cana denominada Mala del Pacifico, que, en conexión con el ferrocarril de Panamá, corre entre ese istmo colombiano y San Francisco, tocando mensualmente nuestros principales puertos y algunos de Centro América. Otras empresas de navegación, casi todas mexicanas, comunican periódicamente nuestros puertos del Continente entre sí y con los de la península de la Baja California y van creando laboriosamente un tráfico cuyo porvenir dependerá del éxito que alcancen las líneas férreas que por diversos puntos se dirigen á nuestro litoral del Pacífico, especialmente á Manzanillo y Salina-Cruz. Por hoy, el Tesoro público gasta $152.230 al año en subvenciones á líneas de navegación (1).

Las cartas generales de la República, que nuestros lectores pueden consultar fácilmente, indican la mayor parte de las líneas de vapores que comunican regular y periódicamente nuestras costas de ambos Océanos; y para dar una idea del tráfico marítimo de la República insertamos en seguida algunos guarismos que dan á conocer el número de embarcaciones que durante los últimos años han entrado á nuestros puertos y salido de ellos, con expresión de la carga que han transportado.

(1) Una línea de vapores anglo-chilena, que recibiendo una subvención pecuniaria nos comunicaba con varios puertos de Sud-América hasta Valparaíso, ha suspendido su servicio. En cambio, una compañía inglesa ha contratado con el Gobierno hacer viajes regulares entre nuestros puertos y Hong-Kong, lo que tal vez restablecerá nuestro comercio directo con el extremo Oriente, absolutamente interrumpido desde que, hecha la independencia de la antigua Nueva-España, dejó ésta de ser el conducto por el cual la metrópoli se comunicaba con sus colonias del archipiélago filipino.

Los esfuerzos hechos por nuestros gobiernos para desarrollar las comunicaciones marítimas de la República no se han limitado á conceder á las empresas de navegación, auxilios pecuniarios directos, sino que en los últimos años, y sobre todo desde la creación de la Secretaría de Comunicaciones y Obras públicas, se ha procurado, con incontestable acierto, mejorar las condiciones de nuestras costas, alumbrándolas, y las de nuestros principales puertos, emprendiendo en ellos obras de suma importancia y dignas de especial mención. De esta suerte, mejorando por considerable modo las condiciones generales de la navegación y facilitando el acceso á nuestros puertos, la comunicación marítima se ha desarrollado sin crear privilegios, siempre odiosos, en favor de empresas ó concesionarios determinados.

En este sentido muy poco se había hecho antes de los últimos años, y elocuentemente lo comprueban las cinco memorias que el señor general don Francisco Z. Mena presentó al Congreso de la Unión sobre los trabajos de la Secretaría de Comunicaciones y Obras públicas, que estuvo á su cargo desde 1895 hasta fines de 1902, y que abarcan los once años transcurridos desde 1.° de Julio de 1891 hasta 30 de Junio de 1902. De ellas tomamos los datos que en seguida hallarán nuestros lectores.

En la época virreinal sólo se encendió el faro del castillo de San Juan de Ulúa en Veracruz. Después de la Independencia se alumbraron algunos puertos del Golfo de México. que, por su interés local, lo reclamaron urgentemente, y hasta 1876, en que principió el período de paz, fueron encendidos el faro «Benito Juárez», en Veracruz, y los de Sisal, Campeche, Xicalango y Progreso.

De 1876 á 1891 se encendieron siete luces; pero sin seguirse nunca un plan general de iluminación.

La Secretaría de Comunicaciones y Obras públicas ha sido la que verdaderamente ha creado el servicio de faros, que se encarga de la construcción y conservación de éstos y de las luces de puerto, balizas y boyas, y cuida de su administración.

El servicio tiene una Dirección general; las costas están divididas en dos distritos en el Océano Atlántico y dos en el Pacífico y en cada uno hay una oficina de inspección con los ingenieros necesarios.

Los puertos del Atlántico han tenido mayor tráfico y cuentan con mejores vías de comunicación con el interior que los del Pacífico; y como las costas de aquél son bajas y hay numerosos arrecifes submarinos ó difícilmente visibles aun de día, se impuso la necesidad de darles preferencia y de hacer desde luego un proyecto general de iluminación para las costas del Atlántico.

Para el estudio de este proyecto y aprovechando la experiencia adquirida por otras naciones, se suprimieron las luces fijas; se adoptaron los aparatos de iluminación con grupos de destellos-relámpagos, así como luces fijas con grupos de ocultaciones, á fin de evitar la necesidad de medir el tiempo para reconocer los faros. Las luces de igual carácter distintivo se proyectaron á distancias mayores del error que pueden tener los buques en su derrota, y en la localización de las luces se dió la preferencia á los puntos de recalada para los faros de mayor alcance.

Este proyecto se va desarrollando, con objeto de proteger toda la costa con una barrera luminosa; pero, deseando evitar el peligro lo más pronto posible, se instalan hoy en los puntos de recalada y en algunos de los más temidos por los marinos, faros de carácter provisional de catorce millas de alcance, que serán utilizados en lugares secundarios cuando sean reemplazados por los definitivos.

De esta manera se están iluminando los bajos de la Sonda de Campeche y se han encendido siete faros en la costa oriental de Yucatán sólo en el año fiscal de 1899 á 1900.

Utilizando los últimos perfeccionamientos alcanzados en el extranjero en materia de alumbrado, se han adoptado las balizas luminosas permanentes alimentadas con petróleo y movidas por pilas eléctricas, y las boyas luminosas, alimentadas también con petróleo, que son más económicas

y más fáciles de manejar que las boyas eléctricas y las de gas comprimido.

Dedicado preferentemente el Gobierno al alumbrado del Atlántico, natural ha sido iluminar primero Veracruz que, además de ser el puerto principal por su movimiento de buques nacionales y extranjeros, es el que está rodeado de más peligros; y se ha alcanzado el éxito deseado, pues hoy puede abordarse dicho puerto durante la noche con tanta seguridad como durante el día. Algunas luces complementarias que funcionarán en breve, harán que Veracruz y sus inmediaciones queden tan bien iluminadas como los puertos más importantes de otras naciones marítimas.

Como está próximo á abrirse al tráfico internacional el ferrocarril de Tehuantepec, y hay diversas líneas férreas en construcción que unirán varios puertos del Pacífico con el interior del país, se ha ocupado ya la Dirección de Faros de iluminar y abalizar sus costas.

El siguiente cuadro da una idea completa del desarrollo del servicio de faros de 1891 á 1901: