Gloria arroja en la tumba de Olañeta Tus versos me han pintado los paisajes Que riega a Mamoré lento i sombrío; Los misterios que encierran sus boscajes I las bellezas del profundo rio: I esa noble i severa fantasia Que por do quiera en tu cantar asoma, Por eso siempre, como voz secreta Ambos tuvimos, como don del cielo, I altas rejiones atrevido escalas. Cual águila, señora de las nubes, Tu alma busca del sol los resplandores.- Dos Almas Una alma fatigada de la vida, I esclava de un destino desgraciado, Por echar, impaciente, Su vestidura de mortal a un lado. La gloria, cual vision risueña i pura, Haciéndola finjir una esperanza; Mas tenaz la penosa desconfianza. ¿I a qué buscar la gloria en su carrera, Si errante i pasajera Iba peregrinando por la vida; Si no tenia otra alma que, en sus penas Con ella fuese en la existencia unida? En un dia, por fin, esa alma errante, Con otra alma encontró bella en estremo; Por voluntad del Hacedor Supremo. Esas dos almas, a la dicha ajenas, Sus tristes impresiones se dijeron: I sus mútuos pesares confundieron. El alma, ántes perdida por el mundo, Halló fé i esperanzas i consuelo; I dió al olvido con su amor el cielo. Acaso esas dos almas enlazadas, Fieles i enamoradas Que viven con la union del sentimiento, Con un mútuo i eterno juramento. Indiferente al goce de la vida, Era mi alma infeliz, sin conocerte; Que esa ha debido ser ántes su suerte. Hoi es para mi vida tu alma bella La palma en la estendida soledad. Antes de conocerte era mi vida El ala suelta que la daba alientos, Sin poder otra vez cruzar los vientos. Mas hoi, gracias a tí, con noble intento I arde del bien en la celeste llama: I a la luz de tu amor espera i ama! |