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torio en Nueva York y se habló de quien sabe qué soñada combinación de depósitos y certificados de plata, que había de detener el descenso de este metal. Sea que, en efecto, se hubiese hecho valer el espejismo de esa combinación para obtener las autorizaciones de que hemos hablado y que esta ilusión se desvaneciera, sea que en el ánimo del Gobierno hayan influído las protestas que el Banco Nacional hizo en contra ellas, como abiertamente contrarias á su concesión, el hecho fué que los repetidos certificados de depósito no llegaron á salir á luz.

Sin embargo, la institución hace desde entonces las operaciones de un Banco de descuento, al mismo tiempo que los préstamos hipotecarios, que constituyen el verdadero objeto de su fundación; y un manejo más acertado de sus negocios le ha permitido ver el alza de sus bonos á un tipo que se aproxima á la par, en lo que también ha influído la religiosa exactitud con que el Banco ha servido los intereses de esos valores y amortizado los que la suerte ha designado al efecto. Sigue, con todo, haciendo sus préstamos hipotecarios en bonos, y esto, como es natural, restringe mucho sus operaciones y los servicios que estaba destinado á prestar, sobre todo á la agricultura, tan necesitada entre nosotros de capitales á largos plazos que le permitan emprender obras de mejora permanente, cuyo valor no devuelve la tierra dentro de los breves términos á que operan los Bancos de emisión.

La ley de instituciones de crédito ha reglamentado también con liberalidad y cordura los Bancos hipotecarios, autorizándoles á hacer préstamos á largos plazos y á emitir bonos por el importe de las hipotecas constituídas á su favor; pero hasta ahora sólo un Banco, que se denomina Agricola é Hipotecario de México, usa de las franquicias que esa ley otorga, habiéndose organizado en la capital de la República con un capital de $ 2.000.000 y comenzando á operar el 1.o de Enero de 1901. De acuerdo con su concesión, que así se lo impone, todos sus préstamos han sido hechos en dinero efectivo; según sus últimos estados men

suales publicados, esos préstamos han llegado ya (en 30 de Junio de 1902) á la suma de $ 571.309, y el Banco aun no usa del derecho de emitir los bonos que su concesión autoriza.

Tenemos entendido que los mercados extranjeros, en donde pudiera ser halagador el interés que los bonos hipotecarios pueden devengar, sin constituir un gravamen para los deudores de los Bancos, no se han abierto á este género de valores por el natural retraimiento que determina la incertidumbre en el porvenir de la plata, á cuya suerte se halla ligado el valor de nuestra moneda. Y en cuanto á nuestro mercado nacional, ni es todavía suficientemente amplio, ni se interesa por adquirir títulos que ganan un interés inferior á las utilidades que puede obtener el capital en otros muchos ramos de negocios, He aquí, en nuestro concepto, lo que ha detenido y todavía por mucho tiempo detendría, entre nosotros, el progreso y desarrollo de los Bancos hipotecarios, aunque el poder público tiende, y con razón, á favorecerlos.

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Un tercer género de instituciones de crédito forman el objeto de la ley de 1897: el de los Bancos que en ella se denominaron Refaccionarios, y están caracterizados por la facultad de hacer préstamos hasta por dos años, para facilitar el aumento de la producción agrícola y los trabajos de las minas, todo en determinadas condiciones de seguridad y con privilegios todavía más extensos que los que la legislación común otorga á los acreedores que refaccionan una negociación con el fin de conservarla ó hacerla productiva. Como un medio para procurarse fondos, además de su propio capital, este género de Bancos ha sido autorizado para emitir títulos llamados bonos de caja, que causen interés y sean reembolsables á plazos variables de tres meses á dos años.

Desconfiado se mostró el señor Limantour en el informe

que al Congreso rindió sobre la ley de 1897, acerca de la eficacia de este medio para procurar á los agricultores, industriales y mineros del país los fondos que necesiten, á plazos que ni sean tan largos que ameriten el recurso á la constitución de una hipoteca, ni tan cortos que puedan caber dentro de los que los Bancos de emisión pueden otorgar. Y, con efecto, sólo se han fundado tres instituciones de este género: tres con corto capital en los Estados de Campeche, Chihuahua y Michoacán y otra en la capital de la República, bajo el nombre de Banco Central Mexicano. Esta última, muy hábilmente manejada, ha prosperado rápidamente; pero la verdad es que pocos son los servicios que al público ha prestado en lo que debiera ser su especialidad, y más bien funciona como un nuevo Banco comercial, con claras tendencias á convertirse en centro de los Bancos locales de emisión de los Estados (1) y acaso en Banco de emisión él mismo, cuando la ley y las circunstancias lo permitan.

Nuestra ley es muda todavía sobre las demás instituciones de crédito y, por lo mismo, las Compañías de seguros de todas clases, las Cajas de ahorros en sus múltiples formas, etc., etc., se constituyen y rigen conforme á la legislación común que les es respectivamente aplicable. Sin embargo, las compañías extranjeras de Seguros de incendio y sobre la vida que operan en México, están sujetas desde 1893 á una ley especial que les exige ciertas garantías, que pueden consistir en bienes raíces, en hipotecas ó en un

(1) Aventuramos esta afirmación fundándonos en que el Banco Central Mexicano, de hecho, cambia en la ciudad de México á la par los billetes de casi tados los Bancos de los Estados; lo cual, dicho sea de paso, ha falseado el sistema concebido por la ley de instituciones de crédito, que quiso establecer una serie de circulaciones locales de billetes y reservar la circulación en todo el territorio nacional á los dos grandes Bancos metropolitanos; resultado que ni remotamente se ha conseguido, pues la circulación de billetes de los bancos de los Estados se ha vuelto nacional, con el grave defecto de que no está asegurada en términos legales la conversión fácil de estos billetes en metálico y esto puede, en momentos de crisis ó trastornos, provocar dificultades y aun conflictos de importancia

depósito en títulos de la Deuda pública por sumas, en el fondo, de poca cuantía.

Tiempo es ya de concluir, y lo haremos poniendo á la vista de nuestros lectores algunos guarismos y cuadros que les darán cabal idea del desarrollo que han tenido y del estado en que se encuentran nuestras instituciones de crédito.

Al finalizar el año 1884, según ya queda consignado, fuera del Banco de Londres, México y Sud-América, que no publicaba sus balances, y de los Bancos de Chihuahua, que no tenían considerable importancia, era el Nacional de México el único Banco de emisión en la República. Tenía entonces seis sucursales y operaba con un capital exhibido de $ 8.000.000; en 1903, es decir, diez y nueve años después, funcionaba con diez y siete sucursales, y su capital nominal de $ 20.000.000, no sólo estaba totalmente pagado sino que se había elevado á $ 26.000.000: su existencia metálica en caja pasó de $ 4.495.003 28 á 25.862.893'71; su cartera, comprendiendo los préstamos sobre prendas, ascendió de $ 5.310.402'45 á $ 63.006.028'65; su circulación en billetes adelantó de $ 5.174.069 á $ 23.826.228, y sus fondos de previsión y reserva, que sumaban $ 206.882'98 en 1884, progresaron hasta llegar á $ 7.687.451'64 en 31 de Diciembre de 1903.

Por lo que hace al crecimiento que han tenido los bancos en general después de expedida la ley de 19 de Marzo de 1897, ha sido igualmente considerable; y nada mejor para demostrarlo que los siguientes guarismos que, en cifras redondas, tomamos de los balances oficiales con relación á las cuatro principales cuentas de los bancos: cartera, préstamos sobre prendas, circulación de billetes y caja.

Nótase una tendencia progresiva casi constante en la cartera, que de algo más de $ 37.000.000 ha llegado á $131.000.000; los préstamos sobre prendas han pasado de trece á sesenta y dos y medio millones.

Se observa un aumento también casi constante en la circulación, que ha crecido de $ 38.500.000 á $ 90.000.000 como máximum, quedando en $ 8.000.000.

La existencia en numerario, aunque también ha progresado de $ 44.000.000 á $ 67.500.000, sólo ha superado á la circulación de billetes durante los nueve primeros meses de 1897 y en Octubre y Noviembre de 1901; descendió con bastante brusquedad á $ 35.000.000 en los tres últimos meses de ese año 1897 y luego ha seguido una marcha casi paralela á la de la circulación, pero siempre abajo de ella, salvo á fines de 1901 en que también descendió de una manera notable á menor de $ 58.000, contra una circulación de $ 86.000.000. La mayor existencia metálica de los Bancos alcanzó á $ 73.000.000 en Julio de 1902.

Aquellos de nuestros lectores que deseen conocer más detalles numéricos sobre los Bancos, ya que la forma de este libro no nos permite dárselas, pueden consultar en la «Estadística bancaria» publicada por la Comisión nombrada para estudiar el problema del cambio de nuestro patrón monetario; «Estadística» muy completa y llena de interesantísimos y curiosos pormenores (1).

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Quisiéramos, para concluir, dar alguna idea, aunque fuere aproximada, sobre la cantidad de numerario existente en la República (2). Por desgracia, nuestras deficientes é imperfectas estadísticas no suministran elementos para la resolución completa de este problema, pero sí podemos saber que del año fiscal de 1892-93 al de 1900-901 se han acuñado y exportado las siguientes cantidades en pesos mexi

canos:

(1) Comisión monetaria - México-Estadistica bancaria » -1903. México. Tipografía de la Oficina impresora de estampillas. Un volumen de 584 páginas en folio y tres cuadros gráficos.

(2) Véanse en el Apéndice, sobre esta cuestión, los estudios y trabajos de la Comisión monetaria, que emprendió sobre ella investigaciones especiales que nunca se habían intentado en México.

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