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aprovechaba para escaparse de su perdicion, que no solo alcanzó á los de Guatemala, sino tambien á los de Chiapa, de donde sacó gran número para pasar la jarcia y anclas desde Puerto Caballos y Trujillo á Istapa y Sonsonate.

CAPÍTULO 8.

Otras vejaciones de los conquistadores.

Remesal lib. 2 cap. 4, hablando del P. Betanzos y otros predicadores en Guatemala, dice: este era el tema repetido y la materia mas frecuentada en los sermones, y ninguno se oya que no fuese con alguna reprension de quitar la libertad á los naturales, del modo de hacerlos esclavos, del servirse de ellos sin paga de su trabajo, del cargarlos como irracionales, echarlos á las minas, y quitarles el dominio de sus cosas. Tratando del mercado lib. 1 cap. 15, que en lengua mexicana se llama tianguez, y cada dia se hacia al caer del sol, á donde acudian los índios, á vender y comprar lo que han menester, habia, dice, mucho desórden, que los soldados y gente licenciosa tomaba á los índios lo que se les antojaba, y no les daban mas paga que muchos bofetones ó palos ó quitarles la vida con alguna puñalada. Mencionando un acuerdo del cabildo de Ciudad-real, escribe. A los 27 de abril de 1529, mandaron: que la gente de esta villa se divida en dos escuadras: la una quede en ella, la otra vaya por la tierra á buscar bastimentos y su capitan sea Diego Holguin, que pida los bastimentos bueno á bueno, y si no se los quisieren dar, dé guerra á los índios, y los que cautivare se den por esclavos.

Casas, en tratado particular sobre la esclavitud de los indígenas, refiere cosas que pertenecen muy especialmente á Guatemala, San Salvador, Honduras, y Nicaragua. La ménos mala, dice, y ménos fea causa que los españoles tuvieron para hacer los índios esclavos, fué moviendo contra ellos injustas guerras, segun fueron las otras llenas al ménos de mayor nequicia y deformidad; porque todas las otras han sido espantables, y nunca vistas ni oídas tales novedades de maldad, para poner en admiracion á todos los hombres. Aquí referiré de muy muchas, algunas y pocas.

Unos por engaños que hacian á los índios, que estuviesen con ellos, ó por miedos ó por halagos los atraian á su poder, y despues les hacian confesar delante de las justicias, que eran esclavos, sin saber ó entender los inocentes, que queria decir ser esclavos; y con esta confesion las inícuas justicias y gobernadores pasaban y mandábanles imprimir el hierro del rey en la cara, siendo sabidores ellos mismos de la maldad. Otros provocaban algunos índios malos con media arroba de vino, ó por una camisa ó otra cosa que les dadan, á que hurtasen algunos muchachos huérfanos, ó los trajesen por engaños, como para convidallos, y con una manada de ellos veníanse á los españoles y hacíanles del ojo que los tomasen: los cuales los ataban y metian en los navios, ó llevábanlos por tierra, y sin hierro vendíanlos por esclavos; y aquellos plagiarios primeros, ó los segundos que los compraban, iban delante del go bernador ó justicia, y decian que los habian comprado por esclavos, y luego sin mas averiguar los herraban. Algunas veces los han herrado con hierro del rey en las caras, y otras en los muslos.

Otras veces á muchos de los índios pusiéronles nombres naborías de por fuerza, aviendo vergüenza de llamarlos esclavos, aunque como cosa muy segura y bien ganadá, de unas manos á otras los venden y traspasan, y de esta manera y con esta justicia y órden y buena conciencia han traido á las islas Española y Cuba y San Juan de la costa de las Perlas y de Honduras y de Yucatan, y en gran manera y en inmensa cantidad, y con detestables tiránicas desvergüenzas, del infelice reyno de Venezuela y de Guatimala, y Nicaragua, para llevar á vender á Panamá y al Perú. Ninguna vez traian en un navio trescientas ó cuatrocientas personas, que no echasen en la mar las ciento ó las ciento y cincuenta muertas, por no dalles de comer y de beber: porque tantos cargaban, qué las vacijas que metian para agua, ni los bastimentos que llevaban, bastaban, sino para muy poco mas que para sustentarse los plagiarios, que los salteaban, ó de los otros salteadores los compraban.

Remesal lib. 6 cap. 2 hace mencion de una indizuela que á escondidas de su amo entró á casa del obispo en Chiapa y bañada en lágrimas, asiéndose de sus pies, le dijo: padre mio, gran señor, yo soy libre, mírame, no tengo hierro en la cara: mi amo me tiene vendida por esclava. En el lib. 7 cap. 5 refiere de un Orduña, que teniendo una índia en su poder, le habia puesto en el brazo unas letras que decian: Libre; y luego que el obispo vino á aquella ciudad,

temiendo que se la quitase, le añadió otras que decian: con que sirva á su amo. Herrera 4, 1, 7, hablando de Nicaragua, escribe: se dió licencia para sacar á vender esclavos á Panamá, de manera que por ambos mares habia saca de ellos.

Otros, prosigue Casas, estando los índios seguros y pacíficos en sus pueblos y casas y repartidos ó encomendados sirviendo á los españoles con cuanto tienen, enviábanlos á llamar: si eran doscientos hombres en el pueblo, mandaban al cacique y señor de él, que ⚫ les enviase luego y para tal dia y tal hora, trescientos hombres cargados de maiz, ó para que les hiciesen alguna labranza; y como el cacique se entristeciese, como no tuviese tantos, y se detuviese pensando que haria, ó de qué cumpliría lo que el español le demandaba y mandaba, por un dia ó dos que se tardase, levantábanle que ya no obedecia, y que estaba alzado, y que ya no venia á su mandado: pedia luego licencia al tirano gobernador, ó capitan para ir contra él con gente. Ido allá hallábanlos en sus casas ó en sus labranzas trabajando, y mataba los que queria, y los demas atábalos trayéndolos como habidos en buena guerra, y luego se los herraban por esclavos.

Otros enviaban á decir á los caciques que luego viniesen cincuenta índios á trabajar en tal labranza, ó que les traxesen tantas cargas de maiz, ó de madera, ó otras cosas; y al tiempo que los querian despedir, decíanles que se quedasen de ellos diez ó quince hombres para traer yerva á los caballos aquel dia, ó dos; y idos los otros, los entregaban á quien ya los tenian vendidos por esclavos, y los metian en el barco y así los llevaban. Cuando las mugeres y los hijos de aquellos, que los estaban esperando, para que les diesen y truxesen de comer, ó fuesen á hacer sus labranzas, ó para gozar de la presencia las mugeres de sus maridos, y los hijos de sus padres, veian volver los otros sus vecinos, preguntándoles por ellos, decíanles que quedaban para traer yerva para los caballos, que luego vernian; pero nunca los veyan mas de sus ojos.

Otros decian que no los vendian por esclavos, sino por naborias: naboria quiere decir, que les sirve continuamente en casa de la misma manera que esclavo, sino que pública ni secretamente los pueden vender sin pena: de manera que solamente difieren en el nombre, porque en efecto lo mismo es. Llevábalos el que los compraba en sus colleras, y cadenas de hierro, y trasportábanlos ciento y doscientas leguas, y sin tener hierro del rey, los herraba en la

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cara con letras de su nombre, y algunas veces los herraban con un hierro caliente, el primero que hallaban, como somos ciertos de esto. Despues que se habian servido de ellos, o cuando querian, vendíanlos todos por esclavos, siendo todos de los índios libres, que tenia encomendados. De esta manera han despoblado toda la mayor parte de la provincia de Sant Miguel, que está entre Guatimala y Nicaragua. É yo por mis mismos ojos he visto llevallos desta manera en cadenas.

Otros algunas veces eran enviados por sus capitanes ó gobernadores á los pueblos de los índios á llamarlos, ó á ver de qué manera estaban; y ha acaecido venir los índios cargados de gallinas, y comida y otras cosas de presente para los españoles, y toparlos en los caminos como ovejas mansas, y comenzar á dar cuchilladas en ellos, para dar á entender que estaban alzados, y despues iban al pueblo, donde hallaban los demas seguros y descuidados, y mataban los que querian, para mostrar que los hallaban de guerra y alzados, y los otros traian presos, para que se los diesen por esclavos, diciendo que los hallaban en el camino armados, y les tiraron ciertas flechas.

Bernal Dias cap. 164, refiere que Alvarado, tomado Quezaltenango, se detuvo haciendo entradas y correrias, é siempre traian presa de índios é índias; y despues, tomado tambien Utatlan, y quemados los caciques, expone, que Alvarado estuvo en la provincia de este nombre siete ú ocho dias haciendo entradas, y se tomaron igualmente muchos índios é índias. De Godoy, teniente de Puerto Caballos en la villa de Natividad, escribe cap. 181, que dende allí hizo dos entradas en la tierra adentro de unos pueblos cercanos; y todavia pidió diez soldados de los de Guazahualco, porque sin ellos no se hallaba en hacer entradas.

Otros, con licencia de los gobernadores, que la habian á cada paso, y comunmente se daba á todos por los grandes servicios que á los reyes de Castilla les habian hecho en roballes y destruilles, y despoblalles aquellas tierras, comenzaron y acabaron de tomar otro camino que parecia mas honesto para consumir aquellas gentes; y este fué rescatar, como ellos decian, ó comprar de los mismos caciques con temor que les ponian de quemallos vivos, que por una camisa ó un sayo, le diesen tantos índios para hacer esclavos. Esta manera de tirania y destruicion de aquellos infinitos pueblos tan horrible, se hizo tan desvergonzadamente y tan á ojos vistas, que

viendo el gobernador que se despoblaba tan rotamente la tierra, mandó que las mercedes que él hacia, de dar licencia para rescatar ó robar del pueblo que tenia encomendado el español, nadie lo pudiese hacer de su pueblo; sino del pueblo que á otro estuviese encomendado, y asi inventaron otra estraña cautela.

Decia cada español á su cacique: mirad fulano cacique, vos me habeis de dar cincuenta ó cien esclavos, y no han de ser de vuestro pueblo, sino de otros índios. El cacique, como sabia que no le convenia otra cosa hacer, y que le iba la vida ó la mala vida en ello, íbase al cacique de otro pueblo su vecino, y decíale: el diablo que me tiene á cargo (porque así llaman á los españoles en la provincia de Nicaragua, donde esta maldad los tiranos hacian) me pide tantos índios para hacer esclavos, y dice, que no sean de mi pueblo: dámelos tú del tuyo, y darte he yo otros tantos del mio. Respondía el otro cacique: pláceme, porque lo mismo me pide y me manda el diablo á quien me han encomendado, y tengo por señor mio. En cédula de 1 de junio de 1549, escriben Maximiliano y la reyna al presidente Cerrato, que gobernó posteriormente. Decis que os han informado que de esa costa del sur se an llevado al perú mas de seis mil índios libres á vender por esclavos, de manera que han despoblado la costa. Abreis informacion é castigarlos heis.

Remesal lib. 3 cap. 4, dice: la mayor riqueza de aquellos tiempos era el trato de los esclavos; y en el lib. 7 cap. 17, coloca entre las clases pudientes por su giro, la gente que trataba en esclavos. En cabildo de 26 de abril de 1536, sus individuos dijeron: no embargante todas cuantas ordenanzas esta ciudad tiene hechas sobre la saca de los esclavos, los sacan á la contina é no se puede estorbar y esta tierra de ello recibe mucho daño é diminucion de los naturales. Herrera 5, 7, 2, escribe que quince ó veinte caravelas no hacian otra cosa que cargar esclavos, y llevarlos á vender á otras partes, por el grande interese, añade, que de ello resultaba á los gobernadores, á los ministros, y á todos. Segun este escritor, el no llevar marca los indígenas vendidos por esclavos en las islas, no era un obstáculo para su venta, ni una omision que les escusase semejante suplicio; pues dice 4, 4, 10, cuanto á el herrar á los índios, se tenia informacion, que á los que traían de otras partes, diciendo que eran esclavos, los ponian con hierro una señal en el rostro. Para prueba de esto, continúa Casas, entre otras millares de cosas que de los tiranos gobernadores referir podia, digo esta, que

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