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las Casas, y no de infamar, ni de deshonrar á nadie en particular, échase de ver claramente, porque de los sucesos de cada provincia, sabiéndolos todos, no dixo, sino muy pocos, y los ménos odiosos, dejándo á los consejeros, que por la uña sacasen el leon. De suerte que siéndole necesario escribir estas cosas, lo es tambien el darle gracias por su buena intencion, y porque no dijo mas, pudiendo.

En el lib. 7 cap. 5 despues de referir que los tres obispos de Chiapa, Nicaragua y Guatemala dieron traza de juntarse en la ciudad de Gracias donde estaba la audiencia de los confines, dice: cada uno de los que estaban dió en el acuerdo sus memoriales, pidiendo jueces, para deshacer agravios, y estos papeles estan en el archivo de la audiencia, y los he visto, y por no hacer un largo catálogo de inhumanidades é injusticias no se trasladan aquí. Solo basta decir, que respecto de las peticiones, que echaron los señores obispos de Guatemala y Nicaragua, la de ménos delitos personales es la que presentó nuestro D. Fr. Bartolomé de las Casas.

Campomanes, en la educacion popular, ó bien su anotador, habla del obispo Casas como de un impostor inquieto y bullicioso; pero Solórzano, escritor mas cercano á los hechos de que se trata, despues de referir lib. 3 cap. 1, que los encomenderos fatigaban á sus encomendados mas que á las béstias, escribe: lo cual los fué menoscabando, como lo refiere y encarece, en particular tratado, que de esto hizo el obispo de Chiapa.

La poblacion de México y del Perú, escribe Mr. Paw, ha sido indudablemente exagerada por los escritores españoles: tres años despues de la conquista de México, fué preciso que los españoles llevasen gente de las islas Lucayas. Confieso ingénuamente, replica el abate Clavígero disert. 7, que no puedo leer esta observacion de Mr. Paw sin indignarme al verlo afirmar con tanto arrojo lo que es absolutamente falso; y despues de rebatirlo, expone: desde en tónces fué disminuyendo la poblacion de Santo Domingo, en tales términos, que en 1540 apénas quedaron 200 índios, porque desde fines del siglo XV empezaron los españoles á sacar millares de índios de las Lucayas, para aumentar la poblacion de la Española; pero habiendo perecido éstos tambien, llevaron á ella pobladores de Tierra firme, y de otros paises del continente de América, segun los iban descubriendo. Aquí vienen las costas y territorio de Costa-Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala hasta Panuco; y así concluye: léjos de sacar los españoles habitantes de las

islas, para poblar á México, enviaban índios de México (y Guate mala) á las islas.

Smith, en la riq. de las nac. lib. 1 cap. 11, expone que el ejército español, que solia no exeder de quinientos hombres, hallaba en todas partes dificultad para subsistir; y que las hambres que se dice haber ocasionado, manifiestan que las historias que pintan los ter ritorios del continente como populosos, cultivados y abundantes, son enteramente fabulosas. Pero examinando esta observacion, con respecto á Guatemala, aparece del todo infundada. El ejército de Gil Gonzalez Dávila, que entra en 1522 á Nicaragua con la mitad de aquel número, no halló dificultades, sino abundancia de alimento, y conveniencias, y estuvo distante de ocasionar escasez alguna. Alvarado, que penetra en Guatemala en 1524, no se queja de falta de alimento, que le sobró, sino de que la herramienta del campo era de cobre, y no de oro ni de plata, pues surtido y asistido en todos conceptos, no faltaba siño adorarlo. Cortés transita por la costa de Verapaz, no con quinientos, sino con tres mil hombres y mas de mil mugeres, caballos y puercos, y no guardando la disciplina de Europa, sino hostilizando y poniendo en fuga los vecinos, y tampo→ co por vias conocidas, sino, huyendo del gobernador de Cuba, su rival, por los bosques y esteros de la mar, y si alguna vez pasa escasez, tambien encuentra abundancia de víveres, y aun de ropa, no bastando en Tayca y Cinacan 1500 mexicanos, ni cuatro balsas para cargar con ellos. Y no se diga que estos despojos indujesen el hambre en los naturales, sino que ellos la procuraron para que se fuesen los castellanos, ó morir, mas bien que vivir bajo su yugo. Con que si tales son los fundamentos para la falsedad de las historias, su verdad no deja de subsistir con respecto á Guatemala.

En fuerza de ella, Mr. Robertson lib. 8 § 2, escribe: La primera consecuencia que ha tenido para la América el establecimiento de los españoles, es la diminucion tan espantosa, como deplorable del número de antiguos habitantes del nuevo mundo. Haciendo observar en diferentes ocasiones las calamidades que la Europa ha llevado, sea á las islas, sea á las otras partes de la América, yo he indicado diferentes causas de la destruccion rápida de los desgraciados índios. Por todas partes donde los habitantes de la América tomaban las armas para la defensa de su libertad, perecia un grande número en combates tan desiguales; pero la desolacion era todavía mas grande cuando la espada era remitida á la baina, y que

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CAP. X.-CERTIDUMBRE DE ESTA DESPOBLACION.

los vencedores eran pacíficos poseedores de sus conquistas. La despoblacion se ha hecho sentir mas fuertemente en las islas y en las provincias del continente que se estienden desde el golfo de la Trinidad hasta las extremidades de México. Es decir, en Guatemala.

Buffon, en el reyno animal, tratando del hombre, del leon y del tigre, y en el mineral del oro y la plata, refiere que los españoles en América, estimando en mas estos metales que los brazos de sus habitantes, extinguieron su clase en mucha parte bajo la esclavitud, y lamenta la despoblacion de su suelo, suponiendo su poblacion antigua superior á la presente, aunque relativamente inferior á la de Asía y muchas partes de Europa; y lo infiere de la existencia de aquellas fieras que desaparecen, dice, en proporcion que se desmonta y puebla la tierra: bien que las armas de fuego de que carecen los indígenas, contribuyen no ménos á su exterminio; y con respecto á Guatemala y Chiapa, hace mencion de una poblacion mas numerosa, anterior á la conquista, fundado en las inves→ tigaciones de Gage.

Se ha visto que Alvarado y Casas testifican de una poblacion en Guatemala superior á la de México; y Humboldt, en el ensayo político de este pais lib. 2 cap. 4, despues de discernir lo que puede de lo que no puede admitirse en esta materia, escribe: probablemente las inmediaciones de la capital de México, y acaso todos los paises sugetos á la dominacion de Motezuma, estuvieron en lo antiguo infinitamente mas poblados; y asi podemos inferir, que el reyno de Guatemala estuvo tambien infinitamente mas poblado.

CAPÍTULO 14.

Vicariato de Casas en Guatemala.

Fray Bartolomé de las Casas pone por primera vez sus pies en Guatemala á principios del año de 1531. Venia de México, dicé Remesal lib. 3 cap. 4, de tránsito para el Perú, á embarcarse en Nicaragua, trayendo en su compañia á los pp. Minaya y Angulo, y se aposentaron en el convento de Sto. Domingo de esta ciudad, que estaba sin moradores. A la voz de que habia frailes en el convento, dice este escritor, acudió toda la ciudad á verlos; pero cuan

do se encontraron con el p. Casas, contínuo fiscal de conquistadores, se les aguó el contento que llevaban, porque entendieron que traía algunas cédulas y provisiones reales contra ellos, porque el servicio de los esclavos no les tenía muy seguras las conciencias y de cualquier aire se temian. Con todo eso, disimularon y mostraron gusto. En la conversacion se supo que su viaje era para el Perú, y contentáronse de detenerlos quince dias. Casas apresuraba, porque habia obtenido cédula en España para que Pizarro y Almagro no hiciesen mas esclavos, y en prevenirlos, ántes que tomasen posesion de hacerlos, tenia librado el buen suceso de su jornada.

Llegaron al puerto del Realejo, prosigue Remesal, en ocasion que se apercibía un navio para el Perú con gente y bastimentos, y se embarcaron en él. Herrera 4, 9, 1, hace mencion de dos navios que salieron este año de Nicaragua, y hallaron á Pizarro en la isla de Puna, á tiempo que pasaba á Tumbez, y volvieron tocando en Panamá, donde se hallaba Almagro: tambien hace mérito, lib. 10 cap. 7, de una ley que llegó, prohibiendo hacer esclavos á los rebeldes, y que pareció bastante dura. Remesal expresa, que notificada la cédula real á los capitanes prometieron guardarla y obedecerla como fieles vasayos, aunque iba contra su gusto é intereses, y hacian la guerra á su costa; y que hecha esta diligencia, no pasaron á su segunda de predicar en la tierra y doctrinar á los naturales, viendo empezada la guerra y los índios alterados. Pareció pues volverse á otra provincia hasta que ésta se pacificase, y mas bien al p. Casas se agregaron algunos otros religiosos domínicos de los que seguian el ejército, y con ellos y los que fueron en su compañia, se volvieron á Nicaragua, comenzando el año de

1532.

Llorente, en la vida de Casas, pasa tan rápidamente por el periodo de ella concerniente á las provincias de Guatemala, que pone equivocadamente su llegada á Nicaragua, la ereccion de su obispado y nombramiento de obispo en 1525, siendo así que Herrera 4, 10, 15, Dávila en su teatro, y Alcedo en su diccionario, refieren lo primero al año de 1531; y Remesal, continuando la narracion de la vuelta de Casas del Perú á Nicaragua, á principios del año de 1532. Expresa asímismo, que Diego Alvarez Osorio, chantre que era y defensor de índios en el Darien, habia sido ántes nombrado para esta Iglesia, y encargado por el emperador de la fundacion de un convento de domínicos en su diócesi; y que teniendo por buena

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ventura la venida y vuelta de estos religiosos, despues de hospedados, trató con ellos, que se quedasen allí á doctrinar aquellos índios, como habian de estar en Nueva España, ó en la Isla de Santo Domingo, donde no habia falta de ministros; y pareciendo justa la peticion á fr. Bartolomé de las Casas, y á los demas religiosos, fundaron casa y convento de su órden en la ciudad de Leon.

Comenzaron á deprender la lengua de la tierra, y en breve tiempo salieron con ello; y como el p. Angulo sabia bien la mexicana, que era la regional, luego comenzaron á catequizar y enseñar los índios en ella, y así no perdieron tiempo. Asentadas estas cosas, y corrida una mitad del año de 33, el p. Minaya siguió la jornada para México, y fr. Bartolomé y el p. Angulo la tomaron para la isla de Santo Domingo, de donde habian salido, y á cuya provincia se sugetó por entonces el convento que se habia fundado en Nicaragua.

Hallándose Casas en aquella isla, cuenta Herrera 5, 5, 5, que visitó al Cacique don Enrique, que rebelado por la injusticia, habíase por la cordura sosegado, y le alentó á la sumision, honrado ya con la palabra y carta del emperador; sobre cuya comunicacion apercibido Casas de la audiencia, contestó, que pregonada la paz, le era lícita, sin que ellos se la pudiesen estorvar, ni obligar á pedir su licencia. Habiendo juntado á sí cuatro religiosos, trató de volverse á Nicaragua, para seguir la jornada del Perú, á ver que la cédula tuviese en efecto cumplimiento; y tomando, segun parece, el camino que trajo por Honduras, no tardó en llegar, pues me consta, dice Remesal, que mediado el año de 34, estaba en esta provincia: y es por lo que expone Herrera, que el p. Casas, hallándose en la Española, fué de los primeros que, á ruego del obispo Osorio, pasaron á ella á entender en esto.

Allí dispuso dejar los religiosos de la Española, con los que habian venido del Perú, y llevando por compañeros á los pp. Angulo y Cancer, se embarcaron en el Realejo, para ir á Panamá, á donde iba fletado el navio, que no era de alto borde; y por este motivo, no pudiendo resistir á un recio temporal, despues de mil peligros de la vida, les fué forzoso arribar al mismo puerto de donde habian salido, y se volvieron al convento de Leon.

En este año, cuenta Herrera 6, 1, 8, habia sido provisto gobernador de la provincia Rodrigo Contreras, el cual á instancias de los castellanos trató luego de descubrir el desaguadero de la lagu

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