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no veian, que no conocian, pero que adivinaban
las consecuencias que podrian tener.
-¿Te fijaste en Rafael, Polo?

—Sí. Yo creia que tú no lo habias visto. Qué cerca anda siempre de misfa Marta..

Después de un silencio prolongado alguno de ellos decia:

-Es mutarde ya, Juan, i mañana ha que madrugar. Buenas noches.

-Buenas noches.

K. Sus pasos se perdían hacia el fondo de la casa. Crujia una puerta, luego otra, i ya cuando todo parecía estar en paz, era una sombra la que cruzaba de nuevo el patio para mirar por última vez la silueta del torreon dormido...

Una mañana, entre la primera niebla de otoño, marchaban los dos llevando el equipaje de Marta. Cuanto silencio i tristeza en ese camino recorrido del chalet a la estación, pisando la arena húmeda que crujía a sus pasos. De tiempo en tiempo, se desprendía de la copa de un álamo una hoja amarilla i mojada.

El anden solitario. Algunos viajeros arrebujados en sus abrigos. La vía perdiéndose en un recodo, borrada por la niebla.

Después de un largo silencio, alguno de ellos decia:
-Parece invierno, Polo.

-Sí, parece invierno.

Callaban, como poseídos de la misma pena oculta. De improviso un pitazo, un penacho de humo en la via i luego aquel silencioso subir de los equipajes al wagon.

I de todos aquellos dias de sol inolvidables, no quedaba otra imajen para ellos que un velillo azul

de viajera visto al traves del ventanillo del tren en marcha......

Aquellas últimas vacaciones habian pasado en un perpetuo martirio para los muchachos. El mutuo espionaje había recrudecido. Marta ya no paseaba como antes. Solo a la hora de la tarde iba al paseo de la playa.

Polo se había hecho pescador como su padre. Al llegar las oraciones preparaba el aparejo de la chalupa, mirando allá, en el cerro, el castillejo blanco que, cuando la lancha se hacia al mar desplegando su vela, desaparecía velado por el crepúsculo.

Al otro dia, de mañana, de vuelta de la pesca, encontraba a la señorita que lo saludaba: ¿Cómo te ha ido, Polo?

Que contento sentíase al verse interrogado. -Así, así, misiá Marta. Hai que trabajar...... -Me gusta eso: que te hagas hombre, que ayudes a tu padre.

Acompañaba estas felicitaciones con una sonrisa que al pequeño pescador le sabia a delicia.

Juan oía aquello con ira, con profunda envidia, i sentía deseos de ir a escondidas a despedazar las redes que el otro tendia a secar.

El, sin embargo, podía verla durante toda la tarde, acompañándola a cortar flores en los jardines, i ahí, mientras duraba la recoleccion, entre las rosas, aprovechaba para hablar mal de Polo, disimuladamente.

-Cree que todo se lo merece, porque se pasa las noches durmiendo en el mar. No lo conoce Ud., misiá Marta...

Le entregaba una brazada, e insistia en la haraganeria de su compañero.

-¿Pero no eran tan amigos Uds?

Quedaba silencioso, hasta que la niña le indicaba de nuevo un ramo de flores de granado, que ella preferia,-¿lo ves allá arriba? Habia que alcanzarlo. Ya cuando Juan sudoroso por la faena difícil ponia en las manos de ella el manojo deseado, ante las palabras:

-Tú eres mui galante conmigo; sentia deseos de ir a retar a Polo, de decirle que la señorita lo preferia a él, nada más que a él

Aquella tarde se encontraron en la playa. Después de las primeras frases interrumpidas por largos silencios, Juan preguntó bruscamente:

-¿No vas hol a la pesca con tu padre?

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La sequedad de la respuesta enardeció al otro. -¿Qué esperas?-continuó, mirando la barquilla que cerca se balanceaba como esperando a alguien. Polo no pudo soportar más i lo dijo todo.

-¿Quieres saberlo?... Espero a misiá Marta que viene a pasear en mi chalupa. ¿Lo oyes...?

Se irguió un poco dejando en la arena como la huella de una zarpa al arrastrar la mano.

Se clavaron la mirada. Todo estaba tranquilo. El mar se arrastraba perezoso en las arenas.

Continuó Polo:

-Lo sé todo. Tú me pones mal con la señorita porque me tienes envidia... Sí, cuando vas al huerto, le dices que yo soi un sinvergüenza.

Al oir esta palabra Juan se levantó. Con el movimiento brusco dejó ver bajo su blusa un ramo de flores de granado... Pareció que el color rojo de aquellas corolas habia encendido la sangre a Polo. -Tú le traías eso, ¿no es cierto?.....

Estaban los dos muchachos de pie, i por primera

vez se habían descubierto francamente. Miraron a todas partes. No habia nadie; pero no tardaria en llegar jente. A lo lejos, casi sobre las olas, vieron el toldo listado de una tiendecilla de playa.

Como adivinándose los pensamientos, se dijeron: -Aquí no.--Miraron la chalupa amarrada a una roca

Allá!!...

De cuatro o cinco paletadas se alejó el bote de las peñas. Se irguieron ellos áfiles i llenos de ira. En silencio empezó un duelo a muerte. La chalupa navegaba al garete, siempre avanzando con la fuerza del primer impulso. El balanceo los hacia caer a veces, callados, como si los insultos los hicieran perder un tiempo precioso que aprovechaban en estrangularse, haciendo crujir las tablas, botando los remos, reponiéndose un momento; hasta que fatigados, permanecieron quietos un instante con los brazos caídos los rostros magullados, mirándose siempre en esa tregua fugaz henchida de odios.

rencores.

Alrededor de la chalupa, las flores de granado flotaban semejando salpicaduras de sangre.

Se alzan otra vez las manos crispadas, i al empezar de nuevo la lucha, se oye un grito de sorpresa: -Mira, Polo.

Junto a las olas bajo el toldo de playa que la barquilla habia enfrentado, veían a Marta, a su lado a don Rafael, hablándole mui quedo.. I ella oía, oía, encantada...

Se contemplaron los muchachos en silencio, i volviendo a mirar la carpa, esclamó uno de ellos: -Juan, misiá Marta... No es para tí...

—Sí, Polo, no es para nosotros..

M se abrazaron llorando un mismo desengaño...

ENRIQUE MOLINA GARMENDIA

Escritor de ilustracion estensa, se ha caracterizado en los estudios históricos i de índole didáctica.

Se puede afirmar, sin hipérbole, que es uno de los pensadores contemporáneos de conocimientos mas universales del pais.

Así lo demuestran sus obras intituladas La Mision del Profesor i La Enseñanza de la Historia, La Ciencia i el Tradicionalismo, Ensayo sobre la filosofía social, la Metodolojía de la Historia, La Educacion Intelectual i la Imitacion Inglesa, La Psicolojía i la Historia del Derecho.

De una mentalidad profunda, sus producciones acusan un espíritu investigador i penetrante, amante de la moderna filosofía de la historia i de la educacion.

Nacido en la Serena, en 1871, hizo estudios de leyes en la Universidad para dedicarse a la carrera pedagójica. Perteneció al primer curso del Instituto Pedagójico en 1890, obteniendo su título de profesor del Estado, en las asignaturas de historia i jeografía, en 1892. Nombrado catedrático del Liceo de Chillan, concurrió al cuarto Congreso Científico Chileno, presentando una memoria titulada Lijeras indicaciones sobre algunos estudios que no se cultivan en Chile (la psicolojía i la historia del derecho). En 1902 concurrió al Congreso Jeneral de Enseñanza, celebrado en Santiago, i presentó un trabajo sobre la Educacion Intelectual, fundado en los ejemplos de la historia. En este año se tituló abogado i se le nombró profesor en el Liceo de Concepcion.

En 1905 fué nombrado rector del Liceo de Talca i fué uno de los profesores que en ese año inauguraron los cursos pedagójicos de repeticion, en los cuales dió una serie de doce conferencias sobre la Metodolojía de la Historia.

En 1907 tuvo a su cargo otro curso de repeticion relativo a La Lójica i la Moral en la Educación.

Como publicista ha colaborado en la prensa diaria, aportando sus estudios a La Lei, Los Anales de la Universidad, El Sur de Concepcion, La Discusion de Chillan i otras revistas. Su mas reciente libro es el que versa sobre Un Pensador Norte Americano, obra de filosofia social i de educacion del carácter i la voluntad.

El señor Molina es un escritor de profunda filosofia moral i de tendencias innovadoras en la educacion, en armonía con las manifestaciones del progreso i la civi

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