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glo 17 en que se dieron á conocer en el mar de las Antillas los Bucanieres, y luego los Flibustieres. Llevaron aquel nombre, dice Alcedo, los primeros colonos franceses establecidos en la isla Española el año de 660. Su denominacion viene de la voz Bucan, que daban al campo destinado á secar la carne y los cueros de las reses que mataban, donde vivian de dos en dos, en perfecta comunidad, sin admitir mugeres, entregados á la casa, y dándose mutuamente todos los auxilios con perfecta participacion de bienes. Sin otra religion que la memoria de la creencia de sus padres, sin otra profesion que la montería, sin mas comida que la que ella brindaba, ni mas vestido que una camisa manchada de sangre, unos calzones sucios que adquirian á cambio de cueros, tendian á la barbarie de los cafres y otentotes, hasta que ostigados de este género de vida, preferian el de los flibustieres.

Estos eran los bucanieres de Santo Domingo, esta su situacion, cuando los españoles emprendieron echarlos de allí, y cuya guerra al principio les fué favorable; porque yendo en pequeñas partidas á cazar, era fácil sorprenderlos, y así mataron á muchos, y hicieron prisioneros á otros, y extinguidos despues de muchos combates, se agregaron los pocos que habian quedado á los flibustieres.

Flibustieres, escribe al mismo Alcedo, es el nombre de los corsarios, ó mas bien piratas, que de todas las naciones se establecieron en la isla de Santo Domingo con el nombre de Bucaniers: algunos, que no estaban contentos con aquella vida, se juntaban en número de cuarenta ó cincuenta, compraban una barca, y elegian un comandante, con el cual salian á robar y piratear cuantas embarcaciones encontraban: con esta facilidad de hacerse ricos, y libertad de vivir en los vicios mas abominables se aumentaron considerablemente, y hechos dueños de la pequeña isla de Tortuga, y de algunas embarcaciones considerables, empezaron á atacar los puertos y costas de los españoles, cometiendo en ellas las mayores atrocidades.

El traductor español de Van-der-velde, en el prologo de la novela americana El Flibustero: así llamaban, dice, la profesion de los piratas, que en un tiempo sembraron el terror en los mares de la América occidental, y cuyo atrevimiento feroz fué tal, segun todos los historiadores, que de simples corsarios llegaron á ser el espanto del género humano, asaltando y abordando, no solamente los galeones de España, y otros muchos buques, sino va

rias ciudades, quemándolas, saqueándolas, y cometiendo toda suerte de crímenes; pero al mismo tiempo solian tambien ser gente de valor tan bizarro, que mas de una vez ganaron batallas, y vencieron ejércitos numerosos, particularmente á los españoles, con táctica y serenidad tan bien dirigidas, que hubieran honrado aun á los mas distinguidos campeones. Estos mismos piratas, conocidos bajo el nombre frances de flibustiers, que nosotros gramaticalmente hemos traducido flibustéros, hubo ocasion en que, ya recibiendo subsidios, ó ya aceptando por medio de su carta blanca de corso, et cet, el inmenso botin que les producian sus expediciones marítimas, y terrestres, ganado casi siempre à costa de mucha sangre de los vencedores y vencidos, se vendieron como auxiliares de varias naciones [no las nombraremos] que no tuvieron reparo ni rubor en despachar sus patentes á unos hombres que todo el mundo debia considerar como una verdadera plaga, mui digna de ser extinguida por todos los medios posibles. Pero ¡tales son los hombres que jamás cesarán de inventar medios para destruirse !

He aquí la calamidad, que devastó la costa toda de las provincias de Guatemala á fines del siglo 17, y principios del 18: pues aunque las embarcaciones y costas de los demás establecimientos españoles estaban expuestas en general á su depredacion, las del reyno de Guatemala, frontero y mas cercano á su domicilio, y con ménos resguardo de todo género, estuvo sugeto especialmente, y mas que otro alguno á sus estragos.

El propio escritor refiere que Lord Windsor, gobernador de Jamayca, permitió á los flibustieres domiciliarse en la isla, y quejándose la corte de España de las piraterías y robos que hacian protegidos por él, fué separado del gobierno el año de 1663. De Tomás Moddyford, su sucesor, expresa, que en su tiempo cobró su mayor auge esta colonia, porque fomentó las plantaciones, y establecimientos, y á los piratas que con sus robos enriquecieron la isla. El gobernador Tomás Linch, que siguió los pasos de su antecesor, comisionó al pirata Morgan en las expediciones que hizo contra los españoles á Maracaibo, Granada, Panamá, Portobelo y Chagre, y dió motivo á que las vivas representaciones de la corte de España á la Inglaterra lo separasen del gobierno el año de 1673. Un sumário de cédula de 22 de agosto de 677, dice: que para el reconocimiento de los rios y parages por donde el enemi

go entró á saquear la nueva Segovia, fué enviado por el presidente el oidor don Gerónimo de Viga y Vega, encargándole ponga todo. el resguardo necesario en aquella provincia, y dé cuenta de lo que ejecutare, para resolver lo que mas convenga á su defensa y seguridad.

La costa del sur, aunque mas remota por haberse de doblar el estrecho de Magallanes, no estuvo ménos expuesta, porque indefensos sus puertos, vedado en esta época el comercio con los reynos vecinos, extinguida del todo su navegacion, y desiertas sus playas de embarcaciones, quedó desmantelada y abierta, y sus poblaciones y haciendas sugetas al pillage y devastacion.

Despues de tomada y quemada Panamá la vieja el año de 671, avistándose embarcaciones enemigas en la costa de Nicaragua y Costa-Rica, se dispusieron fuerzas para su defensa, acudiendo gente de Guatemala, á cuya reunion concurrió don Melchor de Mencos con su persona y el sueldo de 20 infantes, que se mandaba recibir en la caja por auto de 13 de febrero de 671. Descubiertos 6 navíos de alto bordo de enemigos el año de 683, y apercibiéndose gente para la defensa, el mismo Mencos y el gobernador don Juan Gonzales Batres sustentaron igualmente sobre las armas 50 hombres, durante el peligro, segun certificacion del presidente Augurto de 25 de octubre del mismo año.

El señor Haya, gobernador de Costa-Rica, en informe que dá al rey de muchas cosas concernientes á la provincia en 15 de marzo de 1719, entre otras dice: en los años de 1681, y en el de 1686 en el puerto de la Caldera y ciudad de Esparza de la parte del sur de esta provincia entraron los corsarios Charpe y otro, que quemaron y robaron aquella ciudad, y se llevaron algunas personas de todos sexos, las cuales despues por el rescate de mil pesos volvieron á echar á tierra: de estas dos ocasiones tuvieron por conveniente, y por no experimentar otras, el retirarse á vivir en los campos de Bagaces y Landecho: razon por qué desde entónces á quedado aquella ciudad despoblada.

En informe que dá al superior gobierno el señor Tristan obispo de Nicaragua á 18 de marzo de 1783, escribe. En el mismo camino real que de Nicaragua vá para Cartago se hallaban dos numerosos pueblos de índios: el uno en el sitio de Aranjuez y el otro en el de Garavito. Por los antiguos asientos que del siglo pasado se hallan en los libros de las reales cajas consta, que estos

pueblos se componian de muchos miles de índios contribuyentes. En el año pasado de 1685 entraron los ingleses por el puerto de la Caldera en el mar del sur, saquearon, quemaron y destruyeron la famosa ciudad de Esparza, que habia sido cabeza de la provincia de Costarrica, y por su puerto facilitaba el útil comercio con el Perú y Tierra firme del reyno de Panamá. Los índios de Aranjuez y Garavito, huyendo de la invasion de los ingleses, y de la injusticia con que hacian esclavos á los índios prisioneros, se retiraron á la cordilleria de la montaña, y en el dia solo se ven algunas pocas casas, y muchos vestigios de las dos poblaciones. Juarros, hablando de la ciudad de Esparza, dice: habiéndola saqueado un pirata frances, el año de 1670, se esparcieron sus moradores en la tierra adentro, y quedó despoblada hasta el dia de hoy. Puede haber sido el año de 85. Una informacion de la curia de Leon atribuye al dia de San Bartolomé la toma de la ciudad de Zaña en Panamá por el sur en este tiempo.

Alcedo, describiendo la ciudad de Leon, capital de la provincia de Nicaragua, refiere que á vista de un cuerpo de tropas que no pudieron impedirlo, la saquearon piratas ingleses; aunque no acierta á dar el año, pues dice 1585 en vez de 1685. Luego, hablando del Realejo, dice: esta ciudad ha padecido mucho en repetidas invasiones, que ha experimentado de los piratas la centuria pasada.

Don Gerónimo de la Vega y Lacayo, sargento mayor de Granada, en representacion hecha al rey en 19 de enero de 1759, que corre impresa, hablando del propio lugar, dice. Esta ciudad sería sin duda la mas opulenta de la provincia, á no haber sido saqueada tres veces, las dos por el rio de San Juan, y la otra por Escalante, puerto situado en la mar del sur veinte leguas distante: desembarcó en él á 7 de abril de 1685 un pequeño número de ingleses y franceses, no ascendian á cuatrocientos: noticiosos los españoles de esta novedad, hicieron sus preparativos para defenderse, formando en la plaza una trinchera cuadrada con catorce cañones y seis pedreros: á las dos de la tarde del dia nueve se acercó el enemigo á ella, doblando para esto sus marchas: una emboscada le hizo detener el paso, y perder un hombre: comenzó á atacar la trinchera, y en breve tiempo la asaltó, y se apoderó de la plaza: al dia siguiente propuso á su vecindario su rescate, y que de reusarlo sería entregada al fuego: creyó este ser

amenaza, y no trató de redimirla, hasta que vieron arder la iglesia del convento de San Francisco, y diez y ocho casas principales: causado este daño, se retiró el enemigo, sin mas pérdida que la de trece hombres.

Guembes de Villa-nueva, cura rector de Granada, certificando en 18 de abril de 734 la confirmacion del V. P. Ovando, deplora las mutilaciones del archivo de su iglesia, estrago de tres invasiones de enemigos por el norte y por el sur. La informacion instruida en la curia episcopal de Leon por decreto de 13 de febrero de 744, expresa que á Granada entraron por Escalante, pasando en regreso por Masaya y otros pueblos, hasta salir por Masachapa; y que en Leon entraron por el estero del fuerte, especificando una declaracion que al aviso de la vigía en la sorpresa de la ciudad tocó la caxa de guerra doña Paula, muger de don Antonio del Real, y que uno de los prisioneros tomados por el enemigo fué el presbítero licenciado don Francisco de Ovando.

La misma capital del reyno estuvo cerca de ser amenazada de los piratas. En despacho librado al propio Mencos de general en la expedicion del Peten de que se ha hecho mérito, dice la real provision: por los cuales fuisteis nombrado por comisario general de la caballería de la dicha mi corte y sus contornos, como parece de mi real título de 6 de setiembre de 1685, en cuyo tiempo mi presidente gobernador y capitan general, que á la sazon era, tuvo diferentes noticias de enemigos, y de haber invadido la provincia de Nicaragua, entrado y quemado la ciudad de Leon y la villa y puerto del Realejo, y que sus designios eran invadir la dicha mi corte por la barra de Istapa de la jurisdicion de Escuinta, y resolvió con consulta de la junta general de guerra hacer plaza de armas en el pueblo de Escuinta.

Para lo cual se convocaron las compañias de gente española y parda de aquel partido, tres de la de dicha ciudad de Goatemala y cinco del valle de ella, y salísteis de la dicha ciudad como tal comisario general de la caballería á asistir á dicha plaza de armas, donde estuvistes gobernando como cabo principal las compañias que iban llegando, y de órden de dicho mi presidente en los pasos estrechos por donde el enemigo podia tomar la marcha hicisteis y fabricasteis trincheras asistiendo á todo lo referido con la prontitud, zelo, actividad y cuidado que manifiesta el testimonio dado por mi escribano mayor de gobernacion y guerra á los 13 de

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