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con los minerales que las rodean, á que se agrega ser aquí el mayor consumo, hizo siempre que los asentistas viviesen radicados en esta ciudad, y por lo mismo por utilidad comun y de la real hacienda, debe residir en ella el administrador general del ramo que á tiempo especialmente en los de cosechas, necesita visitar las administraciones, y cada laguna de por sí, siéndole fácil por la inmediacion tomar las providencias prontas y oportunas para su gobierno y seguridad.

93.

Estas sales se crian sin mas cultivo que el que les dá la naturaleza: la sal tierra es una costra delgada, que despues de seco el vaso de la laguna del Peñol con los hielos, los aires y el sol, en los meses de Enero hasta principios de aguas, se le levanta de la superficie y bien despegada se rastrilla y amontona fuera del casco, y en su circunferencia para vender, en el concepto que ó por la escasez ó abundancia de las aguas y otras circunstancias en que influye el clima, se suele perder la cosecha sin arbitrio para remediarlo como ha sucedido en tres años de los nueve que corre la administracion.

94.

La sal de grano cuando las aguas alcanzan al tiempo de la canícula se cuaja con la fuerza del sol como en todas partes; pero los aires que la baten, suelen impedir la cosecha que es contingente, no solo por esta causa, si no es porque cuando son escasas las lluvias se acaba el agua antes de tie.npo y no tiene aquel primer agente en que operar.

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La sal espumilla que tambien es contigente, se cria y cosecha de distinta manera: si el año es abundante de aguas de modo que alcancen á los meses de Diciembre y Euero, en este caso sobre la humedad y en las orillas que van desocupando con la fuerza del hielo. y calor del sol, se cria y levanta aquella costra blanca y delgada que se llama espumilla, que suavemente se raspa á fin de que no se incorpore con mucha parte de arena; en cuyo estado se almace. na para vender.

96.

En la operacion de estas tres cosechas no se ha alterado cosa alguna del sistema que seguian los asentistas, pues establecidos con la esperiencia de dos siglos y acostumbrados los operarios á él, consideré peligrosa cualquiera novedad: sobre este punto he hecho sérias y repetidas observaciones, y en lo material hallo que no se puede mejorar un trabajo que por el modo de hacerse y por lo que se paga á los operarios ofrece muchas ventajas á la corona.

97.

Como la sal tierra es la de mayor recomendacion, y en que se fundan las esperanzas de la renta, pues las sales blancas son mucho mas accidentales y en menor número, luego que se advierte en la laguna del Peño! que está desplegada la costra, procura el administrador acopiar operarios para que la recojan, cuyo número se va aumentando á proporcion de la necesidad. De todas partes ocur

re gente al trabajo, y cuando se escasea, se pide á las justicias del contorno, que en virtud de despacho de su exelencia y bajo la multa de doscientos pesos, deben ausiliar esta necesidad, sucediendo lo mismo en las otras lagunas respectivamente.

98.

El modo de cosechar la sal tierra es muy fácil, el vaso de la lagu. na tiene una legua de largo y mas de media de ancho, el dia antes de empezar á la cosecha, se reparte costalería de istle y de jerga, al número de operarios que se juntan, gobernados por un mandon ó capitan. El administrador con los veedores reconoce y señala el paraje donde se ha de empezar la operacion, y por la mañana temprano entran á trabajar raspando sobre la superficie, que es bien dura, aquella materia ó espuma que está ya despegada, lo que ejecutan con un palo largo que cada uno lleva fijando al estremo otro atravesado como de tres dedos de ancho que llaman rastrillo; con el que juntan la sal tierra en montoncitos cortos, despues los mismos operarios llenan los costales y en sus hombros ó en burros de su cuenta, los sacan de la orilla y descargan en el paraje

que se les previene: todos los mandones cuidan de que solo se levante lo útil sin tocar en las orillas donde suele haber arena, y tam bien que no lastimen el casco, lo que es dificil así por su dureza como por la suavidad con que se raspa.

99.

Todo el dia se ocupan en esta operacion y á la tarde se reconoce por cálculo las fanegas recogidas, en cuya virtud á dos hombres de confianza se les entrega aquel número de tarjas que se regula necesario para la paga: está moneda es de hoja de lata del tamaño de un real, donde está estampada á golpe una R. que es el signo que la autoriza. Al dia siguiente el administrador con los otros dependientes, dos veedores y los dos tarjeros, pasan á las cinco de la mañana al paraje donde se ha de recibir la sal, allí están juntos todos los operarios. El capitan que los gobierna se pone en el centro del círculo donde se ha de formar el monton, el que cuida de que se perfeccione, y cuyo trabajo le pagan, dándole una tarja cada cosechero: colocados los dependientes en dos filas, se manda á los operarios que empiecen á entregar y por medio de ellas van pasando con sus costales de jerga al hombro, en cuyo acto se cuida de que los llenen segun su costumbre, y al que no lo hace se le obliga á que vuelva á rellenar: todos van vaciando en aquel paraje y en el mismo acto se les da una tarja por cada costal, cuya operaracion dura mientras hay sal que recibir, y en acabándose vuelven los operarios á su tarea de rastrillar para la entrega del dia siguiente, restituyéndose á la administracion los empleados á liquidar la cuenta de la sal recibida y pagar cuatro reales á cada uno de los veedores y tarjeros, en premio de su trabajo.

100.

El modo de saber la fanega que comprende el monton es el siguiente: si el dia antes se regular on recojidas cuatro mil fanegas, debiendo comprender cada costal seis almudes y pagándose una tarja por cada uno, se entregan 8.000 de aquellas monedas á cada uno de los sugetos señalados. Vuelta á la administracion se cuentan las sobrantes, y si resultan mil, se deduce que repartido el res

to se recibieron siete mil costales que deben comprender 3.500 fanegas.

101.

Tomado un cuaderno que se folia y firma por mi mano, se abre cuenta en él al monton bajo el número 10, y así sucesivamente se señala el dia que empezó, el paraje y los costales que se le van introduciendo hasta que se cierra, que es cuando en su inmediacion no hay sal que recoger, de suerte que cada una de estas partes que se van formando en distintos parajes segun el producto de la laguna, comprenden desde cinco hasta nueve mil fanegas mas ó menos segun aquellas circunstancias, rematando en figuras redonda y piramidal, escepto las cuatro galeras que aunque con ellas se guarda la misma formalidad se vacian los costales indistintamente.

102.

Como ya se sabe el número de fanegas de cada monton cuando se le abre su venta, se le van datando las que se les sacan cada dia; y concluido, restado el debe con el haber, se deduce lo que sobró ó faltó á la pieza: si es lo primero es mas cargo á la administracion, y data si lo segundo; los asientos de los libros se comprueban con aquellos cuadernos y el real tribunal de cuentas examina uno y otro con la prolijidad que acostumbra.

103.

Estas diferencias como que la sal se recibe á bulto y por cálculo y se entrega por medida, son inevitables: si la sales costrilla y esponjada con la que se llenan fácilmente los costales, suele faltar á el monton y sobrarle si es remolida, pues en este caso lleva mas de los seis almudes; verificándose que compensadas estas faItas de unos con la sobra de otros, por lo regular sale ventajosa la renta en el todo de una cosecha, segun las fanegas que se le calculó.

104.

Aunque se quiera mejorar este método es imposible porque se perdería mucho tiempo en guardar otra formalidad, y seria dema

siado costosa: la estacion suele urgir ó por las aguas ó por otro motivo: los operarios desean entregar prontamente para seguir su trabajo de cosechar. Lo que conviene al rey es sacar la sal de la laguna sin arriesgarla: para amontonar se juntan á veces en cada parte mas de doscientos hombres, siendo necesario comenzar antes que caliente el sol para libertarles del calor y de la fatiga que les aumenta el polvo, de suerte que en dos ó tres horas se amontonan de seis á ocho mil costales, de que resulta la violencia de este trabajo que no puede mudarse, y aun en el caso que haya algunos equívocos son de poca consideracion con respecto al gravámen, que traeria diferente sistema; y en cuanto á la buena fé de los empleados supuestas las intervenciones de unos con otros y su juramento, parece que nada hay que añadir para la seguridad de la renta, salvo una mala versacion confederada, que es dificil se verifique y muy fácil el descubrirlo, de que hasta ahora no hay ejemplar de esta clase.

105.

Siendo el plan de la laguna tan grande se va produciendo la sal poco a poco y á proporcion aumenta el administrador las cuadrillas, de suerte que hay dias que se ocupan hasta 500 personas y 200 burros, y que por consiguiente se recojen y amontonan de 12 á 14.000 costales en dos distintos parajes, que es lo regular, dándose á conocer el trabajo de unos y otros, y su utilidad mucho mas cuando la cosecha dura tres ó cuatro meses en un clima frio, airoso y destemplado.

106.

Cada tarja vale un grano y doce un real, por consiguiente y amontonadas le cuestan al rey tres fanegas que son seis costales medio real, cuya paga es bien corta con respecto á la distancia de donde se conducen y al trabajo de vaciarlos y de rastrillar, pero todos están conformes, y la costumbre autoriza un sistema tan ventajoso á la real hacienda, la que vendida la fanega de sal tierra sobre cuatro reales, viene á ganar un setecientos por ciento, por tener calculado á cada una seis granos de valor principal y costos, que será mas ó menos segun las fanegas que se levanten, pero no habrá mucha diferencia.

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