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en seguimiento, otros igualmente bien limpios; mas allá otros con el zacate á la altura de media vara, despues otro en que á lo largo del camino la mitad está enmontada y la otra bien. barrida; ó bien un trecho muy angosto y otro muy ancho &c. Estas faltas no podrán remediarse, mientras la inspeccion de los caminos corra al cargo de las municipalidades: compuestas estas en su mayoría de personas forzadas, tal vez sin patriotis mo, ocupadas de sus intereses ó de los medios de subsistir, y distantes del centro de los caminos, de cuya composicion deben vigilar, no es estraño que jamas pase personalmente una Comision á ver el estado en que se hallan. Tal vez un director general de los caminos que residiese en la capital, y un agente en cada cabecera de partido, con facultades coactivas, estimulados unos y otros con pequeña compensaciones, ó con libertarlos de las cargas concejiles y sujetos inmediatamente al gobernador, seria el medio mas á propósito para espeditar la composicion de dichos caminos, y la reparacion de los puentes y calzadas.

"

NAVEGACION INTERIOR.-Un pais cruzado en todas direcciones por tantos rios y arroyos, naturalmente debe facilitar los trasportes y las vias de comunicacion: asi es que casi para todos los pueblos del Departamento puede conducirse por agua en piraguas o en canoas de mas o menos porte. El Usumasinta es navegable por buques de cuarenta á cincuenta toneladas hasta una distancia de cien leguas; y el Mescalapa 6 Tabasco por otros de mayo porte hasta veinticinco leguas, que es en donde está situada la capital; pues de allí para arriba hasta poco mas de setenta en direccion á Chiapas, solo lo es para canoas pequeñas. Casi todos estos rios forman mil circun valaciones, aunque en algunas partes la naturaleza ó el arte las ha disminuido por medio de cortaduras ó canales.

NAQUINARIA.—Casi ninguna máquina de las que son tan útiles en otros paises, se ha introducido en este: aun carros no ecsisten sino apenas dos ó tres, á pesar de las grandes ventajas que en todas partes se obtienen por medio de este aparato tan sencillo, y que seria fácil generalizar en un pais tan plano, en donde no hay piedra alguna, y aunque fangoso en un tercio del año, se presta cómodamente en los dos restantes para el uso de toda c'ase de carruages. Hay haciendas en que se conducen á las espadas del hombre los frutos del cacao y otros de primera necesidad, en una distancia de tres y cinco leguas: aun no se ha querido conocer el ahorro de gen. te que proporciona un carro conducido por un muchacho y cargado con lo que apenas seis ú ocho hombres podrian trasportar, principalmente en las haciendas de cacao, en donde nunca hay la dotacion de sirvientes necesaria, no solamente para fomentarlas con rapidez, sino en muchas de ellas ni aun para su servicio ordinario,

Hay algunos trapiches de fierro que se han hecho venir recientemente, y es probable que se introducirán otros muchos.

Las sierras de aguas ó de vapor, ó por lo menos movidas con mulas, serian muy útiles en un pais en que abunda tanta y tan diversa madera útil y preciosa, principalmente en una gran parte de la costa, en que los bosques no se componen sino de caobas y de cedros.

Alguna máquina de tejidos ordinarios seria utilísima en un pais en que el algodon es tan fácil de cultivarse, en donde hay un consumo de mas de doscientos mil pesos de ropas ordinarias blancas y pintadas, y en donde los trasportes prestan tantas facilidades.

Para limpiar el arroz no ecsiste sino un molino formal, que unido á los morteros comunes, por medio de los cuales se descascara en todo lo restante del Departamento á fuerza de brazos, no dan abasto para el consumo general; y es triste y vergonzoso ver venir arroz de Yucatan á un pais que podria surtir de este grano á casi toda la república, supuesto que una sola arroba de sembradura que se verifica en un pequeño espacio de terreno, produce ordinariamente desde doscientas, hasta quinientas arrobas muchas veces.

No hay ninguna para hacer almidon, pues con raspadores de mano se pulveriza la yuca, lo que hace que se empleen muchos brazos en este mecanismo, y resulte caro relativamente: ¡cuánta diferencia de las ventajas que se consiguen por medio de la máquina sencilla que se emplea en otras partes para desmenuzar en un instante la yuca ú otras raices feculosas que producen el almidon!

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LIBRO QUINTO.

DE LA HISTORIA DE YUCATAN.

CAPÍTULO PRIMERO.

Viene el adelantado á Yucatan, y los religiosos que fundaron esta provincia.

Materia se me ofrece ya de no pequeño cuidado, y que solicita temores á la pluma, que se ha de ocupar en escribir la fundacion de esta santa provincia de San José de Yucatan, y de sus primeros varones apostólicos, porque la voz comun de todos los estados de esta tierra, es llamarlos santos á boca llena, como suele decirse y sus ejercicios lo manifestaron. Pero como tales dejaron unos tan poco escrito de otros, que será ocasion de muchas omisiones en este, sin defecto de mi atencion, que solo mira á dejar memoria de cosas, que con toda verdad pueden asegurarse en esta materia, de donde se podrá colegir lo mucho que trabajaron en la predicacion de el santo Evangelio, y enseñanza de estos naturales, y con la perfeccion de vida, y observancia regular que vivieron: confirmando con ella la verdad de lo que predicaban y enseñaban.

Habiendo ya pues (como antecedentemente se ha visto) sujetado con las armas los rebeldes ánimos de estos naturales D. Francisco de Montejo, hijo del Adelantado, con los demas conquistadores, y fundado la villa de Campeche, ciudad de Mérida, y villas de Valladolid, y Salamanca de Bakhalál, de quienes se ha dado razon en el libro antecedente, en aquel tiempo intermedio, que se fundaron habia gobernado el Adelantado la ciudad real de Chiapa de españoles, y la provincia de Honduras por órden del rey, donde tambien los conquistadores de Yucatan le ayudaron á pacificar parte de aquella tierra y poblarla, como se dice en la ejecutoria de el Adelantado, y he leido en muchas probanzas de sus capitanes y soldados. Ordenó el rey la real audiencia de los Confines, con que allí cesó el gobierno del Adelantado, y para venirse á este de Yucatan, que por la capitulacion tenia por toda su vida; llegó á la ciudad de Chiapa de españoles año de mil y quinientos y renta y seis.

Fué esto á tiempo, que ya habian llegado á la Nueva-España los ciento y cincuenta religiosos, que el emperador Cárlos Quinto nuestro rey y señor habia dado al venerable padre Fr. Jacobo de Testera, primer predicador apostólico de esta tierra para la predicacion del santo evangelio en estos reinos.

De aquellos religiosos destinó doce á Guatemala (lo cual es mas cierto, que veinte y cuatro, como dice el padre Lizana) y por su comisario el venerable padre Fr. Toribio de Motolinia, uno de los doce compañeros del santo padre Fr. Martin de Valencia, con órden, que enviase algunos de ellos á Yucatan. Llegados á Guatemala, y dado principio á su apostólico ejercicio, escribió el venerable padre comisario al Adelantado (que supo se estaba aun en Chiapa) el órden que tenía de su comisario general Fr. Jacobo de Testera para enviar religiosos á Yucatan y que asi le daba noticia, para que constándole, cuando llegasen los recibiese debajo de su proteccion, ayudándoles con el favor, que tan santa obra requeria.

Recibió el Adelantado esta carta, y respondió á ella significando el gozo que con tan buena nueva habia tenido, con que aseguraba del todo la quietud de Yucatan, y que viniesen muy en buena hora, que él estaba ya de partida, con que si llegaban á tiempo los traeria con todo cuidado, y regalo posible. El Adelantado se vino á Yucatan, para donde fueron asignados los padres Fr. Luis de Villalpando, con título de comisario, Fr. Juan de Albalate, Fr. Angel Maldonado, Fr. Lorenzo de Bienvenida y Fr. Melchor de Benavente, sacerdotes, y Fr. Juan de Herrera, lego. Determinose, que el padre Fr. Lorenzo de Bienvenida entrase en esta tierra por la parte oriental de eIla, y asi fué de Guatemala al golfo dulce, por donde se sale a la mar, para venir á Bakhalál, y como quien salia solo, se despachó con toda brevedad. Los otros compañeros tardaron algo mas en salir de Guatemala, y asi cuando llegaron á Chiapa, ya habia un mes, que el Adelantado habia salido para esta tierra. Como no le hallaron allí, partieron con brevedad en prosecucion de su viage, padeciendo grandes trabajos, y cansancios por ser aquella tierra asperísima, grandes cuestas, y pantanosas, que aun andadas en buenas mulas, es penosísimo viage, y lo restante en bajando á Tabasco, á los rios por el pueblo, que llaman el Palenque, lo que mas es cenagoso con atolladeros á cada paso, tierra caliente, mosquitos sin número de día y de noche: incomodidades, que dan bien á entender lo que padecerían viniendo á pié y descalzos tan largo viage, como trecientas leguas de estas calidades, que hay desde Guatemala á estas provincias.

Fué Dios nuestro Señor servido, que llegasen con salud al puerto, y villa de San Francisco de Campeche, donde ya estaba el Adelantado, su hijo y la nobleza de los conquistadores, que habian ido á recibirle, como á su gobernador propietario. Los religiosos fueron recibidos con mucha alegria de todos, y en especial del Adelantado, que era muy devoto de nuestro santo hábito, y los hospedó en la misma casa, donde estaba aposentado, para poderlos comunicar con mas comodidad,

de terminar el modo que se habia de tener en la conversion de estos indios. El padre Lizana en su Devocionario de

la Madre de Dios de Izamal, tratando de la llegada de estos religiosos, dice: "Que el Adelantado quiso, que aquella villa se intitulase San Francisco de Campeche, por ser devotísimo del santo, y decir, que pues el habia llegado a salvamento de su conquista, y puesto principios á ella, que con el ayuda de Dios y su Santísima Madre y glorioso San Francisco, esperaba tendria buen suceso toda la conquista, y mas con tan buenos sacerdotes, hijos de el glorioso padre San Francisco." No debió de tener este escritor los instrumentos de papeles necesarios para la verificacion de el tiempo de la conquista, y fundacion de las poblaciones de españoles, que en esta tierra se hicieron, pues como queda dicho y comprobado con los testimonios auténticos referidos; la conquista, en cuanto á la sujecion corporal de los indios, cuando volvió el Adelantado, y vinieron estos religiosos este año de cuarenta y seis, ya estaba conclusa, y la ciudad y villas pobladas, pues la última, que fue la de Salamanca, se fundó el año de cuarenta y cuatro.

Como el Adelantado era tan devoto de la religion, y tenia por ejemplar la accion digna de eterna memoria de D. Fernando Cortés, (cuando recibió á nuestros religiosos en Méjico, hincando la rodilla en tierra delante de aquella innumerable multitud de indios, á quien habia sujetado y de quien estaba tan reverenciado y temido, como se sabe) llamó á los señores y principales de el territorio de Campeche. Presentes yá, les dijo, como aquellos padres sacerdotes, que alli estaban, eran los que les habian de enseñar los misterios de la santa Fé que profesamos, y que habian de ser los padres de sus almas, cuya doctrina debian asentar en sus corazones con toda firmeza. Que para este fin eran enviados desde Castilla por el emperador nuestro rey y señor, y que en su nombre se los daba por tales, que les tuviesen todo respeto, y obedeciesen en lo que les mandasen, como si el mismo se lo ordenase. Que les edificasen iglesia y convento, donde habian de acudir para ser instruidos de lo que debian saber. Ocasion fué esta plática, y veneracion pública, que el Adelantado mostró tener á los religiosos, para que los indios concibiesen el respeto, que les debian tener, viéndolos tan estimados de su Adelantado, y de mucha importancia para el ministerio á que se ofrecian. Ya por nuestros pecados les dan algunos tantos motivos para que no tengan el respeto debido á sus ministros, que me parece, puedo decir sin nota de temeridad, que parte del desaprovechamiento, que en los indios vemos (pues á las obligaciones de cristianos vienen los mas como forzados) se ocasiona por ellos. A Dios dará la cuenta quien tuviere la culpa, y allí se verá la justificacion de algunos pretestos con que se colorean las intenciones, y la retribucion de ambas ejecuciones.

Considerando el padre Fr. Luis de Villalpando el número tan crecido de almas infieles, y cuan pocos eran los ministros

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