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niendo la materia de encomiendas, y dice: como los pueblos que tenian eran todos una muy graciosa huerta, aposentáronse en ellos los españoles, cada uno en el pueblo que le repartian, ó como dicen ellos, le encomendaban: y hacia en él sus labranzas, manteniéndose de las comidas de los índios; y así les tomaron sus particulares tierras y heredades, de que se mantenian. Por manera que tenian los españoles dentro de sus mesmas casas todos los índios, señores, viejos, mugeres y niños, y á todos hacen que les sirvan noches y dias sin holganza, hasta los niños, cuan presto pueden tenerse en los pies: los ocupan en lo que cada uno puede hacer, y mas de lo que puede, y así los han consumido y consumen hoy los pocos que han restado, no teniendo ni dejándoles casa ni cosa propia, en lo cual aun exceden á las injusticias de este género que en la Española se hacian.

Remesal lib. 4 cap. 7, habla de una estancia de esta especie perteneciente á Alvarado, en el valle de la ciudad, en que habia muchos esclavos casados, con sus mugeres é hijos: porque en los años primeros de la poblacion de dicha labranza, dice, llamó el dicho adelantado á los señores principales de los demas pueblos que el dicho adelantado tenia en encomienda, é les fizo cierta plática, y les pidió á cada señor de cada pueblo, que le diesen tantas casas con sus principales, para las poner é juntar en la dicha labranza: los cuales como le tuviesen por señor, é haberlas él conquistado, se las dieron, así como las pidió; é se herraron por esclavos los mas de ellos, sin preceder otro exámen. Fr. Miguel Agia, en parecer dado sobre el servicio personal, impreso en Lima en 1604, que corre en coleccion de papeles varios en la biblioteca de la Academia, dice al § 7, que lo habia en muchas provincias de índias, especialmente en Comayagua, Nicaragua y Costa-Rica en distrito de la real audiencia de Guatemala, notoriamente injusto, cruel y tiranico, bajo el cual el encomendero ocupa los índios en las minas con obligacion de sacar tantos pesos de oro cada dia, y si no sacaban la dicha cantidad por entero, el mayordomo de las minas asentaba la falla de los que habian faltado, y cumplido el tiempo, que eran seis meses y aun siete y ocho, entraba el mayordomo pidiendo á los índios enterasen las fallas que habian hecho: las cuales eran tantas, cuantas él quería asentar, y por esta causa mandaba trabajar á los índios, hasta que cumpliesen por entero la cantidad de pesos en que les hacia alcance, sin tener atencion á si los índios habian de

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CAP. VI.VEJACION DE LOS INDÍGENAS.

jado de cumplir su tarea por enfermedades, ó por haber faltado el oro de las minas, ó por haber andado ocupados en desaguarlas ó en los desmontes y repasos necesarios para poderlas labrar con seguridad. En lo cual venian á consumir otros dos meses, y muchas veces tres y cuatro, y con esto concluian el año sin volver á sus casas, sin tener hecha sementera, ni cosa con que poderse sustentar. El propio Remesal, cap. 8, hace mencion de muchos esclavos que Alvarado dejó sacando oro, tomados de los índios que tenia en encomienda. Considérese, añade Agia, el gran trabajo de un miserable índio con una barreta de 20 libras de hierro todo el dia barreteando en las entrañas y socabones profundos de la tierra.

En el remed. 8 raz. 8, dice el obispo Casas: pónenles á los índios allende de lo que padecen por servir y contentar al español que los tiene encomendados, en cada pueblo un carnicero ó verdugo cruel, que llaman estanciero ó calpisque, para que los tenga debajo la mano y haga trabajar y hacer todo lo que quiere el amo ó comendero, ó ladron principal: éste los azota y apalea y empringa con tozino: éste los aflige y atormenta con los continos trabajos que les da: éste les viola y fuerza las hijas y mugeres y las deshonra, usando mal de ellas: éste les come las gallinas que es tesoro mayor que ellos poseen; y éste les hace otras increibles vejaciones. El oidor Herrrra, salvando su voto en acuerdo de la audiencia el año de 1544 en que se fundó, dice: la víspera de pascua en visitacion de cárcel se soltaron por esta audiencia Trejo y Alonso Gartia, que estaban presos porque ahorcaron siete índios; yo no fuí de parecer que se soltasen, sino que estuviesen presos, y á buen recabdo.

En cédula de 11 de marzo de 1550, dice el rey al presidente Cerrato: Martin de Villalobos nos ha scripto dende la provincia de Nicaragua, como él fué á ella por mandado desa abdiencia á visitar los naturales de aquella provincia por la gran desórden que con ellos se tenia, dizque son tantas las maneras de servicios y trabajos que les dan los españoles, y tantos los géneros de martirios, que es cosa de espanto é que acostumbran á azotar las mugeres é hombres por pocas cosas é quemarlos con paja pringándolos, y los atan de pies y manos y los ponen en ormigueros y demas de ello corrompen y fuerzan muchas yndias, é que tambien sobre el servicio que an de dar, los detienen fuera de sus casas seis y ocho meses y algunos tres y cuatro años sin sus mugeres é hijos cortando, aserrando madera para navios, y que acaece que como la tierra es

tan cálida, y donde asierran está tres y cuatro leguas el agua que an de beber la llevan las mugeres é que lleva una muger un cántaro de mas de arroba, y su hijo encima y una calabaza de agua que beben un dia é que se les hacen otras vejaciones.

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Remesal lib. 6 cap. 17, enumerando los suplicios que los encomenderos empleaban en Chiapa, para estimular al trabajo y castigar á sus encomendados, menciona el azote, el palo, el cuchillo, los perros.... y al cap. 21, refiriendo la visita que hizo un juez pesquizador, de un encomendero, dice: vió aquí por sus ojos el tajon donde degollaba los índios para dar á los perros, si les queria hacer merced de no echárselos vivos: acullá la estaca llena de sangre, donde los mataban á azotes....

CAPÍTULO 7.

Jornadas de Cortés y Alvarado.

El servicio militar, el bastimento y bagage del ejército, entraron en los elementos de vejacion y exterminio de los indígenas. En la jornada que emprendió Cortés para las Hibueras, cuenta Herrera 3, 6, 10, que ademas de la gente castellana, llevó consigo tres mil índios de guerra y muchas mugeres de servicio, y entre ellos á los príncipes Quautimoc, prisionero sucesor de Montezuma, á Covana, Chochzin, señor de Tezcuco, Tetepanquezatl, señor de Tlacopan, Oquizi, señor de Acapuzalco, Xivacoa y Tacatlec, hombres podero

SOS.

Adelantada la jornada y pasando el ejército por Tustla, y el Peten hasta el rio Valis, y luego por Mopan, Manche y Naco hasta Trujillo, se surte de bastimentos en las poblaciones del tránsito, no á precio de mercado, sino á filo de espada, asaltando los lugares y ofreciendo la paz á cambio de este servicio. Así cuenta Herrera dec. 3 lib. 7 cap. 8 y sig. se surtió en Iztapan de comida para ocho dias: en seis pueblos de Cibatlan, de muchas canoas de maiz, cacao, miel y un poco de oro: mas adelante, de ochenta índios cargados de áves, fruta y pan: en Tizatpetla y Titacat, de mucha comida para la gente, y para los caballos mucho grano, yerva y rosas, descansando seis dias: en Isancanac, de mucho de comer, y cierto oro: en Tiac,

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de vitualla y alguna ropa: en Tayca, de áves, peces, tortas, miel, fruta y oro: en Tlecan, de doce gallipavos y bastimento para seis dias de descanso y seis de camino: en Xuncapan y Anchan, de mucha fruta y maiz, y descansaron tres dias: en Tavican, de muchos bastimentos: mas adelante, escribe Bernal Dias cap. 180, en una aldea en la ribera del rio del Golfo-dulce, de gallinas, palomas, perdices y faisanes: en Tezintle y Cinacan, rio arriba, de mantas y otra yo ropa, mucho maiz y mucha sal, de cantidad de cacao, axi, frisoles, fruta y otras cosas de comer, de gallipavos, faisanes y perdices; y en Cuyoacan, Quimistan y Naco, de maiz, frisoles y axi. Herrera advierte que los índios eran sorprendidos en el dia y en la noche, armados y desarmados, en los pueblos y en sus estancias, en los templos y en sus bailes, y ademas de los muertos en diferentes acciones, nota que los vecinos de Iztapan, de terror de los castellanos, pusieron fuego á muchas de sus casas, retiraron sus mugeres y su ropa de la otra parte de un rio que corre por el pueblo, y muchos por pasar apriesa se ahogaron.

Segun relacion del propio escritor, tambien huyeron otros pueblos, y los españoles tambien hallaron sin gente los de Cuatlan, Chilapan y Temastepeć, pero con fruta y maiz en mazorca y en grano. Hallaron los de Tavitatlan y Hueteepan sin gente, sino es los sacerdotes en el templo, de custodia de los ídolos, pero con refresco de fruta y comida, y para los caballos maiz y yerva: el de Mazatlan, despoblado, pero con muchas áves, miel y otros bastimentos en cantidad; el de Ajuncautl, desamparado de gente, pero con mucha vitualla, de que se proveyó el ejército para cinco dias: el de Azu+ zumil, desierto y sin alguna comida: el de la ribera del primer lago del Golfo, sin gente, pero con maiz y axi; y otro de la ribera del rio, sin gente ni bastimento. Bernal Dias cap. 183 advierte, que solò en unas estancias desamparadas, contiguas á Tayca cargaron sobre mil mexicanos del ejército con todo el maiz que pudieron llevar; y al otro dia, hallando en otras estancias maiz, gallinas y legumbres, ocurrieron sobre treinta soldados y mas de quinientos índios, Ꭹ todos llevaron recaudo. Herrera lib. 8 cap. 3. nota que en Cinacan bien tuvieron que cargar, y no pudieron llevar nada, sino cuatro balsas en que cabian cincuenta cargas de grano.

Además del apresto de canoas para el tránsito de los estéros y rios, fueron tambien gravados los indígenas de la tierra con el de maderas para la construccion de puentes y calzadas en los rios y

y ciénegas de otro modo intransitables, aunque en este cargo tuvieron mas parte los mexicanos del ejército. Repartíanse en cuadrillas, dice Herrera lib. 7 cap. 8, unos para coger raices, yervas y frutas de monte que comer, otros para cortar árboles, otros para labrarlos, otros para traerlos, otros para hincarlos en el agua. En Copilco, provincia al parecer de Tabasco, refiere, que en solas treinta y cinco leguas atravesaron cincuenta rios y ciénegas, en que se hicieron casi otras tantas puentes. En una ciénega cerca de Chilapan, pueblo de Chiapa, se armó una puente, dice, de 300 pasos, en que entraron vigas de 30 y 40 pies. Cerca de Acalá, en un estero de 500 pasos, no habiendo barcas, se construyó otra, en que entraron, escribe el mismo autor, mil vigas de ocho brazadas de largo, y cinco y seis palmos de grueso, otras muchas maderas menores para cubierta, y bejucos para atadura. Viendo esta puente, prosigue, los índios de Acalá, quedaron admirados, pareciéndoles que para los castellanos no habia cosa imposible.

Bernal Dias cap. 176, habla de una puente en las cercanías de Acalá, hecha con maderos gruesos y grandes, que causó admiracion á estos naturales; pero expone que fué construida en rio. Ximenez, en su historia natural art. 7, tratando del rio de Sacapulas, expresa que en la Verapaz le llaman Xoy, y que es del que habla Bernal Dias; pero este escritor cap. 177 habla tambien de dos rios ántes de Tlecan, pueblo del distrito de Acalá, que se pasaron uno en puente, y otro en canoas: de otro ántes de Tavitatlan, que se pasó en barcas: de otro, cap. 188, adelante de Tayasal, que se pasó tambien en bareas: de otro ántes de Tayca, que se pasó por puente, en que entraron, dice Herrera lib. 8 cap. 1, 200 vigas y muchos bejucos: luego, cap. 179, del lago del Golfo-dulce, que se pasó en barcas; y por último, cap. 181, del rio adelante de Cuyoacan, que se pasó en canoas.

Hablando de los castellanos del ejército, exclama Herrera 1. 7 c. 2: Tantas veces hambre, tantos pantanos y rios que pasar, tantas montañas y dificultades que vencer, no pudiera sufrirlo, sino la robusteza de tales cuerpos y el ánimo de tal gente! Pues ¿qué sería de los indígenas mexicanos destituidos de tal ánimo, y ta robustez? En Tabasco, hablando en general, afirma, que Cortési padecía hambre: ántes de Temastepec, que fué excesivo el trabajo de los hombres: cerca de Hutiapan, que algunos pensaron pe(10)

TOM. 1.

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