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escribió al rey una carta, proponiendo ciertos capítulos, para que şe le concediese la conquista del Lacandon, expresa que la hizo imprimir en esta ciudad, y fué la primera pieza, que se imprimió en la imprenta, dice, que poco antes el año de 1660 por el mes de julio avia entrado en Guatemala, que antes no la avia.

Esta fué de Joseph de Pineda Sbarra, en la que se imprimió el año de 1663, un tratado theológico, cuyo volúmen comprende 728 páginas en columnas de letra clara y uniforme, bien cortado, encuadernado y asentado como en Europa. En 1673 se imprimió otro volúmen en 4o de menor letra en columnas con 408 páginas que contiene nueve sermones predicados en la canonizacion de S. Pedro Pascasio, y una dilatada relacion de las fiestas hechas en ella, dispuesta por fray Roque Nuñez, sugeto de vasta erudicion mitológica y otras bellas letras, que emplea muchas piezas de poesía, propias y agenas: entre éstas puede citarse una cancion fúnebre à la muerte del santo mártir, hecha por el padre fray Miguel del Valle.

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¡Triste del que á la muerte le dá quejas!

Sería extraño no quedase rastro en el pais, de haber escuchado éste un siglo ántes á Juan Mestanza de Rivera, admitido al Parnaso por Cervantes, y que se sabe por informe de la audiencia de 29 de abril de 1589, haber sido entónces alcalde mayor de Sonsonate.

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CAP. TXXXV.-TEJIDOS, IMPRENTA♪

Habiendo fallecido el venerable hermano Pedro de san Joseph' Betancurt en el mes de abril de 1667, se celebraron poco despues sus honras, y el sermon, que predicó don Gerónimo Varaona de Loayza, comienza así. Si es para llorada la muerte de un amigo, ¿que será la de un amigo y hermano? Mas ¿que será la de un hermano, amigo y padre? ¡O muerte cruel! tantas veces cruel, cuantos fueron los estragos, que de un golpe solo hiciste: muerte avara, que con una sola vida que quitaste, quitaste á tantás vidas el aliento. ¿Qué hiciste? No te bastaba quitar á los pobres el sustento, ¿para qué quitaste á los huérfanos su amparo? No te bastaba quitar á las cárceles su alivio, ¿para qué quitaste á los hospitales su socorro? No te bastaba quitar á los vivos su alegría, ¿para qué quitaste á los muertos los sufragios? Pues todo lo quitaste, con quitar la vida al hermano Pedro de san Joseph. ¡O! Lloren todos pérdida tan de todos, y si les diere lugar el dolor, prediquen todos sus honras, solo con repetir sus beneficios: predíquenlas los pobres, predíquenlas los huérfanos, los desvalidos, los enfermos, los vivos, los muertos; pues todos debieron á Pedro beneficios.

De su vida escrita por el padre Manuel Lobo de la Compañia, reimpresa en Sevilla en 1683, puede hacerse juicio por el pasage del lib. 2 cap. 26, en que se menciona el marques de Talamanca hecho alumno del hermano Pedro, y dice así: Cuatro meses antes de sacarlo la divina providencia de esta vida, le encaminó hasta ponerle en sus manos á un caballero de conocida nobleza y experimentada capacidad, prendas propias de un superior, para que sea respetoso y acertado. Hallándose en la mas florida lozania de su juventud fué gobernador y capitan general de uno de los mas principales y honrosos gobiernos, que S. M. provee en estas provincias, con tan singular aplauso, que parece se ensayaba desde entónces en la justicia, el valor y la prudencia, con que atendia al servicio del rey, para gobernar despues con la misma y mayor rectitud una nueva compañia en servicio de Dios. Admiró los ejemplos, y atendió á la enseñanza del hermano Pedro, con que no solo se movió á dar cuanto tenia á los pobres, sino que se redujo á servirlos en el hospital, vistiéndose de su humilde y penitente saco. Nunca le parecieron á este generoso atleta de la milicia de Cristo mejor las vanidades y oropeles del mundo, que cuando los consideró despojos viles de su animosa resolucion. Por las calles mismas que paseó acompañado y servido de criados, llevaba sobre sus

hombros á los índios y á los negros, cargándolos en la silla, para llevarlos á los hospitales, donde los revolvia en las camas, los agasajaba, y les traia á cuestas en las arquenas y cántaros el sustento, que le daban los fieles de limosna.

CAPÍTULO 86.

Manuscrito de Fuentes.

La historia del pueblo guatemalano pende de la acumulacion de monumentos en que estan consignados los hechos que la forman. Merecen el primer lugar los escritos del adelantado don Pedro Alvarado. En el catálogo de los autores que cita el doctor Robertson, se hace mencion de dos relaciones de este capitan, dirijidas á Hernan Cortés, refiriéndole sus expediciones y conquistas en varias provincias de Nueva España, y se encuentran, dice, en el tomo primero de Barcia, uno de los historiadores primitivos de las índias occidentales, edicion de Madrid de 1749: se mencionan tambien dos cartas del mismo don Pedro, que trae Ramos tomo III página 296, y cita el obispo Casas en el libro de la destruicion de las índias. He aquí cuatro piezas interesantes, de que se carece en el pais.

El segundo lugar corresponde á la memoria de las guerras de la conquista, formada por el caudillo de la reconquista, de que dá testimonio Bernal Dias del Castillo en el cap. 64 por estas palabras. E ya que hemos hecho relacion de la conquista y pacificacion de Guatimala y sus provincias, y mui cumplidamente lo dice en una memoria que dello tiene hecha un vecino de Guatimala, deudo de los Alvarados, que se dice Gonzalo de Alvarado, lo cual veran mas por estenso, si yo en algo aquí faltare. Toma el tercer lugar el mismo Bernal Dias, y de él no tanto su obra impresa, cuanto una copia de su original manuscrito, que se ha citado otra vez, cuyas variaciones sin duda van fielmente señaladas en la primera con una manita, que es bastante frecuente. No obstante, el cronista Fuentes nota mutilaciones y adulteraciones hechas á este escrito, aunque no advierte cuales. El editor de la Gazeta de Guatemala en núm. de 18 de septiembre, de 797 da aviso de que don Juan Bau

tista Muñoz, escritor de la historia general de América, solicita copia coetanea de la mui apreciable y pura historia que de estas partes escribió dicho autor para averiguar las alteraciones anotadas por el padre Ramon, coronista mercedario; y acaso no se tuvo noticia entonces del que posee esta ciudad.

El cuarto y mui importante lugar pertenece á las obras del benemérito obispo Casas, principalmente aquellas de que ha carecido y carece el pais en la actualidad. Ha carecido de las dos historias apologética y general de las Indias de que da razon Remesal lib. 10 cap. 24. Los libros y tratados, dice, que de propósito escribió, segun estan impresos y escritos de mano en el depósito del muy insigne colegio de san Gregorio de Valladolid, son los siguientes. Un volúmen grande de 830 hojas de á fólio de su misma letra, cuyo título es. Apologética historia sumaria, cuanto á las calidades, disposicion, discrepcion, cielo y suelo destas tierras, y condiciones naturales, políticas, repúblicas, maneras de vivir, é costumbres de las gentes de estas indias occidentales y meridionales, cuyo imperio soberano pertenece á los reyes de Castilla. La causa final de escribilla fué, dice el prólogo, conocer todas y tan infinitas naciones deste vastísimo orbe, infamadas por algunos que no temieron á Dios, publicando que no eran gentes de buena razon para gobernarse, carecientes de humana pulicia y ordenadas repúblicas.

Escribió tambien el Sr. Obispo, continúa Remesal, una historia general de las índias, de la cual yo solo he podido ver dos tomos. Añade que dice en el prólogo, haber acabado de escribir el año de 1559, y el encargo de no publicarse su obra ántes de cuarenta años, estar firmado en el de 1560: por lo que advierte, que Antonio de Herrera, que tomó tanto de ella, no imprimió la suya hasta el de 1600. Estas obras deben contener mucho de Guatemala, tanto mas cuanto su autor no solo trató y habló con los que estaban instruidos de las cosas de la tierra, mas tambien moró y tuvo oficios en ella.

La obra que poseyó, y de la que acaso carece hoy Guatemala, es la que trata del único modo de vocacion de las gentes al cristianismo, en la cual ocupa Remesal todo el capítulo nono del lib. 3o, y refiere que el autor afirma que todas las de estas Indias eran ingeniosas, y aun mas que otras para el gobierno de lå vida humana, y despues de probarlo por causas universales y particulares, y

aun accidentales, lo testigua con las maravillosas y subtiles obras que hacen por sus manos de todas las artes mecánicas: acerca de lo cual no se propuso hablar Remesal, sino que prescindiendo de indagar las antigüedades de pais, desde luego lo supuso sujeto al Anahuac. Si, como opina el doctor Mier, este libro fué escrito en el territorio, él debe contener noticias del ingenio, industria, y costumbres de sus habitantes. El propio Remesal en el cap. fin. del lib. 10 expresa, que el señor Casas parece hizo muchos traslados de este libro, porque yo he visto, dice, cuatro de ellos: el que está en el Colegio, el que yo tengo, otro en la Nueva-España, y otro en poder del licenciado Antonio Prieto de Villegas, cura de Mazaltenango, en la costa de Guatemala, y todos de una misma letra. Ximenez lib. 3 cap. 62 quita la esperanza, de que exista algun ejemplar en Guatemala, porque no se halla, dice, ni se vé, para valerse de su maravillosa doctrina.

Ya que existe la historia general del cronista Herrera, Juarros no aprueba su uso. Deseando, dice en la introduccion á sus tratados, la mayor exactitud y puntualidad en las noticias, no nos hemos valido de las que se hallan en las geografias é historias generales de Indias... Pero si algun recelo puede caber en cualesquiera otras, no en la de este escritor, y mucho menos en la del señor Casas, de que tomó la suya Herrera, y en la que no sería extraño estuviesen resumidas otras relaciones, que deben estimarse nacionales, por haberse escrito en Guatemala, ó fuera de ella, por personages pertenecientes á ella. El propio Herrera, en la dec. 6 lib. 3 cap. 19, hablando del presidente del consejo, escribe: tambien me dió los papeles, que para este efecto enviaron los presidentes de las audiencias reales, gobernadores y ministros de todas las partes de las Indias. Ví tambien, añade, treinta y dos fragmentos manuscritos é impresos de diversos autores, con lo que dijeron fray Bartolomé de las Casas, santo obispo de Chiapa, y el doctísimo Jusepe de Acosta, de la Compañia de Jesus, y las memorias del doctor Cervantes, dean de la Santa Iglesia de México, varon diligente y erudito. El mismo Remesal, discurriendo acerca de esta obra del señor Casas, dice: es la historia, á quien mas crédito se debe dar, que á otra ninguna de las Indias; y es mucho de alabar el coronista mayor de las índias, Antonio de Herrera, que con su buena eleccion en lo que escribió, se aprovechó mas de esta historia. No sería, pues, temeridad, estimarse la de Herrera nacional.

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