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jor los altos intereses del país, quiénes han cumplido con más honradez sus deberes cívicos, quiénes han procedido con desinterés más patriótico y quiénes han servido con más lealtad á sus ideas políticas, á su partido y á Chile.

París, Septiembre 18 de 1893.

INTRODUCCIÓN

I. Chile desde 1810 á 1833. II. Espíritu de la Constitución de 1833. III. Chile desde 1833 á 1861, ó sea, consolidación del orden público. — IV. Los partidos reformistas desde 1861 hasta la Administración de Aníbal Pinto. — V. La omnipoten-cia Presidencial. — VI. Desnaturalización de la Carta Fundamental, con sus consecuencias.

I

Cuando los españoles vinieron al nuevo mundo, se detuvieron como admirados ante la obstinación patriótica el heroismo de los araucanos.

V

Almagro, el denodado descubridor de Chile, se volvió al Perú, triste y desesperanzado, ante la pobreza del territorio descubierto y ante las resistencias opuestas por hombres y naturaleza.

Valdivia rindió su vida en Tucapel, sin haber recogido en sus audaces campañas otro botín que sacrificios, luchas sin cuartel, combates á toda hora y la muerte.

Muy luego la experiencia con sus dolorosas enseñanzas probó al Gobierno Español que en Chile no era posible organizar una colonia de bohemios, ni de gloria barata,

ni de hombres enriquecidos sin gran esfuerzo personal. Era preciso organizar una colonia de luchadores, de heroicas resoluciones, de ardiente espíritu de trabajo.

Y tal es la historia colonial de Chile: tres siglos de pobreza honrada, tres siglos de lides memorables contra los araucanos y tres siglos de labor modesta.

Estos antecedentes sociológicos imprimieron á las autoridades y al pueblo un carácter especial de economía, de amor al trabajo, de respeto al orden y de pujanza individual.

Los próceres de la Revolución de la Independencia reflejan en sus propósitos de Gobierno y en sus procedimientos, muchas de esas calidades tradicionales, más sociológicas que heredadas, del pueblo chileno.

De aquí por qué en el plan de conducta, en los actos políticos y en las Constituciones de los Padres de la Patria se encuentra con caracteres elocuentes y como programa invariable: el amor al orden, el amor á la honradez administrativa, el amor al trabajo y el amor á Gobiernos poderosamente organizados sobre un principio de autoridad respetado y respetable.

La revolución de la Independencia tuvo que hacerse con militares de profesión y con militares improvisados. El militarismo es la consecuencia inmediata de las revoluciones y de las guerras. Se apodera insensiblemente de la opinión pública la admiración á la gloria, y parece que el instinto bélico que trae el ser humano desde la cuna en el fondo de su ser fuera el único que guiara acciones é ideales.

El militarismo, ya que está fundado en la fuerza y en las glorias obtenidas por la fuerza, es incentivo fecundo de poder y de ambiciones improvisadas. Fácilmente se generan los caudillos, y sin saber cómo ni cuándo, surgen aquí y allí mandatarios, educados, no en los gabinetes de

estudio, ni en los comicios, sino en los cuarteles y en los motines.

No es raro entonces ver que, desde 1810 á 1830, la historia de Chile pueda compararse al Océano que está en perpetuo movimiento.

Mientras duraron las campañas por la libertad nacional, eran explicables y hasta justificadas las dictaduras militares; pero desde que en Maipo se afirmó la Independencia, era lógico pensar en la constitución regular del Gobierno.

Las tentativas para ello y las resistencias consiguientes, fueron causa de los motines y cambios de Gobierno que principalmente se notaron desde 1823, fecha de la abdicación de O'Higgins, hasta la batalla de Lircay en 1829, fecha de la consolidación del poder público en manos del partido Pelucón.

Es curioso observar, como demostración de los antecedentes sociológicos del pueblo chileno, que todos y cada uno de los gobernantes que se sucedieron después de la batalla de Maipo en 1818, exponían como programa de su administración, ó como razón de ser de su dictadura, ó como causa de sus resistencias á las reformas, la conservación del orden público y el respeto al principio de autoridad. En estos motivos fundó O'Higgins su dictadura y los obstáculos que opuso á la incorporación en las Cartas Fundamentales de 1818 y de 1822 de cambios más o menos radicales en el orden político y administrativo.

Cae O'Higgins y entra Freyre á la cabeza de la facción liberal reformista. Sucumbe muy luego en la anarquía y en la falta de preparación del país para gobernarse á sí mismo. Francisco Antonio Pinto llega al poder y promulga la Constitución del 28, encarnación de los más avanzados ideales de gobierno y, por lo tanto, incompa

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