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como de tierra á su propia costa, bastimentos y plata para que supliese las demas pagas.

A tiempo que se tomaban estas prevenciones en las provincias de Guatemala y Honduras, llegó á las ciudad de Gracias el contador de Panamá Juan de Guzman, enviado, expone Herrera lib. 3 cap. 2, por el presidente Gasca á pedir á esta audiencia y presidente de los confines navios, gente, armas y caballos, que ya se habian menester. El licenciado Quiñones, dice Remesal, habia prevenido bastimentos, y cargó en la mar del sur un navio de tocinos, maiz, mantas de algodon, vestidos, alpargates, y otras provisiones necesarias para el ejército, como pólvora y armas; y ya con el a-. viso y venida del contador Guzman, se puso ejecucion en lo demas para embarcar doscientos hombres. Diego de Vivar, continúa diciendo el auto de encomienda, le dió para que fuese en su compañia al capitan don Francisco de Merlo, su sobrino, como persona plática de aquel reyno, y muy esforzado soldado. En auto de nombramiento de corregidor para Acasabastlan, hecho á 17 de julio de 1647 en don Antonio Godoy, nieto del capitan Lorenzo de Godoy, y visnieto del capitan Juan Perez de Ardon, se lee igualmente, que teniendo noticia este último de que en los reynos del Perú se habian alzado los tiranos, á cuyo castigo y pacificacion vino el licenciado La Gasca, el susodicho compró un navio, y armó y pagó cient soldados, todo á su propia costa, con que pasó al dicho reyno. Remesal añade, que salieron doscientos hombres y por capitan de ellos el licenciado Quiñones. Deben haber sido dos los navios en que se embarcaron, porque en auto de situado de encomiendas para los castillos, de 22 de julio de 1699, se expresa, que yendo el licenciado Pedro Ramirez de Quiñones, oidor de esta real audiencia, por capitan general con mucho número de soldados al socorro del licenciado La Gasca, nombró á Juan Perez de Ardon por capitan de 120, que iban en un galeon.

El presidente Gasca habia ya salido de Panamá con una armada desde últimos de abril, y como esta navegacion no era entónces bien conocida, fueron á dar entre el rio de San Juan y puerto de San Buenaventura, siendo preciso revolver hasta tierra firme, para tomar la navegacion del Perú; pero instando en seguir la jornada, tomando tierra en el puerto, les sobrevino un mal tiempo, con que fué á dar á la isla del Gallo, y de allí á la bahía de San Mateo, dejando atras los navios: los cuales sentian ya gran falta de vitua

lla, en tanto extremo, que mucha gente se queria hechar en tierra á la ventura, para que se fuese sustentando de raices. En esta ocasion, escribe Herrera cap. 16, llegó el capitan Gomez Arias con un navio de Nicaragua, que la audiencia de los confines enviaba cargado de vitualla, con que se socorrió aquella gran necesidad.

Siguiendo la costa, llegó al puerto de Manta, y, de allí a Puerto-Viejo, donde dejó los enfermos. Conforme se aproximaba se iban declarando las ciudades por el rey, y remitiendo á Gasca bastimentos y gente, de modo que llegado á Tumbez contaba 500 hombres: con lo cual envió aviso á Nueva-España y la Española que no habia necesidad de socorro. Pizarro comenzó sus preparativos de guerra, y salió de la ciudad de los Reyes para el Cuzco, donde luego se vió con 500 hombres. Centeno y Mendoza, declarados por el rey, acertaron á juntar algunos leales para cortarle el paso, y con 487 soldados le presentaron batalla en el campo de Guarina, en que fueron derrotados, y con esta victoria se alentó el orgullo de los rebeldes. El presidente Gasca necesito de toda su entereza, para continuar su camino en seguimiento de Pizarro. En Jauxa proveyó los oficios del ejército, colocando entre sus capitanes, cuenta Herrera lib. 4 cap. 4, á Gomez Arias de Nicaragua. En principios de enero de 48, se hallaba en Guamanga, y pasó á Andaguailas, donde le alcanzaron, dice este escritor cap. 14, el adelantado de la Plata y el gobernador de Chile, con mas gente y caballos y mas adelante el licenciado Pedro Ramirez de Quiñones, oidor del audiencia de los confines, con 140 soldados, de modo que en el tránsito del rio Apurima contaba 900 hombres.

Gonzalo Pizarro, ya inmediato, contaba igual número, y aunque vista la determinacion del ejército real, le aconsejaban, no aventurar el negocio en una batalla, sino dilatar la guerra lo posible, otros llevados de la valentía y de la dicha que les acompañaba, dictaminaban lo contrario, para quedar de una vez dueños del reyno, y fué el parecer que siguió Pizarro, adelantándose á tomar un sitio fuerte en el valle de Xaquixagua, por donde habia de pasar el ejército real, á cuatro leguas del Cuzco. Se acercaron los unos y los otros: en ambas partes habia dos gefes astutos, experimentados en las guerras de Italia, Carvajal en la de Pizarro, que á veces no seguia su dictámen, y Valdivia en la de Gasca, que contaba en todo con su consejo; y tomada por este órden la disposicion para la batalla, sucedió que venida una banda de arcabuceros de Pizarro,

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CAP. XVI.—EXPEDICION DE QUIÑONES.

fué repelida por otra de Gasca, y que la artilleria real de una loma dañase á los rebeldes, y la de éstos no hiciese daño á los leales en todo un dia. Al siguiente, que fué 9 de abril, se pasó del campo de Pizarro al real Garcilaso con un primo suyo, y algunos otros; tras ellos el licenciado Cepeda, y luego el capitan Guillen, con doce arcabuceros, aconsejando á Gasca no pelease aquel dia, porque en la noche se le pasaria toda la gente, y pareció buena la advertencia, porque acometiendo Pizarro, y no empeñando la accion, el ejército real solamente mantuvo una escaramuza, en que se desordenaron los rebeldes, y dió entonces sobre ellos, poniéndolos en huida, y quedando desamparados y presos sus caudillos, que luego fueron ajusticiados.

Dichosamente, exclama aquí Roberston, para reposo del género humano pocos hombres están dotados de aquella fuerza de espíritu necesaria para ejecutar grandes proyectos: la mediocridad de los talentos de Pizarro detuvo su ambicion en límites estrechos, en vez de aspirar á la independencia. El presidente Gasca aplicó á los que le sirvieron en la campaña las encomiendas que gozaban los que se empeñaban en la rebelion; y restablecido algun tanto el gobierno, ocupó con nueva energía todo el año de 49 en el cumplimiento de las leyes de 42 y 43, que no fuesen derogadas. Se exterminó el nombre de esclavitud en los indígenas, expone Herrera lib. 5 cap. 7, salieron visitadores por todas partes, y tasaron los tributos, quedando los índios contentos: se abolieron los tlamenes en muchas partes donde la propagacion de ganados proporcionaba acemilas, tolerándose todavía donde faltaban; y se disminuyeron lo que fué posible los servicios personales. Quiñones, cuenta Remesal, no volvió á la tierra hasta este año de 49, en que pasó, dice tambien lib. 9 cap. 1, á remediar otros desastres á la Verapaz; y Juan Perez de Ardon, dice Juarros, fué nombrado en el mismo año, primer alcalde de esta ciudad. La ninguna mencion que en todo esto ocurre de Costa-Rica, prueba los estragos sobrevenidos á las poblaciones castellanas, por los cuales habia abandonado Diego Gutierrez esta provincia, al paso que Herrera lib. 2 cap. 8, mas bien la hace de Soconusco, habiendo aportado aquí, y luego caminado para México unos desterrados á Chile, que se alzaron con el navio, y tomaron esta direccion.

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CAPÍTULO 17.

Alteraciones en las provincias del reyno.

El distrito de los confines no estuvo libre de sediciones nacidas en su seno. Por el año de 48, escribe Herrera lib. 5 cap. 5, habíanse alzado en la villa de San Pedro, que es de la gobernacion de Honduras, los negros: el audiencia se dió tan buena maña, que nombrando un capitan contra ellos, fué con gente, y los rompió, y ahorcó al capitan, y fué de mucho provecho la diligencia, con que se proveyó y ejecutó: porque cuando se detuvieran mucho, acudirían tantos negros de otras provincias, que fuera negocio dificultoso de sosegar.

Siguióse á ésta la sedicion de los Contreras, efecto todavia de la animosidad contra las nuevas leyes. Habia confirmado la audiencia de los confines la residencia de Rodrigo Contreras, 'gobernador de Nicaragua, en que fué separado del gobierno de la provincia, y privados su muger é hijos de los índios que les habia traspasado, incorporándose en la corona. El residenciado hizo viaje á Castilla, y por mucha diligencia que hizo en el consejo de índias para que se revocasen estas providencias, ámbas fueron confirmadas: de que resentidos en extremo sus dos hijos, que estaban en Granada, Hernando, uno de ellos, prometió vengarse en teniendo ocasion. Corria entonces el año de 50, en que habian llegado á Nicaragua muchos desterrados del Perú y Panamá, otros descontentos en la expedicion de Gasca, que no les habia premiado su trabajo, y unidos á los perdidos de la tierra que habia en la ciudad, ofrecieron seguirle, mayormente si emprendia correr el Perú, donde estaba la gente agraviada y todos acudirian á él, que como descendiente de Pedrarias, tanto derecho tenia á señorear el pais.

Aliado pues con Bermejo, uno de los desterrados del Perú, dió principio al intento, y partió para Leon, donde hizo una junta de vecinos, y un parlamento en que mostraba la opresion, y pobreza en que trahia la audiencia á los que habian ganado la tierra con su sangre, y cómo era bien salir de ella. De allí entró de improviso en la casa del obispo, con quien llevaba enojo: Remesal lib. 8 cap. 19 dice que por competencias de jurisdiccion habidas con su

padre: Herrera lib. 6 cap. 5 expone, que por interes que éste mostró en la defensa de los índios; y dando con él, sin trecho para huir, lo mató á puñaladas, y descerrajando su cofre, salieron con los conjurados, gritando: viva la libertad, viva el príncipe Contreras. Rompieron tambien la caja real, y tomado el tesoro, buscaron armas, y juntaron gente. Enviaron alguna al Realejo, á tomar el puerto y los navios, y dieron aviso á Granada, donde acudiendo los conjurados á la voz de defender la ciudad, mataron al capitan Carrillo y otros; y puesto á su frente el otro Contreras, á pesar de las lágrimas de la madre, no se olvidaron de enviar á Nicoya, para ganar el puer to, y quedar dueños de la provincia.

En este tiempo habia ya dejado el Perú el licenciado Gasca. Antes hizo recojer los quintos reales, y juntó un millon y docientos mil pesos, de que pagó novecientos mil, que prestó para gastos de la guerra, y dispuso su vuelta á España con el resto, para llevarlos al rey. El alcalde de Granada, al propio tiempo que envió aviso por tierra á la audiencia de los confines, envió tambien una fragata por el desaguadero á Nombre de Dios, á donde Gasca debia llegar. Entretanto los Contreras, no dando lugar á que viniesen fuerzas mayores contra ellos de Guatemala y Honduras, y para sorprender Panamá y Nombre de Dios, embarcaron la gente que pudieron en el Realejo en dos navios que habian tomado, quemando otros para que no los siguiesen, y se encaminaron á Nicoya, donde habia ya mas soldados con cuatro navios: siguiendo el camino, tomaron otro navio en la isla de las Perlas: llegaron al Ancon, y en la noche del 20 de abril, ganaron otros cuatro ó cinco navios que habia en el puerto, entre ellos uno bien armado, y luego desembarcaron con 280 hombres, entraron y tomaron la ciudad, no pudiendo sus vecinos hacer mas que esconder las armas, y discurriendo por ella, saquearon las casas, comenzando por la del gobernador, prendieron al tesorero, al alguacil mayor y otros, recojieron armas, caballos y mulas, apellidando libertad, y viva el príncipe Contreras.

Sabido por Hernando Contreras que el licenciado Gasca habia pasado dos dias ántes por la ciudad, y la plata que llevaba, envió al punto en pos de él al capitan Salguero con 25 arcabuceros, para tomarle la plata que pudiese: al otro dia salió él mismo con 40 ar eabuceros; y luego Bermejo, su maese de campo, en seguimien→ to suyo, con la demas gente. Gasca, que tuvo aviso de la to

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