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III

Claudio Vicuña era conocido en toda la sociedad chilena.

Perteneciente á una de las familias patricias del país, constituyó un hogar de los más distinguidos y respetables de Santiago.

De honorabilidad proverbial, formó gran fortuna con su esfuerzo de hombre, con su clara inteligencia para los negocios, con su carácter tenaz en los proyectos y labores que inicia, y con un espíritu de empresa y de constancia propio de bien equilibrada naturaleza.

Sus virtudes personales y de hogar están á prueba de la maledicencia.

Dedicado por el rumbo que le trazaron las exigencias de la vida á la industria agrícola, llegó á ocupar uno de los primeros rangos por su poderosa iniciativa, por la pujanza de su alma emprendedora, por los brios de su carácter y por las instintivas expansiones de su naturaleza moral.

La preferencia que tuvo por las grandes empresas industriales, no le quitó ni su correcta forma social, ni su inclinación por la cosa pública.

En la política ha sabido conservar intactas sus calidades personales: honradez, actividad, energia, elevación de

miras.

Como Senador no tomó ingerencia fecunda en la vida parlamentaria; pero siempre fué de los primeros en defender las doctrinas más avanzadas del partido liberal. Era un liberal convencido y enérgico.

El conflicto producido en Mayo de 1890, entre el Presidente de la República y el Congreso, estimularon en su alma tradicionales anhelos por el mantenimiento del principio de autoridad.

Creía, como Balmaceda, que el debilitamiento exagerado y el desprestigio del Ejecutivo en Chile, cuando todavía está en plena gestación democrática, eran peligros gravisimos para el porvenir.

De aquí por qué sin vacilar, prestó su apoyo al Gobierno.

El Ministerio Prats lo hizo volver á sus labores agricolas.

Al producirse la crisis de este Gabinete, Balmaceda lo hizo llamar para entregarle la Jefatura del Ministerio en los momentos más solemnes para el país. La Revolución tronaba ya en lontananza y se acercaba más y se acercaba más y más con su carro de fuego.

Vicuña comprendió bien la gravedad de la situación; pero la aceptó en aras del país y del partido Liberal.

Mientras el Ministerio Vicuña, soportando como Atlas una montaña sobre las espaldas, resistía el desencadenamiento de pasiones que estallaban en la prensa, en los corrillos y en la Comisión Conservadora, la Coalición preparaba entre las sombras el alzamiento de la Escuadra, que se produjo el 7 de Enero.

Claudio Vicuña se traslada ese mismo día á Valparaiso, foco de las conspiraciones, del peligro y de las resistencias, y allí trabaja dia y noche con incansable afán y patriotismo para fortificar la plaza, atacar à la Escuadra, organizar el Ejército y levantar el espiritu público dando confianza.

La circunstancia de que sus amigos se fijaran en el para la Presidencia lo obligó, en respeto á delicada incompatibilidad moral, á renunciar el Ministerio del Interior, lo que no fué obstáculo para que siguiera cooperando con sus consejos, ejemplo personal y energía de carácter.

Designado en la Convención de 8 de Marzo, el partido Liberal eligió una Junta directiva para que organizara los trabajos electorales en la República.

Hela aqui:

Adolfo Eastman.

Comité.

Miguel Castillo.

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Domingo Godov. Ismael Pérez Montt. Lauro Barros. — Rafael Balmaceda. - Aníbal Sanfuentes. Baldomero Frías Collao.

Secretarios.

Alberto Valdivieso Araos. Santiago Pérez Eastman.

Alejandro Maturana.

Tesorero.

En la fecha legal tuvieron lugar las elecciones de Electores para Presidente de la República.

El 25 de Julio las diversas Juntas Electorales del país lo eligieron por unanimidad Presidente de la República para el periodo constitucional que comienza el 18 de Septiembre de 1891.

Los acontecimientos en su vaivén caprichoso y la fuerza bruta, impidieron que tuviera sanción la voluntad del país.

IV

Adolfo Eastman, que durante el periodo de la Revolución ocupó los honrosos puestos de Presidente del Senado, Presidente de la Convención que eligió á Claudio Vicuña y Presidente del Directorio del Partido que dió sangre, fortuna y tranquilidad personal en defensa de las seculares instituciones de Chile, ha prestado grandes servicios al progreso industrial de la República y siempre ha ofrecido su concurso generoso á cuanto ha significado un estímulo á la caridad, á la beneficencia, á reformas maduradas por la experiencia y al mantenimiento del principio de autoridad y del orden público.

Descendiente de preclaros hombres de trabajo, educado en Inglaterra y en Alemania, dotado de un carácter tan modesto como enérgico en el cumplimiento de sus deberes cívicos y sociales, y relacionado con vínculos de familia con el famoso industrial y filántropo José Tomás Urmeneta y con el distinguido hogar formado por el General Juan Mackenna, uno de los Padres de la Patria, ha prestado desde muy joven activa cooperación al par tido Liberal en su borrascosa historia de los últimos treinta años.

Diputado por Ovalle en 1864, y más tarde por Quillota y Limache, Senador en,los períodos de 1882 y 1885 por Valparaíso y Colchagua respectivamente, se habia separado de la política y entregado al fomento industrial de la Vinicultura, cuyo porvenir es inmenso para la riqueza de Chile y su futuro engrandecimiento económico.

Cuando el Congreso comenzó en 1890 su lid inconstitucional contra el Ejecutivo para destruírlo, aniquilarlo y arrojar por tierra el pedestal de gloria y de crédito que le habían levantado varias generaciones de patriotas ilustres, Adolfo Eastman creyó deber ineludible prestar su concurso desinteresado en cuanto pudiera servir para poner á salvo del naufragio, en inmediata perspectiva, los principios que habían servido de sustentación á la paz interior y al buen nombre exterior de la República.

Prestó su apoyo moral y político al Ministerio de Mayo y siguió cooperando con absoluta abnegación hasta que estalló la Revolución.

Llevó su patriotismo al extremo de aceptar la Dirección de la Guardia del Orden que se formó en Santiago cuando el Ejército legal comenzó sus operaciones activas y había necesidad del sacrificio personal de ciudadanos respetables para evitar en la Capital escenas desdorosas en la emergencia de tentativas de motín que hubieran intentado los Revolucionarios al salir las tropas del Gobierno á campaña.

La victoria de los insurrectos lo encontró en la brecha y en el puesto del deber.

Los vencedores pagaron tan hidalga abnegación patriótica con la saturnal de horror y de pillaje consumada en su hogar el 29 de Agosto y de la que muy luego daré minuciosos pormenores.

La existencia de Eastman puede sintetizarse en tres palabras, cuya elocuencia no podrá ser nunca suficientemente blasonada:- Caridad, hogar y patria.

En estos altares ha rendido culto fervoroso é incesante su noble personalidad moral.

CAPÍTULO XXIV

EL CONGRESO CONSTITUYENTE

-

I. - Elección y apertura del Congreso Constituyente. - II. -Medidas de Seguridad Nacional. IV. Reformas Judiciales.

- III. Medidas Económicas.. - V. — Reforma Constitucional.

I

Apenas una parte del Congreso de acuerdo con la Escuadra se lanzó á la revuelta, Balmaceda, obligado por el imperio de los acontecimientos y por la imposición de sus adversarios, tuvo que asumir la cantidad de poder público suficiente para resguardar la autoridad y defender las instituciones.

Pero esta dictadura, resultado de la dictadura asumida por parte del Congreso, no era aceptada por él sino como medida impuesta por la salud pública.

De aquí por qué uno de sus primeros pensamientos fué convocar al país á elecciones populares.

Aceptada esta idea, tan en armonía con sus antecedentes, con su educación política y con sus inclinaciones de hombre de Estado, surgió la cuestión de resolver las facultades que debía tener el Congreso que debía convo

carse.

Sería una Asamblea ordinaria y normal?

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