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Siempre me pareció digno de un hombre honrado sacrificar su reputacion a la de su patria. Si esta máxima no constituye el heroismo, es, por lo mé. nos, el resúmen de las virtudes mas sublimes del ciudadano.

las

En ella fundaba yo mi silencio sobre mis servicios i persecuciones. No era posible justificarme de negras calumnias calumnias que fulminó la envidia i la venganza de mis rivales, sin recordar sucesos que empañarian talvez las glorias de mi patria; i celoso de su honor mas que de mi nombre, sufria sin quejarme los ataques de la injusticia, esperando del tiempo el desengaño, i de la calma de las pasiones, el triunfo de mi inocencia. Del tiempo i la razon los vengadores de la verdad.

Acercábase ya este deseado momento a esfuer

zos de mi eficacia auxiliada de la fortuna. Chile, América, el mundo i mis propios enemigos iban a presenciar el testimonio mas brillante de la enerjia de mi patriotismo, cuando un Gobierno levantado sobre las ruinas del antiguo despotismo, que se titula republicano, restaurador de los derechos de la naturaleza, protector de los pueblos de SudAmérica, el primero que abrió la marcha hácia el templo de la Libertad ¡¡¡El Gobierno de Buenos Aires!!!... atacando los principios de su constitucion, destruye la obra de mis servicios con un golpe de poder arbitrario; despoja a Chile de grandes i permanentes recursos para la guerra de la independencia; al interes de su ambicion sacrifica mi gloria i mi fortuna; me abate, en fin, me calumnia, me persigue hasta el esterminio, invocando el sagrado nombre de la patria.

¡Tan cierto es que no hai barreras contra el torrente de las pasiones armadas de la autoridad, ni respetos que no profane un déspota, que con la espada del poder se abre paso a la tirania!... Pero el velo está rasgado, i la defensa de mi honor se ha convertido en una obligacion civil, desde que el sufrimiento puede comprometer los derechos sacrosantos de la patria. Ya es necesario romper, en obsequio de vuestros intereses, el silencio que habia guardado en perjuicio de mi reputacion. No seria prudente callar por delicadeza lo que es pre

ciso publicar por deber. "Nosotros hemos peleado, hemos derramado nuestra sangre para destruir la tirania, no para cambiar de tiranos."

Como ha de sostenerse mi defensa sobre el detalle de mi vida pública, forzoso es hablar en favor de mi conducta i de mis acciones como majistrado, como jeneral, como ciudadano. Conozco que la empresa es árdua, ni se me oculta que rebatir una calumnia fué siempre empeño mas difícil que el del calumniador; por que regularmente se escucha con placer la imputacion i la injuria, i se soporta con trabajo la apolojia i el elojio. Mas, cuando la notoriedad de los hechos, cuyo eco resonó desde los Andes al otro lado de los mares no me salve de las sospechas de parcialidad; cuando lo que me obliga a decir la naturaleza de mi causa no se considere justo imputarlo a los que han hecho necesaria mi defensa, i cuando, finalmente, la historia de mis servicios a la patria i de mis persecuciones por su justa independencia no restablezca mi reputacion patriótica sobre las impresiones del egoismo i la impostura, con todo, si he conseguido, por lo mé. nos, avisar a los pueblos de los peligros que los circundan, i prevenirlos contra las redes que arma cautelosamente la ambicion detestable de un enemigo doméstico encubierto con el paladion de la libertad pública, yo habré desempeñado el mas noble de mis deberes, i la conciencia de este senti

miento jeneroso será la mas digna recompensa de mi patriotismo.

Servia yo en España de sarjento mayor de un rejimiento de húsares cuando hizo Chile un movi miento de inclinacion a su independencia. Jóven, con orgullo militar, enemigo de la tirania i amante de mi patria, nada hubo que pudiera contener mis ardientes deseos de ausiliar sus esfuerzos glorio

SOS.

Todo me presentaba una perspectiva brillante i lisonjera, hasta el sacrificio de mi carrera, de mis esperanzas i de mi propia vida. Casi en la víspera de mi partida fuí sorprendido por el gobierno de Cádiz, cuyo espionaje inquisitorial eludia las cautelas mas bien combinadas. Fácil es concebir cuál seria mi destino en esas circunstancias. Mi suerte fué la de todos los americanos que respiraban el amor de la patria. Arrestado, procesado, sin comunicacion, yo habria visto al fin sofocados mis designios, si la virtuosa jenerosidad de dos ilustres estranjeros (a) no me hubiese puesto al alcance de realizarlos.

Despues de una larga ausencia tuve la fortuna de arribar a Chile en Julio de 1811, libre ya de las persecuciones del despotismo metropolitano. Su

(a) Los honorables Cárlos Helphistony Fleming i Jorje Cockburn.

situacion en aquella época era por cierto lamentable, órden, combinacion, esperiencia, planes, enerjia, todo faltaba para establecer la independencia, ménos el deseo de ser libres. Las formas republicanas unidas al poder absoluto; dividida la opinion por la diverjencia de los partidos; la ambicion disfrazada con el ropaje del bien público; la autoridad sin reglas para mandar, el público sin leyes para obedecer; cual nave sin gobierno en medio de las clas fluctuando entre las convulsiones de la anarquia, presentaba Chile en su estado de oscilacion el cuadro de la crísis espantosa que precede a la rejeneracion política de los pueblos, al esterminio de envejecidas preocupaciones, al sacudimiento súbito de un yugo antiguo i ominoso.

No pasó mucho tiempo sin sentirse la necesidad de una reforma saludable que demandaban las circunstancias ejecutivamente. Pero el influjo de las facciones, la elocuencia del egoismo i las intrigas subterráneas de la ambicion, en contínuo choque con los intereses del Estado, diferian una medida, la única capaz de contener el torrente de males que amenazaban la seguridad pública. Crecieron los peligros, sucedió el temor i la razon tomó su imperio. El pueblo al fin determinó, callaron las pasiones, i amaneció un dia en que vosotros, compatriotas, en la plenitud de nuestra libertad, contentos de mi conducta como ciudadano (Número 1), me entre

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