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en la fundacion de Los Tiempos, de vida efímera, i dirijió La Patria hasta 1900, en que pasó a La Union de Valparaiso como segundo redactor. En 1903 tomó la redaccion i sub-direccion de El Diario Ilustrado, fundado a principios de ese año por don Ricardo Salas Edwards, que produjo en el periodismo nacional, en su concepcion i redaccion a la moderna, la misma mejora que El Mercurio aportó en la parte material de la impresion i formato.

Al regresar de Valparaiso, la Academia Literaria de los S.S. C.C. acordó por unanimidad, i haciendo justicia a la bondad de su labor, editar sus trabajos leidos en las sesiones de esta Academia.

Carácter abierto, franco i sincero, ha contribuido eficazmente, como director de El Diario Ilustrado, al desenvolvimiento literario de la juventud, prestándole un decidido apoyo.

Escribe poco firmándolo, i cuando lo hace, su estilo recuerda la fina correccion de Valera i la hidalga soltura de Pereda.

España i Estados Unidos

(A propósito de la edicion yanqui del «Centiloquio» del marques
de Santillana)

Editado en imprenta norte-americana i con introduccion i notas en ingles, mas un vocabulario para mejor intelijencia del testo en verso castellano del siglo XV, ha sido dado a luz el «Centiloquio» del marques de Santillana, con un otro título que pone en relieve el pensamiento «yanqui», el de «Poema de la vida humana».

Nada mas estraño i sujestivo que esta aficion que nace en los prácticos adoradores del «allmighty dollar» a la cultura clásica de la naciente literatura castellana del siglo XV, abolengo literario de los vencidos de Cavite i Santiago de Cuba. Siempre fué condicion de la conquista en paises de intelectual desarrollo el que el vencedor sea a su vez coǹquistado por el espíritu cultivado del vencido i que

el que ata a su carro victorioso a los injenios siga despues tras ellos, subyugado de esa incoercible e incontrastable fuerza del pensamiento.

Pero en la victoria de los Estados Unidos sobre España no ha habido conquista del riñon peninsular, donde el pensamiento vive alimentado por tres siglos de brillante cultura filosófica i literaria, sino de colonias a donde solo llegaron relieves i deshechos del injenio hispano i donde el clasicismo antiguo fué solo un tema de admiracion, mas no de estudio i compenetracion.

Un Plácido cubano o un Rizal filipino están a tres i cuatro siglos de distancia del marques de Santillana i separado de él por la insalvable barrera de inmiccion de una raza indíjena con carácter propio i de una naturaleza con vigores i lozanías que jamas alcanzó la guerrera e infecunda Castilla de los siglos heróicos de Juan II o de Isabel, ni alcanza ahora. En la ardiente rejion antillana, en la isla primorosa abierta a todos los vientos i a todas las enerjías de una naturaleza vírjen i feraz no se producirán jamas sino por escepcion, flores literarias de razon i de meditativa ternura como la que produjo la Castilla del siglo XV. en la fastuosa, guerrera i galante corte de don Juan II, aquel injenio-rei tenido por rei de los injenios de la primera mitad del siglo en que radiaron el marques de Santillana, el de Villena i Juan de Mena i en que la elegante i espontánea ternura de Petrarca i los «trescentistas» italianos se unia al espíritu razonador, bizarro i galante de los hijos de Castilla.

Así los norte-americanos no pueden hallar en Cuba ni Puerto Rico las simientes de esa aficion clásica; i han debido remontar i remontarán todavía la corriente del tiempo para ir a buscar en épocas de es

tinguida grandeza un eco digno del alma castellana que ennoblezca a los vencedores suyos.

La publicacion en Estados Unidos de obras clásicas españolas puede atribuirse a un fin comercial i político, a la obsesion del vencedor de apoderarse por asimilacion del injenio del vencido i tambien a un estado de alma semejante en las dos razas.

Si bien este último no es una razon decisiva, conviene, no obstante, notar en breves rasgos una faz semejante en la situacion de la España goda del siglo XV i los Estados Unidos de hoi.

Nada parecerá mas estraña i paradojal que puedan parangonarse la España devota. pobre, guerrera i cortesána de la corte de don Juan II de Castilla con los Estados Unidos, republicanos, manufactureros, ricosi despreocupados de hoi dia. Sin embargo, con elementos diversos i en condiciones distintas pueden haber i hai rasgos similares en los pueblos, que tienen oríjen en parciales direcciones del espíritu nacional.

Los Estados Unidos de hoi son una potencia en formacion, en la cual comienzan a desenvolverse los jérmenes conquistadores innatos en todo pueblo jóven. La España del siglo XV estaba casi constituída con la reconquista cristiana sobre los hijos de la Media Luna, que esplendian aun con sus artes, sus magnificencias, sus empresas guerreras i espíritu cortesano en el reino de Granada, caido en poder castellano á fines de ese siglo.

A distancia de cuatrocientos años, España i Estados Unidos aman la gloria militar con apasionado fervor: uno y otro pais quieren formarse su cielo. heroico i brillante. El esplendor de las armas ha

sido siempre, i seguramente será por jamas una obsesion de los pueblos jóvenes; todos corren tras èl. Mientras aliente un vigor de juventud, toda empresa se traducirá en un acto de fuerza, solo los años y la posesión de un timbre de gloria guerrera harán derivar ese impulso a traducirse en acto de lójica y de razon; y es que la juventud vive de las obras, y la madurez del recuerdo y el reflejo.

España del siglo XV hace una tregua en la guerra secular contra el moro y se congrega a oir á sus poetas. Ese ocio momentáneo no es sino un descanso; no pasará el siglo i España se multiplicará en esfuerzo, en valor i recursos para conquistar á Granada, reconstituir en la unidad la península toda, descubrir y conolizar el Nuevo Mundo i sojuzgar la Italia.

Estados Unidos, reconstituido socialmente después de la guerra de secesion, sueñan tambien con la espansion. Nada más halagador para el espíritu yanki, jóven, impetuoso y seguro de su fuerza, que veucer al español, cargado de gloria de tres siglos, i apropiárselas. Vencida España, Estados Unidos tiende la vista hácia el Nuevo Mundo. Pueden los medios ser distintos i las armas diversas; un tratado puede reemplazar á la espada, una manufactura á una máquina de sitio: el espíritu es el mismo. Es necesario espandir la fuerza encerrada; el puño fuerte i tenso debe descargar el golpe para reposar.

Mientras llega el momento, el descanso da suelta al espíritu de arte, de rumbo, de fastuosidad. Si el espíritu no crea la forma de arte, la busca i la adap-| ta; la hace suya por conquista.

Mientras la obra no es realizada, no se la canta; la epopeya será siempre una historia antigua aureolada con el polvo de oro de los años i de las leyenda popular acumulada sobre ella. La epopeya es obra de acumulacion secular por un espíritu sintético resume i organiza.

Los poetas castellanos del siglo XV no cantan la guerra: dejan la lira i cojen el laud. Sus primeras > canciones fueron un sueño de gloria imajinativa encerrado en el comance i un canto de amor dulce i sentido. El marqués de Santillana, el de Villena, Juan de Mena, Villasandino i los cincuenta injenios menores conguilados por Juan de Buena luchan con el lenguaje rebelde en formacion para encerrar en él las ternezas, los ardores i espansiones del alma castellana sobre molde italiano. El guerrero en descanso se hace trovador i cortesano; la cota de malla se cubre de seda.

Estados Unidos importa sus obras de arte de Francia, Italia, Inglaterra i España. Libro o tela de pintura, estátua i facsímil arquitectónico, todo va allá a recrear el ánimo del esforzado conquistador del oro, del soñante conquistador del mundo.

El fausto toma vuelo. La corte española del siglo XV derrocha sin descanso; los nobles empobrecen en fiestas; los pobres caen en miseria por el afan del lujo.

La guerra de conquista habia enriquecido al jefe i lo habia ennoblecido, pero empobreció al soldado i al pechero. Las riquezas del botín se distribuyeron siempre en pocas manos; los nobles acrecieron sus señoríos á fuerza de hazañas i de servicios al rei; el rei veia disminuir los suyos en pagos de heroismos. Eran los nobles muchos en festejar al rei; era el rei uno en festejar a los nobles. La real mesa

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