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al portador, valores antes no autorizados por nuestras leyes y que tanto contribuyen á la movilización de los capitales. Las instituciones de crédito, como en su lugar veremos, se rigen también por leyes especiales.

La Escuela de Comercio y Administración, fundada, como se recordará, en 1845 con los fondos y á iniciativa del antiguo Tribunal mercantil, ha corrido por cuenta del Erario federal desde el año 1867 y ha adquirido considerable desarrollo desde entonces. Los presupuestos de egresos de los últimos años le asignan para sus gastos una suma de $ 40.000 poco más ó menos; y aunque el plan de los estudios que en ella se hacen es notoriamente susceptible de muchas mejoras, la enseñanza que allí se imparte ha contribuído á difundir los conocimientos económicos, que tanta falta hacían á nuestra juventud y aun á nuestros hombres públicos. Además, en algunas escuelas profesionales, como en las de Jurisprudencia é Ingenieros en el Distrito y otras de los Estados, existen cátedras de Economía política, que también constituyen un importante factor de ilustración y de progreso en nuestra evolución económica.

Nuestra organización mercantil, á pesar del considerable incremento que han alcanzado las operaciones, es todavía bastante primitiva y deficiente. Aunque en la ciudad de México han organizado hace años los principales corredores de la plaza una Bolsa mercantil de valores, no se ha implantado la costumbre de hacer en ella la contratación; y si los corredores se reúnen cada día es simplemente para comunicarse los tipos á que han hecho operaciones de cambio, compras ó ventas fuera de la Bolsa y publicar los tipos en un boletín especial. Carecemos, pues, de una Bolsa propiamente dicha y las operaciones á descubierto ó á término son desconocidas.

Tampoco tenemos todavía Cámaras de Comercio que desempeñen funciones oficiales ó estén investidas del carácter público que se les reconoce en otras naciones, como representantes del gremio mercantil. En calidad de corporación privada, existe en México, desde 1877, una Cámara

de Comercio cuyas funciones han consistido principalmente en hacer ante los poderes públicos las representaciones que se han ofrecido, cuando los aranceles ú otras leyes de impuestos han lastimado mucho los intereses del comercio, y á semejanza de ella se han ido constituyendo otras en casi todas las Capitales de los Estados y en los puertos y Ciudades fronterizas más importantes de la República.

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No nos ligan con ningún pueblo tratados de reciprocidad mercantil. En principios de 1883 firmó el señor don Matías Romero con el general Ulises S. Grant un tratado entre México y los Estados Unidos, conforme al cual nosotros debíamos admitir, sin pago de derechos, cuarenta y cinco clases de artículos de fabricación americana que por aquel entonces eran en su mayor parte libres, á cambio de que los Estados Unidos admitiesen con la misma franquicia treinta artículos nuestros, casi todos de producción agrícola. Aunque el Senado de ambas naciones aprobó ese tratado, que probablemente nos habría sido beneficioso, según el empeño con que el señor Romero lo defendió, la Cámara popular norteamericana, siguiendo su tradicional política proteccionista, se negó á sancionar ciertas leyes que requería la ejecución de ese pacto internacional. Desde entonces nuestro gobierno se ha abstenido deliberadamente de entrar por la senda de los tratados de reciprocidad, en el fondo erizada de peligros, porque en las peculiares condiciones de nuestra producción, bastante atrasada todavía, es difícil hallar una compensación adecuada á las concesiones que habrían de pedírsenos por los pueblos con quienes contratáramos.

Tiempo es ya de que digamos algunas palabras sobre la cuantía de nuestro comercio interior y exterior.

Tanto el señor Iglesias como el señor Romero pusieron grande empeño, apenas restaurada la República, en que se formara una estadística fiscal, y á este fin desde Agosto de 1867, se creó en la Secretaría de Hacienda una sección consagrada especialmente á la concentración de los datos respectivos. Con muchos obstáculos tropezó, como era preciso en medio de la desorganización general, empresa de esta naturaleza, á la que todavía se opusieron las circunstancias políticas de trastorno y revolución que el país tuvo que sufrir hasta fechas relativamente recientes. No debe, pues, extrañarse que los perseverantes esfuerzos del señor Romero no hayan dado resultados sino en 1873, en que se publicó la primera estadística de nuestras importaciones y exportaciones, ni que en años posteriores, de convulsiones políticas ó de administración hacendaria empírica ó poco cuidadosa, se haya omitido de una manera lamentable la formación y publicación de datos estadísticos, sin los cuales todo cálculo y previsión resultan imposibles. Así, respecto de importaciones, carecemos de toda noticia concerniente á los nueve años fiscales de 1.o de Julio de 1875 á 30 de Junio de 1884, á los dos de 1886 á 1888, y á los relativamente recientes de 1890 á 1892. En materia de exportaciones hemos sido más afortunados, porque, con excepción de los años fiscales de 1875 á 1877, tenemos las cifras completas desde 1872 hasta 1892. Sin embargo, la manera en que estos datos se han reunido y publicado no es muy propia para inspirar confianza, ni se presta fácilmente á deducciones medianamente aceptables; y para no entrar en detalles fatigosos, sólo diremos que las importaciones están calculadas por su valor de factura en oro, mientras que las exportaciones lo están en plata, y todavía sin tener en cuenta para el oro exportado su valor comercial, sino el legal con relación á la moneda de plata.

A título de simple curiosidad insertamos en la página siguiente las cifras oficialmente publicadas con relación á este período:

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Desde el año fiscal de 1892 á 1893, este ramo, como todos los otros de nuestra administración hacendaria, ha sido considerablemente mejorado y de día en día se perfecciona y progresa, pues no solamente poseemos ya cifras completas, detalladas y bien depuradas sobre nuestro comercio exterior, sino que las diversas publicaciones estadísticas de la Secretaría de Hacienda comprenden otros. muchos ramos de grande importancia, cuyo estudio no es de este lugar. Esas publicaciones nos han permitido formar y presentar á nuestros lectores los cuadros siguientes, que muestran el volumen de nuestro comercio exterior de 1892-93 á 1902-1903.

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(1) Según la moneda del país de origen, á razón de 5 $ una libra esterlina,

5 francos, un peso, etc.

(2) Según el precio medio mensual del peso mexicano en Nueva-York. (3) Estimando el valor del oro según el precio medio mensual del peso mexicano en Nueva-York

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