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aviso de la aparicion de cualquiera nave sospechosa. El gobernador de Valdivia don Ignacio de la Carrera, i mas tarde el maestre de campo don Francisco Nuñez de Pineda i Bascuñan, que en 1673 tomó el mando de esa plaza, enviaron algunas embarcaciones a los archipiélagos del sur para recojer noticias de los ingleses que cada dia. se esperaba ver aparecer por el estrecho de Magallanes.

A fines de 1674 estos temores cobraron mayor cuerpo. El correjidor de Chiloé, don José de Vargas, apresó algunos indios del archipiélago de Chonos que contaban que habian entrado ingleses en aquel estrecho i que estaban poblando en las vecindades del Pacífico. Remitidos esos indios a Chile, fueron enviados al Perú por el presidente don Juan Henriquez, para que trasmitieran al virrei las graves noticias. que comunicaban. Fué indescriptible la alarma i la confusion que ellas produjeron en Lima. Los comerciantes se negaban a embarcar sus caudales en la armada que estaba para salir con rumbo a Panamá conduciendo el tesoro que cada año se enviaba al rei de España. El virrei don Baltasar de la Cueva, conde del Castellar, mandó levantar tropas, recojer armas, fundir cañones i reconocer todos los buques mercantes que pudieran adaptarse para la guerra, i pidió a todas las ciudades un donativo voluntario que montó a mas de ochenta i siete mil pesos para estar prevenido i poder enviar una espedicion a desalojar a los ingleses de los establecimientos que hubieran fundado. Como estos aprestos no pudieran terminarse con toda la rapidez que se deseaba, el virrei resolvió hacer, entretanto, un reconocimiento para cerciorarse de la exactitud de aquellas noticias.

Equipó al efecto un navío e hizo construir dos barcos menores que debian servir en la esploracion de los canales; i bien provistos de víveres, los despachó del Callao el 21 de setiembre de 1674 bajo el mando del capitan don Antonio de Vea. Llevaba éste ocho pilotos españoles espe rimentados en la navegacion, i, como práctico en los archipiélagos que debia esplorar, al indio principal que habia comunicado la noticia de arribo de los ingleses. Alejándose de las costas para aprovechar los vientos reinantes, Vea llegaba al puerto de Chacao, en la isla de Chiloé, el 13 de octubre; pero su navío chocó contra una roca i fué preciso vararlo en la playa para hacerle las reparaciones necesarias. Tomando allí uno de sus barcos menores i algunas piraguas, el atrevido esplorador se lanzó el 30 de dicho mes a los mares del sur con setenta españoles i sesenta indios. Durante mas de dos meses, Vea, habiendo dividido a su jente en dos cuerpos, esploró sin resultado alguno aquellos intrincados laberintos de islas hasta la latitud de 49° 15′ sin hallar por nin

guna parte la menor noticia de los ingleses. El aspecto de esa rejion, la frialdad de su clima, la naturaleza pobre del suelo i la falta absoluta de producciones vejetales útiles para el alimento del hombre, le hicieron comprender que era imposible que allí se estableciesen colonias. Por otra parte, el indio que les servia de práctico mostraba desconocer aquellos lugares, i todo hacia ver que las noticias que daba eran simples invenciones. Estrechado por los españoles, aquel indio infeliz, a quien daban el nombre de don Cristóbal, forjaba nuevos enredos, decia que habia dado sus primeras declaraciones por miedo a las autoridades de Chile, i porque creia complacerlas suministrándoles las noticias que pedian con tanto anhelo. El capitan Vea llegó a persuadirse que todo aquello era un simple embuste de aquel salvaje, i se resolvió a regresar al Perú. Al dar la vuelta hácia el norte, fijó en la isla de San Esteban, el 13 de enero de 1676 una plancha de bronce en que se leia una inscripcion para hacer constar que aquellas islas eran propiedad del rei de España (34). El 28 de enero estaba de vuelta en el puerto de Chacao, despues de tres meses de fatigosas i estériles esploraciones.

Allí tuvo que detenerse otro mes mas. Al partir para los mares del sur, Vea habia dejado su navío a cargo de su segundo, el capitan Pascual de Iriarte. Como tardaran las reparaciones de ese buque, Iriarte tomó otro en Chiloé, i emprendió a su vez el viaje de reconocimiento que habia ordenado el virrei, avanzando mucho mas al sur que el ca

· (34) Aquella plancha fué, sin duda, robada i destruida mui poco tiempo despues por los indios salvajes que recorrian esos lugares en busca de mariscos. La inscripcion, característica de las ideas de la época, decia lo que sigue:

"Reinando Carlos II el justo, el grande, el temeroso de Dios i devotísimo de su preciosa, madre la Vírjen Santísima sin mancha de pecado orijinal en el primer inslante de su ser natural, rei de las Españas, en continuacion de la antigua i nunca disputada posesion de estos mares, dominios i reinos del Perú, gobernándolos en paz, justicia i tranquilidad, i siendo virrei, lugar teniente i capitan jeneral de ellos el Excmo. señor don Baltasar de la Cueva Henriquez, conde del Castellar, marques de Malagon, jentil hombre de su cámara, del consejo de cámara i junta de guerra de Indias, de órden i mandato de S. E. se puso i fijó esta inscripcion por el gobernador jeneral don Antonio de Vea, habiendo reconocido hasta cincuenta grados de altura. Del ancon sin salida en la isla de San Esteban, el 13 de enero de 1676 años. Don Antonio de Vea.

La isla llamada de San Esteban por el capitan Vea, es la que tiene el nombre de Javier en las cartas modernas, o alguna de las otras situadas en el golfo de Penas, quizá la que ahora se denomina Wager, en recuerdo de la fragata inglesa que naufragó allí en mayo de 1741.

pitan Vea. Llegó hasta la latitud de 52, es decir, hasta la boca occidental del estrecho de Magallanes, sin encontrar en parte alguna la menor noticia de ingleses. Hallándose el 17 de febrero de 1676 enfrente de las rocas conocidas con el nombre de los Evanjelistas, i queriendo dejar allí algun signo del dominio del rei de España sobre aquella rejion, dispuso Iriarte que un esquife tripulado por su propio hijo i otros diez i seis hombres fuese a tierra a colocar otra plancha análoga a la que Vea habia puesto en la isla de San Estéban. Un temporal ocurrido en esa ocasion arrastró léjos de aquellos lugares al navío de Iriarte, i cuando éste volvió a buscar a la jente del esquife, no halló el menor vestijio de ella ni de esa embarcacion, lo que hacia ver que habia perecido en un naufrajio desastroso (35). "Desde que se me dió noticia de la desgracia, escribia años mas tarde el virrei del Perú, envié diferentes órdenes a Chile, Chiloé i aun a Buenos Aires para que por la parte del sur i del norte fuesen buscados, socorridos i favorecidos. Por parte alguna se pudieron adquirir noticias,. con que se cree que el mismo temporal que precisó al navío a no esperarlos, los sumerjiria en aquellas costas ántes de llegar a tierra; i en esta fe los hice encomendar a Dios i decir muchas misas, que es cuanto debí obrar en la materia i desgracia. Despues de este doloroso accidente, el capitan Iriarte dió la vuelta al norte.

Reunidos el 6 de marzo en el puerto de Chacao, los capitanes Vea e Iriarte creyeron que era llegado el caso de regresar al Perú. Habiendo tocado en Valparaiso el 30 de dicho mes para hacer cesar la alarma producida en estas costas por el temor a los ingleses, llegaban al Callao el 19 de abril siguiente i, en medio de un jeneral contento, anunciaban el resultado de su espedicion. El virrei i sus consejeros habian sido víctimas de un engaño que les habia ocasionado inquietudes, gastos i sacrificios de todo jénero. Cumpliendo las órdenes mas térmi nantes del soberano (36), los gobernantes del Perú acababan de poner sobre las armas a toda la poblacion viril, i en una revista militar pasa

(35) Segun los documentos relativos a este viaje, perecieron en ese naufrajio don Pedro de Villegas, encomendero de Chiloé i sarjento mayor de la plaza de Chacao; el capitan Juan Bautista de Chavarría; el alférez de mar i guerra don Antonio de Iriarte; el piloto Antonio Ruiz; el contramaestre Francisco Escorza; once soldados i marineros, i un indio chono.

(36) La reina gobernadora habia sido impuesta apresuradamente de la noticia llevada al Perú acerca de los supuestos establecimientos de ingleses en la parte occidental del estrecho de Magallanes. Seguramente no se le dió mucho crédito en la corte; sin embargo, por cédula de 25 de junio de 1675, la reina dispuso que, resul

da en Lima el 22 de diciembre (1675) se contaron ocho mil cuatro cientos treinta i tres hombres. De los dineros reunidos por vía de donativos se habian gastado mas de ochenta i cuatro mil pesos. Durante un año entero no habian cesado en Lima las rogativas i procesiones para alcanzar la proteccion del cielo en la ruda campaña que parecia inevitable. Al disponer la disolucion de las tropas que se habian organizado i el premio a los individuos que mejor habian servido en aque llos aprestos, no olvidó el castigo del que habia dado aquella falsa alarma. "Al indio autor i fabricador de estas poblaciones, decia el virrei, se le condenó en doscientos azotes i perpétua asistencia en la isla del Callao (San Lorenzo) a la saca de piedra para la muralla del presidio, como todo se ejecutó" (37).

tando cierta la noticia, se procurará desalojar a los ingleses de aquellos lugares, ejecutando, al efecto, lo que dispusiera el virei del Perú.

(37) El virrei del Perú don Baltasar de la Cueva, conde del Castellar i marques de Malagon, ha dado estensa cuenta de estos hechos en la Relacion jeneral de su gobierno, escrita en 1681, para su sucesor interino don Melchor de Liñan, arzobispo de Lima, i publicada en el tomo I de las Memorias de los virreyes del Perú, Lima, 1859. Pero el virrei, mui prolijo i completo en lo que se refiere a los aprestos hechos en Lima para combatir la supuesta invasion inglesa, es oscuro, confuso i deficiente en lo relativo al viaje de los capitanes Vea e Iriarte. En cambio, el mismo virrei envió a la corte los diarios, derroteros i mapas de esos dos navegantes, i esos documentos echan mucha luz sobre este viaje. En efecto, en los archivos españoles encontré un grueso cuaderno suscrito por el capitan don Antonio de Vea, que lleva el título siguiente: Relacion diaria del viaje que hizo a las costas del estrecho de Magallanes, con recelo de enemigos, saliendo del puerto del Callao a 21 de setiembre de 1675, dirijida al presidente del consejo de Indias i dedicada al virrei del Perú. Siendo una relacion mui estensa i, en jeneral, de limitado interes, no saqué copia entera de ella, i me reduje a tomar los apuntes o estractos que me han servido para dar acerca de esta espedicion una idea sumaria, pero mas comprensiva que la que se halla en la memoria del virrei del Perú. Don José Vargas i Ponce conoció una copia antigua de esta relacion i la utilizó para escribir las pájinas 267-69 de su citada Relacion de los viajes al Magallanes.

Sin embargo, al entregar a la imprenta esta parte del manuscrito de mi historia, he podido consultar una copia íntegra de esa relacion que ha traido de Madrid mi amigo don Francisco Vidal Gormaz, el laborioso director de la Oficina hidrográfica de Santiago, i con ella he podido comprobar la fidelidad de los apuntes que me habian servido de guia.

Seria útil publicar este documento no solo por su valor jeográfico sino por algunas noticias que contiene acerca del estado de Chiloé en esos años, i si fuera posible, los mapas levantados por el capitan Vea, que no pude conocer. La corte de España, como hemos dicho otras veces, manifestaba en esos años el mas vivo interes en mantener ocultas esas relaciones cuya publicacion habria servido para el progreso de la jeografía.

7. Suerte desgra

ciada de los prisioneros ingleses tomados en Val

divia.

7. Mientras tanto, los ingleses apresados en Valdivia en 1670 permanecian en Lima en calidad de prisioneros, pero gozando de una especie de libertad que hacia creer que el trascurso del tiempo los habia amnistiado. "No pudiendo estar tanto tiempo encerrados en los calabozos, escribia mas tarde el duque de la Palata, virrei del Perú, los han disimulado como reos que no tienen pena de muerte, i la curiosidad de estranjeros i algunas habilidades que suelen tener, introduce la comunicacion con diferente jénero de jente, de cuyo comercio se esperimentan graves inconvenientes." "Parecia, agrega mas adelante, que esos ingleses se habian hecho tan familiares a los vecinos de Lima, que tenian como domicilio adquirido, i uno de ellos habia llegado á ser padre de familia" (38). El gobierno de la metrópoli habia repetido sus órdenes para que se adelantase el proceso de esos individuos i se les castigase en el Perú sin enviarlos a España; pero se terminaron los gobiernos del conde de Lémos (1672), de la real audiencia (1674), del conde del Castellar (1678) i del arzobispo de Lima don Melchor de Liñan (1681) sin que ninguno de ellos quisiera apresurarse a hacer ejecutar una sentencia capital sobre aquellos hombres apresados mediante una perfidia i evidentemente estraños a cualquier acto de piratería, o tentativa de hostilidad contra el gobierno español (39).

(38) Carta del duque de la Palata al rei, de 20 de junio de 1688, escrita seis años despues de los sucesos que vamos a referir, con el objeto de representar a la corte la necesidad de castigar con la pena de muerte a los piratas estranjeros que se apresaban en América.

(39) Véase lo que acerca de ésto escribia el arzobispo de Lima don Melchor Liñan, virrei interino del Perú, en la relacion que dió a su sucesor en 8 de diciembre de 1681. "Siendo gobernador de Valdivia don Pedro de Montoya, remitió a esta ciudad el año de 1670, cinco ingleses prisioneros de los que intentaron hacer escala en aquel puerto, que son don Cárlos Clerque, don Juan Fotisque, Tomas Ingles, Luis Clarinero i Tomas de la Iglesia, mulato, que estan presos en la cárcel de corte, habiendo muerto en ella Tomas Ingles. Contra los demas formó autos el señor conde del Castellar, de que dí noticia a S. M., i por cédula de 25 de noviembre de 1679, se sirvió de mandar, de que con estos ingleses se ejecutase lo dispuesto por cédula de 31 de diciembre de 1672, que jeneralmente se despachó para las Indias, en que está mandado que a los estranjeros que anduviesen pirateando en las costas de ellas i se les hiciere prisioneros aprehendiéndolos en mar o en tierra, no se envien a España sino acá se les hagan i fenezcan las causas i castiguen conforme a ellas, ejecutando con los piratas lo que merecieren segun leyes i ordenanzas que estan dadas en esta conformidad. Remití el conocimiento de estas causas a la real sala del crímen, donde estan pendientes, dando la facultad necesaria para que, sin embargo de tocar al gobierno semejantes causas, las determinase a derecho la real sala;

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