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rejiones mas altas de la filosofía, de difícil acceso, es verdad, pero donde las hermosas perspectivas i los vastos horizontes que percibe nuestro espíritu, recompensan con demasía nuestra laboriosa tarea. La filosofía positiva no rechaza la discusion porque sabe que ella es uno de los elementos mas poderosos de nuestro desarrollo intelectual. No teme los ataques, pues en ellos vé solo uno de sus medios de propagacion. En efecto, mas de uno de sus adeptos, los debe la filosofía positiva, a los ataques de sus mas encarnizados enemigos. En el estado actual de las sociedades humanas, se encuentran muchas intelijencias que, habiendo abandonado toda idea teolójica i profesando una profunda aversion por las ideas metafísicas, tienen en sus concepciones mas de un punto de contacto con las doctrinas positivas; les basta conocerlas para aceptarlas.

Entro, pues, con verdadero placer a la discusion, i solo siento que la tarea de defender el positivismo haya tocado a un jóven que no posee ni esos variados i sólidos conocimientos que dan autoridad a la palabra, ni ese lenguaje colorido i brillante que encanta, que atrae i que fascina, como el que pudimos oir en la sesion pasada. Contemplo la grandeza de la doctrina, i conozco al mismo tiempo la debilidad de mis fuerzas para hacer resaltar sus verdades, sus bellezas i su prodijiosa fecundidad. Pero la gratitud, la profundidad de las convicciones, el deber de proclamar la verdad con entera franqueza, i el deseo de servir en algo al progreso intelectual de su patria, obligan a romper el silencio a uno de los mas jóvenes i oscuros soldados de la filosofía positiva.

Antes de comenzar la discusion, voi a tratar de destruir en el ánimo de mis oyentes, de aquellos sobre todo, que no conocen la filosofía positiva, la funesta impresion que en él puede haber producido la elocuente palabra del señor Zambrana. Segun la pintura que nos trazó de la doctrina de Augusto Comte, ella no es mas que un cúmulo de aberraciones, que casi no merecen los honores de una crítica. Desde el principio hasta el fin de su discurso nos fué señalando error tras error en la filosofía positiva, de tal modo que nos la presentó como una doctrina completamente errónea i absurda. Si Comte en matemáticas, en astronomía, en física, dijo algunas verdades, en filosofía formó un sistema, que debe ser rechazado por todo hombre de buen sentido. Hasta la risa i la burla tuvieron tambien su parte en la crítica de las doctrinas positivas (1).

(1) El señor Zambrana, en una réplica a este discurso, decia que la risa i la

Estoi, pues, seguro, de que a la vista de este cuadro sombrío, mas de uno se habrá preguntado: ¿es posible que haya álguien tan loco, tan iluso, que se atreva a sostener todavía semejantes aberraciones, i a declararse discípulo de Augusto Comte? Mas de uno tambien, habrá ya condenado la filosofía positiva, i la considerará poco digna de estudio i de meditacion.

Pero yo les ruego se hagan por un momento estas sencillas reflexiones: ¿cómo se esplica si todo aquello es verdad, que la filosofía positiva cuente entre sus mas abnegados discípulos a Littré, uno de los hombres de erudicion mas vasta i profunda que haya conocido el mundo, a Robin, el mas grande de los histolojistas franceses, i a muchos otros sabios ilustres de todas las naciones? ¿Cómo se esplica que el ilustre pensador ingles, Stuart Mill, a quien deben tanto las ciencias sociales i políticas, profesase una admiracion tan grande por Augusto Comte, i haya dedicado un libro al exámen de sus doctrinas, una gran parte de las cuales acepta sin vacilar? ¿Cómo es posible entónces que el señor Lastarria se declare discípulo de Augusto Comte, i lo apellide, en sus Lecciones de Política Positiva (páj. 49), «el mas grande filósofo de este siglo, a quien solo son comparables Descartes i Leibnitz?> ¿Cómo se esplica, en fin, que una doctrina tan absurda i que no halaga, por otra parte, esas inclinaciones místicas a que es tan propensa la naturaleza humana, que destruye, como se dice, una a una las mas caras aspiraciones del hombre, que exije de él una humilde resignacion ante aquello que es inmutable, i un constante estudio de la naturaleza para descubrir lo que puede modificarse, cómo se esplica, repito, que la filosofía positiva, tan severa i árdua como es, tan errónea como quieren hacerla aparecer, se propague, lentamente es verdad, pero con paso seguro por todas las naciones civilizadas? ¿Será acaso porque la humanidad a medida que avanza en su camino, va perdiendo mas i mas esas antiguas verdades que conquistó en los primitivos tiempos de su historia? ¿Será que todos esos pensadores que he citado, mientras mas profundizan el saber humano, mas se sumerjen en el error i en la ilusion?

burla eran armas mui lícitas para atacar los errores humanos. No lo negamos. Pero creemos que es un noble ejemplo digno de imitarse, el que nos presenta Stuart Mill, cuando, despues de haber referido todos los absurdos que encierran las últimas elucubraciones de Augusto Comte i en uno de esos arranques jenerosos que solo saben tener las grandes almas, lanza estas sentidas palabras: «Habrá algunos que reirán quizas; pero nosotros lloraríamos mas bien delante de esta triste decadencia de un grande espíritu.D

No cito todas estas autoridades como argumentos a favor de la doctrina positiva. Por felicidad, destruyóse ya para siempre el antiguo axioma: magister dixit. Ahora, solamente la verdadera ciencia, que se basa en la observacion i esperiencia razonadas, es el gran maestro del espíritu humano. He hecho estas reflexiones para conseguir que no den todavía su fallo todos aquellos que no conocen la filosofía positiva, i que, impresionados por el cuadro del señor Zambrana, estarán talvez dispuestos a condenarla. Todo lo anterior indica que el sistema filosófico de Augusto Comte merece una gran atencion de parte de todos los hombres estudiosos, i que todo el que aspire al título de pensador, está obligado a estudiarlo i meditarlo largamente, si no para aceptarlo, a lo ménos para dar a conocer su posicion respecto a una doctrina que ejerce tanta influencia en la ciencia i en la filosofía.

Preparados así los ánimos, entremos ahora en el fondo de la discusion, i busquemos primeramente la base, el punto de apoyo de los argumentos del señor Zambrana, o en otros términos su filosofía. Cuestion es ésta mas difícil de lo que parece, pues en todo su discurso se descubre que no ha ordenado sus conocimientos adquiridos, i que carece de un método que lo guie en sus dicusiones i en la investigacion de la verdad (1). Se vé, sí, con claridad que no está afiliado en la escuela esperimental, a la cual pertenecen todos los grandes pensadores modernos, i entre ellos Stuart Mill i Herbert Spencer, de los cuales toma el señor Zambrana la mayor parte de sus argumentos. Esto perjudica en algo el debate, pues estando desacordes acerca del fundamento de todo conocimiento humano, carecemos de un punto de partida para la discusion, i será difícil que arribemos a algun acuerdo esencial. Yo, por mi parte, en conformidad con una de las bases de la filosofía positiva, declaro que acepto en toda su estension el método esperimental,

(1) Esta carencia de principios fijos i bien definidos es mui frecuente en los escritores modernos, como lo hace notar mui bien E. de Roberty, en un notable estudio sobre los semi-positivistas (La Filosofía Positiva, tomo XIII, 1874). "Los lectores, dice, conocen sin duda esta especie particular de escritores, filósofos, doctores i publicistas que no son ni teologos, ni metafísicos ni positivistas, cuando se consideran simultáneamente a lo menos dos de sus escritos, pero que, cuando se les observa bajo un ángulo bastante estrecho para no contener sino una sola de sus producciones a la vez, se hacen a sus horas i súbitamente adeptos i discípulos de cada una de esas tres concepciones fundamentales del mundo. Me equivoco: de las dos últimas solamente; porque no tratamos de los creyentes, sino mas bien de los espíritus escépticos e ilustrados que, si dejan aun a veces a la teolojía una entrada de pura complacencia en sus teorías, no lo hacen sino a espensas de su sinceridad i de la lójica."

así es que proporciono a mi adversario un medio fácil i espedito de traer a mi espíritu el convencimiento. Si sostengo, pues, una doctrina errónea en su concepto, muéstreme los hechos positivos que la contradicen, e inmediatamente renunciaré a ella. Ante todo, debe uno inclinarse delante de la realidad de las cosas, i no dejarse llevar de las inspiraciones i de los gustos de su propio espíritu.

Pero si no encontramos en el discurso del señor Zambrana un modo de pensar bien definido, se nos presenta, sin embargo, en él, una idea capital, que sirve de piedra angular a toda su argumentacion. Si logro mostrar el error que encierra esa idea, habré destruido los cimientos de aquel edificio que vimos alzarse espléndido i majestuoso en la sesion pasada. Esa idea es la siguiente: El espírititu humano, dice el señor Zambrana, obedece a dos tendencias enteramente opuestas: la una que lo arrastra a ver en el mundo únicamente lo concreto, lo particular, lo puramente material de las cosas; la otra que lo lleva a ver en todo lo abstracto, lo jeneral, lo ideal. La primera conduce al materialismo en cuanto a las concepciones, i al sensualismo en cuanto a la moral; la segunda al idealismo filosófico i al estoicismo en la moral. Aristóteles i Epicúreo son ejemplos del primer caso; Sócrates i Platon, del segundo.

Hé ahí, en resúmen, la idea que sirve de enlace al discurso del señor Zambrana, hé ahí el prisma deforme al traves del cual ha observado la doctrina positiva, apellidándola materialista i sensualista.

Analicemos esa idea.

Noto, desde luego, que el señor Zambrana censura el absolutismo de esas dos tendencias, i que sin embargo afirma la permanencia, en la historia del espíritu humano, de los resultados de ámbas tendencias. ¿Será verdad, como de ahí se deduce a todas luces, que el espíritu humano, está condenado a flotar perpétuamente entre dos errores opuestos: el materialismo i el idealismo absolutos?

Voi a demostrar que no son permanentes los resultados opuestos de esas dos tendencias, que éstas se concilian en una doctrina hácia la cual marcha indefectiblemente la humanidad en su incesante desarrollo.

Cualquiera que haya leido un poco de historia de la filosofía, se convencerá de la profunda verdad que encierra la observacion del

señor Zambrana. El materialismo i el idealismo son los dos términos fatales de la metafísica de todos los tiempos.

Pero hai para la intelijencia humana un campo de actividad en que esas dos palabras quedan vacías de sentido, i que no ha sido tomado en cuenta por el señor Zambrana. Ese campo es el de la ciencia positiva. Esta estudia únicamente los fenómenos del mundo, percibe sus relaciones, i concluye por descubrir algunas de esas inmutables leyes, que son una verdadera fuerza i un verdadero título de gloria para el espíritu humano. En la ciencia, el conocimiento, en vez de absoluto, es enteramente relativo, i en su estudio el hombre ha comprendido que jamás podrá conocer las cosas en sí, sino tan solo en sus fenómenos, es decir en cuanto a las relaciones que afectan con él. Para la ciencia, pues, no hai ni puede haber materialismo ni espiritualismo.

Pero la filosofía, se me dirá, tiene un campo de accion distinto del de las ciencias. Sí, diré yo, esa separacion entre la filosofía i las ciencias ha sido necesaria mientras éstas estaban todavía apénas rudimentarias, no estendiéndose sus esplicaciones sino a los fenómenos ménos complicados del universo. El hombre, desde el primer vuelo de su intelijencia, aspira ya a esplicarse el mundo, i no suministrándole la esperiencia la menor esplicacion, se lanza con todo vigor en el vasto i fácil campo de la metafísica. I como esa misma esperiencia no le ha dado a conocer todavía la fuerza i el alcance de su intelijencia, se propone i resuelve, con una facilidad que nos asombra, aquellos problemas de oríjen i de fin, que nosotros, enseñados ya por una larga esperiencia, no vacilamos en declarar inaccesibles al espíritu humano. La metafísica, es decir, esa filosofía que no tiene conexion alguna con la ciencia positiva, ha prestado sin embargo grandes servicios al desarrollo de la razon humana, alimentando su actividad, i sosteniendo con fuerza ese punto de vista jeneral que todo lo abarca i que no se queda en los detalles, punto de vista sin el cual no puede haber filosofía.

Hoi dia la metafísica ha sido rechazada definitivamente de todos los dominios del saber humano, que son ya propiedad esclusiva de la ciencia esperimental. El método científico o positivo limitado en un principio al estudio de los fenómenos inorgánicos i al de los puramente vitales, se ha estendido por fin al estudio de los fenómenos morales, sociales i políticos. Quien niegue esta asercion no tiene mas que observar el movimiento científico europeo, i podrá ver que eminentes psicólogos como Herbert Spencer i

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