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Como ha quedado ya explicado, ese comercio pasó en la .Nueva España por tres diferentes períodos: en el primero, que abraza los años corridos de la conquista en 1521 á 1561, la reglamentación oficial no exigía á los buques que hicieran sus viajes en épocas determinadas: en el segundo, que va de 1561 á 1778, rigió el sistema de flotas; y en el tercero, que se cierra en 1821, por virtud de la pragmática del «comercio libre quedó abolido este sistema.

De la primera de las mencionadas épocas sólo tenemos datos poco exactos, y no podemos valorar numéricamente, siquiera con mediana precisión, el monto de nuestros cambios. Sin contar las expediciones de Cortés, Garay y Narváez, aparece que en los quince años transcurridos de 1521 á 1536 no excedieron de 25 ó 30 los buques llegados á Veracruz; y puede muy bien suponerse que en los veinticinco años siguientes é inmediatamente anteriores al del establecimiento de las flotas, el movimiento mercantil no sería mucho mayor que en los primeros tiempos, porque los pobladores europeos se ocupaban todavía en extender la dominación española, llevando una vida semisalvaje que reducía forzosamente sus necesidades. >>

En todo ese tiempo, los productos de las minas deben de haber sido casi los únicos artículos de exportación. Los trabajos emprendidos casi á raíz de la conquista en las minas de Taxco, Sultepec, Pachuca y Tlalpujahua, produjeron metales que pueden calcularse (á razón de § 1.500.000 anuales, desde 1521 hasta 1548) en la suma de cuarenta millones y medio de pesos. En 1548 empezó el laborio de las minas de Zacatecas y en 1558 el de las de Guanajuato. La producción de 1548 á 1561 (por lo menos á razón de $ 2.000.000 anualmente) fué, pues, de veinticuatro millones; y estimando el botín de la conquista cuando menos en otro millón, tendremos una cifra total de sesenta y cinco millones de pesos en el transcurso de unos cuarenta años.

Es evidente que no toda esta suma fué exportada á Europa, sino que algo de ella debe de haber quedado en poder de los colonos; pero como, por otra parte, la exportación de

productos indígenas ya había comenzado, es admisible que el valor de esta última no sólo compensara el de los metales • preciosos conservados en la colonia, sino que aun lo excediera. Aceptado tal supuesto, puede estimarse que, en este primer período, la exportación fué probablemente de algo menos de dos millones de pesos al año.

Sobre los primeros ciento cuarenta años del período de las flotas (1561-1700), sólo se sabe que vinieron á Veracruz quince de éstas en los años correspondientes al siglo XVI y sesenta y seis en el siglo XVII; pero no se conoce el valor de las mercancías que transportaron ni el tonelaje de las embarcaciones de cada flota. Sábese únicamente. que los principales artículos de importación eran el azogue, el hierro y el acero, empleados en la industria minera, las substancias alimenticias de la Península, los vinos, las telas y el papel; y que los de exportación fueron principalmente la plata, el oro, el azúcar, el cacao, la cochinilla y el añil.

De principios del siglo XVIII hasta el año de 1778, en que partió la última flota, llegaron diez y siete convoyes. Los buques mercantes de las once flotas que arribaron hasta 1757, tenían un promedio de 3.700 toneladas por flota ó, lo que es igual, de algo más de 700 toneladas por año; en tanto que después de 1757 el promedio llegó á 7.200 toneladas por flota, ó cerca de 2.300 por año. Este notable aumento en el porte de las embarcaciones mercantiles acusa un incremento considerable en los cambios marítimos.

Los metales preciosos salidos del país de 1766 á 1778, excedieron de $ 155.000.000 y formaron por sí solos el 95 por 100 de la total exportación. La cochinilla era, después de la plata y el oro, el principal artículo mandado á la colonia, y su valor excedía, por término medio, de dos millones de pesos en cada flota.

Además de los convoyes enumerados, entre 1739 y 1750 vinieron varios registrados con bandera neutral, para hacer el tráfico que la guerra con Inglaterra impedía á las flotas. El producto de este movimiento, que continuó en menor es

cala al restablecimiento de las flotas en 1750, no está incluído en las cifras que preceden.

Abolido el sistema de flotas, abiertos más tarde al comercio con América no sólo ciertos puertos privilegiados sino otros muchos de la península, autorizados los buques neutrales á venir de España á América y aun en varias épocas á traer mercancías de puertos extranjeros y, á fines de la dominación española, habilitados varios puertos mexicanos en ambos mares para admitir buques del exterior, cobró el comercio mayor vida á medida que estuvo menos oprimido y la metrópoli vió sus rentas acrecentadas, hasta que la guerra de Independencia disminuyó las fuentes de ingresos. fiscales.

Para demostrar la benéfica influencia de la nueva legislación, basta examinar los cuadros que publicó el señor Lerdo de Tejada en su obra citada, según los cuales llegó á $ 2.470.022 el valor de los productos agrícolas que transportó en Enero de 1778 la última flota, mandada. por don Antonio de Ulloa, cargando los efectos acumulados desde Noviembre de 1773, en que salió la anterior. Ahora bien; según la misma autoridad, diez años después, en los cuatro corridos de 1788 á 1791, salieron de Veracruz, también en productos agrícolas, $ 11.394.664, es decir, $ 8.924.642 más de lo que llevó la última flota. En consecuencia, la exportación, que diez años antes era de algo más de $ 617.000 al año, se había elevado ya á cerca de $ 2.850.000.

Por lo que hace á los metales preciosos y para no referirnos sino á las épocas inmediatamente anterior y posterior á la extinción de las flotas, haremos aquí constar que, en los trece años transcurridos de 1766 á 1778, se exportaron por cuenta del rey $ 51.286.589 y por la de particulares $ 103.873.984; en tanto que de 1788 á 1791 salieron para el real tesoro $ 108.428.677 y para particulares $ 115.630.338. El rey y sus vasallos se beneficiaban, pues, claramente con el nuevo régimen, porque la exportación media anual de metales preciosos, que en el pri

mer período era de $ 11.932.046, se elevó en el segundo á $ 17.234.769.

Cuanto á las importaciones antes del «comercio libre», hay constancia, por las liquidaciones practicadas en la feria de Jalapa, de que las dos últimas flotas trajeron, en fines de 1773 y á principios de 1778, respectivamente, $ 24.588.099 y $ 26.924.499, lo que da un aumento de $ 2.336.399.

En 1775 se estableció, como ya hemos dicho, el Consulado de Veracruz, que desde 1802 comenzó á publicar estadísticas exactas del comercio por ese puerto. De ellas resulta que de 1796 á 1820 se efectuó por allí un comercio de importación de $ 259.119.693, ascendiendo el de exportación á $ 278.534.260, lo que da para el primero un promedio anual de $ 10.367.987, y para el segundo, de $ 11.141.370. Si á estas cifras se agregan las importaciones por mercurio y papel para el estanco del tabaco ($ 3.500.000), las que se efectuaban por Acapulco ($ 1.000.000) y las que se llevaban á efecto por medio del contrabando (sobre $ 5.000.000), se llega sin esfuerzo y con mucha verosimilitud á una importación total de 20.000.000, que es la misma que estima el barón de Humboldt, aunque sin pormenorizarla. A su vez, la exportación, agregando á la que tenía lugar por Veracruz las partidas correspondientes á Acapulco, el pago de las mercancías que entraban de contrabando y los caudales que retiraba el rey, llegaba á una cifra aproximada de $ 27.000.000.

Tomando, además, en cuenta, como lo hace el señor Lerdo de Tejada, que el valor de las importaciones no está calculado por el que las mercaderías tenían á su llegada, sino en la feria de Jalapa, después de pagar los impuestos, se llegará á la conclusión, que el mismo autor establece, de que la metrópoli extraía de la Nueva España, en los últimos veinticinco años que á la Independencia precedieron, de nueve á diez millones de pesos anuales, que se distribuían entre el fisco y los comerciantes importadores, formando un verdadero tributo «al gobierno español y al monopolio mercantil».

La procedencia de las importaciones por Veracruz puede estimarse así, en el mismo período de 1796 á 1820:

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Así pues, el comercio extranjero de importación casi igualó al directo de la metrópoli, no obstante las grandes trabas que se le oponían y el corto tiempo en que se permitió á los buques neutrales hacer el tráfico con la Nueva España. La superioridad de las marinas extranjeras y la mayor baratura de los productos industriales de otros pueblos lanzaban ya fuera de nuestro mercado los frutos españoles, que al hacerse la Independencia se vieron definitivamente imposibilitados de competir con los ingleses y franceses.

La mayor parte del comercio de importación, sobre todo en los renglones de hierro y telas, estaba en manos de los ingleses, gracias á su superioridad industrial y á la concesión que se les hizo en el tratado de paz de Utrecht, y de la cual ya hemos hablado, del derecho exclusivo de introducir esclavos en las colonias y de mandar á ellas anualmente quinientas toneladas de efectos europeos.

Los comerciantes ingleses establecidos en Veracruz, con objeto de vigilar el tráfico de esclavos (que era poco importante y servía de pretexto para introducir otras mercancías), fueron apoderándose del comercio exterior de México y más tarde establecieron casas importantes que, á influencia de causas que en su lugar explicaremos, desaparecieron hace algunos años, substituídas por casas francesas. y alemanas.

--1713

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