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de su doctrina; la segunda, joven mística que ha inspirado mu chas fábulas y tradiciones; el tercero, sabio teólogo que murió ocupando una Sede de las más importantes de Italia.

Sisenando nació en Badajoz, en el año de 831, y lo citan todos los cronistas extremeños como perteneciente á los levitas. En Córdoba, el año de 851, el 17 de Julio, sufrió martirio, juntamente con otros presbíteros.

Mucho se ha escrito sobre la vida de este místico, á quien otros autores (1) hacen natural de Beja (en Portugal), y aun obispo de aquella ciudad; pero la congregación de ritos decidió la contienda en favor de Badajoz, en cuya iglesia se le reza un himno el 17 de Julio, cantando in primis vesperis, que empieza

así:

O Sisenande fervide
Pacense lumen fulgidum
Levita Christi nobilis,
Exemplar ediscentium
Paterna linquens limina
Opes caducas despicis,
Quærens semper stabilis
Discedis a Pacensibus...

Los falsos cronicones hacen á Sisenando portugués, monje cisterciense y obispo de Beja. Basta para destruir tanta inexactitud consignar que la orden del Cister se fundó dos siglos después que murió Sisenando y que Beja no ha sido jamás obis. pado.

El Santoral Español, no obstante, admite todas estas falsedades, y cita el día de San Sisenando el 4 de Enero.

Otros autores le laman Cicinando.

(1) He aquí las noticias de las obras publicadas ó escritas sobre el mártir San Sisenando:

I. Vida de San Sisenando, mártir, por fray Francisco de Oliveira. (Ms.)

2. Poema de Sisenando, pelo P. Manuel Feyo. (Ms.)

3. Memorias históricas. Sisenando martyr. Beja sua patria, pelo Y S. Fray Manoel do Cenáculo sua primer obispo da mesma Diocesis. (Ms.)

Don Joaquín Lorenzo Villanueva, en su Compendio del Año Cristiano (Madrid 1886), al tomo VII, pág. 106, dice de San Sisenando lo que antes refieren del santo extremeño los autores de crónicas falsas. Por tanto, su relación sobre el santo de Ba. dajoz tiene todos los honores de la fábula, como que está tomada de los cronicones milagreros del siglo XVII (1), cuyos autores conocieron hasta la cara risueña de los mártires de la Iglesia,

(1) «De grande esfuerzo y gozo fué para todos los cristianos que gemían en Córdoba debajo del yugo de los moros el brío y ánimo celestial con que en el reinado de Abderrahman un delicado mancebo, llamado Sisenando, dió la vida por Cristo. Era este siervo de Dios natural de la ciudad Pacense ó Pax-Julia (a), en la Lusitania, famosa y fuerte población de romanos fundada en el sitio donde está hoy Beja, cuyas ruinas bien muestran allí la grandeza y majestad que primero tuvo, gastada ya, no por el tiempo, sino por la furia de los moros cuando conquistaron á España. Restauró la gloria de su ciudad este soldado de Cristo, sustituyendo á su antiguo esplendor la nobleza de su virtud y los triunfos de la fortaleza cristiana.

Lleváronlo sus padres á Córdoba para que aprovechase en doctrina y en virtud con los excelentes maestros de la una y de la otra, que en aquella ciudad florecían.

Grande era el ansia que Sisenando padecía de ver cumplido su deseo. Quiso el Señor templársela anticipándole esta buena nueva con particular revelación. Estaba el santo joven respondiendo á un billete que le escribió un amigo, y cuando tenía ya escritos tres ó cuatro renglones, dejó súbitamente la pluma y, lleno de gozo, se puso en pie, y vuelto al que le había llevado la carta le dió la respuesta conforme estaba, sin acabarla, y le dijo en presencia de muchos: «Hijo, véte luego »>de aquí, no te hallen en este lugar los ministros del juez que vienen ya para sa>>carme de esta cárcel.» Esto dijo con cara de risa, y luego llegaron los alguaciles con gran estruendo y vocería buscándolo, á los cuales recibió él á pie, quedó sin moverse ni mudársele el rostro. Con gran furia descargaron sobre el santo mozo muchos golpes y bofetadas y á empellones lo llevaron ante el juez. Iba á él muy gozoso como si tuviera ya sobre su cabeza aquella perpetua corona con que sus buenos amigos le habían convidado.

Puesto en el tribunal, perseveró constantemente en la confesión de Cristo, por cuya causa fué degollado tal día como hoy (b), que fué jueves, en el año de 851. La Iglesia de Córdoba celebra mañana (c) su fiesta. Su santo cuerpo quedó delante del palacio real, donde lo degollaron. Después fué echado en el río, mas fué Nuestro Señor servido que pasado algún tiempo unas mujeres lo hallaron entre unas piedras y fué sepultado en la iglesia de San Acisclo, donde se crió. Ahora se guardan sus reliquias con otras muchas en la iglesia de San Pedro. Parte de ellas alcanzó la ciudad de Beja en tiempo de Felipe II, siendo obispo de Córdoba don Francisco Reinoso.>>

(a) Pax-Augusta, que ué Badajoz y no Beja, como algunos pretenden.

(6) Día 16 de Julio.

(c) Día 17 de Julio.

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cuando iban al suplicio, y reproducen los diálogos de éstos con los verdugos de Roma, cuando se les obligaba á renunciar de la fe cristiana durante los primeros siglos de la Iglesia.

No necesitó el diácono Sisenando nada de lo que le atribuye Villanueva para ceñir la corona de los mártires. Huído de Badajoz, su patria, cuando por la dominación de los árabes los cristianos fueron tan perseguidos en toda la Lusitania, buscó am. paro en Córdoba, bien porque como centro de más cultura creyese hallar más tolerancia, ó porque en la corte de Abderrahmán vivían también muchos cristianos, y entre ellos se creyese más necesario. Y arreciando en Córdoba, como en todas partes, la persecución contra los que ejercían el culto cristiano, fué mártir, como tantos otros que supieron morir por su fe acendrada y su amor á la nueva doctrina, que tan perseguida se encontraba en el siglo IX.

Otra cosa fué Santa Engracia (virgen y mártir diferente de la que con el mismo nombre sufrió tormento en Zaragoza, reinando Domiciano), nacida en Badajoz en 1020, según cuentan los falsos cronicones.

Los padres de Engracia habían prometido su mano á un moro cacique; pero como la joven fuese católica y además hubiese prometido á Dios su virginidad, huyó á Castilla tan luego como supo las pretensiones de sus padres. Súpolo muy luego Abu-Alahá, su prometido esposo, corrió tras la fugitiva, y dándola alcance junto á los montes Carvajales, próximos á León, le cortó la cabeza y la condujo en trofeo hasta Badajoz, arrojándola á las aguas del río Guadiana.

Las crónicas no han dejado de formar de todo esto su tra. dición, de que hemos de prescindir aquí en gracia á lo insustancial de su fábula, consignando tan sólo que, recogida la cabeza de Engracia por unos cristianos que en vida fueron sus amigos, se conservó como reliquia, y poco después, en el siglo XII, se levantó un templo á media legua de Badajoz, en honor á la mártir, depositándose en él su cabeza, para veneración de los fieles.

Á la extinción de los Templarios, á quienes pertenecía el templo, se trasladó la reliquia à la parroquia de Santa María del Castillo, y por último, en el año de 1462, se condujo en solemne procesión á la parroquia de San Lorenzo. Santa Engracia floreció en principios del siglo XI, y sufrió martirio á mediados del mismo, reinando en Castilla D. Fernando I y en Badajoz Alman

zor.

San Athón, obispo de Pistoya, en el antiguo reino de Toscana (Italia) es otro de los hijos célebres de esta iglesia, conservándose en la misma reliquias suyas.

Ignoramos los antecedentes de familia de San Athón y por consiguiente los rasgos característicos que señalan la vida del mismo en su infancia: sólo sabemos que nació en Badajoz el II de Mayo de 1100. Á la edad de diez y nueve años partió para Roma, donde estudió teología, y á los veinticinco años tomó el hábito de la orden de Villa-Humbrosa, siendo elegido, en 1139, Abad. Según una crónica religiosa de Toscana, fué tal el celo que desplegó este monje en el cumplimiento de su deber, que en 1145 le eligieron general de la Orden, y poco más tarde Anastasio IV le nombró obispo de la célebre catedral de Pistoya, en la ciudad de su nombre, en la provincia de Florencia, del antiguo reino de la Toscana.

El cuerpo de este varón místico descansa en la referida catedral, desde su muerte, en 1171, y es venerado como santo (1),

(1) Por más que hemos buscado en autores florentinos, y en los antecedentes que existen en la Catedral de Pistoya, nada encontramos sobre la canonización de San Athón. Los historiadores de éste tampoco dicen por qué tiempos, ni qué Pontífice le canonizara, y Gil González, como el P. Croiset, tampoco revelan este dato que tan importante nos sería para esclarecer la vida del ilustre extremeño. Indudablemente, si se encontraran las obras de Luís Llorente y de Fr. Pancracio, creemos que se esclarecerían nuestras dudas.

El P. Croiset le llama el beato Athon y no todos los historiadores toscanos convienen en llamarle santo, porque mientras unos lo citan por el obispo de Pistoya, y otros por el venerable Athón, los menos le llaman santo; es más, uno de los canónigos de Pistoya nos hizo la pregunta siguiente: ¿Podría usted decirnos cuándo se canonizó nuestro obispo? Porque aquí no tenemos otro documento sobre el particular que el Acta de 1743, levantada con ocasión de destaparse su sepulcro, y en cuyo documento se le llama santo.

mostrándolo al público el día de su festividad con motivo de la función que le dedican los fieles del obispado pistoyense.

Un monje de Villa-Humbrosa, fray Pancracio, escribió la vida del prelado de Pistoya, en versos sáficos, algunos tan buenos como los siguientes:

<< Hunc adens presens celebrandæ miris;
Laudibus, dulci, noviterque cantu:
Nomen includi prærcibus vocari;

Annuæ nostri.

Thura jam sacris, Arabumque constum,

In focis guttas adolens sabeas;

Nomen Atonis præcibus beati

Mixta frecuentes.

Propter id nostrum Deus apulisse

Facid ad litus resonis audque

Nunc Anæ Apis, ubi Lusitanos
Betica finit.>

También parece que un Luís Llorente, al decir del maestro González Dávila, escribió otro libro titulado: Vida de San Athón, obispo de Pistoya, impresa no sabemos dónde, ni en qué año.

La iglesia de Badajoz le reza el día 22 de Mayo, y conserva reliquias de este santo prelado desde 1743 en que se las conce dió el cabildo de la catedral de Pistoya. En una crónica del siglo anterior se dan pormenores de este hecho (1).

No tenemos más antecedentes con referencia á San Athón, cuya tumba visitamos el 17 de Mayo de 1882, seguidos de una Comisión del cabildo de la catedral de Pistoya, que al mo mento de saber el deán del mismo nuestro propósito y el objeto que nos hacía detenernos en la ciudad, se anticipó á acompañarnos y darnos cuantas noticias tenía con referencia á un obispo, noticias muy importantes, puesto que se referían á la vida literaria de aquel prelado, que siendo abad de Valle Umbrosa 6

(1) Diccionario histórico, biográfico, critico y bibliográfico de autores, artistas y extremeños ilustres (Tomo I, pág. 61 á 62.)

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