Imágenes de páginas
PDF
EPUB

CAUSAS DE LA GUERRA

ENTRE CHILE I LA CONFEDERACION PERÚ

BOLIVIANA

(1835-1837).

I.

Difícilmente se ha presentado jamas para Chile una época mas azarosa que la de 1837.

Arrastrado por las necesidades de su política i de su situacion a contrarrestar el poder de dos naciones fuertes i unidas, tuvo que vencer al peligro con la enerjía; a la escasez de recursos con el patriotismo de sus hijos.

La América miró asombrada la temeridad del exiguo pais que se lanzaba con vehemencia, casi con alegría a destruir el poder colosal del presidente Santa Cruz. Del resultado de la lucha dependia la importancia de Chile en el continente i su superioridad moral en el Pacífico; a su derrota iba vinculada la pérdida de su nombre i de su prestijio. Era la prueba mas ruda que lo hubiera amenazado desde su existencia de nacion independiente.

No se crea que Chile se comprometió sin motivo en esta grande empresa; el material del descontento se fué amontonando lentamente.

Me propongo referir el orijen de la desavenencia, los motivos grandes o pequeños que resfriaron la amistad de los dos pueblos i las causas inmediatas de la guerra,

Estudiando con detencion esa época accidentada; en que los acontecimientos se precipitan; en que los sucesos van mas lijero que la prevision humana, encontraremos la razon política a que obedeció el gobierno de Chile al comprometer a la nacion en una empresa tan formidable.

Colocados a 40 años de distancia de los sucesos i de los hombres creemos tener la suficiente imparcialidad para juzgarlos, i en caso que nuestra opinion parezca contraria a la verdad histórica, el lector podrá formarse un juicio personal a la vista de la relacion suscinta, pero fiel que sirve de base a nuestras reflexiones.

El año de 1835 gobernaba en el Perú el gran mariscal don Luis José Orbegoso. Comenzaba apénas ese año tan fecundo en grandes acontecimientos, cuando el batallon Maquinguayo que estaba de guarnicion en el Callao se pronunció en favor del jeneral Lafuente.

La revolucion no duró largo tiempo.

Los jenerales Salaverry i Nieto al mando de las fuerzas de Lima, vencieron a los amotinados despues de una infructuosa i tenaz resistencia.

Un mes despues debian tener lugar las elecciones jenerales para Presidente de la república. Orbegoso que ocupaba interinamente el puesto supremo, puso en juego todos los recursos de la autoridad para obtenerlo de un modo definitivo. La facilidad de su reciente triunfo le hizo creer que la tranquilidad de la capital estaba asegurada para siempre i tomó la imprudente resolucion de marcharse al sur a ajitar en persona su candidatura, llevándose a la guarnicion de Lima.

De todas partes se le anunciaba que el jeneral Salaverry, el brillante vencedor del Callao preparaba una revolucion. Fué inútil la previsora insistencia de sus amigos, i en especial del jeneral Castilla, prefecto de Puno que, en notas públicas i confidenciales le hacia ver la tormenta que se amontonaba sobre su cabeza. Castilla, dotado de un admirable sentido político, le anunciaba con la franqueza de su carácter i de su amistad, una próxima conflagracion producida en el sur por los manejos separatistas del jeneral Santa Cruz, i en Lima por la ambicion del jeneral Salaverry. Pero Orbegoso, dominado por la fatal indolencia que fué la

B. C.

24

mala estrella de su vida, se negó a oir esas leales i jenerosas advertencias i se puso en marcha para el sur, dejando a don Manuel Salazar i Baquijano como jefe del gobierno supremo durante su ausencia.

Salaverry no esperó largo tiempo: el 13 de febrero dió el grito de revolucion contra la autoridad de Lima secundado por las tropas que guarnecian la plaza del Callao. El mismo dia se dirijió oficialmente al gobierno supremo, anunciándole el nuevo cambio político. Hé aquí la comunicacion:

«A las doce de la noche de ayer se ha pronunciado toda la guarnicion de esta fortaleza contra la autoridad de S. E. el Presidente, encargado del Poder Ejecutivo, proclamando que ella es azarosa al bienestar del Perú i dirijida por una faccion abominable que ha destruido la Nacion. I con mucha celeridad lo participo a V. S. a fin de que poniéndolo en conocimiento de S. E. recabe V. S. la única medida que puede evitar el derramamiento de sangre innecesaria i el aumento espantoso de los males que aflijen a la patria.-Dios guarde a V. S:

Felipe Santiago Salaverry.»

El presidente Salazar aturdido con un acontecimiento tan grave como inesperado no pensó sino en abandonar a Lima para poner a salvo su persona i su autoridad, mientras que Salaverry abanzaba hácia la capital i la ocupaba sin resistencia.

Desde allí envió a los coroneles Quiroga i Torrico con una columna de 130 hombres en persecusion de Salazar, que marchaba hácia Jauja, acompañado por el jeneral Necochea i por los katallones Ayacucho i Húsares de Junin.

La fortuna parecia sonreir al jóven i ardoroso caudillo. El grito revolucionario habia encontrado entusiasmo i simpatías hasta en los estremos del Perú.

Salazar se retiró a la Sierra; a ese asilo que parece haber sido labrado por la misma naturaleza para protejer al perseguido. En sus ásperas grietas, en sus quebrados i sinuosos cerros se han ocultado sucesivamente todas las causas i todos los hombres vencidos.

La noticia de la revolucion sorprendió en Arequipa al jeneral

Orbegoso. La gravedad de las circunstancias exijia una gran resolucion.

La division Valle-Riestra compuesta del batallon Libres i del escuadron Junin marchó en el momento a Ica a reunirse con las fuerzas del jeneral Salas. Valle-Riestra debia combinar sus operaciones con Salazar para envolver si era posible a la columna de Torrico que se habia situado en la Oroya a corta distancia de Jauja i marchar en seguida sobre Lima.

Entre tanto la contienda habia cambiado de faz. Lo que al principio pudo creerse un motin local era una verdadera guerra civil con estensas i temibles ramificaciones. El Cuzco, Lampa i Ayacucho se pronunciaron en favor de Salaverry.

La sublevacion cundió hasta en las mismas filas del batallon Ayacucho que acompañaba a Salazar que a media noche atacó i puso en fuga al escuadron Húsares de Junin que permanecia fiel a Orbegoso.

El presidente Salazar obandonado por todos reconoció oficialmente la autoridad de Salaverry.

La division Valle-Riestra permaneció en Ica en completa inaccion hasta fines de marzo.

Sus tropas imitando el ejemplo de Lima i de Jauja aclamaron al nuevo gobierno i aprehendieron a su jeneral.

El infortunado Valle-Riestra fué la primera víctima de la larga i sangrienta guerra que se iba a iniciar.

Salaverry manchó su causa i su nombre haciendo derramar en el patíbulo la sangre de su rival vencido, que fué fusilado el 1.o de abril de 1835 sin que se alegara mas cargo contra él que no haber secundado con sus tropas la revolucion del Callao.

Salaverry creyó desarmar a sus enemigos con este horrible ejemplo. Sucedió todo lo contrario: el furor de la venganza encendió sus almas i se precipitaron al combate con mas decision que

nunca.

No contento Salaverry con haber ultimado entre las sombras de la noche a su ilustre i glorioso enemigo, proclamó aquel mismo dia al ejército insultando los restos palpitantes de la víctima (1).

(1) El Jefe Supremo de la República a sus compañeros de armas i compatriotas:

"El jefe desnaturalizado que osó invadir con fuerzas el departamento de Lima, abandonado por éllas i conducido a las fortalezas del Callao, ha sido ejecutado.

El esplendor del triunfo cegaba la intelijencia juvenil de Salaverry; nada le anunciaba aun que el crímen aunque sea político trac en sí mismo su castigo.

La sangre de Valle-Riestra caeria pronto sobre él, i el patíbulo de Arequipa sería la espiacion del que con mano temeraria habia alzado en el Calllao.

El Perú se pronunciaba entre tanto en su favor.

El jeneral don Domingo Nieto, apresado el dia de la sublevacion del Callao fué embarcado con destino a Centro-América, pero burló la vijilancia de sus guardianes, apoderándose de la embarcacion que lo conducia al destierro. Nieto desembarcó en Huancacho i formó una columna de doscientos hombres con que derrotó al batallon Lejion, mandado por el comandante Rivero.

El jeneral Salaverry se puso en marcha hácia el departamento de la Libertad, tan pronto como tuvo conocimiento de ese grave

suceso.

Alarmado Nieto con tan peligrosa vecindad se dirijió a Challapampa, en donde sus tropas se pronunciaron contra él i lo entregaron a Salaverry a principios de mayo de 1835.

El departamento del Cuzco que al principio de la revolucion habia manifestado tendencias federalistas i querido tomar una actitud neutral, aclamó a Salaverry el 5 de mayo, manifestando en una acta solemne que se colocaba bajo la proteccion «del jénio capaz de concentrar la paz jeneral.>>

Puno siguió el ejemplo del Cuzco. En una palabra, todo el sur del Perú, escepto Arequipa se acojió bajo la brillante fortuna del jeneral Salaverry.

Orbegoso permanecia encerrado en Arequipa, la única ciudad que aun se conservara fiel a su causa. Su ejército era insignificante comparado con el de Salaverry i en vano se habria esforzado en aumentarlo con soldados peruanos, porque el pais entero se habia dejado fascinar por la gloria juvenil de su afortunado rival.

Mientras éste gobernaba de hecho sobre toda la Nacion, Orbegoso vivia encerrado en Arequipa, como desterrado dentro de su propio pais.

Salaverry habia llegado a ser el verdadero presidente del Perú:

"La sed de sangre humana que lo devoraba se ha estinguido en la suya propia, i suya la única que ha purificado el suelo que le dió existencia, etc.-Lima abril 1.° de 1835."

« AnteriorContinuar »