Nos viene a desplegar su manto blanco, ¡Qué hondo, qué triste Qué amargo llanto Cae sobre el jiron que, al retenerlo, Olvidemos! dejemos que nos lleve El mismo viento que arrastró al pasado! Fantasma vago, Pasa el hombre, cual sombra por un muro, Diciembre, 1878. En el Silencio Oh! que vous soyez, Vous n'avez point aimé, vouz n'avez point souffert! V. HUGO. Ah! quienquiera que seais, anciano, jóven, Rico o sabio, si nunca habeis espiado El eco de algun paso por la noche, Cual Vívido rayo, por la noche deja un meteoro Su huella luminosa en el espacio; Si solo porque hablar habeis oido Siempre adorados, Ah! quienquiera que seais, no habeis sufrido, Ah! quienquiera que seais, no habeis amado! Si nunca pensativos i sombríos La conclusion eterna del sarao De una casa que brilla en las tinieblas Para ver, cuando salga, a vuestra amada Como los astros, I pasa, como ensueño del estío, Con su cabeza envuelta en el tul blanco; Si nunca habeis sentido amarga fiebre Si nunca, desdichados!-habeis visto Que loco i rápido Va en su ardiente i revuelto torbellino Si no sentis ni celos punzadores, Ni deseos oscuros, sordos, vagos; Si el llanto del recuerdo, como lava, No habeis amado, Quienquiera que seais, humilde o rico, Si con el alma henchida de ilusiones Solos, ocultos, Hablando bajo, Mui bajo, aunque no habia otros testigos Que la brisa, las hojas i el espacio; Si acaso vuestras manos nunca ardientes Al tocar otras manos han temblado; Si nunca os llenó el alma esta palabra Que se dice al oido:-Yo te amo! Si nunca compasion habeis tenido Por los reyes, que buscan desvelados Tronos, coronas, Poder i mando, Cuando existe el amor, cetro sublime, Allá en la noche, cuando todo duerme, Todo!-i ella tambien busca el descanso, Tranquila, i apacible i olvidada, Si a fuerza de sufrir no habeis llorado, Si no la habeis llamado por su nombre Como ánjel blanco; Si no habeis maldecido vuestra suerte Si nunca habeis sentido que en vuestra alma Que ni aun sospecha vuestro llanto amargo, Jóven o anciano, Ah! quienquiera que seais, no habeis sufrido! EJIDIO POBLETE El periodista que presentamos en este capítulo, es uno de los risueños de nuestra literatura contemporánea. Con el pseudónimo de Ronquillo, ha hecho populares los folletines de La Union, conquistándose una celebridad nacional. Su bello i orijinal libro Humoradas, circuló profusamente, en varias ediciones, por el sello de alegria jovial i de chiste picaresco que en sus pájinas resalta. De las costumbres criollas, de los tipos sociales, de las novedades mas salientes de nuestro mundo nativo, Ronquillo forja un artículo lleno de jocosidad, espiritual i donairosa, sin hiel ni espinas, que hace cosquillas i arranca carcajadas. Acaso se le puede tildar de ser demasiado local en sus artículos, pero su humorismo es de la mejor índole i de un delicado sentimiento de cultura social. Damos una de sus humoradas mas recientes i del mas fino chiste, que pinta su modalidad de escritor festivo i espiritual de costumbres nacionales. Las Lágrimas Ahí tienen los lectores un artículo de consumo forzoso-pues nadie derrama lágrimas voluntariamente,―que no paga derechos de internacion, pues que las traga lo hace grátis; i que a pesar de ser amargas nadie quiere verterlas. el Lope de Vega les atribuia tanta importancia que llegó a contar en un soneto célebre, que una señorita llamada Lucinda, viendo un dia que se le iba de la jaula un pajarillo, se echó a llorar; i ante las lágrimas que la muchacha derramaba, se estremeció el pajarillo i volvió inmediamente a la jaula. Hablando con franqueza i con todo el respeto que Lope de Vega me merece, nunca le he creido esa «papa» al gran poeta español; si eso fuera verdad, seria una tonteria gastar dinero en escopeta, pólvora i plomo para cazar zorzales i demas pájaros: bastaria bautizar con el nombre de Lucinda a todas las muchachas; sacarles despues, metódicamente, todas las lágrimas i aprovecharlas industrialmente para tener siempre llenas las jaulas i bien servida la mesa. Sin embargo, no hai dama, soltera, casada o viuda, que no crea con fé de carbonero en el cuento de Lope de Vega i, por tanto, en la eficacia de las lágrimas; eso sí, que se asbtienen de hacer la prueba... por prudencia i precaucion. Becquer tenia una opinion mui diversa de la del autor de «La Niña Boba» acerca de las lágrimas: tan poca atencion le merecian que llegó a decir: «las lagrimas son aguas i van al mar.» Talvez a eso |