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la publicacion de su viage. Por largo tiempo se estubieron haciendo castillos en el ayre sobre este incidente atribuianle unos á escritos suyos, otros á haber comentado la vida de la reyna Maria Luisa, que poco tiempo antes habia aparecido en Francia. Para mi lo mas verosimil, y pudiera decir cierto, es que aquel célebre marino fue victima de una intriga entre la reyna y dos damas suyas, que fueron la Matallana y la Pizarro, y el Principe de la Paz. En un intervalo de desafecto y resentimiento en que andaba la reyna caza de medios para cortar la privanza del valido, fue buscado Malaspina por estas damas para que á su vuelta de la Lombardia su patria, á donde iba con licencia, trajese realizado el plan de cierta corte que habia de influir con el rey para tan santa obra. Este plan escrito incautamente por Malaspina, y guardado por la reyna en una gaveta, fue revelado á Godoy por la Pizarro, estrechada de él por sospechas que le inspiró una indeliberada expresion de la reyna. La Matallana de quien exigió primero la revelacion del secreto, se negó á ello constantemente. El plan descubierto y pintado por Godoy á Carlos IV, con los colores que le convenian, sirvió de instrumento de su venganza. La Matallana fue presa y desterrada de la corte. A Malaspina, despues de haber sido preso en el cuartel de guardias de corps y confinado en el castillo de san Anton de la Coruña, se le permitió restituirse á su pais, previniéndosele, sopena de muerte, que no volviese á territorio ninguno de la monarquia española. Los achaques contraidos en sus viages y en el encierro, deterioraron su robusta salud en terminos que á poco tiempo de haber llegado á la Lombardia falleció con el desconsuelo de nohaber podido volver á España, la cual llamaba patria suya en las cartas de sus amigos. Lo que

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nunca pude atinar, fue qué pecados cometió para el principe de la Paz en aquella ocasion el docto P. Josef Gil, clerigo menor de Sevilla, para que fuese llevado de Madrid á aquella ciudad á la casa de correccion llamada Los Toribios de que habia sido director. Habiasele dado la comision

de poner en buen lenguage español la relacion del viage de Malespina: en su intriga nadie creyó que hubiese tenido parte ninguna: y por lo mismo fue mayor la sorpresa de los que le conociamos al ver tratado á un eclesiástico tan digno, con aquella especie de escarnio. Estos frutos amargos de la desmedida deferencia de los reyes á las pasiones de sus validos, no se cogen sino en las monarquias despóticas. En ellos he visto yo envueltos aun á algunos de los que las aman.

He aqui porque perdió la causa literaria de la marina europea la publicacion de aquel viage y de las observaciones de los sabios matemáticos que le desempeñaron á costa de grande trabajos y de largas expensas de la nacion. Por fortuna pudieron salvarse la relacion del derrotero: las observaciones hechas, durante la expedicion, en las costas de América, nueva Holanda, Macáo y Manila las de Espinosa y Bauzá en lo interior de la América Meridional, con los demas documentos que se acopiaron en aquella empresa. Mas esto se debió á la suma reserva con que se depositáron tan preciosos tesoros en la secretaria de marina; de donde formado ya el depósito hidrográfico, venciendo dificultades, pudieron trasladarse á este establecimiento. En las memorias sobre las observaciones astronomicas que publicó el año 1809, se imprimió una noticia de los descubrimientos y observaciones de Malaspina, única muestra de sus viages que ha visto la luz publica.

Por el mismo tiempo se estableció el observatorio astronómico de Madrid y el cuerpo de Cosmógrafos de estado, que á pesar de ser militares, tubieron á la cabeza como director al famoso abate Jimenez Coronado. Este ex-esculapio, á pesar de su ignorancia en la astronomia, le sorbió los sesos, como decimos en España, al principe de la Paz, en terminos que se le confió la direccion de aquel instituto cientifico, y se le autorizó para formar un cuerpo de cosmógrafos. Estubo antes pensionado en Paris estudiando la astronomia y para embaucar á nuestro gobierno con sus progresos, le dirigió como obra suya la traduccion castellana de una memoria publicada en aquella capital sobre el método de hallar la longitud por distancias lunares. Examinada la tal obra por don Vicente Tofiño, descubrió el plagio. No alcanzó esto á contener el torrente de su favor, ni aun el haber venido á ser su falta de ilustracion materia de desprecio y aun de befa para sus mismos discipulos. Al cabo desengañado su mecenas, y aun fastidiado de la division que reynaba en aquella escuela, y de las intrigas del director; dió al traste con el observatorio. tonces fue á parar á sus manos el famoso telescopio construido por Erchel, que armado en el templete del Retiro solo habia servido para que observasen la luna muchos personages de Madrid, recatándole unicamente de los que tenian ojos para mirar con provecho. Este precioso instrumento fue destrozado el año 1808 en el levantamiento de 19 de Marzo, salvándose solos los espejos que se conservan en Madrid.

En

Muy diverso juicio merece el segundo director de aquel establecimiento, mi amado paisano don Josaf Chaix, joven de grandes esperanzas, que murió en la flor de su edad, habiendo anticipado algunos frutos de su singular aprovechamiento en

las ciencias exactas, asi en los premios que ganó en Paris y en Londres, donde contrajo relaciones con los principales matemáticos de aquella época; como en lo mucho y bueno que escribió en calidad de agregado á la comision francesa al cargo de Mr. Mechain para la prolongacion en España de la meridiana de Dunquerque. Grandes elogios merecieron tambien sus observaciones astronómicas hechas en Madrid cuando estaba el observatorio en la calle del Turco, y publicadas por el Baron de Zach, en el tomo iii. de su correspondencia. Murió en Jativa el año 1809, á donde nos habiamos retirado ambos huyendo de los franceses cuando entraron segunda vez en la capital.

CAPITULO VII.

Varia conducta del gobierno con la corte de Roma.Bula contra el Sinodo de Pistoya.-Decreto sobre los derechos de los obispos.-Procesos intentados por la inquisicion contra Espiga y Urquijo.—Ejecucion de la bula sobre el Noveno decimal.

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En el reynado de Carlos IV, se vieron respeto de la corte de Roma las anomalias consiguientes á un estado en que rige la arbitrariedad. Una de ellas fue el plácito regio concedido á la bula Auctorem fidei de Pio VI. contra el sinodo de Pistoya, al cabo de nueve años en que sobre ello habia estado dando vanos ataques la curia á nuestro gobierno. El consejo de castilla á quien se cometió primero su examen, dio contra ella un sabio parecer apoyado en el juicio del colegio de abogados de Madrid y de una junta de canonistas y teólogos. Eran entonces conocidas en España y corrian con acceptacion las cartas de un teólogo

canonista á N. S. P. el papa Pio VI, que habia impreso en Bruselas en 1796 el célebre profesor Josef Le Plat, benemérito de la religion por la coleccion que publicó de documentos pertenecientes al concilio de Trento. Sabiase tambien lo ocurrido en Génova acerca de este negocio. Circulada aquella bula por el inquisidor de la Liguria á todas las diócesis de aquel estado, el sabio obispo de Noli Fray Benito Solari, dominicano, la denunció al senado en 1796, dirigiéndole una exposicion digna de su ilustrado zelo. Separadamente publicó en una Memoria los motivos de su oposicion á admitir la bula: escribio ademas sobre ello una docta carta al concilio nacional de Francia. Excelente ocasion

ofreció á los curialistas aquel prelado para que le tratasen como enemigo de la Silla Apostólica. Algunos años se ocupó el cardenal Gerdil en preparar contra Solari dos tomos, intitulados : Examen de los motivos, &c. supuesto que no vieron la luz publica hasta 1801. Esta obra mereció poco aplauso aun á los curialistas doctos: en ella combatiendo las libertades de la iglesia galicana, impugnó con gran calor al obispo de Noli, acriminándole ademas sus relaciones con el clero juramentado. Esta impugnacion dio motivo á Solari para escribir otra obra dividida en tres partes, que se imprimió en Génova el año 1804, con este titulo: Apologia de Fray Benito

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Solari contra el eminentisimo cardenal Gerdil: obra, que á la profundidad y solidez del raciocinio, une un lenguage puro, y un vivo y animado estilo.

y

que

Teniase ademas en España el breve análisis escribio de esta obra, ilustrado con notas, el docto presbitero génoves Dégola, que aun vivia en aquella ciudad cuando estube yo en ella á fines del año 1822 y principios del siguiente. Con

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