Imágenes de páginas
PDF
EPUB

de dicha costa, y que han estado entre ellos. Mas estas poblazones de ingleses estan muy apartadas y distantes del parage de Ios.zambos mosquitos. Estan dichos ingleses en el parage que llaman Balis en esta costa de la mar del norte á el lado y costa del castillo del Golfo, que mira como quien navega para Campeche. De suerte que saliendo del castillo del Golfo, y navegando costa á costa á los cuatro dias de navegacion se encuentra con las poblazones de Balis á la lengua del agua. Estos ingleses ha mucho tiempo que estan poblados y cortando palo de brasil, que es el fin y único ejercicio que tienen. Ellos cortan de este palo que superabunda en aquel parage, y gran parte de su circunferencia, por lo que mira á la montaña de dicha costa, y en porciones lo van vendiendo á otros ingleses, que á este fin vienen de Jamayca y de Inglaterra.

En la montaña de dicho parage solo hay montes espesísimos y casi impenetrables; porque nunca jamas se ha oido hayan atravesado aquellas montañas por tierra, ni los ingleses á los pueblos ó haciendas de cathólicos por tierra adentro, ni los cathólicos al pueblo, parage de Balis. Todo esto débese entender de un tiempo posterior: á la jornada del padre Delgado en adelante; pues en esa época aun habia camino por tierra de la Verapaz á Bacalar. Solo por mar, continúa diciendo el padre Castillo, en canóas ó por tierra, costa á costa, entre la lengua del agua y orilla de la montaña, han pasado algunos españoles y mulatos que han arribado á Balis, unos por temporal, otros que habiéndolos aprisionado en la mar, los han echado en Balis.

Y las experiencias repetidas que hay del porte y proceder de estos ingleses de Balis, es que á cuantos cathólicos españoles han llegado allí, los han atendido y mirado bien. Y no solo no hacen daño, mas ha sucedido que habiendo un pirata echado en Balis á un español muy mal herido, los ingleses lo curaron y regalaron, y tambien lo aviaron de bastimentos, para que se volviese á su tierra. Y segun me informaron, dichos ingleses atienden mucho á los pobres españoles que llegan allí desrotados y necesitados, y los avían de lo necesario para irse á su tierra.

Mas dichos ingleses nunca jamas salen á pelear, ni hacer daño alguno, ni por mar ni por tierra, salvo cuando alguna vez, que ya ha sucedido, andan los mulatos y españoles á corso, y en llegando á Balis intentan quitarles sus balandras y piraguas, entonces sí se

defienden y bien. Y solo á hurtadillas y descuidados les han cojído tal vez una ú otra balandra y uno u otro hombre; pero si no les tocan á ellos, ellos no hacen mal alguno, ántes sí mucho bien. Y por lo que mira al palo que cortan, no es eso en perjuicio alguno de los nuestros, porque abundan mucho todas aquellas montañas desiertas, y los nuestros no se ocupan jamas en aquellos parages en tal ejercicio de cortar brasil.

El segundo motivo de esta relacion de Balis es, porque si despues de exterminados los zambos pareciese exterminar tambien los ingleses de Balis, será cosa muy conveniente y acertada, porque aunque de ellos no hay las hostilidades ni amenaza el peligro, á lo ménos próxima, que de los zambos, con todo eso no estan bien los ingleses allí, ni deben estar. Y advierto, que de haberse de ejecutar tambien el exterminio de dichos ingleses, es justo y muy debido, el que sean atendidos con charidad, y exterminados con la ménos molestia de ellos que fuere posible, en recompensa de la piedad y generosidad con que ellos se han portado con los nuestros. De suerte que estos ingleses son algunos que por pobres ó por no andar hurtando, metiéndose á piratas ni ladrones, han tomado el medio de ocuparse en cortar palo de aquellas montañas; pero como he dicho, es muy bueno su exterminio.

En 29 de enero de 729 son pagados por oficiales reales 1112 tostones al apoderado de don Antonio de Liendo, gobernador y cabo del presidio de Peten, de gastos hechos en alimentos y conducion á esta ciudad de nueve negros que se huyeron del rio Waliz, en que estan poblados los ingleses, y se fueron al dicho presidio: cuya paga, dice la partida, hicimos de cuenta de lo que produjeren dichos negros, respecto estarse entendiendo en la venta de ellos de cuenta de S. M. en conformidad de lo mandado por decreto de este superior gobierno. Acaso en contravencion de cédula de principios del siglo.

Alcedo, en la palabra Honduras, dice. Tiene el mismo nombre que esta provincia una bahia de ella muy grande y cómoda entre el cabo de Honduras y el de Catoche. Es célebre esta bahia, por el establecimiento que los ingleses hicieron en ella para cortar el palo de tinte, y ha sido motivo de muchas diferencias en varias ocasiones de las dos cortes de Madrid y de Londres: el parage que elijieron para esto es, segun el caballero Uringe, una gran llanura, la mayor parte pantanosa, y llena de lagunas; en

tiempo de seca, cuando los cortadores tienen porcion de árboles cortados, fabrican una cabaña en que habitan, quitan la corteza á los árboles, y los amontonan, haciendo canales debajo, de modo que cuando las llúvias inundan el terreno, bajan flotando por ellos hasta el embarcadero, donde los compradores pagan á cinco libras esterlinas de Jamayca la tonelada.

Al principio hacian este tráfico los ingleses de la bahia de Campeche; pero echados de allí por los españoles, se transfirieron á esta de Honduras: en el tiempo á propósito para esto van en busca de los árboles que estan dispuestos en línea por algunas millas, cortan las ramas en trozos grandes, que dejan en tierra hasta que las Hlúvias las arrastran á el rio, de donde las transportan en canoas al almacen grande de las barcaderas.

El mozo que se dedica á este tráfico empieza de marinero asalariado por una tonelada de palo de campeche cada mes, con el beneficio de trabajar un dia en la semana para sí; si es sóbrio y de buena conducta, con el tiempo une sus fondos con los del patron, y luego sigue el comercio con independencia: todos estos trabajadores elijen un rey que los gobierna por leyes que forma él, y las embarcaciones que entran en la bahia estan bajo de su custodia, y van á buscar la madera en barcos chatos, casi siempre de noche, para entrarla á bordo de dia.

Cuando los marineros en Jamayca se ven perseguidos por deudas ó delitos, se embarcan para la bahia de Honduras: el equipage que llevan consiste en provision de hachas, escoplos, sierras, cuchillos grandes, una piedra de afilar, un fusil, pólvora, balas y perdigones, que todo lo encierran en una arca, y una tienda liada con una cuerda: su ocupacion es cortar la madera mas cerca del mar que es posible, y las tartanas de la Nueva-Inglaterra que van á Jamayca, si no encuentran allí carga, vienen á esta bahia á buscarla: muchas veces cortan montones los cortadores antes del tiempo y si los dejan solos no se atreve nadie á tomarlos. Este tráfico se hizo una madriguera de piratas, y despues una espelunca de ladrones; y los malhechores de Jamayca, Martinica, Curazao y demas islas acostumbraban buscar gente en la bahia, que eran atrevidos, hechos á la fatiga, bien armados, y buenos marineros.

144

CAPÍTULO 67.

Establecimiento del corso.

Caducando la armada de barlovento con la dificultad de su costo, entraron en su auxilio otros establecimientos, para el sostenimiento de la fuerza marítima en los mares y costas de la Améri❤ ca, mayormente creciendo la marina de los ingleses y otras nacio→ nes establecidas en ella. Smith lib. 4 cap. 7, hablando de las del norte, dice: la idea de aumentar la marina y poder naval con la extension de las pesquerías de sus colonias, parece haber sido un objeto que nunca perdió de vista el gobierno británico: han reci→ bido estas pesquerías cuantos fomentos pudo darlas la franqueza y libertad de este tráfico, que en efecto ha florecido allí considerablemente: para su exportacion á Europa, sus embarcaciones espontáneamente numerosas no necesitaban juntarse en conserva de flota ni del resguardo de una armada. El pescado salado, refiere el mismo escritor, es uno de los principales artículos en que la América septentrional comercia con España y Portugal, y con todas las potencias del Mediterráneo. La Jamayca igualmente, añade, lleva sus azúcares á la Gran Bretaña y á las demas naciones. Las propias embarcaciones se ha visto que transitaban de unos á otros establecimientos: las de la Nueva Inglaterra, si no hallaban carga en Jamayca, venian á tomarla á Balis, y volvian con madera de la costa de Verapaz: todo lo cual hacian sin la necesidad de unirse en flota, ni de esperar el resguardo de una armada; antes bien ellas inducian esta precision á las embarcaciones españolas de la travesía.

Cuando aquellas aumentaron, y éstas disminuian, la Habana fué la primera que acudió á su refuerzo. Sobre las ventajas de este puerto, dice Alcedo, tiene la de un excelente astillero en que se construyen continuamente navíos para la real armada, y por eso hay en él un departamento de marina; cuyo comandante es un oficial general, y manda la escuadra, que de ordinario se mantiene allí con el nombre de armada de barlovento. Por este tiempo se hace ya mencion de embarcaciones guarda-costas de Yucatan, en cédula de 20 de noviembre de 713, que ordena se mande á esta provincia el importe del impuesto sobre caldos para la mantencion

de sus guarda-costas. Puede haber sido operacion de la misma escuadra, lo que refiere el propio Alcedo, hablando del tráfico de maderas en Balis, cuando dice: el año de 1722 se interrumpió este comercio por cinco fragatas españolas, que tomaron doce embarca→ ciones, destruyeron los establecimientos que tenian y la madera cortada, pasando á cuchillo los colonos.

Tambien puede haber sido esto efecto de los clamores de Guatemala. La Gazeta mensual de esta capital de diciembre de 1729, en su último artículo, dice. Las cartas de Puerto Caballos havisan, que el capitan Enrique Okelii entró en este puerto el mes pasado con un bergantin, y dos balandras inglesas, que apresó con su armamento cargadas de palo de brasil, y fierro, y en ellas doce negros. La de diciembre del año de 730, en el artículo Comayagua, dice: las cartas de esta ciudad participan, que á los últimos de octubre y principios de noviembre, dos armadores de corso, de los que se hallan en Puerto Caballos, apresaron dos balandras inglesas, de las que comercian en el rio de Balis, la una cargada de vino, aguardiente, carnes, harina y algunos lienzos, y la otra con alguna aguardiente y un negro.

[ocr errors]

Murillo lib. 9 cap 3, hablando del establecimiento de ingleses en Yucatan, escribe. Y esta misma parece es la laguna de Bacalar, de que habla la Gaceta de México de 1730, donde mandó el rey se pueble la villa de Bacalar, que mas de 97 años estuvo arruinada; y fué allá don Antonio de Figueroa, gobernador de la provincia, y supo que las rancherías de los ingleses se estendian treinta y cuatro leguas y perdieron los ingleses cuarenta y dos embarcaciones, cuarenta pilas de palo de tinta, con otros despojos, que cojieron los españoles, y en la boca del rio se fabricó un fuerte con baluartes, artillería y pedreros, para impedir en adelante la entrada á los ingleses.

Ultimamente, la Gazeta de Guatemala, de enero siguiente de 731, en el artículo Mérida, dice: por cartas de esta ciudad de 5 de agosto del año próximo pasado, avisan tambien que un corsario de Campeche, que con patente del gobernador navegaba aquellos mares en un bergantin bien armado, apresó en el rio de Balis siete embarcaciones inglesas, bergantines y balandras, con las que se restituyó á Campeche; y á pocos dias fomentado del gobernador, y acompañado de otro, navegaron á Bacalar, á donde llevaron seis cañones de buen calibre, enviados

[blocks in formation]
« AnteriorContinuar »