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avenirse bien con su carácter retraido i su espíritu tranquilo i apacible, enemigo de las turbulencias. Mucho mas en armonia con sus estudios i sus gustos, está el cargo que hoi dia desempeña de miembro del Congreso de Instruccion Pública.

De sus numerosas composiciones mencionaremos las odas Dolor Jenerator i sù Elejia a la Palabra por considerarlas, en sentir nuestro, sobresalientes por su robusta inspiracion i elegancia i Un Idilio Trájico, notable también, por la sencillez del pensamiento i la delicadeza de sus episodios tan tiernos como delicados.

No terminaremos estas breves apreciaciones sin ántes manifestar nuestros deseos de que se coleccionen i publiquen todas las composiciones de este inspirado vate, cuya modestia es proverbial, como modelos para nuestra juventud i realce para nuestra literatura nacional.

Dolor Jenerator

I

¡Salve, oh Dolor! prolífica simiente
De gloria i de virtud: por tí al luciente
Alcázar de los mártires se sube.
Héroes i sabios con tu soplo creas
I enjendras en la mente las ideas
Como enjendra relámpagos la nube.

Del suplicio de un Dios mudo testigo,
Nuncio de vida, inseparable amigo
De la humana grandeza de la historia:
Crisol de donde el hombre deleznable
Surje inmortal al círculo inefable
Donde enciende sus himnos la victoria.

Hombres, ideas, santidad, belleza,
Portentos de la gran naturaleza,
La misma lei a todos les alcanza.
Siempre la vida nace entre dolores,

Como el alba entre sombras i vapores,
Como entre sufrimientos la esperanza.

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Para gozar del aura de la vida Rasga el hombre con recia sacudida De la torpe materia el lazo fuerte I al pasar de este mundo los umbrales Para aspirar las brisas celestiales Rasga tambien las sombras de la muerte.

La idea, como fúljida centella,

Se ostenta en la palabra, grande i bella,
Tras la angustia mortal del pensamiento.
Como la pura i arjentina nota,

De la vibrante cuerda rauda brota
Encadenando en círculos el viento.

La flor del cielo, la virtud divina,
Sobre la tumba del placer, jermina;
Florece esterminando las pasiones.
I ¡cruel sarcasmo de la humana suerte!
Las victorias son hijas de la muerte
I corona inmortal de las naciones.

III

IV

Cuando todo en el mundo sonreia

Con sonrisa de fresca poesia;

Cuando hasta el mal divinizaba el hombre;

Sócrates dió, a la par, con su veneno, Muerte à los dioses del Olimpo Heleno, Muerte al error falaz i honra a su nombre.

Así tambien la libertad humana, Que antes fué del placer vil cortesana, Del dolor mas cruento nació un dia; Cuando en la árida cumbre del Calvario I en medio de los hombres, solitario, Cristo bendijo al hombre en su agonia.

Desde el altar del sacrificio al cielo
Gozoso emprende su triunfante vuelo
El mártir, como raudo meteoro:
I la verdad, que a su verdugo espanta
Surje mas bella de la hoguera santa,
Mas robusto su acento i mas sonoro.

V

Cuando en el alma la esperanza llora, La engañosa ilusion que se evapora Fluye del labio en rítmico lamento; Que hai una misteriosa simpatia Que une con la desgracia la armonia En el arpa ideal del sentimiento.

¡Ai! solo allí, do en infernal tortura Los hijos de la eterna desventura Vagan insomnes con estéril llanto, Es infecundo i vergonzoso i frio El cruel dolor de su perenne hastío, La angustia cruel de su perpetuo espanto.

Salve, oh Dolor! Aunque fatal i ciego, Tú despiertas con ráfagas de fuego En el hombre la vida i la grandeza: En tí, la mancha de su crímen lava, ¡Dolor! contigo la existencia acaba! ¡Dolor! por tí la eternidad empieza!

Julio de 1881.

Elejia a la Palabra

Ya iba el himno a volar mas, de repente, soplo de abatimiento, soplo helado vino a tronchar sus fulgurantes alas i apagó su cadencia entre mis labios. Tedio sombrio oscureció mi mente al ver cual se alejaba sollozando la idea que enjendró mi fantasia la ardiente irradiacion del entusiasmo: i¿a qué cantar, me dije, si en las almas como en siniestra cavidad de un antro tan solo zumban voces de blasfemia, de estéril duda, de rencor amargo? Ya no arrulla los aires con sus notas el harpa soñadora de los bardos, pues si ahora canta le responde el eco con carcajada inmensa de sarcasmo; que si ántes era ritmo i armonia i aura de inspiracion el verbo humano hoi no es mas que el acero del combate, llama de incendio i huracan de estragos; es la pasion que desbordada ruje, es el rabioso encono, es cráter ancho del odio i de la ira, o de rastreras adulaciones sofocante vaho.

1 ¿cómo pudo ser que la palabra, luz de un foco invisible que

llamamos

razon o sentimiento o fantasia, trueque hoi en sombra su fuljente rayo? ¿Por ventura no encarna ya la idea su creadora chispa en aquel vaso misterioso i sutil de la palabra en que esculpia el arte sus encantos? En ella suspiraban los amores, sonreia el placer, volaba raudo i libre como el cóndor, el anhelo, de la verdad por el radiante espacio; cantaba con la dicha himnos de gloria, con el dolor jemia; i sublimándose hasta el trono de Dios omnipotente subia en la plegaria i en el salmo; era eco luminoso que llegaba del alma hasta el recóndito santuario, i era en la eterna poesia, a un tiempo, nota, línea, color, silla i mármol; relampagueaba, a veces, triunfadora, de la elocuencia en los fluyentes labios cuando habria inspirado a las naciones del porvenir el prodijioso arcano: todo, solo por ella, hasta hoi no duerme del olvido en el fúnebre sudario

i aun rasgan el olvido antiguas glorias como el nocturno tul rasgan los astros: por ella hasta hoi resuena en nuestro oido la voz de Dios que flota sobre el caos, su palabra, su verbo que en luz pura se derramo por el inmenso espacio; ella, como un aliento de los siglos, la vida nos infunde del pasado canta con el Salmista i con Homero,

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