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en la cara, y á otros doce soldados: en esto se les desbarató una barca, y se perdió la mitad de la carga, y se ahogó un mexicano; y en aquel rio hay tantos moxicotes, que no se podian valer, y Cortés todo lo sufría, y dió vuelta su camino. Sin duda caducó este pueblo. y solo queda memoria de su nombre.

Embarcado Cortés, refiere tambien este escritor, y siguiendo Sandoval el camino por tierra con el cuerpo del ejército, no creia segura la gente que quedaba atras, hasta que no pasasen todos un rio muy hondo, sin duda Motagua, porque de unos pueblos cercanos de las estancias que confinaban con el rio y Golfo-dulce venian de guerra hasta allí cada dia muchos índios; y todavia asegurado el paso con ocho castellanos y cuatro mexicanos, una noche vinieron muchos índios guerreros, y dieron de repente sobre la guarnicion, y si bien no pudieron tomarles la canoa en que se recojieron casteIlanos y mexicanos, les quemaron los ranchos en que estaban alojados y lastimaron dos de los primeros y uno de los segundos, aunque no fueron mucho las heridas, dice el autor; y bien prueban la intrepidez de los indígenas en emprender un alcance ofensivo y desigual.

CAPÍTULO 5.

Colonizacion española.

Despues que los españoles sometieron estos paises á su obediencia, trataron de guarnecerlos y establecerse en ellos. Con Alvarado vinieron de México sobre 300 castellanos y 300 mexicanos: de los cuales, concluida la primera campaña, dejó alguna guarnicion en Sahcajá y Quezaltenango, y el resto acampó entre los dos volcanes, en el valle de la laguna de Dueñas, entonces llamada Panchoy, armando una ranchería, dice Remesal cap. 3, á que dió primero el título de villa, y luego el de ciudad de Santiago de los Caballeros. Despues le envió Cortes 200 castellanos, con que se aumentó esta ciudad, fundó la de San Salvador, y puso otra guarnicion en la cabecera de Sacatepeques. Posteriormente, en ausencia de Alvarado, se pasaron al mando de un teniente 90 castellanos, que abandonaron á Pedrarias en Nicaragua. Sublevado Chiapas, el teniente de Cortés envió de México á Mazariegos, que lo pacificó, y ocurriendo

de Guatemala, con el propio objeto, el teniente de Alvarado, dejó parte de su gente, que con la de Mazariegos pobló Villa-real. Volviendo Alvarado de España por México, trajo otros 80 castellanos que le siguieron hasta esta capital, con que creció su vecindario, y fundó tambien la villa de San Miguel.

Por todos resultan 670 castellanos, de que deducidos algunos muertos de enfermedad, y en la guerra, puede hacerse juicio de 650 pobladores. Pero estos hombres, dominados del génio empren→ dedor de aquella época, todavia no tomaron reposo. Alvarado, que vino de España agraciado con el gobierno de sus conquistas, dice Herrera, dec. 4 lib. 10 cap. 15, habia ofrecido en la córte descubrir por el sur las islas de la especería, y llenando de esperanzas á los castellanos que le siguiesen, juntó hasta 500 que se pusieron á sus órdenes, construyó en Istapa ocho velas entre grandes y pequeñas: llevó consigo 2000 indígenas; y sabiendo las riquezas del Perú, dirigió á él la espedicion: tomó todavia otros dos navios en Nicaragua y mas castellanos que le siguieron, con que se hizo á la vela, penetró en la provincia de Quito y llegó á Riobamba, tierra ya descubierta por Pizarro, y ocupada por Almagro, que le disputó el paso. Alvarado, que debia retroceder ó mudar de giro en su camino, habiendo perdido todos los indígenas y 85 castellanos que perecieron en las sierras nevadas, conservaba todavia fuerzas suficientes para entrar en lid; pero Almagro supo halagar con promesas á los soldados de Alvarado, y conociendo éste que abandonarían sus filas muchos y tendrían fortuna cierta, mas bien que retroceder, ó irla á buscar mas léjos, dió lugar á una mediacion y entrevista, en que se ajustó, que la gente toda quedase á las órdenes de aquella gobernacion, y se le pagasen cien mil pesos por su flota y transporte. Pizarro, que tambien venia al encuentro de Alvarado, llegó á tiempo que se habia hecho el ajuste y lo ratificó, haciendo el pago estipulado y otros presentes cuantiosos al mismo Alvarado, y á algunos que quisieron seguirle en su vuelta á Guatemala. Con el resto y parte de su gente pobló Pizarro la capital de Lima, y Almagro la de Quito, á que se trasladó el vecindario de Riobamba, quedando á Guatemala, dice Juarros, la gloria de haber contribuido con sus vecinos al establecimiento de aquellas dos ilustres poblaciones.

Restituido Alvarado á estas provincias lleno de cargos, hizo nuevo viaje á España, y supo salir de ellos, obteniendo nuevo asien

to para el descubrimiento de las islas, que aparece en cabildo de 5 de enero de 1539; y trayendo otros capitanes, mucho recado de gente y 300 arcabuceros, dice Remesal lib. 3 cap. 20, fabricó en Istapa y Sonsonate doce navios de alto bordo, y otros dos menores, en que, segun relacion de Bernal Días cap. 202, condujo 650 castellanos y muchos índios de servicio, dice Herrera dec. 7 l. 2 c. 10, con provision de todo género, y la flota se hizo á la vela, tocando primero en Acapulco y despues en Nueva Galicia, donde Alvarado fué llamado del teniente de gobernador, que habia sido derrotado por los zacatecas, y en peligro de perecer, se fortificaba en Jalisco. Acudió en su socorro Alvarado, y no teniendo á bien esperar á los indígenas, fué sobre ellos hasta sus peñoles, dando órden al capitan Falcon que no atacase hasta ver cerca de sí á los caballos; pero asaltando éste, sin esperarlos, creyendo llevar el triunfo, fué muerto, y su infantería arrollada y obligada á retroceder hasta la llanura en unos fangos, donde no pudo obrar la caballería, y tomando camino por un cerro, en el tránsito de una subida áspera, fué necesario ir los caballos de diestro. Quedaba el adelantado en la retaguardia, y sucedió que un caballo de los que iban adelante, cayó, y rodando topó con él, y como iba armado y era hombre pesado, no pudo huir el encuentro, y recibió tan gran golpe, que dentro de pocos dias murió. Con la desgraciada muerte de Alvarado, refiere el mismo escritor, su armada se deshizo, parte volviendo á Guatemala, y quedándose mucha de la gente en aquella tierra.

No puede concebirse cómo saliendo en la primera expedicion 500 castellanos de 650 que habia en la provincia, y quedando solos 150, pudo Alvarado llevar hasta 800, segun Herrera; pues aunque este escritor expone, que trajo de España en esta vez mucho recado de gente, no expresa cuánta, para que sacase aquella cantidad: ni puede comprenderse como esta ciudad, contando en 1529, ántes de la primera 150 vecinos, segun Remesal cap. 11, despues en 1541, ántes de la segunda, contase 230, segun este último escritor cap. 16; si no és que se suponga, que ademas de los soldados que trajo y vinieron á Alvarado, emigraron á esta provincia de tiempo en tiempo otros particulares. No obstante, ella siempre padeció enorme daño con el desfalco de vecinos que le ocasionaron una y otra expedicion, y debe presumirse lo lisonjero de la tierra, cuando sin embargo de ellas pudieron subsistir, y prosperar sus poblaciones castellanas.

Mong

Una prueba de esto se advierte en la poblacion de nueva Sevilla, que Remesal llama las Indias de Guatemala. Por el año de 1542, dice este escritor lib. 8 cap. 15, unos españoles que salieron de la provincia de Yucatan, entrándose por el rio que denominan Golfo-dulce, en un llano dicho de Monguya, hicieron una poblacion que llamaron con aquel nombre. Fué esta villa de gran tráfico, dice Juarros tr. 5 cap. 8, y se vió pronto con 60 vecinos, y luego con alcaldes ordinarios, regidores y un teniente del capitan general para lo político y militar: puesto de importancia, que el presidente Maldonado confirió á un deudo suyo.

Humboldt advierte, ens. lib. 2 cap. 6, que las mugeres indígenas que habian conservado algunos bienes, prefirieron enlazarse con el pueblo conquistador, mas bien que participar del desprecio en que cayeron los naturales: los soldados españoles, añade, deseaban estos enlaces tanto mas, cuanto eran muy pocas las mugeres europeas que habian seguido el ejército. Bernal Dias cap 172, anuncia, en tiempo de Cortés, la solicitud de soldados españoles y hombres honrados en México por hijas de señores, y la del contador Albornos por una hija de una cacica muy principal. En muchas partes de las Indias, dice Remesal lib. 7 cap. 11, los encomenderos, porque no les quitasen los pueblos, se casaban con las mugeres que tenian mas á mano, nobles ó plebeyas. Advierte así mismo, que los vecinos de la ciudad de Santiago en esta provincia no siguieron semejante ejemplo; y la razon de ello se nota en memorial escrito al rey á 20 de febrero de 1538, por estas palabras: que aunque haya mugeres en la tierra no las querrán por enfermedades contagiosas que de la tierra se han pegado, y sobre todo seguírseles detrimento en las honras, porque algunos se casaran no como deben. El propio escritor aplaude la resolucion de estos vecinos, añadiendo que muchos hicieron gastos en enviar por mugeres nobles á España con quien casarse, y de uno supe, dice, que le avia costado traer á su muger seis mil pesos de oro.

En una carta que el adelantado Alvarado escribe de Puerto Caballos al ayuntamiento de esta ciudad en 4 de abril de 1539, dice: nos veremos presto: solamente me queda decir como vengo casado, y doña Beatriz está muy buena. Trae veinte doncellas muy gentiles mugeres hiyas de caballeros, y de muy buenos linages. Bien creo que es mercaderia que no me quedará en la tienda nada, pagándomelo bien, que de otra manera escusado es hablar de ello. Cuan

do reventó el volcan, refiere todavia Remesal, murieron con doña Beatriz de la Cueva doce señoras principales, sin duda que las mas de ellas eran mugeres de los capitanes que el adelantado llevó consigo. En el lib. 8 cap. 2 expone el propio escritor, que por el año de 1546, en la ciudad de Santiago de los Caballeros avia muchas mugeres honradas y doncellas nobles, que por su mucha pobreza estaban imposibilitadas de remedio.

Herrera dec. 5 lib. 9 cap. 9, cuenta por el año de 1535, que Cicimba, cacique de Comayagua, habia, dice, años que tenia por muger una castellana natural de Sevilla, que fué tomada con los que mataron en Puerto Caballos. En cédula de 16 de junio de 1548 responde el rey al aviso que le dá el obispo de Guatemala, de que en esta provincia habian muchos mestizos y mestizas, y que convenia fuesen doctrinados, y las doncellas se casasen. El propio Herrera dec. 5 lib. 1. cap. 12, escribe: los mestizos tienen buen talle, aunque en algo se diferencian de los castellanos: son comunmente noveleros, chismeros, mentirosos y glotones, aunque hay muchos virtuosos.

En bando del ayuntamiento de esta ciudad de 1533, y en cédula del año de 1540, como tambien en el testamento de Alvarado, que transcribe Remesal lib. 1 cap. 15, se mencionan ya esclavos africanos entre las gentes de servicio, aplicados al trabajo, vedándoles detenerse en los rios y fuentes, en que habia mugeres y doncellas, previniéndose el que fuesen catequizados, é incluyéndolos en la hacienda de sus dueños. El gobernador Maldonado, en carta de 4 de enero de 1543, comunica al ayuntamiento la llegada de un navio con 150 negros, algunos pasajeros y mugeres de castilla; y en cabildo de 7 de enero de 1547 se mandan recojer los negros huidos, ofreciendo desde 3 hasta 6 pesos á quien los cojiere. En acuerdo de justicia de 3 de setiembre de 1550, se falló en el pléito de cuentas, seguido entre Melchor de Velasco y Cota, negra, muger de Alonso Guerra. De lo cual aparece pusieron los españoles entónces ménos estropiezo en casar con esta clase de habitantes, ya que en las naturales de la tierra, ántes de Paw, recelaron contagio y deshonra.

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