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vaqueros

llegamos al rio Moqueretá, donde hallamos á los de la tropa del alcalde provincial de Santa Fé, Antonio Marques Montiel, y entre ellos á un criollo de las Corrientes llamado Juan Hernandez, mui practico de aquella tierra, á quien habló el dicho maestre de campo, en orden á que nos dijese en qué parage se hallarian los infieles, á que dijo discurria que estaban en lo de N. Martinez; ofrecióse así mismo que si queriamos iria él á ver con toda cautela donde estaban fijamente, y que volveria dentro de ocho ó diez dias, que le esperásemos en el parage llamado Lucas Chiquito, ó mas adelante en Lucas Grande, diciéndonos el rumbo que habiamos de coger, que era por medio de la campaña, donde, por la mucha seca, no habia pastos para el ganado, y agua mui poca y mala. Con esta penuria caminamos dos dias, y al tercero, estando alojados cerca de las cabezadas del Gualeguay, llegó á nosotros el capitan Felipe de Toledo, capataz de la tropa del Colegio de Santa Fée, que estaba en los Palmares en compañia del sargento mayor Francisco Carballo: díjonos el dicho Toledo como ibamos perdidos, á riesgo de perecer, segun el rumbo que llevábamos, porque, por la falta de agua, todas aquellas campañas estaban secas, y nos encaminó hacia dichos Palmares, diciéndole á nuestro vaqueano el rumbo que habia de llevar, hasta que llegase un peon que quedó de enviarnos: proseguimos esa tarde por donde nos dijo, y al dia siguiente proseguimos por unas campañas ó travesia sin agua ni pastos, como de cuatro á cinco leguas, y con el grande sol quedaron rendidas muchas cabalgaduras, hasta que llegamos á las cabezadas del Mandiyubi-guazú, donde hallamos buenos pastos y agua: al otro dia vino á encontrarnos dicho sargento mayor Carballo y nos condujo al Palmar, de donde, como ocho dias antes, se habian partido los infieles con toda su chusma; constaba dicha tol

deria de ciento y un pirís. (1) Aqui se apartaron todos los caballos y mulas que venian enfermos y corrian riesgo de quedarse por el camino, con indios que cuidasen de ellos, segun sus pueblos, encargados al dicho Carballo.

Procuramos aqui adquirir alguna noticia del enemigo, pero no se supo fijamente donde estaban. En este parage hallamos á los indios Guenoas, en número de catorce ó quince; repartióseles yerba y tabaco á su satisfaccion, y una pieza de tegido de lana que envió el P. Antonio Sepp, cura de la Cruz, para ese fin, dándoseles á cinco varas á cada uno; y habiendo estado allí dos ó tres dias, proseguimos el viage guiados por dos peones de dicha tropa, dejando orden á los capitanes de las dos balsas que llevaban la provision de yerba, tabaco y biscocho, &. para que nos siguiesen por el rio, procurando dormir en alguna isla, ó de la otra banda; y á la segunda ó tercera jornada nos encontró Ramon Sacafuego, capataz de la tropa de don Andres Pintado, que iba cogiendo vacas, el cual nos dijo que en un parage llamado Gena, en un corral de los vaqueros habia ocho pirís ó toldos, distante como dos leguas del rio llamado Gualeguaichú, para donde caminaba él con sus vacas, y que mas allá, como cuatro leguas habia otros veinticinco toldos, en un parage llamado Calá, donde él tenia el pastoreo de sus vacas, y que todos eran de la parcialidad de los Mohanes y Yaros: caminamos juntos dia y medio, y él se apartó en busca de la gente de su tropa de vacas que llevaban para su pastoreo, é iban caminando para el paso del Gualeguaichú, donde nos habia

1-Piri es palabra de la lengua guaraní que significa junco y tambien estera de junco. Por este documento se vé que era empleada figuradamente, como una especie de sinécdoque para significar las chozas de aquellos indígenas por el nombre de la planta que les servia de material para cubrirlas, 6 para formar tegidos con el mismo objeto ; pues en sentido recto, un toldo de estera ó junco, seria piri óg segun los diccionarios de la lengua.

mos de volver á juntar, encaminándonos antes hacia di

cho punto.

Proseguimos la marcha, y el dia del apostol San Andres, por la mañana, yendo caminando nos avisaron las es

pias que iban por delante, como se habian visto hacia el

paso de dicho rio, donde la gente de la tropa de don Antonio de Vera tenia su pastoreo, dos indios infieles con dos mujeres. Despachó luego el maestre de campo dos españoles con unos indios Guenoas, para que los apresasen, como lo ejecutaron; el uno dijo ser cristiano llamado Ignacio Lescano de nacion Chaná, el otro era Moho; este habiendo sido maniatado se desató, y puesto á caballo dió á huir, pero fueron tras él los Guenoas, que luego le alcanzaron y mataron. Nosotros proseguimos caminando, pero los vaqueanos erraron el rumbo, y nos hicieron rodear mas de tres leguas, con todo el rigor del sol, que fué mui grande ese dia, causa de habérsenos quedado rendidas muchas cabalgaduras, que, segun dijeron, pasarian de 200.

Llegamos finalmente al rio Gualeguaichú, legua y media mas arriba del paso donde estaban los indios apresados y los vaqueros; y habiendo descansado un poco y dado de beber y de comer á los caballos, á la tarde llegamos el dicho paso.

Habiendo pues llegado al dicho rio, nos dijo el capataz de la tropa de Vera, llamado Gaitan, como los ocho toldos que estaban en Gena, se habian pasado á una laguna llamada la Centella, seis leguas de donde nos hallábamos. Con esta noticia dividió el maestre de campo la gente en dos tercios, reservando otro para que quedase en el real, cuidando del bagage: el un tercio entregó á su sargento mayor Martin Simon, en el cual habia de ir por capellan el P. Antonio de Alarcon; este habia de ir á dar en los toldos que estaban en la laguna de la Centella. El otro

tercio llevaba á su cargo el maestre de campo, en que fuí yo por su capellan.

Dispuesto esto en esta conformidad, el domingo por la mañana, primero de diciembre, despues de misa, (dígela tarde este dia por esperar volviese la gente que esa madrugada habia ido á reconocer otros dos toldos que digeron estaban allí cerca, y ya no los hallaron) avisó una de las espias que estaban puestas de la otra banda del rio, como se habia visto un indio infiel, tras del cual venian otros cinco y un muchachito de siete para ocho años, cristiano, de los que llevaron los infieles en la primera invasion de la estancia de Yapeyú con su madre que le daba de mamar.

Mandó luego el maestre de campo tocar la caja y que montasen los que tenian caballo atado, y él, con los españoles de su conducta y otros de las tropas, pasó luego á la otra banda con los indios Guenoas y Guaranís que le siguieron; de los seis infieles mataron los cuatro, entre ellos el célebre y desdichado Carabi, con otro hermano suyo llamado Ticú Guazú, mui valiente y una de sus mejores espias; el tercero se llamaba Juan Yaro, mui celebrado entre ellos por valiente; el cuarto no sé como se llamába, tambien era valiente, y llevó á mal traer al guenoa llamado Gregorio, y sino lo hubiera socorrido lo hubiera pasado mal; ya le habia quitado el arco y flechas, pero el capitan de los indios de San Carlos, llamado Matias Guaiho, se arrojó del caballo y se las volvió á quitar; con esto le dieron un flechazo y le mataron, no traia él mas armas que sus bolas enramados; el quinto, habiendose apeado en la cumbre de una loma á hacer agua, y visto lo que pasaba con sus compañeros, se volvió atras; el sexto llamado Boca tuerta, se metió á pié en el monte, que es mui espeso, y se hizo invisible; el que mataron el dia antes se llamaba Aguará, porser grande y rastreador, y la mejor espia que tenian.

Visto esto determinó el maestre de campo caminar luego al punto para Calá, donde estaba la tolderia grande, con su tercio, como se ejecutó sin dilacion alguna, llevando consigo, al dicho capataz Ramon Sacafuego, que la noche ante se nos volvió á juntar y caminaba con sus vacas á Gena, donde se quedó, dándonos dos peones de los suyos que nos guiasen adonde estaba la tolderia. Caminando pues todo el resto del dia y toda la noche, llegamos al amanecer al dicho parage, y hallamos los toldos vacios, porque á media noche, segun supimos despues, llegó un español y les dió aviso de como íbamos y por donde les habiamos de avanzar; con este aviso los infieles se metieron en el monte, hurtándonos la vuelta, y de retirada dieron en nuestra caballada y mataron un famoso indio de San Nicolás, llamado Pablo Guayutí, que venia por cabo principal de la gente de su pueblo, que se habia quedado atras á mudar caballo, cogiéronle á pié, no dió fuego la escopeta, y aunque se defendió lo que pudo con el alfange que llevaba, hiriendo á uno que se le llegó en la cabeza y hombro, ultimamente herido de un flechazo, cavó, y acudiendo los otros, que eran tres ó cuatro, le acabaron de matar; fué su muerte muy sentida de todos. Mataron tambien á otros dos caballerizos, uno de Santo Tomé y otro de los Apóstoles; á otro del pueblo de la Cruz hirieron malamente, no murió, pero este con una media luna que llevaba le dió una herida en la barriga, debióle de herir malamente, porque le dejó.

Avisaron al maestre de como se via el rastro, ó por mejor decir, la polvareda, y luego al punto fueron los nuestros con el maestre de campo y españoles en su seguimiento; pero como llevaban tanta ventaja y nuestros caballos no habian comido en todo el dia antes, y aquella noche estaban rendidos, no les pudieron dar alcance; y así mandó el maestre de campo recoger los soldados para

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