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poderado. En lo principal de la justicia, que tiene la cofradía se reconocen iguales irregularidades de parte del gobernador y audiencia: ésta exedió notablemente en haber permitido semejante despojo, y no castigadó el exeso; y en haber declarado sobre la propiedad, siendo pleito de posesion, tan privilegiada en antigüedad, y contra las instancias del cura.

En el punto de la absolucion, en que mandó el obispo, que el gobernador diese caucion de estar al juicio de la iglesia y que dada se le absolviese, debe darse providencia, y es que sea dada con semejante expresion, y mandarse á dicho gobernador de Soconusco bajo severas penas, y la multa pecuniaria que al consejo pareciere: no pudiendo el fiscal dejar de poner á la suprema censura del consejo la notoria malicia de éste, siendo su ánimo desfrutar la estancia, y habiendo nacido de aquí todo esto en el despojo que hizo á la cofradia, por lo que debe ser castigado y multado-gravemente: dejando al supremo arbitrio del consejo la censura que merecen el despacho de las provisiones de la audiencia, y facilidad con que las libraron; y concluye pidiendo, se ruegue y encargue al obispo, que prestada la caucion por el gobernador en la forma prescrita, le absuelva. A este tiempo llegaron aviso y autos remitidos por el presidente de la audiencia en razon de haber mandado, no se llevase á ejecucion la provision de extrañeza, y se le aprueba en cédula de 20 de octubre de 87.

Por el año de 692 escribió unas constituciones para su obispado, que dedicadas al Papa Inocencio XI, junto con otras cartas pastorales, que siguió expidiendo hasta el año de 95, se imprimieron en Roma en el de 1702, en las cuales anduvo ménos afortunado, porque fueron desaprobadas en el consejo, y mandadas quemar en cédula de 6 de octubre de 1714, por contener, dice, cláusulas contra las regalias. Tal puede haberse estimado la traduccion que hace en la explicacion del symbolo de una extravagante de Bonifacio VIII, concerniente por lo menos al abuso de las regalías.

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CAPÍTULO 89.

Crónicas de regulares.

En 13 de enero de 1714 los señores presidente y oidores, estando en acuerdo, dijeron: que siendo noticiados de que en la oficina de Antonio de Pineda Ibarra se imprimen frecuentemente cuadernillos de diferentes materias, sermones, libros, y otros papeles de importancia, para lo cual, aunque precedan las licencias necesarias, todavia por el respeto, autoridad y representacion de esta real audiencia debe dicho impresor, á imitacion de lo que se practica en todas las Indias, repartir tantos de todo lo que se imprima entre todos los señores ministros de que se compone: por tanto, para que á tan inexcusable atencion no se falte por el susodicho, ni otro alguno, mandaban y mandaron se le notificase, así lo hiciese pena de cien pesos. A los dos años resulta la imprenta en poder del bachiller Antonio de Velasco, en cuya oficina se imprimió la vida de la venerable doña Ana Guerra, escrita por el padre Antonio de Siria de la Compañia: fué esta señora natural de San Vicente de la provincia de San Salvador, hija de don Juan Guerra Jovél de las Islas Canarias, y de doña Beatriz Lopez de Pineda de la ciudad de Gracias, casada con Diego Hernandez, dueño de una estancia á siete leguas de aquella villa, con quien tuvo dos hijos, y murió de 74 años, dia 17 de mayo de 1713. El autor anuncia en el prólogo la historia de una muger que lo fué solo en el séxo, pero mui varonil en el ánimo, y mas que humana en el espíritu: se imprimió en 4o con 330 páginas, año de 1716.

La necesidad de un privilegio real para el que escribia en las Indias sobre materias de gobierno y guerra, fué declinada por el padre frai Francisco Vazquez, religioso franciscano, acojiéndose á dar en sus escritos la crónica de la provincia de su órden, y tocando solo por incidencia la entrada de los españoles, fundacion de ciudades, y establecimiento de su gobierno, en cuanto le conducen al intento, bien que ofrece noticias útiles. Se dió â luz en dos tomos en esta ciudad con licencia del superior gobierno dada por el presidente Cosío en 23 de julio de 1714, imprimiéndose antes el primero en folio con 786 páginas, y luego el segundo en 1716 con 904, y esto en imprenta propia del convento, juntán

dose entónces dos en la ciudad.

El editor de la Gazeta de Guatemala, en 25 de diciembre de 1797, hablando de los cronistas que van mencionados, llegando al presente, se halló desobligado á tributarle elogios. De Remesal dice: este historiador, ó cronista es prolijo como todos los de su tiempo; pero tiene dos bellas calidades, la sinceridad y la pureza del lenguage, que se hablaba en Castilla, cuando Cervantes empezaba á escribir conceptos metafísicos en prosa rimada. A fines del mismo siglo, el capitan don Francisco Fuentes y Guzman, regidor del mui noble ayuntamiento, escribió su historia de Guatemala, que existe original en el archivo del ilustre cabildo, y es sumamente preciosa por las noticias y luces, que suministra, aunque su estilo es afectado, pedante, y por lo mismo enfadoso y desapacible.

Al padre Vazquez, continúa, fuera de no tener ninguna de las bellas prendas de Remesal y de Fuentes, le fué dado un estilo tan duro, tan cansado, tan insoportable, que á quien lea dos hojas de su libro sin vomitar, bien pueden dársele eméticos á pasto. A mas de eso es un historiador á la manera de Varillas. Despues que éste habia descrito el sitio de una plaza, mitad segun lo poco que de él sabia, y la otra mitad segun su imaginacion, le llegaron memorias auténticas, en las cuales se pintaba lo cierto del suceso. No importa, dijo: como yo lo he escrito está mejor; y lo dejó correr. Mas bien le hubiera estado á Varillas eludir la contienda para salir con aire, como lo hace el propio editor ostigado de la cuestion de 10 de diciembre de 98. Esta recaia sobre el origen del patronato de Santa Cecilia, ó lo que es lo mismo, sobre el dia de la entrada triunfante en que los conquistadores ganaron la tierra: polémica suscitada por el autor de un artículo comunicado en aquel periódico; y si su célebre editor hubiese advertido, quien de los escritores que menciona, y de que se ha hecho mérito, era el Varillas de la escena, no habría excluido del todo de su aceptacion á Vazquez:

Las alabanzas, que deniega aquí este escritor al p. Vazquez, en órden á estilo, no las habría otorgado al cronista de la órden de predicadores fr. Francisco Ximenez, que escribió la crónica de esta provincia en cuatro tomos, resumiendo los anales dados por Remesal, y otros de sus continuadores. Cuando escribia la foja 247 del tercero que comprende 514, corria el año de 1721; y así ofre

ciendo en la última continuar la historia en el cuarto desde el año de 699, hasta donde alcanzare, debe ella llegar mas adelante. En el lib. 5 cap. 57, hablando del Peten, dice: sin entender de Cosmografia, hice un mapa, en que delineaba todos los pueblos que circunvalan estas montañas de los índios infieles por esta parte de Guatemala, segun yo las tenia vistas y demarcadas: en este mapa dividí el grado en 53 leguas y media poco mas ó ménos de los u→ suales de esta tierra: cosa que hizo á muchos grande fuerza: mas por la esperiencia vieron que era como yo decia.

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- Con respeto á este territorio, que los domínicos estimaban en mas que el de Suchitepequez, vierte tambien Juarros especies, que entendidas á la letra, resultan lisongeras, y necesitan esclarecimiento, porque dice: habiéndose conseguido por este tiempo la reduc→ cion y conquista del Peten, el señor Berrospe en virtud de nuevas órdenes, entendió en la fortificacion de la villa de los Dolores y fundacion del presidio del Peten: logró ver aumentados con los términos de este partido el distrito de su gobierno, cosa que sus antecesores intentaron con inmensos trabajos, y no consiguieron.

Para aumentarse el distrito de un gobierno no basta adquirir la posesion de un partido por una banda, si por otra se pierde la posesion de otro. Los religiosos tuvieron la de toda la costa del Manché, y el Mopan hasta el Tipú en Yucatan y el Peten, fundando pueblos, nombrando alcaldes, y dando varas de justicia en nombre del rey. Para mantenerla, solicitaron una poblacion de españoles en las sabanas del distrito de aquella vicaría, que se estendían hasta la ranchería de Martin Petz, fronteras á la sierra, que dá nacimiento á los rios Xibum y Balix, denominados en el mapa de la sociedad de Geografia de París, Sibum y Belice, y tienen al poniente el de Ochtum, llamado Poctum, en el Mopan contiguo al Peten. Ademas de la conservacion religiosa de lo conquistado, y adelantamiento de sus misiones, pretendian un resguardo, que preservase las poblaciones por la costa del pillage de piratas, que reducian los indígenas á esclavitud; y así mismo sirviese de escala para abrirse camino y facilitarse el tráfico con Bacalar. No valió á los misioneros Salazar, Moran y Delgado, hombres hechos que habian servido cátedras y prelacías, y aprendido teórica y prácticamente los idiomas, recorrer los diferentes rumbos á su costa, malaviados, y á la vez aprehendidos y robados de los mismos piratas. En el Mopan se solicitó tambien poblacion de españoles; sobre lo

cual habla el p. Cano al presidente Barrios Leal en carta que transcribe Valenzuela cap. 37, fecha en San Pedro Mártir á 15 de ma→ yo de 695, intimándole cuanto convenia, se formase en este parage una villa, para mantener el puesto segun lo habia representado en otras anteriores.

-...¡Cosa rara! Por este tiempo picaron los presidentes de conquistadores, y ya que no pasaron sus riesgos, debieran en consecuencia haber tomado siquiera sus máximas, que eran colonizar lo conquistado: mas lo que no hicieron aquellos primeros hombres, nadie despues emprendió; antes bien se aniquilaban las villas y ciudades y sus ayuntamientos fundados por ellos. El golpe de despoblar las Guanajas, dado por el señor Avendaño mediado el siglo 17, tomó por regla el señor Barrios para el Manché el año de 89, y adopta ahora apasionadamente el señor Berrospe, transmitiéndola á sus sucesores, para que sea intentada en el siglo 18. Los indefensos indígenas mancheses, que escapan del pillage exterior de la costa, no se libran del interior en la tierra adentro.

Villagutierre lib. 6 cap. fin. celebra como un triunfo cuatro sacas que se hicieron de ellos, terminadas, dice, el año de 96, vituperando al p. Cano que no tomase parte por temores de irregularidad, y añadiendo, que el capellan del castillo del Golfo bautizó a muchos por si morian, y que asentados en tres pueblos del valle de Urran, fueron regalados y vestidos por el présidente Berrospe. Ximenez lib. 5 cap. 85 refiere, que con el buen suceso que tuvo el presidente con los índios que habia sacado el año de 96, dió órden al alcalde mayor, para sacar mas por principios de aqueste año de 97, en que salieron en busca de ellos, primero un trozo de 300 índios de Cahabon y San Agustin con cuatro alcaldes y un cabo, luego otros 200, y por último 150, y volvieron tambien en trozos, primero con 100, luego con otros 100, y por último con 80, disculpándose de que no habian traido mas, porque muchos habian muerto. Despues de situados en los pueblos del valle de Urran, añade el autor: dióse luego cuenta al presidente de la gente, que se habia apresado, y mandó socorrerles, para que se vistiesen como se habia hecho con los demas, pero de todos éstos mui pocos. se lograron, porque murieron muchos.

Ahora es de preguntarse, ¿qué podía seguirse de semejante sistema, sino el abandono del territorio, el abandono de su poblacion, y lo que es mas, el de su posesion? ¿Qué habia de seguir

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