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por el gobernador, los cuales desde luego se montaron en la nueva fortaleza de San Felipe, y acompañados del presidente de la fortaleza con su castellano don Alonso de Figueroa, de órden del gobernador, y practicando todas las que le confirió al castellano para el desembarco, que ejecutaron despues de aver penetrado entrambos bergantines treinta y nueve leguas arriba por el rio nuevo, y caminando por tierra al del Typu, de allí al de Balis, en el tránsito de uno á otro, aprisionaron diez y seis ingleses, una inglesa con su hija, 16 negros y cuatro negras: quemaron treinta rancherías, llenas de palo de tinta, que tenian ya pronto los ingleses para embarcarlos, y en uno y otro rio quemaron treinta y cuatro embarcaciones, y aviendo recogido un gran número de hachas, azerruchos, sierras, y otras herramientas, que sirven al corte del palo, se retiraron á los bergantines (logrando el salir. sin ser acometidos de los ingleses, que rece+ losos de mayor daño se retiraron á los montes) y navegaron á Bacalar, y de allí á Campeche, á donde llegaron el dia 20 de junio; y aseguran que con estas invasiones, y otras que de orden del gobernador se han practicado contra los ingleses, impidiéndoles el corte del palo de tinta en nuestros montes, ha subido tanto su precio en Londres, que dos navíos del real asiento de negros estaban en Campeche cambiándolos por palo.

Al paso que crece el comercio de Balis, y que á él acuden embarcaciones de Curazao, se ven tambien acudir españoles al resguardo de la costa de Honduras. La misma Gazeta de Guatemala en noviembre de 729, refiere que un armamento de 20 piraguas y dos galeotas apresaron en la ensenada de Trujillo un bergantin tratante, que pasaba de la isla de Curazao al rio de Balis. En la de mayo de 730 expresa, que llegaron á Puerto Caballos el dia 13 de abril dos balandras de la Habana armadas en corzo la una nombrada el Santo Cristo de Maracaibo, á cargo de don José Herrera, con 86 hombres, 12 cañones y 10 pedreros; y lá otra nombrada San Francisco, á cargo de don Antonio Morales, con 60 hombres, 10 cañones y 8 pedreros, los cuales despues de aver estado algunos dias en este puerto salieron á emplearse en su destino.

Todo esto da lugar á congeturar que los clamores de Guatemala no habian sido vanos, ni lo era la exhibicion de sus almojarifazgos destinados para la armada de barlovento; pues en vez

de los galeones de ella acudian á sus puertos y resguardo de su costa embarcaciones armadas en corzo así del vireynato de Nueva-España al cual pertenecia Bacalar, como de la capitanía general de la Habana, y su departamento de marina perteneciente á la misma armada, cuyos gobernadores sin duda obraban á virtud de reales órdenes, y autorizados por ellas. Por este tiempo se deja ver otra institucion no ménos importante en la banda opuesta de Tierra firme, de que se hace solemne mencion en la misma gazeta de esta capital del mes de noviembre de 730, donde con referencia á la Habana, dice: las cartas de esta ciudad de octubre participan la noticia de que en dias del mes antecedente llegó á ella monsieur Lage, segundo theniente de uno de los navíos guarda costas, de Cartagena, que estaba á cargo de don Francisco Gui

ral.

En vista de lo referido, no cabe duda de la fuerza marítima que existía agregada á la armada, y repartida en Tierra firme, Cuba y Nueva-España en resguardo de estos mares, y así en el de su costa respectiva, como en la de Guatemala. Mas no es ya esto lo que debe hacer fuerza, sino el que no suene una sola embarcacion de parte de este reyno empleada en auxilio ageno, ni en su propio valimiento; pero esta admiracion cesará, recordando que á sus provincias en este tiempo no era ya permitido el comercio con Cartagena y la Habana y que careciendo de este interes, y demas auxilios cuyo goce alentaba á otras, no podia moverlas el único del corso, y la guerra.

En igual estado se hallaba el reyno con respecto al mar del sur, atenido á la armada de este nombre en el Perú, que impidiese el paso á los enemigos y corsarios. En el mar del sur, dicen Ulloa y Jorge Juan p. 1 cap. 3, ha habido siempre un cuerpo de armada, cuyo nombre le dan allí, aunque mas propiamente podia dársele el de guarda costas, segun lo corto que ha sido en todos tiempos el número de bageles, que la componian, como se ha visto; y en la p. 2 cap. 9, hablando de Mantas, lugar situado en la ensenada de Panamá, de mucha riqueza en tiempos pasados por la pesquería de perlas, escriben que el principal motivo de la decadencia de ella, há sido la ausencia de los vecinos acaudalados, que la mantenian, huyendo de las sorpresas que experimentaban con las invasiones de los piratas enemigos, que eran muy repetidas, y contra cuyos insultos no tenian ninguna de

fensa, como tampoco la hay, añaden, en los tiempos presentes en parte alguna de aquella costa.

Refieren en la p. 1 cap. 7 la toma y saqueo de Guayaquil el año de 709 por los piratas Dampierre y Rodger que mandaban dos fragatas, y en el 8 el saqueo é incendio de Paita en el de 741 por el vice almirante Anson; y siguen describiendo la grande escasez de armas de toda especie que se padecia en las poblaciones y puertos del Perú para su defensa, cuya relacion no es de omitir, no porque sea simplemente aplicable al reyno de Guatema→ la, sino porque destituido de fortificacion en los puertos del sur y en este tiempo aun de su marina mercante, le es mucho mas aplicable proporcionalmente.

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Es tan comun la falta de armas en el Perú, dicen, que ningu→ no podrá conocer su escasez á ménos de haberlo experimentado en las ocasiones que han hecho forzoso echar mano de ellas, para ocurrir á las urgencias. A fin del año de 1740 se pusieron en el mejor estado posible para resistir la invasion de los ingleses, que se esperaba en todas aquellas costas. En Guayaquil deter minaron dar registro á uno de los barcos de aquel puerto sin em→ bargo de la prohibicion para que fuese á Nueva-España, y comprase allí el número necesario de armas: el comisionado no las encontró de venta, aunque las solicitó en la misma ciudad de México; y así se volvió sin ellas, quedando las milicias como esta→ ban antes, armadas con lanzas y machetes de monte los de á caballo, y los de á pié, unos con lanzas á manera de alabardas, y otros con arcabuces de mecha, y aun éstos eran tan pocos y en tan mal estado que solo servian de formalidad á la vista, y de espanto á los que los ven de léjos.

La única compañia, prosiguen diciendo, que tenia armas, y que se hallaba en buena disposicion era la de forasteros, porque componiéndose toda de europeos, que son los que trafican allí, á ninguno le faltaba á lo ménos escopeta; y como en todas las ciudades y poblaciones grandes de aquellos reynos hay el mis mo régimen de formar entre los forasteros una compañia, esta era la única que se hallaba proveida de armas. En la capital de Guatemala se ha visto que habia una de vizcaynos, montañeses, y otros forasteros.

Las poblaciones desde Guayaquil hasta Lima, dicen todavia, estaban sobre este particular en un estado tan malo, que en los

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cuerpos de guardia de cada pueblo donde se juntaban las milicias y se guardaban las armas, solo se veian pedazos de palo con espigas de hierro atadas á la punta con pretensiones de lanzas, cañones de escopeta, y arcabuces antiguos sin llave, ni mas caja que un pedazo de palo á que estaban amarrados con un cordel, de tal modo que algunas veces los vimos disparar teniéndolo y apuntando uno, mientras que otro le ponia fuego.

Sin embargo de lo que vá referido se vió ser suplida la falta de armas con el valor y entusiasmo de sus habitantes. Alcedo menciona alojamientos y derrotas de piratas dispuestas por los vireyes; y tomada Paita, el año de 741, cuentan los mismos escritores: el corregidor de Piura don Juan de Vinatea se puso en marcha con 150 hombres, que pudo juntar por lo pronto, y vino en socorro de Paita, que la ocupaban solo 50 hombres; pero como los que conducia el corregidor estaban desarmados, mandó tocar las cajas, pífanos y clarines desde mas de una legua antes de llegar á ellos: el estruendo militar tuvo el efecto deseado, por que los ingleses resolvieron desocupar á Paita, aunque irritados, pegaron fuego al lugar, antes de embarcarse. El almirante Wernon en 742, conduciendo 2500 hombres y 500 negros de desembarco en 53 embarcaciones, tomado Portobelo se dirijia á sitiar Panamá; pero llegando del Callao una escuadra de cuatro navíos y una fragata con poca gente y pocos cañones de corto calibre, entendiendo el almirante ingles que cada navío conducia 50 cañones de grueso calibre y mas de 500 hombres, mudó de dictámen pareciéndole temeridad.

Por lo que respecta al corso, los mismos Ulloa y Jorge Juan, segun relacion suya cap. 4, de órden del virey salieron el propio año 742 con dos navíos de guerra á hacerla en las costas del Chile; y como que eran embarcaciones del Perú las que comerciaban en Guatemala era de su cargo por necesidad venir á sus costas á la mira de su resguardo, segun se ha visto en el socorro que dió el presidente Barrios Leal en ellas á una escuadra de esta clase salida de Lima. Los propios autores en informes dados al virey son de dictámen, convendria hubiese en el Callao una embarcacion pequeña de cien toneladas, así para despachar por brea y alquitran á Guatemala, como para dar avisos á NuevaEspaña.

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CPÍTULO. 68.

Sublevacion de Zendales.

Ya que no habia en el reyno fuerzas para repeler las invasiones exteriores de los piratas, hubo á lo ménos las suficientes para reprimir los motines de indígenas suscitados en lo interior contra sus alcaldes mayores. Ximenez lib. 5 cap. 35 hace mencion de uno sucedido en la Verapaz por el año de 678. El alcalde mayor Solivera, dice, hacía los repartimientos de hilados en todos los pueblos de su jurisdicion, cuya peste no ha podido S. M. destruir. Valíase para esto de los índios, que en los pueblos avia mas á propósito. En Rabinal avia uno cortado á medida de su deseo, llamado Gaspar Perez á quien mantuvo todo su tiempo por alcalde y escribano para que con el mando de la vara y escribanía forzase á el repartimiento. No podian los índios dar cumplimiento, y así caian en muchas faltas, y sobre ello los desollaba á azotes, y tenia muchos dias en la cárcel.

Quejándose varias veces de aquel índio, al alcalde mayor, y como era el todo de su negocio, no le hablaba palabra, antes lo mantenia en su cargo, y el índio mas altivo hacia mayores agravios. Viendo los índios que no tenian recurso en su alcalde mayor, ocurrieron á la audiencia, quejándose solo del índio, sin tomar en boca al alcalde mayor. La audiencia viendo justificada la queja, dió real provision para el alcalde mayor, mandando, que le quitase la vara. Hízosele muy duro el ejecutarlo, porque le habia hecho mucha hacienda, y no quiso mostrarse desagradecido, y tambien mirando que ya acababa su oficio, y que su sucesor Godoy sentiria le quitase aquel índio, de quien queria tambien valerse para sus grangerías, y así entretuvo á los índios con decirles, que ya él acababa, y que su sucesor lo ejecutaría.

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Cuando los índios acudieron á éste para la ejecucion, hallaron cerrada la puerta. Con esto exasperados, y alcanzando que ocurrir otra vez á la audiencia era cansarse, hubieron de acudir á la fuerza, y ciegos de cólera, concurrió todo el pueblo á la casa real con ánimo de matar al índio alcalde y al alcalde mayor que se hallaban juntos en ella. Noticiosos del motin muchos españoles, que á la sazon estaban en el pueblo, acudieron con sus armas y

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