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rejistró La Revista de Ciencias i Letras. Los hermanos Amunátegui, autores de este trabajo, segun despues se ha sabido, esplicaron el criterio que los guió al formarle, diciendo que «no habian incluido aquellas publicaciones que tenian un interes de circunstancias ni que versaban sobre asuntos privados, como informes en derecho, etc.>>

Omitiéronse, pues, en ese catálogo los opúsculos forenses, los escritos, muchas veces en hoja suelta, de la polémica política i de la diatriba personal, i las novenas i devocionarios; pero así deficiente él estaba destinado a ser el orijen de una bibliografía estensa i mejor concebida.

Mientras esta obra se preparaba, el jefe de la oficina de estadística, don Santiago Lindsay, reunia el catálogo de los hermanos Amunátegui con el de Alberdi, i adelantándolos hasta 1858 los daba en el segundo Anuario de aquella oficina.

Se tuvo así una lista de 1240 publicaciones correspondientes a los cuarenta i siete años de prensa corridos desde 1812 hasta aquella fecha, entre las cuales «no se comprendian las memorias sobre juicios, muchos libros de devocion que en gran cantidad se publicaban todos los años, i en jeneral muchas impresiones que no podian considerarse como artículos de librería.»

Esta esclusion de lo que no se consideraba artículo de comercio o de librería (sin embargo de que si se publicaban devocionarios era porque hallaban compradores,) se comprende mejor que no la pretension formulada por los señores Amunátegui de atender solo a lo científico i literario en la prensa de un pais jóven i de incipiente cultura.

En ámbos casos, sin embargo, se desconocia el oficio modesto, pero útil, de la bibliografía, de rejistrar todas

las producciones de la prensa, sin nada omitir, ni jéneros ni calidades, como no los omite el naturalista que con igual interes describe el gran cetáceo i el zoófito de rudimentario organismo.

El bibliografo ha de ser el guia que señale fuentes de informacion a quien quiera que las busque, ya para especulaciones científicas, ya para compajinar la crónica o escribir la historia, ya para basar en sus antecedentes empresas industriales. La prensa almacena cuanto siente, cuanto piensa la humanidad, cuanta esperiencia recoje hora a hora, i la bibliografía pone esta esperiencia al alcance de los cultores del campo intelectual, a todos los cuales proporciona la materia de sus trabajos,... ménos al poeta, feliz creatura a quien, como es sabido, bástale para quedar bien informado mirar en su propia alma, o divagar como el ave en el espacio.

Ni ha de olvidar el bibliógrafo que para merecer confianza de quien le consulte, dos cualidades han de avalorar sus informaciones. Es la primera una exactitud rigorosa en la reproduccion de los testos, unida a la veracidad de las noticias con que los ilustre, dando lo cierto como cierto i lo dudoso como dudoso. Leer de prisa i tomar apuntes de lijera es fatal para la composicion de este jénero de trabajos. Si el diario vive de las noticias oportunas, aunque sean anónimas i desautorizadas, los trabajos históricos i esperimentales las exijen ante todo seguras.

La equidad en los juicios que emita sobre los libros i sus autores es otra de las cualidades que han de recomendarle, equidad propia de su papel de guia i consejero.

I sin que le corresponda llamarse autor en el sentido enfático de la palabra (como algunos lo presumen), pues nada crea ni nada inventa el bibliografo, ha de tener pre

sente en dignificacion de su modesto papel que, segun Melchor Jufré, nuestro viejo cronista,

Esto del enseñar en sí contiene

Un no sé qué de propia estimativa.

Pero volvamos a aquellos primeros e imperfectos catálogos. Su mérito consistió en haber llamado la atencion por sus mismos vacíos hácia la necesidad de formar la bibliografía jeneral de la prensa chilena ántes que desapareciesen las ediciones de sus primeros años.

Dado el carácter técnico de semejante obra, impropio para interesar al grueso público, i los costos que demandaban su preparacion e impresion, ella solo podia ser emprendida bajo el patrocinio oficial. Exijia ademas su ejecucion un trabajo paciente i mui ordenado; i el consejo de la Universidad la confió con buen acuerdo al profesor de filosofía del instituto nacional don Ramon Briseño, varon tan metódico como lo fué el célebre filósofo i profesor de Kenisberg, con quien se iguala hasta por la nonajésima que con robusta salud hoi alcanza.

Guiado el señor Briseño por su método, ya que no por su filosofía, recorrió prolijamente, escrutando materiales para su trabajo, el fondo de impresos chilenos de la Biblioteca Nacional, i las bibliotecas particulares del doctor don José Gabriel Palma i de don Pedro Francisco Lira, especialmente ricas en publicaciones del pais; i como resultado de su rebusca dió a luz en 1862, con el título un poco estraño de Estadística bibliográfica de la literatura chilena, un volúmen en folio que colacionaba 4,594 publicaciones correspondientes a los primeros cuarenta i ocho años de nuestra prensa (1812-1859). El segundo tomo de esta obra, que apareció veinte años

despues con la colacion de 5,143 títulos, avanzó la bibliografía jeneral del pais hasta 1876'.

Como primera esploracion en forma del vasto campo de la prensa chilena, pues el señor Briseño fué llamado a inventariarla sin escluir jénero alguno de impresos, su obra adolece de errores i vacios que tal vez le habria sido fácil evitar en parte si a la rebusca en las grandes bibliotecas, que no siempre lo poseen todo, hubiese unido la de algunas bibliotecas pequeñas donde de seguro habria encontrado lo que en aquellas faltaba; i sobre todo, si no hubiese descuidado de aprovechar las informaciones orales que entónces pudieron suministrarle muchos de los actores i espectadores conscientes del período que esa bibliografía reflejaba. Mas, como quiera que se consideren esos errores i vacíos, ellos no aminoran sino mui débilmente el mérito de una obra que fué a su aparicion, i es hoi todavía al cabo de cuarenta años, un libro capital en su jénero.

En cambio, lo que puede apresurar su decrepitud, es decir, su reemplazo por otra mas perfecta, que tal es a la larga o a la corta la suerte a que nacen condenadas las bibliografías2, es que olvidó el señor Briseño some

1. Estadística Bibliográfica de la Literatura Chilena. Obra compuesta, en virtud de encargo especial del Consejo de la Universidad de Chile, por el miembro de la misma Universidad en la Facultad de Filosoffa i Humanidades, Don Ramon Briseño. Santiago de Chile, Imprenta Chilena, 1862.-xii), una, 546 p. de 222X149.

El tomo Il repite las primeras líneas del tilulo auterior, i agrega: Por el secretario de la Facultad de Filosofía i Humanidades de la misma Universidad i conservador de la Biblioteca Nacional, Don Ramon Briseño. Tomo segundo, que comprende todas las publicacisnes en Chile hechas por la prensa en el espacio de 17 años, contados desde 1860 inclusive hasta 1876 tambien inclusive. Santiago de Chile. Imprenta Nacional. 1879.-xiii, 508 p. de 244 X 170.

2. Son los trabajos de este jénero de tal manera progresivos, si vale la palabra, que el hallazgo de un papel desconocido, el descubrimiento

terse a uno de los cánones que para la composicion de la obra le prescribió el consejo de la Universidad, a saber, el de copiar los títulos de los impresos tales como se encuentran en las respectivas portadas. I como si la abreviacion de los títulos no desfigurase lo suficiente la fisonomía de los impreso, añadio todavía el descomponerlos en fragmentos, que colocó, a manera de factura de comercio, en columnas paralelas, destinando una al título propiamente tal, otra al año de la impresion, otra al nombre de la imprenta; anatomía que ha convertido no pocas de sus anotaciones casi en un jeroglífico.

Al hacerme cargo de la direccion de la Biblioteca Nacional en 1886, emprendí la publicacion del Anuario de la Prensa Chilena, en que desde entónces vienen rejistrándose con regularidad las producciones de la prensa nacional, i las de la prensa estranjera referentes al pais por razon de sus autores o de sus materias. Pero quedaba entre el principio de este Anuario i la Estadistica bibliográfica una laguna, i para llenarla hice formar un catálogo que abrazara la casi década que va de 1877 a 1885; mas con tan poca fortuna que, apenas concluida su impresion, la consumió un incendio no salvándose mas que cinco o seis ejemplares.

Sometido este catálogo ántes de reimprimirlo a una revision prolija por haberse adquirido nuevas publicaciones del mismo período, se vió que sus deficiencias eran mas considerables de lo que al principio se temía, como nacidas de la irregularidad con que se cumple por

de una nueva noticia obliga a volver sobre ellos cuando se les creia definitivamente cerrados. Despues de impreso el apéndice, he tenido conocimiento de varias ediciones correspondientes a los años que este tomo abraza, i descubierto el autor de un opúsculo que rejistré solo con su seudónimo. Todo ello irá en un apéndice jeneral al fin de la obra.

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