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cretario, que don Andres aceptó i desempeñó con el celo i acierto que acostumbraba manifestar en el ejercicio de estos empleos.

La junta gubernativa, al mui poco tiempo de haberse instalado, determinó solicitar la proteccion de la Inglaterra.

Para conseguirlo, envió a Lóndres en junio de 1810 una comision diplomática formada de don Simon Bolívar, don Luis López Méndez i don Andres Bello.

Estos tres sujetos llevaban iguales poderes; pero por un convenio privado entre ellos, i a propuesta de Bello, acordaron que éste desompeñara las funciones de secretario, que tocaban a él mas bien que a sus colegas, en primer lugar, porque era mas jóven que López Méndez i de menos categoría que el coronel Bolívar, i en segundo, porque tenia mas práctica en las operaciones de redaccion. i de oficina.

Como habrian debido presumirlo, dadas las circunstancias, esta negociacion no produjo el resultado que los patriotas venezolanos se habian lizonjeado de alcanzar.

Tan luego como se convenció de ello, Bolívar regresó a Carácas para satisfacer el deseo que esperimentaba de tomar una parte mui activa en los graves sucesos de que era teatro su pais.

López Méndez i Bello permanecieron en Londres como ajentes de Venezuela, desplegando la mas laudable dilijencia para ejecutar cumplidamente, a pesar de la escasez de recursos i de la dificultad de la situacion, los varios encargos que se les hicieron.

La completa reconquista de Venezuela llevada a cabo en 1812 por las fuerzas realistas, redujo a López Méndez i a Bello al estado mas aflictivo i acongojador.

En lo sucesivo, ya no iban a percibir los sueldos que el gobierno revolucionario les habia asignado.

I como estos sueldos habian sido mui cortos, i ademas habian sido pagados con irregularidad, los dos estaban agobiados de deudas.

López Méndez fué reducido a prision como deudor moroso.

Bello se salvó de correr igual suerte por la jenerosidad de un sastre que se compadeció de la angustia en que le veia.

Sin duda era mucho salvarse de la prision, pero no era todo.

Bello tenia que proveer, no solo a su manutencion personal, sino tambien a la de su mujer oña Ana Boyland, con quien habia contraido matrimonio por aquel tiempo, i a la de un niño que fué el primer fruto de esta union.

Afortunadamente, habiendo consultado a Blanco Whitte, el famoso redactor de El Español, éste le dió el acertado consejo de que procurara ganar la vida dando lecciones privadas de castellano, idioma que estaba a la moda en Inglaterra.

Merced a este arbitrio, don Andres Bello pudo colocarse en una situacion excesivamente modesta, pero a lo menos llevadera.

El crédito que adquirió en el ejercicio de esta profesion hizo que fuera recomendado al secretario de estado sir Willams Hamilton, quien le confió el cuidado de preparar a sus hijos para incorporarse en la universidad.

Este acomodo mejoró notablemente la condicion de Bello.

Tuvo la buena suerte de mantenerse en él hasta 1822, año en que el ministro plenipotenciario de Chile en Londres don Antonio José de Irisarri le llamó a desempeñar el cargo de su secretario interino.

Aunque Irisarri fué reemplazado algo mas tarde por don Mariano de Egaña, Bello continuó sirviendo por algun tiempo el mismo empleo hasta que en 1824 lo dejó por un disgusto personal con el jefe de la legacion, a quien, a pesar de esto, conservó una grande amistad, la cual, en vez de debilitarse, debia acrecentarse con los años.

Bello se hizo entónces cargo de la secretaría de la legacion de Colombia, primero a las órdenes de don Manuel José Hurtado, i en seguida, a las del poeta don José Fernández Madrid.

Don Simon Bolivar, su antiguo camarada, cubierto de gloriosos laureles, i que habia merecido el título de libertador de la mitad del continente hispano-americano, era a la sazon presidente de la confederacion que se habia compuesto con los reinos de Venezuela, Nueva Granada i Quito, trasformados en repúblicas.

Habria sido de pensar que esta circunstancia fuera propicia parà Bello.

Sin embargo, sucedió precisamente todo lo contrario.

Don Andres manifestó siempre el mas elevado concepto de las brillantes calidades que adornaban a Bolivar, i aun pudiera decirse admiracion.

Destinó a cantar la gloria del héroe de Colombia el final del segundo fracmento de la composicion denominada Alocucion a la Poesia, el cual apareció el año de 1823 en La Biblioteca Americana, tomo 2.o número 1.o.

Entre otras alabanzas, dió a Bolivar el calificativo de "jénio tutelar de la independencia americana" en la análisis del Canto a la victoria de Junin, debido a la pluma del poeta don José Joaquin Olmedo, análisis que Bello insertó el año de 1826 en El Repertorio Americano, tomo 1.0.

Compuso ademas por entonces el Himno a Colombia, que, aunque solo fué dado a la estampa allá por el año de 1861, debió ser probablemente conocido de Bolivar, puesto que Bello se lo de

dicó.

A pesar de todas estas demostraciones de entusiasmo, parece que Bolivar, cuya soberbia habia crecido a la par que su gloria, consideraba que Bello no le tributaba todo el acatamiento que creia merecer.

Hubo ademas un chisme que acabó de enemistar contra el secretario de la legacion de Londres el ánimo del presidente de Colombia.

Se aseguró a Bolivar que Bello habia tolerado sin protestar que se murmurase del libertador en su presencia.

Desde entónces, Bello empezó a esperimentar desaires de su gobierno.

Al fin recibió uno que hizo desbordar su indignacion.

Habiendo determinado el presidente de Colombia organizar definitivamente el cuerpo diplomático de la república, no conservó a Bello en el empleo de secretario de la legacion de Londres, que éste habia desempeñado con el mayor acierto por largo tiempo.

En compensacion, Bello recibió el díploma de cónsul jeneral en Paris, i la promesa de ser nombrado encargado de negocios en Portugal, cuando la corte de este reino consintiera en recibir un ajente colombiano.

Lo primero importaba una verdadera e incalificable postergacion, porque el empleo de secretario en Londres era superior al de cónsul jeneral en Paris; i lo segundo una burla mui poco delicada, porque no habia ninguna probabilidad de que el gobierno portugues reconociera próximamente la república de Colombia.

Conforme a lo que reclamaba su dignidad, Bello contestó a esta ofensiva proposicion con la renuncia del consulado jeneral, i con la negativa de aceptar la problemática legacion a Portugal.

Es esta la oportunidad de tratar sebre una imputacion calumniosa con que se acriminó a don Andres Bello, i que le causó los mas amargos sinsabores.

Se recordará que el año de 1810 servia el cargo de secretario de la gobernacion de Carácas.

Por entonces muchos de los vecinos mas conspicuos de aquella ciudad tramaban un trastorno politico que diera por resultado la creacion de un gobierno que, aunque bajo la dependencia de la metrópoli, estuviera formado de criollos, esto es, de españoles nacidos en América.

Alguien denunció al gobernador del reino don Vicente Emparan esta conspiracion que debia estallar del 1. al 2 de abril, i en consecuencia, dicho gobernador dictó algunas medidas que aplazaron, pero que no ahogaron el movimiento.

No faltó quien supusiera que uno de los denunciantes podia haber sido Bello que servia la secretaria de la gobernacion, i el cual juntamente cultivaba relaciones íntimas con algunos de los principales conjurados.

Semejante presuncion, completamente vaga e injustificada, no reposaba sobre ningun fundamento positivo.

Era uno de tantos rumores que solo tienen circulacion por un dia.

La revolucion tuvo lugar en Caracas, como se sabe, el 19 del mencionado mes i año.

La calumnia que se habia levantado contra Bello era tan desnuda de razon, que los mismos promotores del movimiento a quienes se pretendia que él habia traicionado le nombraron sucesivamente, apénas estuvieron triunfantes, para dos cargos de la

mayor confianza, designándole para secretario de la junta gubernativa, i despues para que formara parte de la comision enviada en solicitud de la proteccion inglesa.

Posteriormente don Andres Bello fué por algunos años secretario de la legacion de Colombia en Londres.

Hasta el año de 1827 en que Bello renunció este empleo por los motivos que he mencionado, nadie que yo sepa habia recordado la acusacion, enteramente desautorizada, que se habia formulado contra él en los primeros dias de abril de 1810.

Desde antes de la revolucion, habia en Carácas un médico con pretensiones de literato, cuyo nombre era don José Domingo Diaz. Habia éste compuesto una memoria sobre una fiebre epidémica del valle de Aragua, i un monólogo en verso puesto en boca de Luis XVI al salir para el cadalso.

Don Andres habia cometido contra Diaz el crímen de sostener que el lenguaje de la memoria no era puro, i de negar el valor poético del monólogo.

Diaz habia cobrado mucha ofensa por ambas críticas.

Despues de la revolucion, cesaron de hallarse en contacto mas o menos inmediato.

Bello habia ido a fijarse en Inglaterra, mientras que Diaz permanecia en su patria, donde abrazó con un ardor que rayaba en fanatismo la causa de la metrópoli.

Refujiado Diaz en Madrid despues del triunfo de sus conciudadanos, dió a luz en 1829 una obra titulada Recuerdos sobre la Rebelion de Carácas.

1

Es este un libro escrito con ponzoña, mas bien que con tinta que contiene una diatriba furiosa contra los patriotas venezolanos.

Diaz, que era un hombre de pasiones rencorosas, no habia olvidado el agravio que las críticas de Bello habian inferido a su amor propio de literato. Así tuvo buen cuidado de consignar en su obra como un hecho positivo la especie que en otro tiempo habia circulado de que Bello habia denunciado al presidente Emparán la conspiracion en que el mismo Bello habia tomado parte.

Poco despues don Mariano Torrente, que tomó por guía Los

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