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na, para enriquecer en la conquista de los pueblos de la ribera, que eran muchos; y hallándose allí el p. Casas, se opuso al descubrimiento, y protestaba á los soldados en los sermones, en las confesiones y en todas partes que no iban con sana conciencia á entender en ello. La manera viva y tocante, dice Llorente, con que Las-Casas hablaba de los índios, hizo una impresion profunda sobre un gran número de los soldados de Contreras, y sobre otros españoles, de suerte que este general se vió bien pronto casi solo. Contreras dió cuenta al rey, prosigue Herrera, de que el p. Casas le amotinaba la gente, porque los de mas temerosa conciencia seguian la opinion del padre, y no querian obedecer en esto al gobernador; y al fin nada se hizo, sino descubrir el desaguadero solo respecto al rio.

Por este tiempo habia sido nombrado Obispo de Guatemala el licenciado Marroquin, cura de la ciudad, no habiendo mas sacerdotes en la provincia, sino él y el p. Godinez, y considerando el cargo, escribió al p. Casas á Nicaragua, entrado el año de 35, significándole la necesidad, y pidiéndole el remedio nada menos que con su persona, para que con los dos compañeros que llevaba al Perú, viniese á Guatemala, donde estaba el convento de la órden en soledad por ausencia de sus fundadores; que frustrada aquella jornada, se le presentaba ésta en que los naturales estaban igualmente necesitados, y no tenian ménos derecho á su socorro, con otras razones tan fuertes, que determinaron á fr. Bartolomé y los otros dos padres á la venida. El electo Marroquin, escribe Remesal, hizo la costa de ella á los religiosos desde Nicaragua á esta ciudad; y así consta, añade, por memorias antiguas escritas de su letra en el archivo de la audiencia, y he mostrado en el convento. En alcance del p. Casas vino del Perú el p. Ladrada, con que sé juntaron cuatro religiosos; y dado aviso á México, á cuya provincia estaba sugeto este convento, vino nombrado el p. Casas vicario suyo.

Desde luego comenzaron á entender todos en la instruccion de los naturales por diferentes provincias, y tambien recorrieron las ciudades y villas de San Cristóval de los Llanos, Sónsonate, S. Salvador, y San Miguel hasta Gracias. Acababa Casas de escribir el libro de único modo de vocacion de las gentes al cristianismo, por el que muestra, que era la predicacion y no la guerra la que allanaba y abria los caminos á la fé; y en consecuencia, cuando pre

dicaba á los españoles y trataba de la injusticia y tirania de la guerra, que habian dado á los naturales de la tierra, les intimaba la obligacion en que estaban de restituir los despojos, oro, plata, perlas, joyas, hacienda, esclavos y otras alhajas de sus casas y personas, con que se servian y honraban. Pero se reían los conquistadores vecinos de Santiago y demas villas de estas pláticas y sermones, y del libro, platicando entre sí, que si el predicador hacia lo que decia, que con palabras solas y persuasiones convirtiese índios y los redujese al gremio de la Iglesia, haciéndolos perseverar en la religion cristiana, ellos dejarían las armas y se darían por soldados y capitanes injustos, enviarían libres los esclavos, restituirían lo ganado en la guerra, y harían todo aquello á que eran condenados por su libro y sus sermones; y todavia por curiosidad le rogaban que procurase acabar una empresa de tanto servicio á Dios, y tanta gloria para su persona.

Por este tiempo, escribe el propio Casas en la disputa con Sepúlveda, no habia otra tierra por conquistar en todas las provin cias de Guatemala, sino la de Tesulutlan y su comarca, y estaba su poblacion irritada contra los españoles, y siempre dispuesta á combatirlos, porque se acordaba de sus injustas guerras. Sin embargo, Casas se ofreció de su voluntad para poner por obra lo que enseñaba, disponiéndose á ir á esta provincia para reducir sus habitantes al vasallage del rey de España, á que le tributasen, y recibiesen la fé cristiana sin ruido de armas ni soldados, sin vituallas ni equi→ page; mas pusieron él y sus compañeros por condicion lo que parece en escritura, que Remesal lib. 3 cap. 10 afirma vió original, fecha á 2 de mayo de 1537, otorgada por el gobernador Maldonado, en que á virtud de los poderes que tenia, se obligaba de parte de su magestad, lo primero, que durante el tiempo de cinco años no entraría español alguno en la tierra; y lo segundo, que en ningun tiempo serían sus naturales encomendados á los españoles.

Poniendo por obra su designio, industrió unos índios mercaderes, que traginaban Tesulutlan, á que cantasen unas coplas en lengua de la tierra, en que se referian la creacion del mundo, la del hombre, su caida, la necesidad de la redencion, la encarnacion y vida de Jesucristo; con que llamada la atencion del cacique y gente de Sacapulas, y llamados comedidamente á consecuencia los religiosos para su explicacion, entró el p. Cancer á Zicicastenango á pié y descalzo como andaban, siendo bien recibido y escuchado

hasta obtener la conversion y bautismo de mucha gente y su cacique, que tomó el nombre de Juan, y edificar iglesia: con que tomando valimento pasó á otros pueblos, y en todos, mostrada la escritura de sus privilegios, adelantó mucho, y volvió con esta razon á los demas religiosos en la ciudad de Santiago.

Caminó entonces fr. Bartolomé con el P. Angulo, y siendo bien recibidos en Sacapulas, determinaron pasar adelante, y entraron en Rabinal, predicandoles en la lengua de la tierra, y enseñándoles hasta cosas manuales, como lavarse y vestirse, y otras cosas que les parecian bien: con que se llamaban y convidaban unos á otros, y disimuladamente bajaban los de Coban, á ver como era aquella forma de vivir, que tomaban sus vecinos. Aumentada la ocupacion llamaron al p. Cáncer, que fuese á ayudarles; y presentada ocasion de entrar en la tierra, llegaron á Coban, y luego á otros pueblezuelos, siéndoles de mucha ayuda don Pedro y don Gaspar, caciques de Zacatepeques de los Mameyes y de Tequititlan: y viendo que en todo sucedia bien, y no podia acabarse lo comenzado, si no se guardaba el concierto con los índios, quedando el p. Cancer, se vinieron Casas y Angulo á la ciudad: en la cual, tratado lo preciso con el obispo y el adelantado, andando el año de 38, se volvió fr. Bartolomé con el P. Ladrada á Tesulutlan. Entonces se echó de ver, nota Remesal, que tenia la gente agrado, y que llevados por bien, y enseñados, y doctrinados despacio, tomarían de corazon la fé que recibian.

En esta sazon fueron llamados á la ciudad del obispo Marroquin, quien ponderándoles la gravedad de su cargo, la necesidad de sacerdotes y expensas que habia juntado en Sevilla para mas religiosos, dió lugar que se conviniese á la jornada el p. Casas. Partió para México, pasando por Rabinal y Coban, donde dió cuenta á los índios de su jornada, ofreciéndoles la vuelta. En México comunicó al virey Mendoza; y éste, escribe Herrera 6, 7, 7, siguiendo el parecer de su gran amigo fr. Bartolomé de las Casas, de no hacer los descubrimientos con mano armada, envió á diversas partes religiosos que lo hiciesen y predicasen. En fin, Casas se embarcó en Veracruz, y llegó á España á fines del año de 39. En el consejo comenzó á negociar la ratificacion de lo tratado, prohibiéndose desde luego á los españoles la entrada en tierra de Tesulutlan, por espacio de cinco años, en cédula de 17 de octubre de 1540, que transcribe Remesal cap. 21. Habia llevado consigo á los pp.

Ladrada y Cancer; y Angulo en su lugar fué nombrado vicario del convento de esta ciudad, que con otros religiosos venidos de México, adelantó en la reduccion de otros pueblos, y llegaron á Cahabon: entretanto, la inhibicion de entrada de los españoles se prorogó á otros diez años en provision que menciona el mismo escritor lib. 8 cap. 16.

Mas lo que inspira ternura en el comedimiento de Casas, es que obligó á los caciques á que escribiesen al rey, y dándose por servido en ello el monarca, contesta en carta de 1o de mayo de 1543, que tanscribe Remesal lib. 7 cap. 4. Don Cárlos por la divina clemencia emperador siempre augusto, etc. Por cuanto por parte de vos don Enrique, cacique de los pueblos de Zicicastenango, nos ha sido hecha relacion.... É nos suplicásteis, que en remuneracion de dichos vuestros servicios vos hiciésemos merced que agora ni en ningun tiempo vos ni los dichos pueblos no fuesen enagenados, ni apartados de nuestra corona real, ni puestos en sujecion de otra ninguna persona de cualquiera estado ni condicion que fuese por ninguna causa ni razon. Y nos, por hacer merced, tuvimoslo por bien. Por ende etc. Igual privilegio, añade el propio escritor, se dió á don Pedro, cacique de los Zacatepeques, de los Mameyes, y otros caciques de aquellas provincias.

La fuerza de los mismos instrumentos hace notar á Remesal lib. 3 cap. 21, que á pesar de semejantes garantias, Alvarado uso de libertad para encomendar índios y enviar españoles con mercadurias; y refieren así este escritor, como Herrera 8, 5, 5, que poblada Nueva Sevilla por mercaderes de Montejo, siéndoles forzoso el servicio de los índios de la comarca, comenzaron á molestarlos por esta causa, hasta robar un pueblo, dice lib, 9 cap. 1, y tomar á un cacique la muger, y como estaban acostumbrados no solo á no servir españoles, pero ni á verlos ni oirlos, sintiéronlo mucho, culpando á los padres de poco verdaderos en sus palabras, y cédulas y privilegios reales, sobre que intimada provision del virey Mendoza y de la audiencia en 11 de noviembre de 1547, para que no se șirviesen, ni llamasen ni entrasen á llamar índios de ningun pueblo, se exasperan mas contra los naturales, haciéndolo peor y doblando los servicios y molestias. En este tiempo habia el emperador escrito nuevas cartas á los caciques, congratulándoles y ofreciéndoles merced en lo que hubiese lugar, las cuales transcribe el propio Remesal cap. 11: habia así mismo dado á la provincia el

nombre de Verapaz, y mandado generalmente en otra de 30 de octubre de 1547, transcrita al cap. 16, se despoblase cualquiera poblacion de españoles establecida en contravencion de sus privilegios: con lo que en 48 envió la audiencia al oidor Quiñonez á despoblar y se despobló Nueva Sevilla, dando cuenta y aprobándolo el rey en carta de 4 de agosto de 1550. Alvarado, segun nota este escritor, con respecto á la inhibicion de la audiencia de México sobre las encomiendas en 1539, opuso, que no convenia poner en ejecucion ese órden. Juarros tr. 5 cap. 8 ha lamentado la falta de esta villa, desde luego deplorando la causa que la motivó.

CAPÍTULO 12.

Nuevas leyes.

La edad de los conquistadores tuvo sus leyes particulares propias de aquella época. Derecho de guerra; la invasion del pais, asalto de sus habitantes, cautiverio y esclavitud: derecho civil; la marcatura de los esclavos, la confiscacion de sus bienes, el tributo, la servidumbre y relegacion: leyes penales; la esclavitud, el asesinato, la hoguera. Leyes que tuvieron su cuna en la Española, que se estendieron á las partes descubiertas de las índias, que temprano se aplicaron á Guatemala, rijiendo en su descubrimiento, conquista, colonizacion y despoblacion, y á las cuales añadieron algo propio suyo sus particulares conquistadores. Alvarado hizo estensiva la esclavitud de los prisioneros de guerra, á las mugeres y á los niños. En la Verapaz, despues de salteadas sus costas, impuso Cortés vitualla y bagage á filo de espada; y solo se eximió algun tiempo esta provincia de las demas plagas, por privilegios harto violados.

Prohibida la esclavitud en los principios desde el año de 1504, y arraigada, como va expuesto, ella se sostuvo á la sombra de un supuesto permiso, y prevaleció convertida en uso y costumbre de los conquistadores, mas nunca por un acuerdo del soberano; lo mismo que las otras servidumbres. No obstante, sin estar nada otorgado, todo causaba bastante embarazo á la administracion suprema, y ella fluctuaba al ímpetu de pretensiones opuestas. Mil quinientos hombres vienen atumultuados, en el segundo viaje de Co

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