Sucre, en medio de las pevalidades de aquella marcha, conservó su inalterable sangre fria; i aunque conocía perfectamente los grandes peligros de su situacion, teniendo que batirse con un ejército casi doble en número, buscaba solo el momento favorable para presentar al enemigo una batalla decisiva.

Al fin, el 8 de diciembre los dos ejércitos quedaron a la vista. Los españoles ocupaban las escabrosas aliuras de Con. dorcunca, en el límite oriental de la llanura de Ayacucho. Al occidente de ésta i sobre unos lomajes, estaban acampados los patriotas. Todo aquel llano está rodeado por quebradas profundas o por barrancos peligrosos i de dificil paso, de manera que los vencidos no debian abrigar esperanza de salva. cion en la retirada, La posicion ventajosa de los realistas, el inayor nú nero de sus tropas, la confianza adquirida por ellos en las escaramusas de los dias anteriores, todo parecia anun. ciar la destruccion próxima del ejército patriota, il cual no quedaba otra espectativa que sostener una licha desesperada.

Desde el amanecer del dia siguiente (9 de diciembre de 1824) los dos ejércitos cambiaro: algunos tiros; pero la batalla no se empeñó hasta las nueve de la mañana. Los realis. tas bajaron con grande arrojo i resolucio!, de las alturas que ocupaban; pero los patriotas los recibieron en la llanura con 'una entereza verdaderamente heroica, i los acometieron con un empuje irresistible antes que los españoles hubiesen al. canzado a ordenar su linea. La primera division de éstos fue fácilmente destrozada por las fuerzas que mandaba el bizarro

a

jeneral colombiano don José María Córdova. Los realistas precipitaron entonces sus movimientos; pero Sucre hace reredoblar el empuje de sus soldados, i las otras divisiones enemigas son igualmente batidas antes de ordenarse en la Hanura. El virei La-Serna se arroja con sus últimas tropas entre los combatientes, pero cae herido i prisionero. El combale se sostuvo todavía por el flanco de los patriotas: el jeneral don Jerónimo Valles, haciendo un hábil rodeo con la division de su mando, fue a atacar a los independientes por su costado izquierdo, i detras de unos barrancos que hacian mui difícil ma resistencia a la bayonera. La division permana, inandada por el jeneral La-Mar, que ocupaba aquel lado, vacilo in momento, i luego comenzó a ponerse en desórden; pero el jeneral Miller, poniéndose a la cabeza de la caballe. sia patriota, trabó el coinbale en ese punto, pasó los barran. cos con mucha valentía, i fué a dispersur la division de Valdes, quitándole sus caíñones. A la una del dia, la batalla estaba terminada: los realistas habian perdido mas de 2,000 hombres entre muertos i heridos, i cerca de 3,000 prisioneros. El resto de sus tropas estaba en la dispersion mas espantosa , i no podia oponer una seria l'esistencia ni retirarse del teatro de su desastre.

Loa batalla de Ayacucho, como la de Carabobo en Colonbia i la de Maipo en Chile, iba a decidir en definitiva de la slierte de la guerra en el Perú, úlvimo asilo de la dominacion española en el Nuevo-Muncio. Sucre se aprovechó de su triunfo proponiendo en el mismo dia a los vencidos lina honro. sa capirulacion, que éstos acepiaron casi sin vacilar. Los je. fes realistas reconocieron la independencia del Perú, rindiendo sus armas i comprometiéndose a evacuar las fortalezas del Callio, i ondo el territorio: el jeneral pairio!a, en cambio, les garautizó la vida i las propiedades, i se comprometió a enviarlos a Europa a espensas del gobierno independiente. l’ocos dins despues, salieron del campo de Sucre diversos destacamentos para someter las provincias en que todavía se mantenian fuerzas españolas.

RENDICION DEL Calljo; INDEPENDENCIA DEL Penú.La noticia de la batalla de Ayacucho voló por todo el Perú con maravillosa rapidez. En el primer momento, los ir.ilitares realistas que quedaban en el Cuzco pensaron en mantener la resistencia i aun proclamaron virei al jeneral don Pio Tristan, en reemplazo de La Serna que quedaba prisionero..

Tristan comunicó su nombramiento a las autoridades del Alto Perú, i desplegó grande actividad para reunir un nuevo

a

« AnteriorContinuar »