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bien puede hablar de ellos tanto el auto acordado de gobierno, que va referido, como otro de 12 de febrero de 38, que tratando tambien de los pueblos de indígenas convertidos en tierras baldías, dice: en las provincias de San Salvador, San Miguel, villa de Sonsonate, partido de Guazacapan y Escuintepeque, y otras partes de este distrito y jurisdiccion, donde a avido poblaciones de índios, y se an consumido y acabado, quedando desiertos los sitios de ellos, y las tierras que les pertenecian, los dueños de haciendas de campo circunvecinas á ellas las tienen ocupadas juntamente con las suyas, y se an aprovechado y aprovechan del fruto y · esquilmo de las dichas tierras, sin averlas medido, ni compuesto con su magestad. En cédula de 1 de diciembre de 40 despachada á Guatemala, se lamenta haberse minorado los situados en encomiendas por faltar los índios.

Las islas guanajas no quedaron libres de su última devastacion. No habiendo fuerzas, como debiera haber para resguardarlas y alojándose en ellas los corsarios que las invadian y tomaban sus bastimentos, se acriminó á sus moradores, imputándoles que no habian dado aviso de su alojamiento, y que abrigaban y trataban con el enemigo; sobre que seguidos autos, el gobernador del distrito fué de parecer que los índios isleños de las islas fuesen mudados á tierra firme, y vistos en acuerdos de justicia de 22 de octubre de 640, se determinó de conformidad: en consecuencia, el presidente Avendaño dispuso su cumplimiento, ordenando sacar de las islas la poblacion indígena, que habia sobrevido á su primera destruccion. Sus vecinos tenian sus ranchos, crias, sementeras y demas comodidades para la vida, que constituian el hogar doméstico y su patria, donde los piratas precisamente encontraban provision de bastimentos y hacian mansion para acechar los puertos, y asímismo los navíos que salian y entraban en ellos. Para quitarles pues esta mansion y los bastimentos, pareció oportuno quitarlos á sus naturales y quitarlos á ellos, talándoles sus casas y sementeras, y pasándolos á la tierra firme sin costa ni auxilio para proveerse de lo uno y de lo otro. Es el acontecimiento que se lée en acuerdo de la junta de hacienda de 22 de febrero de 1644, cuya relacion es, que los designios del enemigo parece fueron de volver este año á invadir estas provincias, y hubieran quedadose á invernar en las islas de Guanaja, á no haber hecho sacar su señoría todos los índios de ella, y talado casas y sementeras.

Habiendo quedado todavía algunos en Roatan, ántes Guayama, y en Utila, otro acuerdo de la misma junta de 11 de abril de 47, dice. Se ha resuelto vayan de esta ciudad sesenta hombres, y que el gobernador de la dicha provincia baje al puerto de caballos con otros veinte, para que en las naos que de próximo están surtas en el puerto de Santo Tomas de Castilla, y de partida para los reynos de España, vayan á desalojar al dicho enemigo de las islas de Roatan y Utila, donde se avisa está, y á sacar los pocos índios que han quedado, y á sacarlos á tierra firme. Seguidamente se habla de arbítrios para el costo de la jornada, mas no para el socorro de los sacados. En auto de nombramiento de comandante para la segunda faccion á las islas de Roatan, Maza y Utila, hecho en don Juan hordoñez de Romana en 10 de marzo del mismo año, se expresa que en la primera se sacaron al pie de sietecientas almas: lo que denota que despues de ella quedaban habitantes en las tres islas, los cuales en vez de defensa experimentaron la confiscacion y el destierro, y por consiguiente la muerte. Juarros trat. 5 cap. 9, tratando de las islas que se encuentran en el Golfo de Honduras dice, que al tiempo de la conquista se hallaban bien pobladas; pero que las hostilidades que sufrieron primero de los conquistadores, y despues de los piratas, que infestaron estos mares, consumieron y agotaron sus poblaciones, no quedando habitadas sino algunas de las Guanajas, hasta el año de 650, añade al fin del capítulo, en que sus últimos habitadores fueron trasladados al puerto de Santo Tomas.

Solórzano, autor, que escribió á mediados del siglo, tratando lib. 2 cap. 5 de los daños ocasionados por los servicios personales que se habian tolerado, dice: son causa de que los índios se vayan consumiendo y acabando con las opresiones y malos tratamientos que reciben, y las ausencias que de sus casas y haciendas hacen, sin quedarles tiempo desocupado, para atender á sus grangerías, ni al sustento de sus mugeres ni hijos, de que depende su conservacion y aumento. Tratando de los mismos servicios en el quinto lugar, dice: atenta la rendida y humilde condicion de los índios y la grande codicia de los que los piden, no hay males por grandes que sean, que no se puedan temer, y la ordinaria experiencia no haya manifestado en vejacion, opresion y menoscabo de los índios, sin que las muchas leyes basten á remediarlos. Mas adelante, escribe: se van multiplicando los españoles, y menoscabando los ín

dios. Al cap. 9 transcribe las siguientes palabras de una cédula: los trabajos que los índios han padecido y padecen en estos ingénios de azúcar es muy grande, y causa de que se hayan consumido y acabado en él muchos. Al cap. 14 hablando de la dureza de los servicios, y del poco tiempo que dejaban á los índios hacer vida con sus mugeres, dice: siempre he oído decir á varones cuerdos la gran diminucion en que han venido. En el cap. 19, refiriéndose al testimonio del obispo Zapata, que lo fué de Chiapa y Guatemala á principios del mismo siglo, nota unas palabras suyas, en que afirma, que los índios eran ménos en número, y mas pobres que nunca. En el lib. 3 cap. 32 se puede y debe considerar, dice, el presente estado en que hoy tenemos los índios, que en todas partes se hallan muchos ménos de los que solía aver; y mas adelante, en el propio capítulo, atribuye á esta causa la gran diminucion á que han llegado las encomiendas.

Ximenez, autor que escribió comenzado el siglo 18, al referir, lib. 4 cap. 3, que el cuerpo principal de la nacion chol comprendió antiguamente lo que despues han sido curatos de Chiquimula, Esquipulas y Casaguastlan, expresa: que estos pueblos estaban á la sazon muy deteriorados, ademas de los muchos que consumió la guerra de la conquista. En el cap. 66, hablando del resto de choles regados en la costa de la Verapaz desde las montañas del Golfo, y refiriéndose al rio, que desagua en él, expone: que el brazo que baja de Cahabon, y es el mas caudaloso, estaba mas poblado: luego, haciendo mencion de los pueblos de San Andres Polochic, de Santa Catarina Jocolo, Amatique, pueblo distinto del comarcano á Santo Tomas, Tucurú, Tamajum y otros situados á la inmediacion de aquel lago, todos, dice, se han acabado, ya de invasiones de enemigos, ya de enfermedades. Remesal lib. 11 cap. 21, describiendo el sitio de Cahal junto á este rio, expresa, avia sido poblacion de índios. El mismo Ximenez lib. 5. cap. 32, hablando del rio Yaxal, brazo que por esta parte da nacimiento al de Zacapulas, dice, que tambien se llamó Pusitlá por un pueblo que hubo allí de ese nombre.

El propio escritor lib. 4 cap. 3, haciendo mencion de los Acalanos, nacion situada ántes entre la Verapaz y el Lacandon, en que segun queda expuesto el gobernador de aquella provincia ahorcó 80 caciques á mediados del siglo 16, literalmente dice: ya de los Acalaes no hay memoria. Luego, con respeto á los lacandones, re

firiéndose igualmente á fines del siglo 17, escribe: solo de los lacandones avia alguna gente. En órden á los pueblos de la provincia de los Llanos en Chiapa, especifica en el cap. 65 muchos consumidos del todo, y otros solamente disminuidos. Entre los primeros coloca á Teculuta anexo que era á Copanaguastla acabado el año de 1640: el mismo Copanaguastla acabado en 1645, trasladándose una imágen de la vírgen del Rosario muy venerada á Zosocaltenango, pueblo ántes grande, y entonces pequeño. Desapa reció tambien el año de 665 el de Tritalá, que le era anexo: igualmente pereció el de Cuapa en 680, de tanto gentío ántes, dice, que era denominado Tepanguapa, camino real para Escuintenango, que en la misma forma quedó desierto. Lo propio afirma de Cituta, pueblo del curato de Acalá: como tambien del de Aquespala, el primero en la entrada de los Llanos; y del de Zacualpa, Santa Lucía y Chalchitan, acabados en 1698. Entre los disminuidos numera á Istapilla, Pinula, Coneta, Bitatan y otro Aquespala anexo á Escuintenango.

Otro motivo de desaparicion de los indígenas puede hallarse en la desercion de sus pueblos, y en la emigracion á los desiertos. Se ha visto cuanto lamenta Remesal, que naturales acomodados en pequeñas reducciones, trasladados y avecindados en pueblos mayores, los abandonaron, no volviendo á reconocer los unos ni los otros; y siendo éstos muchos y no resultando en otros lugares, ¿qué puede pensarse sino su retiro á los montes y retorno á la gentilidad?

La distribucion del reyno en treinta y dos provincias, hecha mediado el siglo 16, de que resultaban otras tantas gobernaciones, alcaldías mayores y corregimientos, era ya embarazosa mediado el 17, á consecuencia de la diminucion de la poblacion indígena, que no podia ya sustentar otros tantos gobernadores, alcaldes mayores y corregidores, y hacia necesaria una reforma, que se practicó, uniendo las provincias menores á las mayores, y suprimiendo muchos corregimientos: por lo cual de veinte y dos que habia de provision de la audiencia, quedaron solamente trece. Sobre ello hizo mucha contradiccion Francisco Romero Baltodano, vecino particular de la capital, representando al rey vivamente contra la audiencia y extendiéndose á otros puntos, en un memorial concebido sin duda con mas zelo que acierto, de que se ofendió la audiencia, y que se imprimió en España. El ayuntamiento de esta capital emprendió

la defensa de esta última, y el rey en cédula de 22 de abril de 1643 previene que en la reforma de los trece corregimientos no se haga novedad; y en real órden de 8 de setiembre siguiente, expresa qué su magestad queda con muy particular cuidado de mirar por el crédito y autoridad de este tribunal. Era de desear que semejante declamacion hubiese tenido efectos mas importantes. Todavía en 22 de diciembre de 49, y 30 de enero de 52, gobernando la audiencia, se ven librados dos nombramientos de alcalde mayor, uno para el partido de Turrialba y puerto de Suerre en Costa-Rica, y otro para el de Pacacúa de la misma provincia.

Juarros trat. 4 cap. 8, habla de esta supresion de corregimientos, y dice: habiendo decaido la poblacion de la provincia de Costa-Rica se extinguieron los corregimientos de Quepo, Chirripo, Ujarraz, y Pacaca, uniéndose al gobierno de Costa-Rica de orden de S. M. por los años de 1660, ó poco despues. Tambien se unieron por este tiempo al gobierno de Comayagua el corregimiento de Tencoa, y al de Nicaragua los de Monimbo, Chontales, y Quezalguaque. A principios del siglo 18, prosigue, se extinguieron las alcaldías mayores de Amatique y San Andres de la Nueva-Zaragoza, y algunos años despues, de los corregimientos de Escuintla y Guazacapan se formó la alcaldía mayor de Escuintla, y de los de Atitan y Tecpanatitan la de Sololá. Pero en el año de 694, en que fueron requeridas todas las alcaldías y corregimientos por auxílios de dinero, bastimentos y caballos para la expedicion al Lacandon, ya se echa ménos la alcaldía mayor de Amatique, subsistiendo separados el de Acasaguastlan y Chiquimula solamente: por lo que es visto, que la supresion de corregimientos tuvo efecto casi en todas las provincias en el transcurso del siglo 17, como un efecto de la despoblacion indígena.

CAPÍTULO 40.

Entrada de los padres domínicos
en el Chol.

La costa de Tesulutlan, no es en 1602 lo que fué en 1502. Poblada entonces la tierra firme y sus islas de gente marítima y

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