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Voi a insertarlo íntegro, porque es debido a la pluma de don Manuel de Salas.

CULTURA DEL TABACO EN CHILE

«El año pasado se plantaron i cultivaron algunas matas de tabaco de semilla del Paraguai, i se ha logrado de excelente calidad. Este artículo es demasiado precioso para que se mire con indiferencia. El modo de cultivarlo i beneficiarlo es como sigue:

-«Para sembrar el tabaco de semilla del Paraguai, se hará el almácigo en principios de agosto. Se tendrá cuidado de taparlo para que no se hiele. Cuando el almácigo está brotado, se planta, como la lechuga, en una tierra que sea buena, bien cultivada i sin terrones. En estando un poco grande, se descogolla todos los días para no dejar crecer mucho la mata, para que salga con bastante fortaleza. Se dejarán a la mata ocho o diez hojas; pero, si se quiere que salga con menos fortaleza, se le dejarán mas; bien que entonces las hojas serán mas pequeñas. La planta requiere riegos continuados.

-«Cuando la hoja vaya pintándose con manchas amarillas, se empiezan a tomar todos los días aquellas hojas que ya estén manchadas o amarillas.

-«Para su beneficio, se colocan las hojas unas sobre otras, se arropan bien para que suden, i se cargan u oprimen un poco. Después se sacan de allí, i se estienden para que se oreen un poco. -«Para hacer los mazos, se hierven unos palos

del mismo tabaco i algunas de sus hojas inútiles. Cuando dicho cocimiento esté frío, se humedecen con él las hojas, para que no se quiebren i maltraten, i se forman los mazos. (A. G).—

«Tal ha sido el método con que se ha logrado el año anterior (1811) un tabaco de mui buena calidad.

«Un autor apreciable trae el método siguiente, que dice estar en uso en los lugares en que se cosecha el mejor:

--«El tabaco pide una tierra medianamente fuer-· te, pero de buen migajón, i que no esté mui espuesta a inundaciones. Una tierra virjen conviene a este vejetal, ansioso de jugo. Las semillas se esparcen en almácigo. Cuando las plantitas tienen dos pulgadas de altura, i a lo menos seis hojas, se les trasplanta suavemente en un día húmedo, i se colocan en un terreno bien preparado, situándolas a tres pies de distancia unas de otras.

-«A las veinte i cuatro horas, recobran todo su vigor.

-«Esta planta pide un cuidado continuo. Se han de arrancar las malas hierbas que crecen al rededor de ella. Para impedir que se eleve demasiado, se ha de descabezar a la altura de dos pies i medio. Se le han de quitar los brotes inútiles, las hojas inferiores, las que estén algo podridas, las picadas de gusanos; i se debe reducir el número de las hojas útiles a ocho, o diez cuando mas. Un solo hombre bien trabajador puede cultivar perfecta

mente dos mil quinientas plantas; i ellas deben producir mil libras de tabaco.

-«La planta permanece en tierra cerca de cuatro meses.

-«A medida que se aproxima su madurez, el verde risueño i vivo de sus hojas toma un tinte oscuro. Entonces la planta se encorba por sí; i exhalan las hojas una fragancia que se estiende a lo lejos. Entonces se arrancan las plantas i se amontonan en el mismo sitio en que crecieron. Se les deja allí sudar una sola noche. Por la mañana, se les deposita en cuartos en que por todas partes tengan ventilación, para lo cual hai en algunos lugares almacenes, i en otros, ramadas. Allí permanecen colgadas todo el tiempo necesario para que se sequen completamente. Después se les estiende sobre cañas, ramas o cosa semejante, puestas las dichas cañas en forma de catres, que, en algunos lugares, llaman barbacoas; se les cubre bien, i fermentan allí por el espacio de una o dos semanas. En fin, en este estado, se separan las ho jas, se embarrilan, o se forman con ellas mazos,

etc.

«Para esto, se humedecen, como queda dicho en el método anterior.

«En Huayamba, Jaén i otros lugares inmediatos, que producen un tabaco de un sabor áspero i de un olor ingrato, remedian este inconveniente apre tando las hojas una por una con un palo redondo, que llaman palote sobre una mesa algo inclinada.

Un niño estiende las hojas, i un peón se ocupa en oprimirlas, pasando una sola vez sobre cada una el instrumento mencionado. Por este medio, se despojan las hojas de la superabundancia de aquel jugo que las dañaba; i se logra el tabaco de Bracamoros, que hace las delicias de los aficionados de Lima i de sus costas. Es de creer que este método mejorará el tabaco propiamente chileno, despojándolo de la aspereza del sabor i olor, que lo hace desagradable.

«Este es uno de los casos en que se echa menos una sociedad filantrópica que promoviese la cultura de tan importante ramo, i obtuviese del gobierno las providencias, franquicias i auxilios necesarios para su adelantamiento. Su falta debe suplirse por los padres de la patria i por los hacendados.

«No es decoroso que el suelo mas fecundo de la América, i que produce con abundancia excelente tabaco, sea en esta parte tributario de otros menos fértiles. Siempre vamos para atrás, en vez de ir para adelante. El año de 1625, celebró acuerdo el cabildo de esta capital para estancar el tabaco. La deliberación estaba casi concluída por el voto uná nime de todos, cuando el gran patriota Luís de Contreras, que era uno de los rejidores, se opuso, i libró la cultura de este ramo del gran golpe que lo amenazaba diciendo: El tabaco no debe estancarse, porque es fruto del país. ¿Quién hubiera creído entonces que Chile lo había de comprar al Perú?

«Esta planta es propia del país. Los indios la

cultivaban; i era el aroma mas precioso que usaban los machis. La llamaban putén. Pero, al paso que las naciones cultas no han perdonado gastos ni desvelos para domiciliarla en sus posesiones, i no comprarla a los estraños; mientras que sus semillas llevadas de Tabasco prosperan en las islas vecinas, i su cultura se ejerce en casi todo el mundo, nosotros la olvidamos; i hacemos venir de fuera, a precio de grandes caudales, una especie que nos fue propia.

«En verdad, el tabaco se cultiva en unas rejiones cuyo temperamento parece mui poco análogo a una planta propia de los climas ardientes, o a lo menos templados. Ella prospera en Hungría, Ucrania, Livonia, Prusia, Pomerania, Rusia, Holanda, etc. Estos países no gozan de terrenos tan feraces, ni de temperamentos tan blandos, como el nuestro; pero nos aventajan en industria. I ¿por qué no hemos de decirlo? ellos han tenido una política mas ilustrada que nosotros. Mas ya las circunstancias han variado; ya es tiempo de que nuestra agricultura e industria entren en el círculo de las revoluciones políticas i sientan su impulso.

«Cada país debe cultivar todo cuanto puede; to. dos deben gozar de sus propias riquezas. Este cs el clamor de la justicia, i el voto de todos los pueblos. La América va entrando en el goce de este derecho inapreciable. Entre nosotros, se ha proclamado, i se halla sancionado por el nuevo gobierno. Es, pues, ya tiempo de que una nueva libertad

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