desconocida, a que se agregan mi ineptitud i mi cansancio. Luchan con estas dificultades mi antigua manía de ser proficuo i la esperiencia de que no hai obstáculo que resista al celo i buena voluntad. -«Esto me sujiere la idea, entre los recursos para avanzar mi obra, de dirijirme a la bondad de Usted para interpelar sus luces. Suele ser tan funesto en iguales casos el ciego capricho de adoptar en toda ocasión i lugar lo que en otros ha producido buen efecto, como el orgullo de pretender ser orijinal. Así, reservando al consejo i a la prudencia la facultad de aprovechar los conocimientos que espero se sirva suministrarme, le suplico tenga a bien decirme: -«¿Con qué fondos o arbitrios se hicieron los primeros gastos? -«¿Con cuáles se sostiene la biblioteca? -«¿En qué casa está situada? «¿Cuántos empleados hai en ella; sus sueldos, i donde se pagan? -«¿Las obligaciones de éstos? -«¿Qué días i horas se franquea al público? -«¿Cuál es el uso que se permite de los libros? -«¿Si, a mas de éstos, se dan papel u otros útiles a los concurrentes? -«¿Qué reglamento rije las distribuciones, deberes, etc? -¿Si se inscriben en los libros i catálogos los nombres de los que hacen erogaciones? -«¿Si existen obras duplicadas, o si éstas se cambian o venden? En este caso, sería mui útil la razón de ellas i sus precios. -«¿Si se entregan ejemplares de los libros, periódicos i papeles que se imprimen en esa capital? -«¿Quién es el protector inmediato o juez privativo; i si le serán embarazosos o útiles la corres pondencia i mutuos auxilios de éste? -«En fin, todo lo que le sujiera su filantropía, i pueda conducir al bien de unas jentes unidas por cuantos vínculos existen i son imajinables en ejercicio de su natural beneficencia.— «Son también curiosos los medios de que se valía para dotar de libros un establecimiento que no tenía fondos con que adquirirlos. Los volúme nes, según él mismo, se recojían de entre escombros de establecimientos arruinados, de entre el polvo de varios depósitos i de la liberalidad de personas beneméritas, haciéndose a mi costa los gastos inevitables para su colocación i acarreo. <<Fue él quien introdujo la costumbre, que existe hasta hoi, de que se remitiesen a la biblioteca dos ejemplares de todo libro que se publicase por las imprentas del país. <<Habiendo sabido que, en los buques apresados por nuestra escuadra, había muchos libros e instrumentos de matemáticas, se apresuró a pedirlos al gobierno para la biblioteca. Será curioso saber qué libros eran los que se importaban por aquellos tiempos; i por eso damos a continuación una lista tomada de las facturas pasadas por don Manuel de Salas al gobierno con la solicitud a que acabamos de referirnos. «Venían en los buques: «Seis ejemplares de la Biblia traducida por Scío. «Doce ejemplares del catecismo de Pouget. «Cuatro ejemplares del Año Cristiano, «Diarios de agricultura de la sociedad de Barcelona. «Tratado de matemáticas por Vallejo. <Curso de química del real conservatorio de Madrid. «Diccionario de química. <<Thomson, sobre química. «Parke, sobre id. «Molla, jeometría, «Estudios de Madrid. <Gramática inglesa. «Física de Buson, veinte volúmenes. «Historia del Antiguo Testamento. <Ensayo de trigometría. «Diccionario de industria. «Diccionario de artes. «Principios de Hidráulica. <<Manual de artistas. «Aritmética elemental. «Construcción de barcos. «Etc, etc. «Venían también doce estuches de matemáticas, ocho docenas de pincelitos para dibujo, una libra de tinta de China, catoree docenas de lápices, una arroba de lápiz piedra, un juego de muestras para dibujo, una i media arroba de lápices para dibujar, mil cuatrocientas estampas de medio pliego, cuatro juegos de mapas jeográficos de la América Meridional, etc. «La biblioteca se enriqueció con donativos de particulares. Entre los donantes, figuran don Manuel Julián Grajales i don Diego Antonio Barros, que dio cien volúmenes empastados i nuevos; cinco ejemplares de las Obligaciones del hombre; cien id. de gramática castellana; otros tantos de ortografía, cien catecismos i silabarios. «Hubo también donativos en dinero. Entre éstos, citaremos el de ciento tres pesos hecho por don José de San Martín. «Don Manuel de Salas obsequió también su propia biblioteca compuesta de mas de mil volúmenes. Una circunstancia curiosa que acompañó a esta donación, fue la de que Salas tuvo que pagar para poder hacerla. «Teniendo que satisfacer el donativo forzoso del gobierno (dice) i careciendo de recursos, hube de venderla, haciéndola tasar por comisionados del gobierno para pagar el impuesto». Habían trascurrido varios meses desde que don Manuel de Salas había sido nombrado bibliotecario; pero el establecimiento no podía abrir sus puer tas a los lectores. A pesar de que el dilijente funcionario había formado el catálogo i redactado el reglamento, que había escrito de su puño i letra por no haber ama nuense para hacerlo, ni dinero para imprimirlos, la biblioteca permanecía cerrada por falta de fondos para instalarla. Léase el oficio que Salas dirijió a don Bernardo O'Higgins con fecha 9 de abril de 1819: «Excelentísimo Señor, «Después de tentar en vano cuantos arbitrios me han ocurrido para poner la biblioteca pública en estado de empezar a ser útil, i de procurar para / ello medios con que atender a los primeros, precisos i pequeños costos de su colocación, al fin e inesperadamente se presenta el modo de hacerlo en la proposición de don Diego Antonio Barros, que tengo el honor de elevar a Vuestra Excelencia. «Habiendo ya una cuantiosa colección de libros, mayor sin duda que las que han servido de principio a otros establecimientos iguales, teniendo salas adecuadas, i hallándose éstas con algunos estantes solo resta, para ponerlo todo en orden, el reunir algunas piezas, arreglar los armarios i aumentarlos, cosas que demandan un corto gasto comparado con sus ventajas. «Entre otros recursos que frustran las actuales circunstancias, ha sido uno el pedir al ilustre cabildo que franquee su importe, o como un objeto propio de su protección, o a cuenta de la cantidad |