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de diez mil pesos con que me ha honrado el mui ilustre cuerpo municipal para los gastos del camino hasta Buenos Aires, para que con ellos se erija una biblioteca nacional, que facilite la ilustración de los ciudadanos, cuyos injenios han sido admirados en todos tiempos.

«Persuadido de que Ustedes cooperarán a la ejecución de este loable designio, los he nombrado por mi parte para que, de acuerdo con el diputado que se sirviese elejir esa respetable corporación, se tomen el trabajo de proceder a la erección de dicha biblioteca, i que se abra con toda la anticipación que demanda el importante objeto que me he propuesto en su erección.

«Amantes Ustedes del progreso de las letras i dedicados desde la cuna al estudio de los sagrados derechos que forman la exención de los hombres libres, espero que dejarán airosa mi elección con todo el esmero que quepa para que no se frustre un establecimiento en que creo tomarán Ustedes tanto interés como yo, para que la patria les deba este servicio de tanta preferencia.

«Dios guarde a Ustedes muchos años.

Mendoza, 17 de marzo de 1817.

«José de San Martín.

«A los señores don José Ignacio Centeno i doctor don Ber

nardo de Vera».

CONTESTACIÓN

«Excelentísimo Señor:

«El establecimiento de una biblioteca pública que Vuestra Excelencia se digna encomendarnos por su honorable nota del 17, debe ser tan grato para la patria por su importancia, como lo es para nosotros por el particular concepto con que Vuestra Excelencia nos distingue.

«Empeñaremos toda la cortedad de nuestros talentos en esta grande obra; i si ella corresponde a nuestros esfuerzos i deseos, estamos ciertos que no serán defraudados el jeneroso voto de Vuestra Excelencia i el interés de la ilustración de Chile, quien tiene hoi un nuevo motivo de respetar en el héroe de su libertad el desprendimiento i virtudes del verdadero ciudadano.

«Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años. Santiago, 24 de marzo de 1817.

«Bernardo de Vera.-José Ignacio Centeno.

«Al excelentísimo señor capitán jeneral, i jeneral en jefe de los ejércitos de Chile i de los Andes don José de San Martín».

El noble desprendimiento del vencedor de Chacabuco fue inmediatamente imitado por don Antonio de Bellina Skupieski, oficial polaco, que servía en el ejército con el grado de coronel de caballería, el cual regaló diversos libros de su propiedad.

Voi a copiar el oficio en que hizo la donación,

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porque me gusta insertar los documentos de esta clase:

<«Congratulándome con el alto i sabio designio del excelentísimo señor jeneral en jefe de erijir una biblioteca nacional para ilustrar a la juventud i afianzar la libertad americana, tengo la honrosa satisfacción de ofrecer para su incremento mi pequeña colección de obras escojidas en diversos idiomas que desde Francia he traído conmigo, i consta de ciento cincuenta volúmenes.

«Esta oferta, que, aunque escasa a mis deseos, es nacida de mi sincero i decidido afecto a la causa de la América del Sur, no espera otra recompensa, que la aceptación de Vuestra Excelencia, ni mira a otro objeto, que a la felicidad de la nación chilena, bajo cuyas banderas tengo el honor de ser un militar que empuñé la espada para sostener su independencia al par del mas esforzado de sus gue

rreros.

«Sírvase Vuestra Excelencia dar las órdenes correspondientes para que se trasporten a esta capital de la casa del ciudadano don Martín Thomson, donde quedaron depositados desde mi desembarco en la de Buenos Aires.

«Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos

años.

Santiago, 31 de marzo de 1817.

«Antonio de Bellina Skupieski.

«Al excelentísimo señor supremo director del estado i jeneral en jefe interino de los ejércitos de los Andes i Chile».

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La primera tentativa para la fundación de la biblioteca nacional tuvo un desenlace algo cómico. La empresa fracasó, porque el cabildo de Santiago no pudo entregar los diez mil pesos ofrecidos, por haberlos gastado en necesidades mas urjentes cuya satisfacción no podía postergarse.

El establecimiento de la biblioteca nacional se decretó el 5 de agosto de 1818.

Don Bernardo O'Higgins fue su fundador. Don Manuel de Salas, el primer bibliotecario. Hé aquí la partida de nacimiento de la importante institución:

«Santiago, 5 de agosto de 1818.

«Deseando formar una biblioteca pública para el uso de los habitantes de esta capital, he venido en decretar se principie a hacer el catálogo de los libros existentes en la librería de la universidad, dando para el efecto la comisión necesaria a don Manuel de Salas, a quien desde ahora nombro por bibliotecario con el sueldo anual de mil pesos, sin descuento alguno.

«I para que este establecimiento se perfeccione a la mayor brevedad, deberá proponer el mismo don Manuel de Salas los medios que estime convenientes para aumentar el número de las obras mas precisas para la biblioteca, i un reglamento,

que deberá observarse por los que usen del beneficio de esta institución i por los que sirvan en ella. «Tómese razón de este decreto, comuníquese al bibliotecario nombrado, publiquese para noticia de todos.

«O'HIGGINS.

«Irisarri».

La fecha de este decreto quedará en las efemérides del país.

Copio de la Biografía de don Manuel de Salas publicada por don Luís Salas Lazo los siguientes pasajes relativos a esta fas de la vida del ilustre estadista.

Una vez que fue nombrado bibliotecario, «su primer cuidado, para proceder con acierto, fue informarse de lo que se hacía en establecimientos análogos.

«Véase cuán minuciosos son los datos que pide en la siguiente carta:

-«Señor don Domingo Zapiola.

-«Mui señor mío,

«Encargado del establecimiento de una biblioteca pública en esta capital, me hallo rodeado de los embarazos propios del presente tiempo i de los que son inherentes a toda empresa útil, nueva i

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