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propios oidores de 20 de mayo de 68: al cabo se quedaron las cosas de peor calidad que antes, reducido á opiniones y á confusas y vagas determinaciones el sitio donde se dice conviene hacer la fuerza para la defensa de la provincia de Nicaragua, sin que dicha jornada se enderezase á mas que á ratificar los testigos de la informacion hecha contra el maese de campo don Juan de Salinas.

El oidor Garate en su carta de la propia fecha dice: el segundo motivo que hubo para esta jornada consistió en yr hacer personalmente vista de ojos de el castillo ó fuerza que el dicho don Juan de Salinas fabricó en el rio de San Juan, y aunque es así que por las personas que le reconocieron, y se dice entienden de la materia, se le hallaron algunos defectos considerables, pocas fuerzas, ay que dejen de tenerlos, si se empiezan á escudriñar, mayormente cuando el que obró no era ingeniero, ni de la profesion y hizo lo que pudo, y alcanzó.

Toda esta jornada tan ruidosa y de tanto costo, dice todavía, se ha reducido á ratificar los testigos de una informacion, y á mandar que don Juan de Salinas diese cuenta de el dinero que habia gastado en dicha fuerza, y á ver y reconocer si 40 hombres que han de estar atrincherados en el rio de San Juan para su defensa estarán mejor en otro puesto que en el que hoy estan: esto es solo lo que se ha obrado; y para esto sale un presidente á mas de doscientas leguas, lleva arrastrado un oidor, saca de su provincia á el gobernador Juan Marquez Cabrera, sacó así mesmo al de Costa-Rica, teniendo ya en la provincia de Nicaragua á el gobernador de ella don Martin Temiño Dávila caballero de la órden de Calatraba.

En carta que escribe la audiencia en 20 de junio de 668 y firman el presidente Alvarez, los oidores Medina y Novoa y el fiscal Miranda, dando cuenta al rey de diferentes materias, llegando á la presente, dicen. Por noviembre del año pasado de 67 salió de esta ciudad el presidente don Sebastian Alvarez Alfonso á reconocer el castillo que se habia fabricado por el maestre de campo don Juan de Salinas para la defensa de la provincia de Nicaragua, examinar sus gastos por quejas que le habian venido, advertir el sitio, su disposicion y alcance para la mosquetería y discurrir á las bocas de San Juan y Taure y tocar con las manos á fuerza de muchos inconvenientes, si convenia ó no fabricar en cada una de ellas, la fortificacion que se habia mandado hacer y dotar por juntas de (16)

TOM. 2.

guerra y hacienda.

Fué de tanta importancia su jornada, que se le hubieran gástado á V. M. muy gruesas cantidades de su real hacienda: por que los efectos destinados y muchos mas que hubiesen no eran bastantes con manifiesto desperdicio y mal logro del intento que era la defensa y resistencia á el enemigo en sus invasiones.

Halló su cuidado un sitio, registrándolos todos, en el Raudal que llaman de Santa Cruz, el mas apropósito, cercano para los socorros y avisos, y el mas libre de los peligros é inclemencias de aquel rio, de que dará cuenta á V. M. con mas claridad y distincion como quien lo vió á costa de su hacienda y en conocidos riesgos de su vida, si bien le ayudó mucho la inteligencia y experiencia del capitan Martin de Andujar, persona de toda satisfaccion, ingeniero y con zelo del servicio de V. M. Todo parecerá de los autos que remite el presidente. Al fin del artículo sigue esta nota. En cuanto á la importancia de esta jornada no se ajustaron á lo referido el doctor don Benito de Noboa, y el fiscal.

Por este tiempo recibió el presidente Alvarez cedula de 24 de enero 668, en que se le ordena mande sacar al oydor Garate 500 pesos de multa por haber desobedecido y apelado la orden del presidente Mencos para que le acompañase en la jornada á Nicaragua; y mas adelante vistas en el consejo las cartas que van referidas, y los autos que en ellas se mencionan, acordó en 23 de febrero de 669 sobre los de Salinas que informase el presidente Alvarez, y sobre los de fortificacion, que con lo que informase el general Mencos se llevasen al consejo de guerra.

Entre tanto la costa no estaba libre de piratas. Alcedo refiere que la isla de Santa Catalina tomada por Juan Morgan, inglés, fué recobrada por el maestre de campo don Juan Perez de Guzman gobernador de Cartagena; pero mas pronto el mismo Juan Morgan invade Portobelo en 668, y en 671 saquea y quema la ciudad de Panamá dia 27 de enero, siendo entónces presidente gobernador y capitan general de ella el propio don Juan Perez de Guzman. Motivo por que lo depuso el virey del Perú conde de Lemos, y la ciudad se trasladó á distancia de una legua, y dió principio á su fortificacion don Alonso Mercado de Villacorta. Ella es, añade Alcedo, irregular y poco defensa. No es mucho pues que lo fuese la de San Carlos de Austria, así llamada la construida por Salinas en el rio de San Juan. Ximenez, en el mismo lib. 5 cap.

21, escribe: por el mes de agosto de aqueste año de 70 entró el enemigo otra vez en Granada, y la saqueó.

Lacayo, en representacion de 759 hace, la misma relacion, añadiendo que dada noticia de ello á la corte, la reyna gobernadora, en cédula de 29 de octubre de 771, dice á la audiencia. Por despacho de la fecha envio á don Fernando Francisco de Escobedo, á quien tengo nombrado para que gobierne en ínterin esas provincias, vaya en persona á reconocer la boca del rio de San Juan en la de Nicaragua, y disponer la fortificacion que fuese necesario hacer en ella, para impedir y defender su entrada. El acta de 26 de noviembre de 672 refiere haber entrado en cabildo de esta fecha á despedirse para la jornada. Juarros escribe: pasò personalmente á Nicaragua el Sr Escobedo, reconoció el puerto, mando construir y fortificar el presidio, é hizo las ordenanzas para su gobierno, que firmó en Granada á 20 de marzo de 73. Poco despues se concluyeron los trabajos, y se hizo fiesta en Granada, en que hubo sermon, que se imprimió en Guatemala: el rótulo dice: por haberse acabado este presente año de 1675 en el rio S. Juan la fábrica del castillo con título de N. S. de Concepcion, á diligencia y cuidado del gobernador de las armas y de lo político teniente de capitan general don Pablo Loyola: en el cuerpo del sermon suena, que fué asentado en frente del Raudal de Sta. Cruz, que ayuda á su defensa, y lleva su plataforma un caballero y cuatro baluartes. Las ordenanzas, añade Juarros, fueron confirmadas por cédula de 5 de junio de 685, sin duda relativas á la guarnicion, su reemplazo y surtimiento. Ximenez lib. 5 cap. 22, despues de repetir la invasion del enemigo y saqueo de Granada, entrando por el rio de San Juan, añade: agora con el castillo que en el rio fundó el señor Escobedo, siendo presidente, se ha remediado aquel daño.

CAPÍTULO 62.

Flibustieres.

Jamás la piratería habia sido doctrina de una secta, ni la profesion de un pueblo tomado colectivamente, hasta mediado el si

glo 17 en que se dieron á conocer en el mar de las Antillas los Bucanieres, y luego los Flibustieres. Llevaron aquel nombre, dice Alcedo, los primeros colonos franceses establecidos en la isla Española el año de 660. Su denominacion viene de la voz Bucan, que daban al campo destinado á secar la carne y los cueros de las reses que mataban, donde vivian de dos en dos, en perfecta comunidad, sin admitir mugeres, entregados á la casa, y dándo→ se mutuamente todos los auxilios con perfecta participacion de bienes. Sin otra religion que la memoria de la creencia de sus pas dres, sin otra profesion que la montería, sin mas comida que la que ella brindaba, ni mas vestido que una camisa manchada de sangre, unos calzones sucios que adquirian á cambio de cueros, tendian á la barbarie de los cafres y otentotes, hasta que ostiga→ dos de este género de vida, preferian el de los flibustieres.

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Estos eran los bucanieres de Santo Domingo, esta su situacion, euando los españoles emprendieron echarlos de allí, y cuya guerra al principio les fué favorable; porque yendo en pequeñas partidas á cazar, era fácil sorprenderlos, y así mataron á muchos, y hicieron prisioneros á otros, y extinguidos despues de muchos combates, se agregaron los pocos que habian quedado á los flibustieres.

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Flibustieres, escribe al mismo Alcedo, es el nombre de los corsarios, ó mas bien piratas, que de todas las naciones se establecieron en la isla de Santo Domingo con el nombre de Bucaniers: algunos, que no estaban contentos con aquella vida, se juntaban en número de cuarenta ó cincuenta, compraban una barca, y elegian un comandante, con el cual salian á robar y piratear cuantas embarcaciones encontraban: con esta facilidad de hacerse ricos, y libertad de vivir en los vicios mas abominables se aumentaron considerablemente, y hechos dueños de la pequeña isla de Tortuga, y de algunas embarcaciones considerables, empézaron á atacar los puertos y costas de los españoles, cometiendo en ellas las mayores atrocidades.

El traductor español de Van-der-velde, en el prologo de la novela americana El Flibustero: así llamaban, dice, la profesion de los piratas, que en un tiempo sembraron el terror en los mares de la América occidental, y cuyo atrevimiento feroz fué tal, segun todos los historiadores, que de simples corsarios llegaron á ser el espanto del género humano, asaltando y abordando, no solamente los galeones de España, y otros muchos buques, sino va❤

rias ciudades, quemándolas, saqueándolas, y cometiendo toda suerte de crímenes; pero al mismo tiempo solian tambien ser gente de valor tan bizarro, que mas de una vez ganaron batallas, y vencieron ejércitos numerosos, particularmente á los españoles, con táctica y serenidad tan bien dirigidas, que hubieran honrado aun á los mas distinguidos campeones. Estos mismos piratas, conocidos bajo el nombre frances de flibustiers, que nosotros gramaticalmente hemos traducido flibustéros, hubo ocasion en que, ya recibiendo subsidios, ó ya aceptando por medio de su carta blanca de corso, et cet, el inmenso botin que les producian sus expediciones marítimas, y terrestres, ganado casi siempre á costa de mucha sangre de los vencedores y vencidos, se vendieron como auxiliares de varias naciones [no las nombraremos] que no tuvieron reparo ni rubor en despachar sus patentes á unos hombres que todo el mundo debia considerar como una verdadera plaga, mui digna de ser extinguida por todos los medios posibles. Pero les son los hombres que jamás cesarán de inventar medios para destruirse !

¡ta

He aquí la calamidad, que devastó la costa toda de las provincias de Guatemala á fines del siglo 17, y principios del 18: pues aunque las embarcaciones y costas de los demás establecimientos españoles estaban expuestas en general á su depredacion, las del reyno de Guatemala, frontero y mas cercano á su domicilio, y con ménos resguardo de todo género, estuvo sugeto especialmente, y mas que otro alguno á sus estragos.

El propio escritor refiere que Lord Windsor, gobernador de Jamayca, permitió á los flibustieres domiciliarse en la isla, y quejándose la corte de España de las piraterías y robos que hacian protegidos por él, fué separado del gobierno el año de 1663. De Tomás Moddyford, su sucesor, expresa, que en su tiempo cobró su mayor auge esta colonia, porque fomentó las plantaciones, y establecimientos, y á los piratas que con sus robos enriquecieron la isla. El gobernador Tomás Linch, que siguió los pasos de su antecesor, comisionó al pirata Morgan en las expediciones que hizo contra los españoles á Maracaibo, Granada, Panamá, Portobelo y Chagre, y dió motivo á que las vivas representaciones de la corte de España á la Inglaterra lo separasen del gobierno el año de 1673. Un sumário de cédula de 22 de agosto de 677, dice: que para el reconocimiento de los rios y parages por donde el enemi

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