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sus recursos, recibió de nuevo a los comisarios de BuenosAires, que pasaban a Rio Janeiro a proponer la paz bajo la mediacion del gabinete ingles.

No fué difícil arribar a un avenimiento. El 28 de agosto de 1828, se concluyó en Rio Janeiro un tratado de paz i de amistad, que fué ratificado mes i medio despues en Montevideo (4 de octubre). Rivadavia habia dejado ya el mando supremo: su sucesor, el coronel don Manuel Dorrego fué el que firmó ese tratado i puso término a una guerra gloriosa, es verdad, pero que habia agotado los recursos de la República Arjentina.

· El tratado no satisfacia en realidad las exijencias de ninguno de los belijerantes. Ni el Brasil ni la República Arjentina ensancharon los límites de sus territorios respectivos. Las dos partes contratantes reconocieron la independencia de la Banda Oriental, i se comprometieron a prestarle su ausilio en el caso en que la guerra civil viniese a turbar la tranquilidad o la integridad de la nueva República, antes que estuviese definitivamente constituida o en los primeros cinco años que se siguiesen a la proclamacion de la constitucion. Esa constitucion que seria elaborada por los representantes del pais, debia ser sometida a los comisarios brasileros i arjentinos.

: Así nació la pequeña República del Uruguay. Sometida por ese traindo a la influencia del Brasil i de la República Arjentina, i mas todavía, por su debilidad respecto de dos naciones vecinas mucho mas poderosas, la República Orienial ha vivido envuelia en guerras civiles i en complicaciones esteriores desarrollando lentamente los jérmenes de su riqueza (3)

(3) Para la formacion de este capitulo, he tenido a la vista, entre otras fuentes, una interesante Coleccion de memorias i documentos para la historia i la jcografia de los pueblos del Rio de la Plata, publicada en Montevideo (1819) pur don Andres Lamas, en la cual se encuentra una memoria sobre los sucesos de la guerra de la independencia escrita por el jeneral don Fructuoso Rivera. He consultado igualmente la Historia arjentina de Dominguez, que solo alcanza hasta 1820, i las historias del Brasil de Varnhagen i de Abreu i Lima, la primera de las cuales refiere solo, aunque con muchos pormenores, la invasion portuguesa en el Rio de la Plata.

No conozco ni creo que exista publicada ninguna historia completa de la República Oriental del Uruguay: Un español establecido en Mon. tevideo, llamado don José Manuel de la Sota, compuso en años atras una obra mui voluminosa sobre esta materia, de la cual solo publicó cuatro entregas que comprenden la historia de la conquista de los paises vecinos del Rio de la Plata. El resto de su obra, que debe ser lo mas inte. resante de ella, permanece todavia inédito. Él mismo autor formó un rápido sumario que existe manuscrito, i del cual poseo una copia que me ha sido de alguna utilidad en la formacion de este capitulo.

CAPITULO XVI.

Revolucion e independencia del Paraguay.

a

EI Paraguay se resiste a tomar pårte en la revolucion arjentina.-Revo

lucion del Paraguay; el doctor Francia.-El Paraguay se segrega de las provincias arjentinas.--Administracion del doctor Francia.

(1810-1824)

EL PARAGUAY SÉ RÉSISTE A TOMAR PARTE EN LA REVOLUCION ARJENTINA.- Entre las provincias que formaban el estenso vireinato de la Plata habia una cuya poblacion se diferenciaba esencialmente de los indios agricultores i mineros que poblaban el Alto-Perú i de los gauchos que cuidaban los ganados de la pampa en las provincias mas inmediatas a la capital. El Paraguay, primer asiento de la colonizacion española en aquellas rejiones, alejado del océano i de los puertos del Rio de la Plata donde desembarcaban los europeos, no habia esperimentado la influencia del comercio, que durante los últimos años del coloniaje iraprimió una virilidad tan poderosa a Buenos-Aires. En los primeros tiempos de la conquista, los españoles habian querido hacer de aquella provincia un paso para llegar al Perú desde las costas del Atlántico; pero convencidos luego de las inmensas dificultades de ese camino, buscaron otro por el Tucuman, i desde entonces el Paraguay vivió en medio del mas completo aisla. miento.

Sin embargo, la suavidad del clima, la abundancia de los medios de subsistencia i la facilidad de proporcionárselos habian aumentado rápidamente su poblacion. Esta poblacion formada de una mezcla de españoles i de indios guaranies, oprimida por el sistema de las misiones, tan opuesto a la independencia i a la vitalidad moral del individuo, habia perdido completamente la enerjia que caracterizaba los prime. ros colonos. Por sit mansedumbre, por su sumision, por sui ignorancia en todo lo concerniente a sus intereses morales, los paraguayos formaban el pueblo menos preparado para gozar de los beneficios de la independencia.

En 1810 gobernaba el Paraguay el coronel don Bernardo Velasco, militar intelijente cuyo buen carácter atenuaba en gran parte los abusos inveterados en la administracion de la provincia. El pueblo vivia tranquilo bajo una administracion

a

que no se hacia sentir por el rigor ni por la aspereza de los predecesores de Velazco. Cuando llegó allí un emisario de la ta de Buenos Aires, anunciando la deposicion del virei i la revolucion del 25 de mayo, el pueblo suipo con indiferencia estas focurrencias, i las autoridades se negaron a reconocer el nuevo gobierno instalado en la capital del vireinato.

La junta de Buenos Aires resolvió entonces hacerse reconocer por la fuerza. En octubre de 1810, puso sobre las armas una division de 500 hombres, i colocándola bajo el mando de don Manuel Belgrano, la hizo marchar hacia el Paraguay. En el camino, estas tropas se incrementaron con algunas milicias provinciales, de manera que cuando Belgrano atravesó el rio Paraná i pisó el territorio paraguayo (18 de diciembre), su ejército se componia de poco mas de 800 hombres.

El gobernador Velazco estaba resuelto a resistir la invasion. Confiando en la superioridad de sus recursos militares, desoyó las proposiciones pacíficas i conciliadoras del jefe arjentino. Puso sobre las armas cerca de 7,000 milicianos i los reconcentró en un antiguo convento de jesuitas, en Paraguarí, diez i ocho leguas al sur de la Asuncion, capital de la provincia. Belgrano, mientras tanto, empleó cerca de un mes en atravesar una vasta estension del territorio paraguayo cubierta de bosques i de pantanos, sin encontrar un so. lo hombre con quien combatir o de quien recojer noticias. Velazco habia ordenado que todos los habitantes se retirasen a la aproximacion del ejército invasor i que destruyesen lo que no pudieran llevar consigo.

Por fin, a mediados de enero, Belgrano se encontró enfrente de las líneas enemigas. Su ejército estaba reducido a 600 hombres: el resto habia quedado a orillas del Paraná para favorecer la retirada. El jefe patriota, sin embargo, no vacilo en empeñar la batalla. El 18 de enero al amanecer, sus columnas cayeron con la impetuosidad del rayo sobre el centro de la línea paraguaya, la hicieron vacilar i, por último, la pusieron en vergonzosa dispersion. Desgraciadamente, el desórden se introdujo tambien entre los vencedores, que en vez de perseguir al enemigo, se entretuvieron en ocupar el convento de Paraguari. Los fujilivos, reunidos por sus oficiales i apoyados por las dos alas del ejército paraguayo, que habian quedado intactas, volvieron a la carga, hicieron numerosos prisioneros i obligaron a Belgrano a retirarse al

sur.

El jefe patriota, sin ser sériamente inquietado, se retiró hasta Tacuari, a orillas del rio Paraná, donce se estableeịó esperando nuevos ausilios de tropas, que le habia prometido el gobierno de Buenos Aires. En ese sitio, Belgrano fué nuevamente atacado por el ejército enemigo. Un oficial paraguayo, apellidado Cabañas, a la cabeza del ejército reunido por el gobernador Velazco, envistió allí a los patriotas con fuerzas tan superiores i con tanta enerjía i resolucion que despues de un dia de combate, i apesar de la heroica entereza de Belgrano, éste se vió en la necesidad de proponer una capitulacion (9 de marzo de 1811). El dia siguiente se firmó un convenio mediante el cual los restos del ejército arjentino pudieron evacuar el territorio paraguayo sin ser molestados. Belgrano, sin embargo, pasó hasta fines de ese mes en pacíficas i cordiales conferencias con Cabañas i con los otros oficiales enemigos, i aprovechó bábilmente este tiempo para manifestarles las ventajas que el Paraguay sacaria segregándose de la dominacion española. “En breve se oyeron entre las filas paraguayas conversaciones de independencia que las habrian hecho temblar pocos dias antes” (1).

REVOLUCION DEL PARAGUAY;· EL DOCTOR FRANCIA.Despues de las conferencias de Tacuarí, los oficiales i el ejército que habian combatido a los arjentinos volvieron a la Asuncion, pero volvian dispuestos a operar mas tarde o mas temprano un cambio gubernativo. Don Fuljencio Yegros, segundo jefe de Cabañas en la última guerra, habia quedado en Itapua con 200 hombres, desde donde mantenia sus comunicaciones con Belgrano. En la Asuncion se comenzó a hablar de la necesidad de hacer un cambio de gobierno que diera a los paraguayos la importancia a que se juzgaban acreedores despues de la campaña que acaban de llevar a cabo. El gobernador Velazco habia perdido gran parte de su prestijio en esa misma campaña, mientras que Yegros i otros

i jefes se habian ilustrado en ella. El acesor de la intendencia del Paraguay, don Pedro Somellera, natural de BuenosAires i relacionado con Belgrano, gozaba en la Asuncion de

[1] Rengger et Longchamp, Essai historique sur la révolution du Para guay, chap. 1. Esta obra (publicada en Paris en 1827), escrita por do viajeros suisos que residieron en el Paraguay desde 1819 hasta 1825 contiene el mas rico caudal de noticias fidedignas sobre la revolucion de ese pais i sobre el sombrio despotismo del famoso doctor Francia. En 1816, don Florencio Varela publicó en Montevideo una traduccion de esta obra enriquecida con curiosisimas notas escritas por el doctor don Pedro Somellera, acesor de la intendencia del Paraguay, i testigo i actor de los sucejos nas importantes de la revolucion.

la grande influencia que le daban sus talentos i su posicion oficial. Somellera empleó esta influencia en preparar los ánimos de los patriotas paraguayos para consumar una revolucion en favor de Buenos Aires.

Los conspiradores esperaban el regreso de Yegros con sus doscientos hombres para dar el golpe; pero sospecharon que sus planes eran conocidos por el gobernador Velazco, i se apresuraron a ejecutar su proyecto. En la noche del 14 de mayo (1811), ocuparon de improviso los cuarteles, habiéndose puesto antes de acuerdo con los oficiales que los guarnecian. En ninguna parte encontraron la menor dificultad; i la revolucion quedó consumada sin la efusion de una sola gota de sangre. El gobernador Velazco no pudo oponer la menor resistencia; i aceptó el cambio ocurrido cuando supo que los revolucionarios estaban animados de los mejores sentimientos de moderacion i templanza.

Una vez alcanzado el triunfo, Somellera propuso que se confiara el mando a una junta gubernativa compuesta de tres miembros, e indicó para el desempeño de estas funcio. nes a don Pedro Juan Caballero, dor Fuljencio Yegros i el doctor don Gaspar Rodríguez de Francia. Los dos primeros fueron aceptados inmediatamente por los otros caudillos de la revolucion. Francia encontró alguna resistencia; i fué necesaria toda la tenacidad de Somellera para

obtener llamase a formar parte del gobierno.

El doctor Francia, que debia ocupar en breve en su patria el primer puesto, i dejar en la historia la mas singular nombradia, contaba en esa época cincuenta i tres años de edad. Por su talento i por su ilustracion juridica, Francia se habia adquirido una gran reputacion en un pais en que los hombres de saber eran mui raros, i se habia granjeado la estimacion de sus compatriotas. Despues de desempeñar diversos cargos consejiles, vivia retirado en el campo, cuando la revolucion, consumada sin su consentimiento, lo llamó a tomar una parte principal en la direccion de los negocios públicos. Aunque su instruccion era bastante limitada, Francia era uno de los pocos paraguayos que en esa época tuviesen algunas nociones de gobierno, i el único capaz de dirijir una revolucion. “Insensible por naturaleza, misantropo por temperamento, implacable en sus odios, perseverante hasta en sus manías, Francia era una de csas figuras sombrías, de labios pálidos i delgados en los cuales no aparece -sino rara vez una fria i siniestra sonrisa. Como todo hombre que vive en el aislamiento, Francia tenia una fé ciega en sí mismo: lleno de

que se le

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