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A

Diego Barros Arana

(1830-1908)

(Composicion declamada por su autor en el acto fúnebre literario musical en homenaje a la memoria del señor don Diego Barros Arana, verificado en el Liceo de hombres de Valparaiso el 10 de Enero de 1908).

I

A la Patria chilena,

De mirtos i de lauros coronada,

En noche mui serena

Llegó la Parca airada

A perturbar la paz de una morada.

II

Al despertar la aurora

En la nevada cordillera andina,

Que perlas atesora

En el valle que ilumina.

La Patria, en su dolor, la frente inclina.

III

A la enhiesta montaña

Ha descendido el rayo omnipotente

Con implacable zaña

En la noche silente,

I al árbol secular hirió en la frente!

IV

Su benéfica sombra

Nutrió de savia la temprana mente,
Que, por florida alfombra,

Pudo seguir sonriente

A escalar, del saber, la cumbre injente.

V

Cual sándalo cortado

Por el hacha feral del campesino,

Exhaló el delicado

Aroma tan divino

De su jenio, su vida i su destino.

VI

El pensador profundo.

El egrejio titan deste hemisferio,

Cuya vida en el mundo

Fué un noble majisterio,

Cayó en las sombras de eternal misterio.

En belijera nave,

VII

Por el túrbido ponto de la vida,

Buscó el aura mas suave

De paz apetecida

I el sol de la libertad con frente erguida!

VIII

-«Barros Arana ha muerto!» Divulgan el telégrafo i el diario; Llegó al seguro puerto,

En su existir tan vario,

El victorioso nauta literario.

Artífice de la idea,

IX

Guerrero de la pluma no vencido, En lucha jigantea

Obtuvo enternecido

El lauro de Minerva merecido.

X

Estudiante del foro,

Dejó sus libros i tomó la pluma,
I en pájinas de oro,

Con arte i ciencia suma,

De la ignorancia disipó la bruma.

XI

Narró de Benavides

La hostilidad feroz en firme tierra, Las prolongadas lides

En el llano i la sierra

I el clamoreo bronco de la guerra.

XII

El hórrido estampido

De la metralla; el grito lastimero

Del infeliz herido,

I el triunfo verdadero

De nuestra libertad en el guerrero!

XIII

Fué hábil polemista

En el libro, en la prensa, en donde quiera

Que idea pesimista,

De la verdad austera

Las justas leyes infamar quisiera.

XIV

El aula fué su templo;

Su tribuna, la cátedra; su ciencia,

Para servir de ejemplo,

Fué rica de esperiencia,

De erudicion, de pura transparencia.

XV

Fué apóstol. Su talento

Llegó a abarcar los grandes ideales
Que forja el pensamiento,

Salvando los umbrales

Del templo de los jenios inmortales.

La política un dia

VI

Tenaz lo persiguió, porque él odiaba
La torpe tiranía,

I en su destierro hallaba

Consuelo en el estudio que anhelaba.

XVII

Bibliófilo i viajero,

Archivos consultó, i en todas partes

Con afan tesonero

Investigó las artes,

Triunfando, del saber, en los baluartes!

XVIII

Volvió a su Chile amado:

Obtuvo su talento los honores

De un mentor inspirado,

I esparció sus fulgores

Por las sonrientes juveniles flores.

XIX

En vano su camino

La envidia i la ignorancia entorpecieron: Vencidas i sin tino

Arrastrándose fueron

I en las guijas del mundo se escondieron.

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