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"fin no se revele.« Tema finalmente abusar de su bondad y de su clemencia, repitiendo temerariamente los delitos, fiado en el perdon que le concediéron alguna vez; porque escrito está: "Que abusar de la pa"ciencia y de la bondad, es atesorar ira pa»ra el dia de las venganzas. « Y concluya"mos repitiendo la sentencia del Espíritu Santo: »Temed hijo mio á Dios y al Rey, "y no te mezcles con los detractores y mal» dicientes; porque de repente vendrá sobre "ellos la perdicion, y quién sabe si la ruina »comprehenderá á todos.“

P. ¿Están obligados los vasallos á temer al Rey?

R. Sí; porque es parte del honor que se le debe.

P. ¿De dónde consta esta obligacion?

R. Del Eclesiástico, que dice: Teme hijo á Dios y al Rey.

P. ¿Qué cosa es temor?

R. Una huida del mal que nos amenaza. P. ¿Pues qué el Rey es algun mal para los vasallos?

I Matth. 1o. v. 26.

Ad Rom. 2. v. 5.

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R. Tampoco Dios lo es, ni lo puede ser, y

le tememos.

P. ¿Por qué teme el hombre á Dios?

R. Porque lo cree autor de las penas pre-
paradas para los malos.

P. ¿Por qué el vasallo ha de temer á su
Rey?

R. Porque en sus manos están las penas es-
tablecidas para los delinqüentes.

P. ¿El vasallo ha de temer ofender á su
Rey?

R. Sí; porque sería abominable á sus ojos.
P. ¿Debe temer enojarlo con su desobediencia?
R. Sí; porque su enojo es como el rugido
del leon, que espanta.

P. ¿Debe temer indignarlo con su rebeldía?
R. Sí; porque su indignacion es precursora
de la muerte.

P. ¿Debe temer escudriñar su corazon?

R.

; porque el del Rey es inescrutable. P. ¿Debe temer faltar al juramento de la fidelidad ?

R. Sí; porque el azote de Dios caerá sobre el que no cumple lo que juró.

P. ¿Debe temer maquinar en público ó en secreto contra su persona?

R. Sí; porque nada hay oculto que al fin no se revele.

P. ¿Debe temer repetir el pecado que le perdonó?

R. Sí; porque esto es abusar de su clemencia, y hacerse indigno de ella.

LECCION XV.

De la obediencia que los vasallos deben
á su Rey.

La única ley que Dios puso al hombre en

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señal del imperio que tenia sobre él, fué la obediencia: »No comas, le dixo, del árbol » de la ciencia del bien y del mal; por"que morirás en el mismo dia que comie"res." Despues de esta obediencia, que por tantos títulos se le debe á Dios, no hay cosa mas repetidamente mandada en la Sagrada Escritura que la obediencia á los Soberanos. En una parte dice: „Toda alma »esté sujeta á las potestades sublimes«: 2 y

2

I Gen. 12. V. 17.

2 Ad Rom. 13. v. I.

2

si toda alma lo ha de estar, nadie queda exceptuado de esta sujecion y obediencia que se debe al Rey. En otra parte dice : » Aví"sales que obedezcan á los Príncipes." Y en otra: "Obedeced á vuestros superio»res.« Aquella potestad gubernativa y legislativa que Dios concedió á los Reyes sería del todo ociosa é inútil, si teniendo ellos potestad para gobernar ý mandar á los vasallos, estos no tuvieran obligacion de obedecerle.

Para el buen vasallo esta proposicion: El Rey lo manda, ha de ser un equivalente de esta otra: Dios lo manda; siendo de fe, que si los Reyes mandan, es por la potestad que Dios les ha concedido para que manden. Es preciso, pues, obedecer á Dios en los Reyes, y á los Reyes por Dios. Para el buen vasallo esta proposicion: El Ministro del Rey lo manda, es un equivalente de esta otra: El Rey lo manda ; siendo cierto que no pudiendo el Rey estar en todos los lugares, ni mandarlo todo inmediatamente por sí, delega su potestad, da sus

,

1 Ad Tit. c. 3. v. I. 2 Ad Heb. 13. v. 17.

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veces, habla y manda por sus Ministros. Es necesario, pues, obedecer al Rey en sus Ministros, y á los Ministros por el Rey. "Sujetaos, dice el Apóstol San Pedro, al "Rey, como á quien tiene la suprema po» testad; y á sus Ministros, como enviados » por él." No porque este ó aquellos sean malos puede el vasallo desobedecerlos lícitamente, si es justo y bueno lo que mandan; porque escrito está : » Obedeced á vues"tros Señores, aunque sean díscolos"; pues aunque ellos lo, sean su dignidad siempre es buena, y bueno infinitamente Dios, cuyas veces hacen, y á quien representan; otra cosa es, si lo que mandasen fuese ciertamente malo, injusto, y contra la ley natural ó divina; porque en tal caso, no pudiendo dimanar el mal de la potestad que Dios les ha dado, no hay obligacion, ni deben ser obedecidos, segun aquella sentencia de San Pedro: »Necesario es obedecer »á Dios ántes que á los hombres. «<

3

Hemos dicho, si fuese ciertamente malo lo que mandan; porque en caso de du

I 1. Petr. 2. v. 13. et 14. 3 Act. 5. v. 29.

2

1. Petr. 2. v. 18.

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