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Y PASTORAL,

QUE EL ILUSTRÍSIMO SEÑOR

D. FR. JOSEPH ANTONIO DE S. ALBERTO,
Arzobispo de la Plata,

dirige todos sus Curas, exhortándolos á la leccion y enseñanza de su Catecismo Real, con el motivo de saber que un autor extrangero habia pensado ó pensaba

impugnar las verdades santas que

se contienen en él.

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Cum autem dormierint homines, venit inimicus ejus, et superseminavit zizania in medio tritici, et abiit.

Pero como durmiesen los dueños del campo, vino el hombre enemigo, y sembró la zizaña en medio del trigo, y se ausentó. San Mateo al c. 13. v. 25.

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1 amor que debemos á Dios, al Rey, y á nuestros súbditos nos ha tenido y nos tiene amados hijos, desde el primer instante en que entramos en estas Provincias en una agitacion y cuidado continuo de velar y mirar por ellos, valiéndonos de todos los

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medios que sugieren la piedad y la Religion, para iluminar y santificar sus almas, y formar en cada uno de ellos un buen Christiano é hijo de Dios, un fiel vasallo de su Rey, y un miembro digno de la sociedad, que pueda, segun su capacidad, ser útil á la Religion, al Estado, á su patria, y á sí mismo.

Con este fin, y porque así lo pedian las circunstancias del tiempo, y las necesidades del Reyno, tomamos la pluma en el año de ochenta y quatro para escribir, imprimir y publicar, como en efecto se imprimió y publicó en el de ochenta y seis, una Instruccion ó Catecismo Real, donde por lecciones, preguntas y respuestas se enseñan las obligaciones que un vasallo debe á su Rey y Señor, sirviéndonos de tema para toda la doctrina contenida en él aquellas palabras que Dios dixo á Samuel quando los Israelitas le pidiéron que les diese Rey, como lo tenian las demas naciones. Ahora, pues, Samuel, oye y concede á los Israelitas lo que piden; pero ántes persuádelos é instrúyelos en los derechos que el Rey tendrá sobre ellos, y en las

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I Lib. 1. Reg. c. 8.

obligaciones que ellos tendrán para con su Rey.

Esta obra original, y la primera en su género, que, segun nos aseguran, ha visto la luz pública en estos Reynos, fué recibida con aprecio y acepcion de todos generalmente grandes y pequeños, doctos é indoctos, nobles y plebeyos; pero muy especialmente de aquellos, que mas instruidos en la substancia y fondo de nuestra Religion, saben bien que uno de los principios mas capitales de ella es el amor, el respeto, obediencia y la fidelidad á los Reyes, quienes en la Escritura santa son llamados Dioses, Christos, Potestades, Príncipes, y Padres de sus pueblos y de sus vasallos.

la

Todos creyéron que con la leccion de este Catecismo iba á establecerse en el corazon de los vasallos un fundamento sólido, sobre el que ya estribarian seguramente, y sin agitacion alguna de vientos y opiniones contrarias el amor, y la lealtad á sus Príncipes. Todos creyéron que con la doctrina de este Catecismo iba á encenderse una luciente antorcha, que aun á los que viviesen de asiento en las tinieblas de la ig

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Isai. 9. v. 2.

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norancia, ó habitasen por malicia en las sombras y region de la muerte les haria ver á golpes de luz el respeto la obediencia y la fidelidad que debian á sus Soberanos. Todos creyéron que con la enseñanza pública ó privada de este Catecismo iba á erigirse en cada Ciudad del Reyno un muro y antemural, que bastaria á resistir quantos asaltos intentasen darla el espíritu de irreligion ó el de independencia, ó ámbos juntos; porque rara vez dexan de auxiliarse y pelear de acuerdo. Todos creyéron, y nosotros mismos creimos, que este pequeño libro puesto en los labios de los niños, masticado, comido y digerido por ellos con el cuidado y explicacion de sus padres y maestros, llegaria á convertirse como aquel otro que se dió á comer al Profeta Ezequiel ' en dulzuras de miel, y en fortalezas de diamante y pedernal. Es decir, en llenarlos de expresiones dulces, y sentimientos los mas tiernos de amor y respeto á la persona de sus Reyes, y de fortaleza y valor para sostener y defender sus sobe

I Ezech. c. 3. v. 3. et 8.

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