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de los pueblos, se me atribuye en el memorial impreso la calidad de ingrato i desconocido; por eso se me hace decir en frases estudiadas que, apénas pude alcanzar (del Gobierno de mi pais en aquel tiempo) la devolucion de mis propiedades embargadas cuando todos saben la jenerosidad con que fuí recibido, i restituidas todas mis posesiones.

Como era necesario echar mano de todas las apariencias para vestir la representacion de todas las probabilidades, se hace våler el armisticio propuesto en el año 14 por don Manuel de Sarratea a la Legacion española residente en la corte de Rio Janeiro, como un testimonio de la existencia de un plan sostenido para entregar el pais al Gobierno de España; se hace un crímen de la concentracion del poder en un solo individuo, como una medida que encaminaba a los mismos fines; se presenta a los jefes militares i políticos como viles ejecutores de tan inícuo proyecto; se recuerda la comision de don Manuel Garcia i las diputaciones de los señores Sarratea, Belgrano i Rivadavia, como hechos que acreditan un complot de los primeros hombres, de los ciudadanos mas distinguidos, de los patriotas mas ardientes, dirijido a sofocar la revolucion i volver los pueblos a la antigua tirania; i todo esto se imprime por el Gobierno i se publica a la faz de todos los pueblos!

Cuando don Manuel Sarratea negoció en Rio

Janeiro el armisticio del año 14, yo no era mas que coronel de un rejimiento, sin otro influjo que el de mis servicios i mi notorio patriotismo; pero el ar misticio propuesto al jeneral Vigodet en consecuencia de las negociaciones de Janeiro, fué un asunto demasiado público para que pudieran ocultarse sus fines a los ciudadanos que entónces figu raban en la administracion. El proyecto de armisticio fué el resultado de combinaciones políticas bien calculadas i no de un plan pérfido i secreto, como se supone en el finjido memorial. Despues de las desgracias de Vilcapujio i Ayouma, cuando el jeneral Pezuela avanzaba a las inmediaciones de Tucuman, el jeneral Artigas en guerra abierta estendia hasta Misiones el influjo de su poder, el je neral Osorio conseguia ventajas que le aseguraban la ocupacion total del Estado chileno; i, cuando las provincias se hallaron en el mas inminente riesgo de sucumbir, se creyó conveniente i necesario buscar la proteccion de una gran potencia i penetrar si estaba en los principios políticos de la nacion vecina unirse a la España contra los intereses del Rio de la Plata. A este fin fué nombrado el señor Sarratea por el Gobierno de los señores Peña, Larrea i Posadas para pasar a Londres haciendo escala en Rio Janeiro. El señor Sarratea que conocia la necesidad de ajustar las medidas de la política a las urjencias de nuestra situacion, propuso por pura

oficiosidad i sin antecedentes instructivos un plan de armisticio que adoptó el Embajador español con la interferencia de Lord Stranffordt que lo era de S. M. B. Se recibieron estas comunicaciones en los momentos en que el Gobierno agotaba todos sus recursos en armar una escuadra que destruyese la enemiga, i asegurando el imperio del Rio, nos pusiera en estado de tomar la plaza sin dificultades que en otra forma parecian invencibles. La idea del armisticio se acomodaba perfectamente con las miras políticas del Gobierno, porque el empeño de realizarlo debia naturalmente atribuirse a efecto de debilidad por el jeneral de Montevideo; i entretenido con esta persuasion no fijaria sus cuidados en el armamento naval, que habria podido destruir en las mismas valizas de Buenos Aires, si hubiese llegado a calcular toda su importancia. El Gobierno no se equivocó en sus conceptos. La escuadra se armó sin inconveniente i la patria debe talvez su existencia a los resultados de una empresa tanto mas gloriosa, cuanto mas difícil i atrevida. El armisticio, por otra parte, presentaba todas las ventajas a favor de nuestros intereses, pues tenia por base la cesacion de hostilidades en la Banda Oriental i en todas las provincias del Alto Perú; i la ocupacion por nuestras armas hasta el Desaguadero nos aseguraba sin peligro las riquezas, el comercio, la poblacion i todos los recursos del pais para tomar

una aptitud imponente, capaz de garantir el suceso de nuestras justas pretensiones al reconocimiento de la independencia política de Sud-América. Por esto es que lo rechazó con obstinacion el jeneral Vigodet, dejando sin efecto las negociaciones que habia propuesto oficiosamente el señor Sarratea en prevision de los grandes intereses del Estado. Destruida la escuadra de Montevideo se apresuró su Gobernador a restablecer el proyecto de armisticio; pero el Gobierno de Buenos Aires, que habia ya logrado una parte de sus designios, contestó que no entraba en convencion alguna que no tuviese por base la entrega de aquella plaza. Al fin se tomó Montevideo, el baluarte de las esperanzas de la antigua tirania, i el Gobierno convirtió sus atenciones a la libertad del Perú. En estas circunstancias llegaron las noticias de la caida de Napoleon i del regreso de Fernando VII a España, con comunicaciones de Lord Stranffordt en que aconsejaba i aun exijia a nombre de su Gobierno se adoptase por el de estas Provincias una conducta política cual convenia al nuevo órden de cosas. Tambien se recibieron avisos fidedignos de la fuerte espedicion que preparaba la Corte de Madrid contra el Rio de la Plata i de las negociaciones que habia entablado con empeño para proporcionarse en los puertos i provincias limítrofes del Brasil toda espe cie de auxilios. Entónces fué que se resolvió lą

mision de los señores Rivadavia i Belgrano, cuyos objetos eran de la mas elevada importancia, pues se dirijian a ganar tiempo i prevenir los resulta. dos de una invasion i se hallan especificados en las actas del Consejo de Estado despues de apro. badas por la Soberana Asamblea Jeneral Constituyente, que instruyó a los pueblos en circulares reservadas. El jeneral Pezuela, que mandaba las fuerzas enemigas del Perú, conociendo la imposibilidad de resistir al ejército victorioso de Montevideo que caminaba a atacarlo en sus trincheras, propuso un nuevo armisticio a pretesto de la vuelta de Fernando al trono. Estas comunicaciones dirijidas por el jeneral Rondeau al Director Posadas, dieron lugar a varias sesiones en las que se resolvió que pasase un oficial de graduacion a conferenciar con el jeneral Pezuela, i poniéndose ántes de acuerdo con el jeneral Rondeau i su auditor de guerra don Antonio Alvarez Jonte, concluyese el armisticio toda vez que Pezuela se obligase, como base esencial, a evacuar el territorio i retirarse al otro lado del Desaguadero. El coronel Vásquez salió al efecto, pero como en los dias de su salida llegasen avisos de la retirada precipitada que emprendió el jeneral Pezuela, lo relevó el Gobierno de la comision facultando al jeneral Rondeau para que, si lo tuviese por conveniente, entrase en la negociacion con arreglo a las instrucciones que de

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